Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

JIGSAW (1962, Val Guest)

JIGSAW (1962, Val Guest)

No hace mucho tiempo, en una encuesta auspiciada por un colega, no dudé en elegir a Val Guest como el realizador más homogéneo de cuantos formaron parte de la nómina de Hammer Films -dejando al margen la figura legendaria de Terence Fisher-. Es cierto que no he encontrado entre los numerosos títulos que he podido contemplar de su filmografía -cerca de medio centenar de largometrajes- ese logro absoluto que permita certificar su andadura. Sin embargo, es obvio señalar que en la misma se encuentran no pocos notabilísimos títulos, extendidos a géneros como el terror, la ciencia-ficción, el policiaco y el bélico, entre otros. En todos ellos destacará su precisión en el trazado psicológico de sus personajes, y una tensión narrativa tamizada de cierta frialdad. Todo ello, punto por punto, queda plasmado en JIGSAW (1962), rodada a continuación de la discreta cinta de ciencia-ficción THE DAY THE EARTH CAUTH FIRE (1961). Guest retoma para ello el ámbito del cine policiaco, género que había demostrado manejar con precisión, en un contexto temporal donde el cine británico encuentra un especial florecimiento, con brillantes aportes propuestos por nombres tan diversos como Basil Dearden, Joseph Losey o Sidney Hayers. Para ello, el propio Guest adapta a la pantalla la novela de la experta en el género Hillary Waugh -escasamente adaptada para la pantalla- plasmando a grandes rasgos la historia de la investigación de un asesinato. Una rutina laboral para un grupo de agentes, centrada en identificar el cadáver que ha sido encontrado casualmente por el veterano inspector Fred Fellows (un magnífico Jack Warner), al apoyar al joven sargento Jim Wilkins (Ronald Lewis). Este ha sido encargado de cubrir el asalto efectuado a una oficina inmobiliaria, en la que finalmente solo se ha robado el archivo de expedientes, mientras tiene que soportar los constantes reproches de su propietario en torno a la ineficacia del cuerpo. Las indagaciones de los dos policías les trasladará a una casa ubicada en la zona costera de Brighton, ya que supone el único contrato que podría ligarse como motivación del robo. Las pesquisas de los dos representantes de la ley acompañados por el quisquilloso responsable de la inmobiliaria, les llevará a descubrir en un baúl oculto en el garaje restos desmembrados, iniciándose a partir de ese momento la rutina de la investigación, por un lado de la identidad del cadáver que han encontrado y, a partir de esta obligación, descubrir la identidad de su asesino.

El espectador ha conocido desde el primer momento a la asesinada, al descubrir que se trata de una mujer aún deseable, pero absolutamente dependiente de un amante al que no contemplaremos el rostro. Ello se plasmará en una secuencia inicial que ya acierta a transmitir al espectador ese desasosiego que se irá extendiendo a lo largo del metraje, aunque no deje de resulta engañosa. Y es que desde el primer momento, la oscura y casi mortecina iluminación en blanco y negro del ‘hammeriano’ Arthur Grant, y la deliberadamente perezosa movilidad de la cámara por parte de Guest -percibiendo un magnífico uso del formato panorámico- nos trasladará a ese estado de ánimo sombrío, en ocasiones casi de duermevela, en el que se describirá el conjunto de la película. A partir de ese momento, JIGSAW se erigirá en una crónica del proceso de investigación que llevará a sus dos protagonistas a luchar buscando cualquier asidero posible, hasta asumir en algún momento que quizá se encuentren ante un caso arquetípico de crimen perfecto. Será algo contra lo que, de manera tenaz y dada sobre todo su experiencia, se rebelará el veterano Fellows. Serán estos los ámbitos en los que se desarrolloará un relato que, justo es reconocerlo, quizá carezca de sus sustrato argumental de mayor profundidad, pero que deviene en una crónica casi apasionante -rozando el minimalismo- de ese corto pero intenso periodo de investigación y pesquisas, que logrará traspasar la barrera de la pantalla, para transmitir al espectador la intensidad, el desánimo, la ironía, la entrega y, por que no decirlo, la cotidianeidad de un trabajo, que en medio de dichos profesionales adquiere en instantes como estos, la condición de reto vocacional.

Esa capacidad alcanzada por Guest por mantenernos hipnotizados ante la pantalla es a fin de cuentas el mayor mérito de un relato que no ofrece grandes novedades argumentales, pero que está trazado casi como un tiralíneas, plasmando por un lado la grisura de la vida británica de aquellos primeros años sesenta -lo cierto es que, prácticamente, en cada película inglesa de aquel tiempo se esconde un valioso documental-. Así pues, junto a la cercanía con la que contemplamos la rutina de las pesquisas y, casi de inmediato sentimos la empatía de sus protagonistas, la película no desaprovechará la ocasión para brindarnos una valiosa -y poco estimulante- galería de personajes secundarios y episódicos, algo por otro lado muy común el grueso del cine policiaco del país. Así pues, no faltará esa vecina chismosa, el tendero, solo preocupado por que la presencia de la policía no perjudique su negocio, o ese mediocre pretendiente, empeñado por sus diez minutos de fama. Será el primer sospechoso, al ocultar un turbio pasado por su debilidad por las jovencitas…

Una desoladora galería de la que quizá cabría destacar dos roles que se desmarcan de esa mirada revestida de misantropía, probablemente al albergar en ella la sinceridad de sus personalidades. Serán también, a mi juicio, los pasajes más dolorosos del relato, reveladores quizá de las posibilidades que atesoraría un argumento brillante, pero incapaz de descender al fango del infierno que sutilmente, se intuyen en sus imágenes. Uno de ellos es, obviamente, el encuentro de Fellows con Jean Sherman (extraordinaria Yolanda Donlan, esposa en la vida real del director). Creyendo que se trata de la asesinada, la pista que le dejará una nota revelará que esta mantuvo una cita con el asesino tras un reciente y casual encuentro en el tren. Un flashback nos visualizará el mismo, trasladándonos el episodio el dolor de una mujer aún deseable, aunque condenada a una vida en soledad para cuidar a su padre, a la que, de repente, la posibilidad de una esperanza sentimental se le ha venido abajo por completo. El otro, la visita del inspector -siempre destinado a ofrecer malas noticias- a la casa de los padres de la asesinada. En el encuentro, y antes de anunciarle la triste noticia, el padre -Mr. Simpson (sorprendente y conmovedor Maurice Denham)- se mostrará irascible ante la deriva de la muchacha quejándose sobre su personalidad extrovertida y disoluta, mientras su esposa -Mrs. Simpson (Christine Bocca)- se mantendrá más comprensiva. Una vez Fellows les anuncie la mala nueva, ella se mantendrá inalterable y, por el contrario, su marido se hundirá desconsolado en el que quizá sea el instante más conmovedor de la película.

JIGSAW tiene, quizá, una conclusión un tanto decepcionante, a la que sucederá un inesperado giro final que revelará el rápido aprendizaje en la agudeza del joven Wilkins. Pero es que no se trata de un relato en el que la conclusión adquiera una excesiva importancia. Es mucho más interesante y atrayente el trayecto, la evolución, que el resultado final. Y en este aspecto, hay que reconocer que el film de Guest logra a la perfección sus objetivos.

Calificación: 3

0 comentarios