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CINEMA DE PERRA GORDA

THE FULL TREATMENT (1960, Val Guest) La muerte llega de noche

THE FULL TREATMENT (1960, Val Guest) La muerte llega de noche

THE FULL TREATMENT (La muerte llega de noche, 1960. Val Guest) es una muestra más de esa cierta abundancia que a inicios de los sesenta prodigó el cine británico en torno al thriller o el género de suspense. En concreto, se encuentra presente dentro de ese auténtico “mini ciclo” que en el conjunto de la producción de Hammer Films, al amparo de la división americana de estudios como la Columbia, 20th Century Fox o Universal, propició títulos que engloban PARANOIAC (El alucinante mundo de los Ashby, 1963), NIGHTMARE (El abismo del miedo, 1964) o HYSTERIA (1965) –ambos firmados por Freddie Francis-, MANIAC (1963, Michael Carreras), o el díptico que ejecutó el malogrado Seth Holt –TASTE OF FEAR (El sabor del miedo, 1961) y THE NANNY (A merced del odio, 1965)-. Aunque oscilando en su nivel de calidad, estos y otros ejemplos comparten su predilección por estar expresados en contrastado blanco y negro, utilizar formatos en pantalla ancha, y delimitarse dentro de un concepto del suspense que oscilaría entre la herencia de LES DIABOLIQUES (Las diabólicas, 1955. Henri-George Clouzot), introduciendo poco a poco referencias del descomunal éxito de PSYCHO (Psicosis, 1960. Alfred Hitchcock) o influencias basadas en el éxito mostrado por Joseph Losey –quien firmó para dicho estudio una excelente propuesta de estas características, aunque más escorada hacia la ciencia-ficción; THE DAMNED (Estos son los condenados, 1962)-. A partir de dichas premisas, THE FULL TREATMENT ofrece un relato de suspense, que en no pocas ocasiones se enriquece a través de su vertiente psicológica, del que cabe destacar el esfuerzo visual puesto a punto por Val Guest –y estimo que en buena medida por su director de fotografía Gil Taylor-, sobrepasando con creces los servilismos emanados por su guión, llevado a cabo por el propio realizador y Ronald Scott Thorn, autor de la novela que sirve de base al mismo.

El relato se inicia de manera percutante, rotunda. El primer plano de una radio de vehículo sonando de manera altisonante una música dietética, va describiendo en un plano de grúa de retroceso, la terrible realidad de un accidente automovilístico. Sobreponiendo sobre sus imágenes de manera adecuada los títulos de crédito, la brillante capacidad descriptiva de Guest nos permitirá descubrir este trágico choque, al tiempo que describirnos la personalidad de uno de los heridos en el mismo. Se trata de Alan Colby (Ronald Lewis), un conocido piloto de carreras –un vehículo cisterna aparecerá en el lugar del accidente, portando publicidad del herido-, que ha chocado con un camión en compañía de su esposa –Denise (Diane Cilento, la futura esposa de Sean Connery)-. La situación llevará al joven piloto a sufrir un auténtico schock del que se recuperará en su vertiente exterior, aunque a nivel psicológico queden notables secuelas en su mente. Alan se ha convertido en una persona dominada por brotes psicóticos, centrados en bruscas oscilaciones de cu carácter, e incluso episodios violentos que dirige a su sufrida esposa. Una vez se produce la rehabilitación física de nuestro protagonista, la pareja pasará de manera tardía su luna de miel en la Costa Azul francesa, conociendo en ellas al extraño David Prade (Claude Dauphin), un hombre elegante y dotado de un acusado sentido del humor, que muy pronto se interesará por ellos. Este en realidad es un psiquiatra que tiene consulta en Londres, y pronto advertirá en Alan los rasgos de su inestabilidad mental. Para ello se ofrecerá a ayudarle, pero el piloto rechazará azoradamente la propuesta –llegarán a tener un encontronazo en la primera cena a la que asistan juntos-, acentuando esos desequilibrios que dominan su personalidad. A partir de la intromisión de Prade en la vida de los Colby, se marcará una extraña relación de dependencia de ambos –sobre todo Denise- hacia el influyente psiquiatra, a cuya consulta acudirá el atribulado piloto una vez estos abandonen la costa francesa y se dirijan a Londres. Será una relación que adquirirá oscuros perfiles psicológicos, en los que el espectador intuirá un lado inquietante, aunque no pueda advertir donde se concretan sus sospechas. Probablemente en este último aspecto, el film de Guest revista a medio siglo vista un cierto alcance pueril. Sin embargo, ello no nos debe hacer olvidar al atractivo cinematográfico que alberga la cinta, en donde se observa una inquietud por resaltar sus aspectos visuales. Es algo que se manifiesta en no pocos de sus detalles –uno de los más reveladores, reside en ese plano en el que Prade desenreda el pañuelo que Denise porta sobre su cuello, y que oculta las señales que ha dejado la agresión de su marido-, pero sobre todo tiene una notable importancia en el tratamiento de las secuencias “a dos”, en donde se acentúa ese grado de introspección psicológca que, a fin de cuentas, recoge los más brillantes momentos del film. En ellos, obvio es resaltarlo, siempre se encontrará ese influyente psiquiatra, al cual el veterano Claude Dauphin proporciona en todo momento ese necesario grado de ambigüedad. De especial intensidad resultan las secuencias que describen el tratamiento que asume Alan de manos de Prade en su consulta, en especial el momento angustioso –en el cual la credibilidad del espectador llega a ponerse en tela de juicio-, en el que el piloto se somete a una última terapia –la inhalación de un fluido que anula el oxígeno-. Serán instantes todos ellos, en donde se da buena cuenta de las capacidades de Val Guest para crear tensión específicamente cinematográfica, a  través de la utilización de una cámara y un formato de pantalla ancha –el MegaScope-, que tendrá un aliado de especial importancia en la fuerza que esgrime la fotografía en blanco y negro de Gil Taylor –responsable de la posterior REPULSION (Repulsión, 1965. Roman Polanski) o la más cercana STAR WARS (La guerra de las galaxias, 1977. George Lucas).

Es de lamentar –como suele suceder en este tipo de películas, centradas en un simple, sencillo y directo relato de suspense-, que los minutos finales no se encuentran a la altura de la tensión generada a lo largo del metraje previo. Sin citar como concluye la cinta en atención a sus potenciales espectadores, lo cierto es que el servilismo a un argumento convencional y poco creíble, de alguna manera limita el alcance de lo conseguido hasta entonces, sin arruinar –eso sí- la eficacia que hasta entonces ha ofrecido una narración atractiva y hasta cierto punto inquietante. Es más, la ausencia final de plano de la madre del psiquiatra –la excelente Françoise Rosay-, propone una nota de tristeza en la decepcionante conclusión de un argumento que, de manera paradójica, limita la densidad que sus imágenes previas desprenden.

Calificación: 2’5

2 comentarios

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Querido David:

¡Que aburrido sería que a todos nos gustara lo mismo, jajaja! Me
encanta incluso ver tu irritación ante esta película que, lo
reconozco, me pareció bastante apreciable. Mucho más que otros títulos
del estilo como MANIAC (Michael Carreras). Y no te preocupes, que ls
disensiones son buenas incluso entre los colegas más apreciados.

Un abrazo y gracias por tus puntualizaciones... aunque en ocasiones no
coinicidamos en ellas.

Juan Carlos Vizcaíno

El 29/04/11, Blogia

David Breijo -

Por esta vez, admirado cronista, no puedo sino discrepar y asombrarme de tu benevolencia...
Hacía tiempo que no me echaba al coleto un film más irritante, absurdo, ridículo y mal ejecutado en tantas vertientes (cierto, la excepción de la fotografía).
Sólo podría utilizarse como ejemplo -en un ciclo- de cómo se ha plasmado popularmente el psicoanálisis. Eso sí... hace que "Recuerda" y "Secreto Tras La Puerta" sean frías descripciones de la Psicología más ortodoxa y carente de artificio.
No me extrañaría que el protagonista se lo hubieran ofrecido a Connery, ya que la Cilento (¡qué pésima ¿actriz?, Dios!) estaba ahí y que éste hubiera huido despavorido, cambiado de agente y de esposa...
La otra utilidad sería estudiar cómo Hitchcock consigue "colarnos" situaciones imposibles, que Guest se demuestra incapaz de manejar (y reconozco su eficiencia... en otros films).
También te doy la razón en que lo único válido y no explotado del argumento es la oscura historia que se puede inferir de la relación del psiquiatra con su madre. (Vale... he mezclado Psicología y Psiquiatría... pero se me entiende...)