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CINEMA DE PERRA GORDA

THE WEREWOLF (1956, Fred F. Sears) [Los colmillos del lobo]

THE WEREWOLF (1956, Fred F. Sears) [Los colmillos del lobo]

No es la primera vez que señalo que la licantropía es una de las vertientes menos estimulantes abordadas dentro de las mitologías del cine fantástico. Sin existir a mi juicio ningún referente o logro absoluto sobre la materia ante la pantalla, es probable que la magnífica THE CURSE OF THE WEEREWOLF (1961, Terence Fisher) aparezca como el título más destacado sobre la materia. Sin otorgar especial importancia a las simpáticas aportaciones de Universal en su periodo dorado del género, sí convendría destacar dos interesantes e incluso innovadoras aportaciones sobre dicha vertiente, como ejemplifican la inquietante WOLFEN (Lobos humanos, 1981. Michael Wadleigh) y la densa y evocadora THE COMPANY OF WOLVES (En compañía de lobos, 1984. Neil Jordan). Hecho este preámbulo confieso que me dispuse a contemplar THE WEREWOLF (1956) -inédita en nuestro país, aunque editada digitalmente bajo el título de ‘Los colmillos del lobo’- con no poco escepticismo, en la medida de encontrarnos ante una producción del inefable Sam Katzman, y auspiciada por alguien a quien durante mucho tiempo he tenido como un realizador chapucero, aunque en los últimos años haya podido contemplar algunos estimables títulos suyos. Me refiero al también actor Fred F. Sears, firmante de numerosos títulos ligados a la serie B. Lo cierto y verdad es que, contra todo pronóstico, y ya desde sus primeras imágenes, THE WEREWOLF me parece una película no desprovista de interés, en la que sus carencias -también la relativa originalidad de su punto de partida- obedecen sobre todo de su material de partida -guion de Robert E. Kent y James B. Gordon, partiendo de una historia original de ambos-.

Y es que desde el primer momento la película de Sears transmite de un lado la vigorosa y sombría atmósfera que presidirá todo su metraje -en la que ayudará de manera fundamental, la eficaz iluminación en blanco y negro de Edward Linden, de cuya utilización de sombras se beneficiará su resultado general- así como el esfuerzo puesto a punto por el realizador para potenciar visualmente no pocas de sus sugerencias, en ocasiones jugando hábilmente con el off narrativo, uno de los recursos más frecuentes y valiosos que definieron la serie B norteamericana.

Lo hará desde esa inesperada presencia nocturna de un extraño a la localidad rural de Mountaincrest, de un extraño que deambula nervioso sobrellevando amnesia -Duncan March (Steven Rich)- e introduciéndose en un café, de donde pronto se marchará siendo seguido por otro de los clientes, con la intención de apoderarse de su dinero. En una secuencia brillantemente resuelta en el over narrativo y tras ser increpado por este último, este se convertirá en un licántropo y lo matará. March huirá e iniciará la inquietud en la población, que poco a poco se verá imbricada en una situación de anormalidad colectiva, mientras a la misma acudirá el doctor que en realidad fue el promotor de la mutación que convirtió a March en hombre lobo, así como la esposa y el hijo de este, totalmente sorprendidos ante una situación que jamás podrían imaginar, al detectar la ausencia de su esposo y padre. Será el joven sheriff Jack Haines (Don Megowan) quien se haga cargo de la situación, ayudado por el veterano dr. Jonas Gilcrist (Ken Christy), y de su sobrina Amy (Joyce Holden), al mismo tiempo ayudante de enfermería y novia del agente de la Ley. Serán estos dos quienes realmente irán conociendo la trágica e inesperada deriva sufrida por un ciudadano normal e inocente, que en realidad ha sido sometido a mutación por un investigador desprovisto de ética, al objeto de experimentar un virus que pueda transformar el devenir de la Humanidad.

Lo señalaba anteriormente; lo peor de THE WEREWOLF proviene de esa ridícula subtrama emanada por ese ambicioso médico que ha experimentado con el accidentado Duncan, y contando para ello con un ayudante al que maneja por completo. Y es una pena dicha circunstancia, ya que por otro lado ello proporciona una curiosa variante a la película. Por ello el film de Sears abandona ese eco de leyendas gitanas, y en su oposición incorpora ciertos ecos de la mitología del Frankenstein de Mary Shelley -esa secuencia de los lugareños que intentan encontrar durante la noche portando antorchas al licántropo, tienen un marcado eco de instantes presentes en el FRANKENSTEIN (El doctor Frankenstein, 1931) de Whale.

Así pues, nuestro director demuestra poseer un notable instinto en el uso del formato panorámico, a la hora de brindar una eficaz dirección de actores pese a utilizar un cast de intérpretes por completo desconocido. En cualquier caso, lo más atractivo de la película vendrá dado por el logro de una oscura atmósfera, en la que más allá del terror ante la situación vivida se advertirá una sensación de malestar ante una comunidad en donde se observa soledad y alienación -esos vecinos embrutecidos que pierden sus noches enracimados en la taberna- Por momentos, uno advierte en esta película ese tipo de atmósfera desasosegadora y oscura que sería propia de la serie B de producciones del género auspiciadas por estudios como Allied Artist o, años después, de títulos como NIGHT OF THE LIVING MAN (La noche de los muertos vivientes, 1968. George A. Romero). Por eso, dentro de dicha aura, uno se queda con instantes como ver entre la nieve la transformación de las huellas del huido March en las garras de un lobo. En la angustia de este al ver sus pies desnudos llegada la mañana, y comprobando con ello que su peor pesadilla es una realidad. En la sinceridad de la angustia que desprenderá en su secuencia confesional con Amy, la enfermera. O en el intenso dolor que revestirán los encuentros de este con su mujer e hijo. THE WEREWOLF aún describirá una intensa secuencia con el asesinato del doctor que venía a matar al encarcelado Duncan así como a su ayudante, en unos instantes en los que Sears utilizará con verdadera fuerza el off narrativo -y el sonido de los gritos de los dos asesinados-, mientras la cámara se mantendrá fija encuadrando las sombras de las rejas de la cárcel. Tras ello, plasmará una intensa secuencia de persecución que culminará con la reversión a la normalidad del cadáver del pobre Duncan. De nuevo comprobaremos la pobreza con la que se plasma la transformación del protagonista -una de las facetas más débiles de la película- pero ello no nos impedirá reconocer ese cierto pathos que alberga una película tan modesta como, en sus mejores momentos, estimulante.

Calificación: 2

2 comentarios

Juan Carlos Vizcaíno -

Muy buenas, César. De entrada me alegra mucho tener un seguidor como tu en Perú. En cuanto a la pregunta que me señalas, no se lo digas a nadie, jajaja, pero nunca he visto la peli de Landis. Actualmente es bastante difícil de encontrarla. Espero algún día cubrir esa laguna, jajaja. Un abrazo grandes desde España!

Cesar -

Y cual es tu apreciación de Un hombre lobo americano en Londres!! Saludos de un seguidor en Lima.