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CINEMA DE PERRA GORDA

GLI SBANDATI (1955, Francesco Maselli)

GLI SBANDATI (1955, Francesco Maselli)

GLI SBANDATI (1955) pertenece a ese conjunto de producción que se desarrolló en el seno del cine italiano, auspiciado por jóvenes y atormentados realizadores de su tiempo como Michelangelo Antonioni, Mauro Bolognini, Valerio Zurlini o, en este caso, Francesco Maselli, que reflexionaban en torno al enfrentamiento de determinada juventud en los pormenores de las postrimerías del periodo fascista y la liberación, durante la II Guerra Mundial. Serían todas ellas películas dominadas por un sordo desencanto, nihilistas, oscuras y con casi nulo margen a la esperanza, en el que contarían con poderosas e igualmente desesperanzadas bases literarias. Títulos en líneas generales de notable nivel, que superaban -no en calidad si no en mirada analítica- los postulados neorrealistas, y contribuyendo casi sin pretenderlo a esa nueva mirada de vacío psicológico que encontraría en el citado Antonioni su valedor más significativo.

A partir de una historia de Epirando Visconti, transformada en guion cinematográfico por él mismo, su director y Ageo Savioli, GLI SBANDATI supone el debut en el largometraje por parte de Maselli, que con anterioridad había filmado diversos cortometrajes y uno de los siete episodios de la colectiva L’AMORE IN CITTÀ (Varios, 1953). Nos encontramos en el verano de 1943 y una voz en off -la del joven, acomodado y desorientado Andrea (el posterior director Jean-Pierre Mocky) inicia su evocación de lo que, a grandes rasgos, supone una nueva historia de Coming of Age. Hijo de la poderosa condesa Luisa (Isa Miranda), viuda y heredera del emporio industrial que su marido le legó en Milan, ha decidido trasladar a su hijo hasta su amplia venta campestre en la Lombardía, donde los ecos de la contienda mundial aparecen mucho más diluidos, aunque de noche se pueda sentir el sonido de los bombardeos. A Andrea le acompañan sus jóvenes amigos Carlos (Anthony Steffen) y Ferruccio (Leonardo Botta), con quienes comparte un estío ocioso, alejado por completo de la situación que se mantiene en una convulsa Italia, y que se romperá para este contexto cuando Andrea sea llamado por el alcalde de su pequeña población, e incitado a que acoja en su enorme caserón a una familia de refugiados que lo han perdido todo en la guerra, y que se encuentran encabezados por la joven y valiente Lucia (Lucía Bosé). El apocado carácter del muchacho le impedirá negarse a esta petición, por lo que estos desahuciados vivirán en una de las estancias de la venta, aunque cuando la condesa sepa de dicha presencia exteriorice sus reticencias, al plantear el riesgo que ello generaría. En ello las tropas aliadas conquistarán el país, por lo que el fascismo se rendirá, quedando sus habitantes en medio de una especie de fuego cruzado, ya que el nazismo sigue haciendo su tarea de conquista en dichas tierras.

Mientras tanto, y aunque ellos mismos se encuentren reacios a dicha circunstancia, se irá iniciando un conflictivo acercamiento emocional entre Andrea y Lucia, que cobrará un nuevo cariz una vez se produzca la escapada desde un tren de una serie de soldados italianos presos por los nazis, parte de los cuales se refugiarán en la venta que en esos momentos encabeza Andrea ya que su madre se encuentra en Milán. Será un momento en el que el muchacho parecerá nacer realmente a una vida diferente, alejada de la comodidad y los algodones en que ha vivido hasta entonces. Ello le permitirá un acercamiento definitivo con Paula, quien socorrerá a un soldado gravemente enfermo, mientras que sus dos amigos reaccionarán de diferentes maneras. Por parte de Carlo se manifestará su pertenencia a un grupo de la resistencia, por lo que buscará la ayuda de uno de sus componentes al objeto de llevarse en camión a los fugados. Sin embargo, el sofisticado Ferrucchio actuará de manera miserable al delatar a los soldados acogidos y, con ello, poner en peligro la propia estabilidad de la estancia, puesto que los nazis son inclementes con quienes dan cobijo a estos soldados.

De entrada, GLI SBANDATI es una película de sensaciones, en la que un avezado Maselli acierta al transmitir ese estado de ánimo voluble y quebradizo de un muchacho que se va a ver envuelto en un rápido e inesperado proceso de madurez emocional. Un proceso en el que el amor, el deseo, el compromiso, la frustración y el dolor, se introducirán en un deriva inicialmente plácida y poco a poco imbuida en una escalada de creciente densidad y complejidad moral. Para ello, la película irá ondeando de la placidez a la oscuridad. De la indolencia a la toma de partido, por medio de una puesta en escena que en todo momento parece imbuirse de una cierta aura de duermevela, y en la que contribuirán de manera poderosa las tonalidades de la fotografía en blanco y negro del gran Gianni Di Venanzo. Maselli parecerá buscar sin descanso las reacciones de sus personajes en una serie de secuencias dispuestas mediante fundidos en negro, dentro de un relato dividido en dos partes. Una primera de alcance más evocativo en la que compartiremos esa tensa tranquilidad de la Provenza estival a través de la mirada del entorno de su joven protagonista, y una segunda en la que tendrá una especial relevancia la llegada y refugio de esos soldados fugados que supondrán la piedra de toque para ese forzado -y finalmente frustrado- encuentro con el compromiso, y la dolorosa llegada de la madurez.

Rodado en régimen de cooperativa, y contando con la ayuda externa de Luchino Visconti, GLI SBANDATI destaca en su mirada de corte neorrealista, sobre todo cuando su ámbito burgués se muta en esa cercanía a los afectados de la guerra, o la enorme complejidad de la sociedad rural italiana ante el drama y desgarro interno existente en las postrimerías del fascismo. Por momentos, sus plácidas imágenes iniciales parecen preludiar el muy posterior IL GIARDINO DEI FINZI CONTINI (El jardín de los Finzi Contini, 1970. Vittorio De Sica), aunando en ellas esa mirada nostálgica y plácida, cercana a una naturaleza frondosa que parece ejercer de muralla a un entorno dominado por la atrocidad bélica. Y entre ellas surgirá esa inicialmente improbable relación entre Andrea y Lucía, a los que sus intérpretes Jean-Pierre Mocky y, sobre todo, Lucia Bosé, brindarán una inusual entrega y convicción. En su acercamiento, sus rechazos, sus dudas, la interiorizada ansiedad del muchacho, y la abierta entereza de esta, se fraguarán varios de los mejores momentos de esta cinta de aprendizaje vital en un contexto concreto y convulso. Un aprendizaje este que se irá deslizándo por una peligrosa pendiente, en la que incluso los cercanos amigos actuarán casi a la contra de lo que se podría pensar de ellos con anterioridad.

En esa ceremonia de sentimientos, lealtades, traiciones e intereses que conforma la entraña dramática de GLI SBANDATI, se quedan en la retina momentos de enrome fuerza dramática. Como lo supondrá la dolorosa secuencia que describa la muerte del joven soldado italiano herido, descrita con una fisicidad casi estremecedora. Pero si algo aparecería imborrable en el film de Maselli, serán esos conmovedores minutos finales llenos de dolor, de ausencia de valor y de amor perdido. Esa mirada final de Lucia (excepcional Lucía Bosé) a un Andrea que no sabe que decir en ese momento crucial para su vida, e incapaz de zafarse de las -sinceras- argucias de su madre, le proporcionarán una estabilidad vital, pero no cabe duda que marcarán su vida para siempre. Ese plano final de GLI SBANDATI con los cuerpos de dos personas que fueron importantes en su rápida madurez como ser humano, quedarán perennes entre el mejor cine italiano de su tiempo.

Calificación: 3

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