CALAMITY JANE & SAM BASS (1949, George Sherman) [La verdadera historia de Calamity Jane]
A pesar de narrar una historia que utiliza personajes reales, pero en absoluto se ajusta a la realidad histórica, puede decirse que CALAMITY JANE & SAM BASS (1949, George Sherman) es una película dinámica, e incluso percutante en sus pasajes más sincopados. Pero, sobre todo, a través del guion de Maurice Geraghty y Melvin Levy se lleva a buen puerto una historia original del propio Sherman, en el que se focaliza la inquietud del director por el mundo del Oeste. Ese interés personal por narrarnos una historia a través de la cual se extienden numerosas evocaciones del pasado norteamericano, es por lo que quizá pueda concluir que nos encontramos ante el título más valioso, de la quincena que hasta la fecha he podido contemplar de su amplia e interesante filmografía. Esa pasión personal por evocar el conjunto de un periodo esencial de la historia del pueblo americano, a partir de la apropiación de personajes de la misma, y reelaborando con ello un argumento ficticio. Y es que, aunque nos encontramos ante un film rodado en 1949, en la que el western aún se encontraba sin expresar buena parte de sus obras más memorables, lo cierto es que el film de Sherman preludia esa mirada revisionista e incluso crepuscular que podría ejemplificar el Sam Peckimpah de RIDE THE HIGH COUNTRY (Duelo en la alta sierra, 1962). Ese vitalismo que comparten algunos de sus pasajes con el de Peckimpah, es una de las cualidades de un relato que parte de unos personajes reales pero una base histórica falseada, para enhebrar con ello la andadura de lo que podríamos denominar, uno de los primeros ‘rebeldes sin causa’ inmersos en el cine del Oeste, bastante antes de que figuras como esta tuvieran acomodo en un género cada vez más dominado por su complejidad.
Se trata de Sam Bass (un joven Howard Duff, al que su aspecto aniñado y la propia vulnerabilidad de su presencia cinematográfica le hace ideal al personaje), un joven que ha decidido establecerse en Denton, esperando que allí lleguen los 300 dólares que le ha prometido su tío. Se trata de alguien ingenuo y amable, caracterizado por su capacidad para la comprensión del comportamiento de los animales, quien muy pronto suscitará la pasión de dos mujeres totalmente contrapuestas en su personalidad. De una parte, la educada Kathy Egan (Dorothy Hart), dueña del almacén local y hermana del sheriff Will Egan (Willard Parker), y de otra la explosiva Calamity Jane (Yvonne De Carlo). En el fondo, ambas representan dos mundos diferentes. Uno el Oste del futuro, centrado en ciudades y leyes establecidas, y otro el que aún atesora el sentido de la aventura. En medio de lo que ambas proponen, Sam se dejará llevar por su intuición, su ingenuidad, su destreza entre los animales, y su creciente adicción a las apuestas. De tal forma irá mutando en sus maneras de ganar el dinero, siempre con la intención de establecer un rancho, para lo cual comprometerá a Kathy. Transportará ganado junto a Joel Collins (Lloyd Bridges) y muy pronto se dará a concursar en carreras con el veloz caballo que acaba de adquirir. Sin embargo, los riesgos de dicha dinámica le llevarán a que de manera accidental mate un hombre, iniciándose una peligrosa dinámica existencial, en la que su ingenuidad pronto dará paso a una creciente ambición que arrastrará a sus compañeros, pese a ser un sujeto en creciente objeto de la justicia. En esa diáspora de riesgo, las dos mujeres que han apostado por él ratificarán su apoyo, pero en plena muestra del mundo que representan ambas lo harán de diferente manera, y será Calamity la que realmente se arriesgue por alguien a quien ha amado desde el primer momento, pese a que Sam siempre se mostrara dubitativo entre ambas.
Ayudado desde el primer momento de ese cromatismo tan propio de la Universal, en la que la mano de Natalie Kalmud deviene inapreciable. CALAMITY JANE & SAM BASS desde muy pronto deja ver la utilización del paisaje, su dinamismo y -al margen de que la figura de los indios aparezca en apenas un comentario- su discurrir nos brinda un recorrido por un Oeste lleno de vida. Es quizá esta la cualidad más destacada de una propuesta magnífica, que sorprende por la frescura y el vitalismo del que hace gala en el conjunto de su metraje, hasta que poco a poco se inserte en él el aroma que rodea a un ser que, en el fondo, se encuentra integrado en la sociedad que le rodea, hasta el punto de dicha carencia se convierta en un lastre de tintes cada vez más trágicos. George Sherman acierta al plasmar un entorno palpitante, lleno de vida y en periodo de transformación, a través de la historia de su protagonista masculino -la presencia de Calamity en el título no creo que obedezca más que como reclamo para la presencia de Yvonne De Carlo-, describiéndonos ritos, reuniones, costumbres y anhelos, Todo un universo perfectamente descrito, bien sea con su acertado tratamiento de personajes, su bien dosificado guion o, como no podía ser de otra manera, el inspirado uso de la cámara articulado por su realizador, quien de manera muy especial se preocupa en ligar en sus secuencias la interacción de sus personajes, sus tribulaciones, sus sentimientos -de manera muy especial la desazón de las dos mujeres que aman a Sam- y, en el caso de su protagonista, su condición de rol pasivo, en el que casi es incapaz de darse cuenta de todo lo que sucede a su alrededor.
Dotada de un ritmo trepidante, y de una creciente densidad dramática, considero que CALAMITY JANE & SAM BASS es una de esas pequeñas y apenas conocidas joyas del género, que aparece casi como avanzadilla de ciertas corrientes del mismo, y que discurre por una senda en la que la precisión y el contraste de sus diversos episodios, va dado de la mano por la oportuna interrelación de sus personajes, los distintos marcos en los que se va desarrollando la acción, e incluso la disposición en ellos de sus actores -la modélica secuencia del frustrado asalto al banco-. En una película donde las cabalgadas -incluidas las carreras- aparecen admirablemente filmadas, estas ofrecen un oportuno contrates a los pasajes dominadas por la interrelación de personajes, hasta llegar a un desenlace de creciente pesimismo, una vez Sam y sus escasos hombres son rodeados en la montaña por los hombres del sheriff Egan. Será el punto final en la andadura vital de un muchacho que quizá jamás encontró las claves de su existencia a un mundo cambiante como el que le rodeó, y que quiso agotar sus últimos instantes de vida para comprobar si realmente vivía la yegua que, en realidad, se convirtió en la mejor compañera de su vida. Serán unos inolvidables y fúnebres instantes finales, que concluirán con un arriesgado y deslumbrante movimiento de grúa ascendente, con el que el espectador sentirá en carne propia la liberación de alguien que no supo adaptarse al mundo en que vivió.
Calificación: 3’5
0 comentarios