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CINEMA DE PERRA GORDA

DANGER PATROL (1937, Lew Landers) [La patrulla del peligro]

DANGER PATROL (1937, Lew Landers) [La patrulla del peligro]

Absolutamente ignorada, DANGER PATROL (1937, Lew Landers) aparece sin embargo en el contexto del Cinema Bis, como un inesperado precedente de lo que algo menos de dos décadas después, se configuraría como uno de los títulos más célebres del excelente cineasta francés Henri-George Clouzot; LE SALAIRE DE LA PEUR (El salario del miedo, 1953), llevando a la pantalla la adaptación de la novela de George Arnaud, publicada en 1950. Sorprendente afinidad que condiciona de manera indirecta la inocencia de una pequeña producción de la RKO, en la que de entrada uno confirma la relativa buena forma que esgrimía Lew Landers en su periodo dentro de este estudio, que hace poco me ratificó la posterior -y aún superior en cualidades- SKY GIANT (1938). Y es que parece que Landers se movía muy a gusto describiendo en algunas de sus funciones esa mirada sombría en torno al lado cotidiano de las consecuencias de la gran depresión, que en esta ocasión se plasmará en el entorno del manejo de la nitroglicerina, de cara a su uso en las explotaciones petrolíferas.

La película se centra en la búsqueda de dinero rápido por parte del joven Dan Loring (John Beal), un estudiante de medicina que ha visto interrumpida su vocación de manera abrupta. Por ello, no dudará en formar parte de la plantilla de los denominados ‘manipuladores de sopa’, encargados del transporte del muy peligroso líquido, en un trabajo tan peligroso como bien remunerado. Loring pronto se introducirá en la faceta, ayudado desde el primer momento por el ya veterano Sam Street (el siempre magnífico Harry Carey), con el que entablará amistad de inmediato, hasta el punto que este lo acercará a su hogar, en el que también reside su hija Cathy (Sally Ellers). Esta es una muchacha dotada de una gran voluntad, empeñada en hacer abandonar infructuosamente a su padre una profesión tan peligrosa, que establecerá con un muchacho una rápida corriente de simpatía. Pronto Dan se adaptará a un mundo en el que siempre ha de estar dispuesto a las ordenes de su jefe, pero que al mismo tiempo le atisbará la relativamente cercana posibilidad de poder atesorar una cantidad de recursos suficientes para encauzar su futuro. El accidente mortal de uno de los trabajadores supondrá un punto de inflexión en la actitud contraria de Cathy a la entrega de su padre en su profesión, e incluso en su relación con Dan, que intuye va a albergar el mismo camino que este.

De manera inesperada, el incendio de unos pozos petrolíferos en tierras mejicanas obligará al dueño de la firma a enviar un vuelvo con un cargamento de ‘sopa’ al objeto de apagar el accidente con la explosión que esta provocaría. Acuciado por obtener los mil dólares de paga que le permitirían liberarse de este entorno e incluso retomar su relación con Cathy, pedirá responsabilizarse del peligroso viaje en avioneta. Consciente del enorme riesgo que asume, y quizá asumiendo interiormente que su aventura vital está en un punto de no retorno, Sam se encontrará con el muchacho y lo derribará de un puñetazo, ocupando su lugar en la misión. Todo parecerá ir a pedir de boca, pero una inoportuna niebla se irá extendiendo coincidiendo con la llegada de la noche, como un negro augurio.

De entrada, una de las virtudes de DANGER PATROL reside en su sentido de la síntesis. Con una duración de apenas una hora, la cámara de Landers sabe ir al grano en todo momento permitiendo que su conjunto adquiera un considerable dinamismo, dentro de un conjunto envuelto por la sequedad expositiva. Delimitado en un escueto pero eficaz trazado de personajes, el realizador acierta a penetrar en sus circunstancias y contradicciones, quizá en algún momento precisando más hondura de la finalmente otorgada, pero, en su conjunto, permitiendo un relato dominado por su cercanía y hasta un cierto grado de calidez. Todo ello se centrará en el trío protagonista, en el que el guion de Sy Bartlett, basado en una historia de Hilda Vincent y Vreeland Smith tiene de entrada la oportunidad de unos atractivos y contundentes diálogos. Y la incardinación de estos tres roles protagónicos permitirá, por un lado, la extraña configuración de la relación entre padre e hija, que inicialmente intuimos de manera equivocada se trata de un matrimonio con diferencia de edad, ya que el comportamiento entre ambos no deja de desprender un cierto -aunque amable- aroma incestuoso. Por su parte, la relación entre la pareja de jóvenes está plasmada con un determinado grado de modernidad, algo que tendría quizá su ejemplo más valioso en la secuencia en la que Dan y Cathy comen en un restaurante y, por medio de los vaticinios que van leyendo en las fundas de los azucarillos, de alguna manera sirven de manera insólita de augurio a los deseos de ambos en cuanto a su futuro en común.

En cualquier caso, en una película tan rápida, tan expeditiva, tan ‘al grano’, considero que DANGER PATROL alberga dos grandes episodios, que en buena medida elevan el apreciable nivel medio de su conjunto, y consiguen insuflarle un aura trágica de considerable calado. El primero de ellos se encuentra inserto en el ecuador de su metraje, y describe con excelente modulación dramática el episodio en el que se intentará localizar a uno de los empleados que advierten su ausencia en el tiempo estipulado. La rutina de trabajadores y de aquellos que se encuentran reunidos disfrutando su ocio, pronto se adueñará de una creciente angustia. Landers articulará esta espiral trágica con una precisa utilización de primeros planos y la alternancia en la reacción cada vez más angustiada, ante lo que finalmente será la noticia inevitable. Lo magnífico de este pasaje estriba en jugar en todo momento con el off visual, ya que en ningún momento se mostrarán imágenes del accidente y, al mismo tiempo, el aliento trágico estallará en la breve, serena y dolorosa secuencia del entierro.

Más tenso aún, y dominado incluso por el ámbito del cine de aviación -que Landers reiteraría con posterioridad- será el bloque final, en el que poco a poco se irá configurando la tragedia en torno al veterano Sam y su compañero piloto. Alternando con precisión la acción descrita en la sala de mandos del aeropuerto, el exterior de un cielo imbuido de la una niebla creciente, y los planos rodados en el interior de la avioneta, en los que el cerco al rostro de alguien que ve muy cercano su fin -extraordinario Carey-, buscando tan solo comunicarse con su hija, que sin él saberlo lo está escuchando en la lejanía del altavoz, para lograr su perdón, hasta que un repentino parón del motor del pequeño avión, no hará más que ratificar aquello que ya se intuía casi inevitable. Junto a estos elementos centrales, DANGER PATROL se encuentra enriquecida con pequeños destellos, como la descripción de los modos de manejo de la ‘sopa’ en las prospecciones petrolíferas, o en la ocasional presencia de roles episódicos, como esos operarios que deambulan como si fueran zombis, y que sufren la llamada enfermedad propia de ese entorno tras trabajar largo tiempo en el mismo.

Calificación: 2’5

 

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