SKY GIANT (1938, Lew Landers) [Gigantes del cielo]
SKY GIANT (1938, Lew Landers) es una película tan modesta como estimulante y, hasta cierto punto, aparece como una sorprendente producción de la RKO. De entrada, nos encontramos ante una apuesta de este estudio, al ese subgénero de dramas relacionados con la aviación que fueron bastante populares en aquellos años treinta -de hecho, incluso en las postrimerías del periodo silente obtuvieron un enorme éxito títulos como WINGS (Alas, 1927. William A. Wellman)-. Lo hace al mismo tiempo utilizando la fórmula del melodrama triangular, uno de los rasgos inherentes en este tipo de películas. Pero cuando señalaba ese cierto grado de sorpresa, me refería a determinados aspectos que más adelante señalaré.
El veterano coronel Cornelius Stockton (magnífico Harry Carey) de ha determinado en su jubilación del ejército, siendo incorporado al más alto mando de la escuela aérea de Glendale. Hombre áspero y taciturno, buscará situar como su primer colaborador al ya experimentado piloto, el capitán Stag Cahill (Richard Dix), quien finalmente aceptará el encargo no sin enormes reticencias, puesto que entre ambos detectaremos un fuerte antagonismo que, pese a todo, Stockton desea incorporar como elemento de mejora en el ámbito que dirige. Y es que, si bien el veterano mando destaca por su inflexible seguimiento de las ordenanzas militares, Cahill por el contrario velará por una humanización en el tratamiento de los cadetes inscritos. En cualquier caso, nuevos elementos de conflicto se incorporarán a la película. De un lado la inscripción de Ken Stockton (Chester Morris), el propio hijo de Cornelius, quien contra los deseos de su padre -le empuja a seguir una carrera diplomática- desea incorporarse en la academia, destacando en dicho ámbito por su buena mano en el diseño de aviones. Pese al deseo contrario de su padre en su permanencia, un encuentro previo del joven con Stag iniciará una amistad entre ambos, siendo este decisivo para que se consolide la aceptación de su progenitor en su vocación por la aviación. Sin embargo, otro elemento introducirá un rasgo de pugna entre los dos amigos; la presencia de la joven Meg Lawrence (Joan Fontaine), prima de Fergie (Paul Guilfoyle), el colaborador más cercano de Cahill, quien conocerá accidentalmente a este, pero muy pronto se acercará al ímpetu juvenil de Ken, de quien se enamorará profundamente, quedando el otro pretendiente como el mejor amigo de ambos. Poco a poco, la absoluta implicación del joven Stockton en un ámbito que le absorbe todo el tiempo, llegará a dejar de lado cualquier compromiso con Meg. Por todo ello, y con actitud amistosa esta romperá su compromiso con él, aprovechando la ocasión el siempre respetuoso Stag, con quien se casará en una breve ceremonia, antes de que el piloto -que ha prometido a su ya esposa que tras este último encargo abandonará la aviación- tripule un vuelo que actualice y perfecciones una importante ruta comercial aérea, en el que estará acompañado por Ken y Fergie. En el largo vuelo, ya tenso por las difíciles condiciones climáticas y de presión, estallarán de manera latente la rivalidad entre los dos amigos, al comunicar el nuevo esposo su reciente y oculta ceremonia. Las largas horas de vuelo irán creciendo en el recelo entre los dos amigos, hasta que un inesperado accidente cuando iban a despegar tras un aterrizaje forzoso les obligará a dejar de lado sus disputas, y pondrá en primer término su objetivo compartido de supervivencia.
Lo señalaba al principio, al comentar que SKY GIANT resultaba sorprendente en algunas de sus facetas. Podríamos referirnos al laconismo y la precisión con la que se nos presentan sus personajes. De ellos, destacará el contraste que se nos brindará en los instantes iniciales, al mostrar a ese respetador militar hundido al abandonar su puesto y muy poco después hacer gala en su nuevo cometido de su inflexible personalidad. O la circunstancia con la que Stag conoce a Peg, en una situación accidental al confundirla con un hombre. O la original manera que tendrá este para descubrir en su nuevo amigo al hijo de Stockton. Todo ello estará definido por una mezcla de naturalidad y serenidad que invadirá el conjunto de la película, y permitiendo con ello que el flujo de relaciones y giros sentimentales se encuentren dispuestos de una manera sincera y adulta. Los instantes en los que Stag (estupendo Dix) observe la preferencia de Meg por su amigo, serán mostrados por un Landers francamente inspirado por sendos primeros planos de este, en el que asumirá, en el segundo caso con dolor, ya que es el marido formal de esta, su imposibilidad de competir y al mismo tiempo su sincero afecto por ambos. Esa manera tan reflexiva de expresar sentimientos y cambios de ánimo irá de la mano de dos episodios dominados por el peligro, que constituirán los más cercanos al cine de acción, pero al mismo tiempo no estarán dominados por el fatalismo -un elemento consustancial en este tipo de cine-. Es más, se ofrecerá en off la noticia de un accidente en el que han fallecido dos pilotos como elemento detonante para revocar la dimisión de Stag y Fergie ante un impresionado Stockton, quien muy poco después se mostrará insospechadamente cercano, cuando de manera indirecta sugiera la presencia de su hijo en ese vuelo de misión exploradora.
Así pues, en una película que no será pródiga en episodios aéreos a modo de exhibición, surgirán dos secuencias dominadas por su dramatismo físico. La primera será el arriesgado vuelo que los dos amigos realizarán a más de 20.000 pies de altura atendiendo los deseos del veterano mando, y en el que por el compartido cansancio y los fallos en el suministro de oxígeno ambos quedarán inconscientes y prestos a una muerte segura, hasta que providencialmente Stag despierte y pueda revertir la situación en unos instantes dominados por una casi irrespirable intensidad dramática.
Sin embargo, la catarsis de la película se producirá en ese vuelo que inspeccionará la nueva línea aérea comercial, en el que junto a la intensidad y dificultad física se unirá la creciente hostilidad de los hasta entonces inseparables amigos -Fergie se situará en segunda fila del avión-. Tendrán que aterrizar para comprobar el hielo en un ala, y al elevarse el avión quedará inutilizado, rompiéndose Fergie las dos piernas. Los dos enfrentados amigos iniciarán una penosa expedición en medio de la tormenta de nieve portando al herido en camilla. La situación llegará a un momento en el que Ken dudará en dejar solo a su amigo, aunque poco después de avanzar solo recuerde aquel momento en que le salvó la vida en pleno vuelo y retornará a rescatarlo. Sin embargo, poco antes se habrá producido la secuencia más hermosa y estremecedora de la película. Sabiéndose un estorbo, e incluso señalando que ya no le duelen las piernas -señal del inicio de una cangrena- sugerirá a sus compañeros que lo dejen y luego regresen en su rescate. Estos rechazarán dicho ruego, por lo que mientras ambos duermen, Fergie abandonará la tienda en la que se encuentran arrastrándose de manera penosa, y siendo seguido por largos travellings a ras de tierra, en medio de la inclemente tormenta y cayendo por una leve rampa. Con la misma serenidad que definirá el conjunto del relato y asumiendo la intensidad de la nevada, se dispondrá a asumir su extinción, mientras Landers fundirá y encadenará con los dos supervivientes prosiguiendo su lucha caminando…
Calificación: 3
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