I SAW WHAT YOU DID (1965, William Castle) Jugando con la muerte
Con una trayectoria que se extiende a casi 60 films a lo largo de un cuarto de siglo –todos ellos en los postulados de la serie B-, es indudable que si a algunos aficionados les dice algo el nombre de William Castle –además de ser el productor de LA SEMILLA DEL DIABLO (Rosemary’s Baby, 1968. Roman Polanski), que estuvo a punto incluso de dirigir- es por la docena de títulos de terror que le granjeó una notable afluencia del público adolescente USA y, con el paso del tiempo, ha convertido en auténticas cult movies algunos de sus films. Es el ejemplo de HOUSE ON HAUNTED HILL (1958) que mereció un remake hace pocos años. En cualquier caso y pese a sus limitaciones, las producciones consumistas de Castle han traspasado la frontera del tiempo formando un conjunto todo lo discutible que se quiera, pero indudablemente representativo tanto de un tipo de cine de terror destinado al consumo adolescente, con buenas atmósferas, malsanos toques humorísticos y evidentes truculencias –lo que más atrajo al público en aquellos años y sin duda lo que peor ha envejecido de su cine-
JUGANDO CON LA MUERTE (I Saw What You Did, 1965) es ya una de sus últimas realizaciones en el género, y se nota abiertamente su desgaste en el mismo. Además, ya no pertenece a la Columbia estudio en el que había logrado un relativo afianzamiento. Se trata de una mezcolanza en mi opinión poco afortunada de cine teen con suspense –que ya había practicado en color con 13 FRIGHTENED GIRLS (1963)- y que, inexplicablemente, pasa por ser uno de sus mejores films. Con un inicio que pretende ser ingenioso pero en el que demuestra que sus gimminicks ya estaban bien manoseados La película se inicia recortando el encuadre como si se mirara por prismático hasta centrarse en dos aborrecibles quinceañeras protagonistas –Libby y Kit- a las que acompaña la hermana pequeña de una de ellas –parecen extraídas de la serie de TV La tribu de los Brady-. Sus padres han decidido dejarlas juntas de noche y se dedican a molestar a sufridos ciudadanos gastándoles bromas pesadas –todos lo hemos hecho, por otra parte-. A las tiernas infantes no se les ocurre otra cosa más que llamar a la gente diciéndoles: se quién eres, vi lo que hiciste. Casualmente una de estas llamadas se dirige a un matrimonio cuyo esposo es un paranoico –Steve Marak (John Ireland)- y provoca el asesinato de su esposa en la ducha. Steve tiene una elegante y posesiva amante –Amy Nelson (Joan Crawford)-, a la que finalmente también matará. Al mismo tiempo, por la reiteración de las llamadas de las niñas y azarosas circunstancias el asesino contacta con las niñas, intentando eliminar finalmente a Libby y su pequeña hermana en la casa. Como es lógico, todo terminará felizmente, dejando Castle un epílogo de su cosecha.
En realidad, JUGANDO CON LA MUERTE es una cinta de consumo rápido y fácil olvido, que si algo destaca es por haber perdido buena parte de las habilidades de su realizador con el género. Estamos ya en 1965 y la película no dejaba de ser una reliquia arcaica que se situaba en tierra de nadie, provocando el aburrimiento en una historia cogida por los pelos y que no resiste un mínimo análisis en la lógica –el personaje encarnado por Joan Crawford jamás se explica que hace la pantalla-. Es así como ni las andanzas del psicópata gozan de entidad psicológica alguna –mas allá de la profesionalidad de Ireland al encarnarlo- ni, por supuesto, los devaneos de las niñas solo hacen desear al espectador que Steve consume sus deseos. Todo parece un episodio de serie televisiva de la época, con una banda sonora molestísima y una inexistente progresión dramática que permite que su corto metraje se haga incluso largo.
Es incluso lamentable que se haya desperdiciado la oportunidad de contar una historia que en el fondo revela las posibles consecuencias de esos actos que creemos carecen de importancia, mientras que con el paso del tiempo tanto las llamadas de la pareja de amigas como su curiosidad por conocer a ese Steve que se ha hecho eco de las mismas, tengan su traslación en la navegación por chat de nuestros días.
En realidad, JUGANDO CON LA MUERTE ofrece muy pocos alicientes. Casi cabría reducirlos a la competente fotografía en blanco y negro de Joseph Biroc, que sabe sobre todo conjugar el juego de sombras y luces indirectas, profundizar en los espacios y fondos de los encuadres –la dirección artística es muy loable- y ofrecer unos extraños exteriores en nieblas que contrastan en su visualización al ser una película ambientada en interiores.
Afortunadamente, los minutos finales de la película si que ofrecen una planificación interesante de suspense en la que solo cabe lamentar que Castle haya narrado el resto del metraje con maneras tan rutinarias. Y en ese sentido, no deja de ser curioso destacar como –una vez más- el director utiliza elementos de la magistral e influyente PSICOSIS (Psycho, 1960. Alfred Hitchcock) plagiando de forma sintética la secuencia de la ducha, en un extraño conglomerado de montaje que -justo es señalarlo-, no le queda nada mal. La breve secuencia resulta una curiosa mezcla epidérmica entre Hitchcock y Fuller aunque –nadie es perfecto-, en uno de los planos cante demasiado que el cadáver es un muñeco de trapo.
Calificación: 1
3 comentarios
westerner -
Maria -
Gracias
javier -
la vi en cine el el 1968