PRÊT-À-PORTER (1994, Robert Altman) Pret a Porter
Producida en 1994 tras dos consecutivos éxitos de un rehabilitado Robert Altman, el estreno de PRÊT-À-PORTER logró en su momento un considerable desdén entre los seguidores del veterano realizador así como la mayor parte de la crítica. Y este rechazo puede entenderse ante un ligero –no mucho más- retroceso tras el nivel alcanzado por su previa SHORT CUTS / VIDAS CRUZADAS (1993) –en mi opinión el mejor de los títulos suyos que he visto-, pero no es menos cierto que se sitúa a una altura superior que la interesante pero sobrevalorada THE PLAYER / EL JUEGO DE HOLLYWOOD (1992), la película que en su momento sirvió para reubicar a Altman en la consideración cinematográfica tras varios años sirviendo producciones televisivas o de corto alcance.
Debo decir que aún interesándome, no soy un especial seguidor del que hoy es quizá el más veterano director norteamericano en activo. Es evidente que el desaliño visual que ha caracterizado su trayectoria siempre me ha frenado, por más que considere que en los últimos años ha sabido madurar unas formas no por discutibles menos efectivas y coherentes en sus constantes temáticas e incluso visuales. Es curioso sin embargo que recientemente cosechara un –a mi juicio- incomprensible éxito con su aplicada absorción del cine académico británico con GOSFORD PARK (2003).
En cualquier caso, sirvan todas estas disgresiones para reseñar la grata impresión que –una vez más llevando la contraria al sentir generalizado- me ha causado PRÊT-À-PORTER. Una película que no solo conecta de forma clara con sus rasgos como realizador sino que resulta muy lograda en sus resultados. Una vez más, Altman plasma un nuevo marco coral aquí centrado en el mundo de la alta costura que en París va a celebrar una pasarela que reunirá a los más importantes diseñadores mundiales. En los prolegómenos del acontecimiento se produce de forma absolutamente casual el repentino fallecimiento de Olivier de la Fontaine (Jean-Pierre Cassel) el representante sindical de la moda de París, hombre que no gozaba de estima alguna entre dicho universo e incluso era despreciado por su deslumbrante esposa Isabella (Sophia Loren). La muerte accidental se produce mientras el difunto estaba en su coche reunido junto al extraño Sergei (Marcello Mastroianni). Se trata del antiguo marido de Isabella que regresa de Moscú tras décadas separado de su entonces jovencísima esposa, el cual huirá repentinamente para no verse acusado de una muerte que en realidad no ha provocado en modo alguno.
A partir de este pequeño mcguffin –que incluye la investigación sobre los motivos del fallecimiento-, se introducen numerosos personajes que acuden a París para presenciar la pasarela de moda, lo que facilita la presencia de un extraordinario reparto, muchos de sus componentes son ya familiares en el cine del director. Dueñas de magazines, fotógrafos arribistas, periodistas deportivos introducidos en este mundo de forma casual, veteranas diseñadoras de moda con hijos esquivos, fabricantes de botas tejanas, fetichistas de los disfraces femeninos... Una vez más Altman nos proporciona un auténtico fresco lleno de hipocresías e intereses, desarrollado en esta ocasión en una profesión llena de superficialidad y banalidad. Tras ser presentados los personajes llegan sus pinceladas, de impecable entomólogo en ocasiones y de brocha gorda en otras . Enmarcadas en esta ocasión en un entorno festivo y burbujeante –se llega a decir en cierta ocasión que parece que los visitantes que llegan quieren cantar el Bonjour Paris de UNA CARA CON ANGEL (Funny Face, 1957. Stanley Donen)-, el realizador sabe combinar su tono visual con un marco generalmente sofisticado que por momentos nos recuerda las añoradas “comedias del champagne” de la década de los 60.
PRÊT-À-PORTER tiene un inicio deslumbrante –en mi opinión bastante superior y más rotundo que el excesivamente celebrado de la ya mencionada THE PLAYER-. Con un sencillo plano de teleobjetivo que muestra un escaparate con marcas de conocidos diseñadores, el objetivo retrocede de forma descomunal hasta mostrar que nos encontramos ¡¡¡en Moscú!!!, mientras los rótulos de “A film by Robert Altman” se incluyen en ruso, hasta que la imagen funde con la conocida de la Torre Eiffel –eso me recordó por momentos un fundido similar de la excelente y poco apreciada ENCUENTRO EN PARÍS (Paris when is Sizzles, 1963) de Richard Quine-. A partir de ah su ritmo apenas decae en sus pocos más de dos horas de duración –en esto difiero de sus detractores-, sabiendo entrelazarse sus diversas historias con las habituales maneras usadas por su artífice en su trayectoria. Numerosos personajes y situaciones hábilmente entrelazadas con un cuidado uso de los detalles que sirven para unificar el paso de unas situaciones a otras, un sentido de la mala uva indudable, unos diálogos en ocasiones memorables y una soltura visual en la que es moneda corriente un ya experto manejo del teleobjetivo, pero que no desdeña manejar modos narrativos más sofisticados e incluso decididamente esteticistas.
Entre los numerosos elementos de regocijo de PRÊT-À-PORTER se encuentra el juego nostálgico que proporciona la relación de los personajes encarnados por Sophia Loren y un avejentado Marcello Mastroianni –ello da pie a un memorable diálogo en la fiesta del diseñador de joyas donde se juega con la edad de Isabella-, la impagable semejanza de un Danny Aiello disfrazado de mujer y Barbra Streisand o el desfile final de de la renacida diseñadora Simone Lo (bellísima como siempre, Anouk Aimée), dejando bien a las claras con sus modelos desnudas la superficialidad del mundo que retrata la película.
Evidentemente, no todo funciona a la perfección en la película. Entre sus limitaciones me atrevería a citar por un lado la excesiva complicidad que muestra con ese mundo decadente en el que se desarrolla la película, y que quizá por ello contó con la presencia como “guest stars” de numerosos diseñadores de prestigio como Jean-Paul Gaultier. Al mismo tiempo el personaje del fotógrafo irlandés encarnado por el siempre excelente Stephen Rea me parece desigualmente definido. Y es que si por un lado se muestra su lado arrivista con verdadera precisión, no es menos cierto que esa vertiente de chantajista fotógrafo de responsables de magazines de moda resulta muy poco creíble. Finalmente, y tras el irónico final, francamente jamás hubiera introducido en los títulos de crédito finales esas imágenes tan planas de pases de moda –quizá algún compromiso con sus modistos invitados-.
En cualquier caso, PRÊT-À-PORTER es un film realmente divertido, que demuestra que Robert Altman sabe aplicar con acierto las reglas del vodevil cinematográfico –en ocasiones parece que nos encontremos ante una afortunada comedia de Blake Edwards-. Una vez más, nos brindó diversión combinada con el retrato de toda una fauna de personajes que se unen, se relacionan y finalmente se separan, sin que la mediocridad de sus acciones impida que este encuentro deje alguna huella en sus vidas. De nuevo el moralista y veterano realizador cinematográfico supo aplicar su sarcasmo en un film desgraciadamente poco apreciado en sus virtudes y ante el que realmente pasé un rato divertido y lleno de complicidad.
Calificación: 3’5
2 comentarios
OMAR -
Paquito -