GUNG HO! (1943, Ray Enright) Todos a una
No se puede decir que GUNG HO! (1943) –rebautizada en España en el momento de su estreno como TODOS A UNA-, se erija como una de las grandes obras del cine bélico norteamericano realizado en plena 2ª Guerra Mundial. De cualquier manera y pese a su limitado alcance como elemento propagandístico de cara a elevar la moral tras el ataque a Pearl Harbor, es evidente que a su resultado no se le pueden negar una serie de apreciables cualidades. A lo cual ya de antemano encontramos un elemento de interés: se trata de una producción de Walter Wanger para la Universal. Y rara es la producción de Wanger que careciera de atractivo.
Pero vayamos por partes; GUNG HO! –denominada así por ser el grito de guerra retomado de los comandos chinos- relata el proceso de entrenamiento y estrategia para poder atacar a los japoneses y conquistar la estratégica Isla de Makin –punto clave de cara a reducir al ejército nipón-. Y tenía el aliciente previo de contemplar una película firmada por uno de los veteranos artesanos de Hollywood –Ray Enright-, quizá nunca merecedor de un especial relieve pero indudablemente un profesional competente.
Y esa capacidad se pone de manifiesto en esta producción bélica, en la que su carácter indudablemente propagandístico afortunadamente queda bastante soterrado. Incluso me atrevería a afirmar que en algunos momentos y muy entre líneas –las entrevistas a los soldados que se presentan como voluntarios para formar parte de esta lucha-, se deja entrever una serie de personalidades atormentadas e incluso conflictivas que se han alistado como soldados incluso casi como exorcismo personal o terapia psicológica. El film de Enright acogido bajo una voz en off sobria en su trazado y contando con un realmente impecable montaje, nos explica el proceso de adiestramiento de los soldados finalmente seleccionados, eligiéndose al mismo tiempo un reparto repleto de rostros curtidos –entre los que encontramos desde un joven Robert Mitchum, Alan Curtis, Noah Beery Jr., Rod Cameron, J. Carrol Naish...-. En su conjunto una tipología llena de estereotipos –los dos hermanos que compiten por la misma chica-, pero que funcionan puesto que la película siempre apuesta por la sencillez, incluso por apuntes humorísticos que distienden el ambiente y apelan a esa camaradería que nos muestran las imágenes y que ha sido la consigna del Coronel Thorwald (Randolph Scott), de cara a lograr los objetivos deseados.
Llegado el momento de la acción, GUNG HO! transmite una sensación de agobio cuando el submarino que tripulan los soldados se sumerge por vez primera –otra vez más el montaje y la inserción de primeros planos ayuda a ello-. Poco después el despiste de Tedrow (el mencionado Rod Cameron) en la cubierta cuando el submarino ha de sumergirse de nuevo provoca la tensión de un bombardeo desde el interior del submarino, en donde está a punto de surgir el pánico. Sin embargo es a partir del desembarco de los soldados cuando la película ofrece sus más elevadas cotas de interés. Tras llegar a la playa sin encontrar resistencia alguna son atacados por japoneses apostados en los árboles, en unas secuencias realmente impecables –el momento en el que un japonés es eliminado y queda colgando desde la cima de una palmera es estupendo-.
A partir de ahí se pondrá a prueba la estrategia bélica de ir destruyendo las defensas japonesas. En primer lugar un puesto atrincherado que finalmente combatirá uno de los jóvenes que tenía destreza con el béisbol y gracias a ello logra derribar la barricada enemiga. Pero el avance tendrá su mayor punto de ataque en la destrucción de una emisora japonesa cuando además las fuerzas del ejército americano están notablemente diezmadas. En medio del persistente fuego japonés la idea de tripular una apisonadora que se encuentra varada en los alrededores logrará combatir la misma, no sin antes lograr el concurso de unos aviones norteamericanos que simularan ser japoneses al pasear en sus vuelos banderas de dicho país.
Con dicha rendición se inició el camino del triunfo aliado contra el ejército japonés, pese a sufrir la matanza del soldado Harvison (Alan Curtis) por parte de tres prisioneros japoneses, en un momento que pese a lo arquetípico adquiere una cierta emotividad. GUNG HO! culmina con unas palabras en tono de arenga –valiosas en su día, ingenuas en la actualidad- por la libertad pronunciadas por Thorwald. Así finalizará esta pequeña producción en la que pese a discurrir de lleno por senderos trillados del género, el buen pulso de un realizador consigue ofrecer un producto cuanto menos discreto.
Calificación: 2
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Jorge Cuevas -
vivo en Mazatlán, Sinaloa, México