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CINEMA DE PERRA GORDA

ARMORED CAR ROBBERY (1950, Richard Fleischer [Asalto al furgón blindado]

ARMORED CAR ROBBERY (1950, Richard Fleischer [Asalto al furgón blindado]

Noveno largometraje de Richard Fleischer, ARMORED CAR ROBBERY (1950) –como el resto de sus títulos iniciales jamás estrenado en España comercialmente aunque exhibido en televisión con los títulos ATRACO AL FURGÓN BLINDADO / ASALTO AL CONCHE BLINDADO-. Y puede decirse que esa pericia y experiencia profesional se nota en las imágenes de esta película en la que ya se vislumbra una madurez expresiva de su realizador. Si en la mayor parte de sus títulos previos nos encontrábamos con historias narradas de forma desigual y con numerosas lagunas, salvadas con secuencias brillantes, en este caso nos encontramos ante una crónica bastante homogénea que oscila en su punto de vista entre la visión policial y la de los delincuentes y de la que antemano se agradece la ausencia de un tono moralizante.

ARMORED CAR ROBBERY se inicia con unos planos en tono semi-documental de la ciudad de Los Ángeles y muy pronto nos muestra la relación existente entre dos oficiales de policía –uno de ellos es el teniente Cordell (un demasiado opaco Charles McGraw-. Muy pronto dichos personajes se nos revelan como el otro foco de la acción; el atildado y perverso Martin Bell / Dave Purvis (eficaz William Talman) celoso ocultador de cualquier elemento que pueda delatar su identidad y cerebro de un atraco a un furgón blindado en la entrada de un estadio, con un botín que oscila sobre el medio millón de dólares.

Contra lo que pudiera parecer el eje del film no se erige en dicho atraco –que además se resuelve dramáticamente en una secuencia un tanto pobre aunque eficaz y que palidece ante el recuerdo de la similar de EL ABRAZO DE LA MUERTE (Criss Cross, 1949. Robert Siodmak)-. A partir de dicho asalto –en el que resulta asesinado el policía amigo de Cordell y herido de gravedad uno de los atracadores-, es cuando realmente el nivel de la película asciende, con una serie de momentos excelentes. Entre ellos citaremos el breve encuentro de teniente con la viuda del policía amigo –excelentemente planificado, con gran sobriedad e impecable uso de las sombras-; la tensión que se registra entre los asaltantes –con el herido dentro del coche- al intentar superar un control policial y, sobre todo, los minutos desarrollados en los nocturnos portuarios, caracterizados por sus contraluces y enorme expresividad y evidentemente siguiendo la estela de la labor de John Alton en sus colaboraciones previas con Anthony Mann en sus pequeños y ya casi mitificados policíacos.

La investigación policial avanza, agregándose a ella como ayudante de Cordell el joven detective Danny Ryan (un eficaz Don McGuire que años después dirigiría a Jerry Lewis en la divertida DELICADO DELINCUENTE (The Delicate Delinquent, 1957). Inicialmente el veterano teniente verá con recelo al sustituto de quien fuera su gran amigo, pero pronto se establece una relación de colaboración que incluso permitirá que Ryan simule ser uno de los atracadores ante la esposa del delincuente fallecido –una cabaretera que al mismo tiempo es amante de Purvis-. Finalmente, la entrega y valentía de Danny –que está a punto de costarle la vida- permitirá la localización de la pareja que huye –Purvis e Ivonne (Adele Jergens)-, teniendo este un trágico final al ser arrollado por un avión en el aeropuerto del que pretendía huir en un vuelo y rodeado de los billetes que portaba su maleta al abrirse esta –en un referente tomado del oro que vuela en EL TESORO DE SIERRA MADRE (The Treasure of Sierra Madre, 1947. John Huston) y que adelanta a la posterior y también excelente ATRACO PERFECTO (The Killing, 1956. Stanley Kubrick).

Si algo cabe valorar en ARMORED CAR ROBBERY es la homogeneidad que Fleischer muestra en esta sencilla crónica. Al margen de la ya señalada ausencia de moralismos –aunque es evidente que el lema de “el criminal nunca gana” está presente en la misma- la película no muestra altibajos y adquiere un notable ritmo, si bien es cierto que se echa de menos una mayor profundización en sus personajes. En esa medianera de lo eficaz y la imposibilidad de traspasar cotas de mayor hondura dramática, se desarrolla un sencillo film que avanza siempre con interés, en las que sus estereotipados personajes pese a todo funcionan y que puede erigirse como el perfecto ejemplo de una incipiente madurez narrativa, al tiempo que el germen de esa ambigüedad que posteriormente definirán las crónicas policíacas del realizador. Quizá sea esa la mayor cualidad y que muy pronto demostraría en su posterior THE NARROW MARGIN (1952), en la que ya daría rienda suelta a una destreza cinematográfica que pronto le llevaría a Richard Fleischer ser uno de los puntales de la llamada “generación de la violencia” junto a nombres señeros como Sam Fuller, Richard Brooks, Don Siegel o Robert Aldrich.

Calificación: 2’5

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