NEVER LET ME GO (1953, Delmer Daves) No me abandones
Extraño producto de la Metro, NO ME ABANDONES (Never Let Me Go, 1953) destaca evidentemente por la destreza en la realización por parte de Delmer Daves –aunque no se trate de un producto en el que este estupendo realizador pueda dar muestras amplias de su personalidad-. Fundamentalmente cabría definirla como una mezcla epigonal de aquellas producciones también protagonizadas por Clark Gable en los años 30 y dirigidas por artesanos como Jack Conway.
En este caso la película que nos ocupa ofrece una extraña mezcla de film romántico, alegato anticomunista, comedia, relato de aventuras y película policíaca o con estética de cine negro. En una mezcolanza de tal calibre resulta interesante y hasta cierto punto sorprendente los cambios de registros que ofrece su metraje, que quizá no aprieta el acelerador en ninguna de estas vertientes pero en todas ellas deja algunos buenos momentos, mientras que en la vertiente anticomunista sus puyas hoy día destaquen por su ingenuidad –y, por que no decirlo, acertada crítica al estalinismo-.
NO ME ABANDONES cuenta la historia de Philip Sutherland (un Clark Gable que ofrece su facilidad para la comedia), periodista norteamericano destacado en Rusia en los tiempos de la liberación tras la conclusión de la II Guerra Mundial. Durante este periodo se ha enamorado de Marya (Gene Tierney), una bailarina de ballet que de forma callada corresponde a sus sentimientos. Ambos deciden casarse pese a las dificultades en la concesión de pasaporte por parte de unas autoridades rusas que muy pronto hacen notar los vicios del régimen de Stalin. La pareja de recién casados conocerá a Denny (Richard Haydn) –oficial británico destacado en Rusia- y su esposa soviética, que se encuentran en la misma situación que ellos. Denny será deportado dejando a su esposa en su país y sin poder conocer a su hijo al dejar a esta embarazada. Por su parte Philip es sometido bajo engaño a la misma condición, deportándolo a Estados Unidos y dejando a Marya en Rusia. Poco a poco las intenciones del periodista se centrarán en el deseo de recuperarla, aunque ello signifique la odisea de viajar desde Inglaterra hasta la propia Rusia en una barcaza para rescatarla. Una aventura en la que participará Joe (Bernard Miles), experto en el manejo de los veleros y se incorporará el británico al conocer que su pequeño hijo ha fallecido.
Argumento arquetípico con el que Daves se muestra aplicado, haciendo gala de su experto manejo de la grúa en ocasiones y tratando con placidez las diversos cambios de tono que si bien impiden que el espectador se adentre en el conflicto del film, si al menos permiten que este se vea con la suficiente placidez. Desde sus planos iniciales –que recurren a fragmentos de archivo de imágenes de desfiles rusos- la película destaca por su ironía, elemento en el que destaca la voz en “off” de Gable ofreciendo el contrapunto distanciado a lo que vemos, un recurso que será utilizado por cierto en determinadas ocasiones –algunas innecesarias- y al que en un momento determinado se agrega la de Joe –en una extraña variación del punto de vista-. También en la vertiente de comedia hay que resaltar ese impagable momento en el que los oficiales rusos censuran una emisión radiofónica con veladas alusiones al “genio” de Stalin.
Como antes señalaba la parcela anticomunista desplegada es inocua y superficial, aunque permita en su contrapunto la potenciación del elemento dramático fundamentalmente en lo referente a las deportaciones de Philip y Denny o el propio instante en el que el segundo anuncia su incorporación a la odisea del reportero al saber que su pequeño hijo –al que no ha llegado a conocer- ha muerto. Al mismo tiempo hay que destacar que en determinados instantes –fundamentalmente las secuencias desarrolladas en la vivienda que tiene el periodista en Rusia- estas están iluminadas y dramatizadas con estética de relato negro –vertiente en la que Daves ofreció pocos años atrás una de sus mejores películas con SENDA TENEBROSA (Dark Passage, 1947).
Al mismo tiempo y como no podía ser menos en un film de Daves, por más que este se encuentre muy limitado por el look de las producciones de la MGM, la faceta romántica tiene su presencia fundamentalmente en las secuencias en las que un añorante Philip pasea por puertos y parajes marítimos en Inglaterra rodeado de gaviotas, y en diversos momentos en los que Marya escenifica diversos pasajes del ballet “el lago de los cisnes”, que siempre tienen una relación con la evolución de su personaje.
La ejecución del viaje en un pequeño barco hacia Rusia para rescatar a las dos soviéticas posibilita un divertido encuentro con unos marinos rusos y una apuesta bebiendo vodka y una vez llegados a la localidad en la que está actuando Marya, Philip se viste como oficial ruso de sanidad y es confundido como tal en la mejor situación de la película; la vestimenta le hace socorrer a un general de dicho ejército que agradecido le invita a su palco. La esposa al verlo allí se desmaya y esa misma circunstancia –ser un falso doctor- le posibilita acercarse a ella e iniciar su rescate.
Como antes señalaba, NO ME ABANDONES es un film que se ve con cierto agrado dentro de su singularidad, sus notorias irregularidades y las enormes limitaciones que impone el estudio que la posibilitó, pero reflejando destellos del talento de su realizador, Delmer Daves, en aquellos momentos aún sin iniciar su estupendo ciclo de westerns.
Calificación: 2
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