RIDE LONESOME (1959, Budd Boetticher) [Cabalgar en solitario]
Conforme voy descubriendo algunos títulos más del ciclo Budd Boetticher / Randolph Scott –me faltan tres de ellos por contemplar-, se me abre el conocimiento a una forma personal de abordar el western que prácticamente concluyen en una postura escéptica ante la vida. Sexto de los siete exponentes de esta mirada al cine del oeste, RIDE LONESOME (1959, Budd Boetticher) –solo emitido en pases televisivos con la traducción literal de CABALGAR EN SOLITARIO- bajo mi punto de vista se erige como el más valioso de los cuatro que he podido visionar –y se trata de destacarlo dentro de un conjunto de notabilísimo interés-, quizá debido a que veo en esta propuesta una determinada y casi elegíaca estilización más mitigada en otros títulos de este grupo.
RIDE LONESOME se inicia con un amplio plano general de un paraje rocoso, del que tras los escuetos títulos de crédito emerge la figura del veterano jinete, cazador de recompensas. Se trata de Ben Brigada (el cada vez más lacónico Randolph Scott), que al mismo tiempo encuentra y es encontrado por el joven bandolero Billy John (James Best). Ambos se disponen a liquidarse uno a otro pero Ben logra ser más ingenioso que el malhechor y la astucia permite hacerlo preso pese al apoyo que este tenía en su hermano y otros compinches. Una vez esposado inicia su camino para llevarlo a la comisaría de Santa Cruz pero al poco de iniciar su camino se encuentran con dos individuos que más tarde comprobaremos que han tenido una larga andadura como bandoleros –Sam Boone (Pernell Robert) y Whit (James Coburn)-. Ambos están atrincherados en un destacamento que ha estado comandado por Lane, cuya esposa (Karen Steele) se encuentra junto a la pareja de jóvenes. Las cinco personas están a punto de exteriorizar sus elementos de enfrentamiento cuando se unifican para contraatacar la llegada de un grupo de indios mescaleros que pretenden que la mujer viva con ellos, cosa a la que ella se muestra dispuesta por no sentir su ira. Sin embargo el caballo por el que iba a ser intercambiada es reconocido por esta como el de su esposo –asesinado por los indios- y estos huyen aunque con la intención de atacar posteriormente con una más nutrida presencia. Ben se hace con el mando de la situación ubicándose en dirección hacia Santa Cruz pero siendo conscientes todos ellos del inevitable ataque de los indios, que logran repeler atrincherados en unas ruinas.
Conforme se van acercando a su destino los dos antiguos bandidos desean aprovechar la oportunidad que se les brinda de amnistía si entregan a Billy John. Sin embargo ello conlleva la lucha con Ben, que pretende hacerlo él mismo en base a unas oscuras razones vinculadas a una venganza personal. Poco a poco se establecerán los intentos del preso por liberarse intentando enfrentar a sus acompañantes, mientras que se irán esclareciendo las razones reales de cazador de recompensas, que están unidas a su deseo de capturar al hermano mayor de este –Frank (Lee Van Cleef)-, quien años atrás asesinó cruelmente a la esposa de Brigada colgándola de un árbol que aún se mantiene en pie y desde el cual el viejo cazador establecerá su venganza. Una vez cumplido su deseo, de nuevo la soledad se adueñará de la andadura del viejo vaquero, quien sin embargo aún brindará una nueva oportunidad a sus hasta entonces compañeros de camino, facilitándoles a Billy John para que puedan entregarlo a la justicia.
Una vez más con un acentuado sentido circular, el personaje interpretado por Randolph Scott surgirá en la historia desde la soledad y culminará su andadura con su retorno casi obligado a la misma. Pero en medio de esta singladura de alguna manera se cumplirá un círculo abierto por la fatalidad del destino años atrás y que se cobró en lo material con el arrebatamiento violento de la vida de su mujer –y que quizá tiene en la película una mayor brutalidad al no hacer excesivo hincapié en ello-, pero que quizá para nuestro protagonista supuso el abandono real de la razón de su existencia. Y es en medio de esta ruptura con la placidez de la propia vida, por la que el cazador de recompensas quizá pierda cualquier vestigio o asomo de sentimentalismo propio de cualquier ser humano. Uno de los grandes méritos de RIDE LONESOME estriba a mi juicio en esa ambigüedad que rodean al quinteto de personajes que acompañan a Ben en su largo viaje. Un itinerario que se recoge por senderos inhóspitos, agrestes y polvorientos. Unos parajes que son fotografiados en grandes planos generales, que apenas dan paso en su parte final a ciertos exteriores en los que aparezca un asomo de vegetación natural, y en los que se tiene el complementos de planos americanos –apenas se muestran en la película primeros planos-, que sirven para establecer la relación entre los personajes.
Y es que RIDE LONESOME tiene mucho de western psicológico, pero al mismo tiempo logra una planificación de una lógica pasmosa que incide tanto en la sobriedad de formas y un notable ascetismo, pero que en algunos casos plantea algunas soluciones visuales de gran complejidad que apenas se notan debido a que siempre emanan de las necesidades internas del relato. Entre ellas citaría con facilidad ese travelling impetuoso al llegar la diligencia que finaliza en el cuerpo de su conductor atravesado por una flecha india; la compleja panorámica desarrollada durante la noche en las ruinas que les servirán para contrarrestar a lo indios –en la que se utilizan unos reencuadres realmente estudiados- o ese majestuoso plano final en grúa ascendente con el que Ben culmina su venganza quemando el reseco árbol que sirvió como trágico altar de ejecución de su esposa “hace ya tantos años que ni me acuerdo”. Pero por encima de todos esos hallazgos existe bajo mi punto de vista en esta película una especie de poso –ya se trataba de uno de los últimos exponentes de la mencionada colaboración entre Scott y Boetticher- que casi permite hablar de visión sedimentaria que impregna cada fotograma, cada plano en esas estudiadas y al mismo tiempo tan física composiciones horizontales que fundamentalmente desarrolladas en exteriores rocosos o casi desérticos, tienen una extraña sensación a mi juicio llena de humilde grandeza.
Ni que decir tiene que Boetticher partió para ello ya con una destreza magnífica que queda expresada en una narrativa concisa, llena de pequeños episodios imbricados unos dentro de otros, en las que la interrelación de los personajes casi tiene una nueva incidencia en cada plano o secuencia. Desde la sexualidad reprimida, el lógico sinsentido de la venganza en el mundo del Oeste (valga la paradoja), la sensación de la vida perdida pero para la cual no existe otro camino, la segunda oportunidad que se ofrece a las jóvenes generaciones y un cierto y adusto camino a la esperanza, son algunos de los múltiples aspectos –heredados y sedimentados de anteriores propuestas de este ciclo- que se despliegan en esta travesía moral y física de cinco individuos para los que esta caminar tendrá un final con sentido.
No cabe olvidar la prestación de los intérpretes de esta austera película –algunos posteriormente tan conocidos como James Coburn o Lee Van Cleef- y las enorme sutilezas emanadas del guión de Burt Kennedy, que ofrece igualmente algunas notas de agreste sentido del humor. Una de ellas es este diálogo de Sam a Ben –al explicarle el primero su deseo de entregar al preso Billy John-; “cuando vimos que ofrecían la amnistía estuvimos dos semanas intentando descubrir el significado de la palabra”. Un apunte certero que define un rasgo de carácter, entre todo un recital de sobriedad ética y cinematográfica de este RIDE LONESOME, a mi juicio uno de los grandes westerns de la historia.
Calificación: 4
2 comentarios
caguenross -
Tiene algo difícil de precisar que no tienen otras películas del ciclo y eso que COMANCHE STATION está a la altura de RIDE LONESOME.
Quizás sea tambien porque los finales "en llamas" siempre me han atraído...
El guionista Burt Kennedy tiene mucha culpa de la brillantez con que Budd Boetticher adorna con su puesta en escena esos "pequeños" y concisos alambicados guiones, llenos de diálogos ingeniosos, miradas que dicen más de lo que deberían e interacciones entre todos los personajes.
Como bien decías, es un western psicológico que no descuida la vertiente clásica del western: paisajes amplios, escenas de acción, etc...
Una pregunta que se sale del film: ¿con quién crees que acaba la mujer: con Sam Boone viviendo en su nuevo rancho o cuando llegan a Santa Cruz se va sola y sigue su propio camino (seguramente casándose con un ricachón después de haber trabajado como bailarina/acompañante en algún saloon de mala muerte)?
Ahí dejo la cuestión...
Toni -
He vuelto a acertar, cuando intento buscar titulos nuevos, peliculas que no conozca, me paso por tu blog!!!
;-)
Saludos!!!