Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

BUCHANAN RIDES ALONE (1959, Budd Boetticher) [Buchanan cabalga de nuevo]

BUCHANAN RIDES ALONE (1959, Budd Boetticher) [Buchanan cabalga de nuevo]

Habiendo tenido la oportunidad de contemplar hasta la fecha cinco de los siete títulos que forman la colaboración entre el director Budd Boetticher y el actor Randolph Scott –también en labores de producción-, que originaron un valioso ese ciclo de aportaciones al western, no me cabe la menor duda que BUCHANAN RIDES ALONE (1959) es la menos estimulante de todas ellas –me restan por ver SEVEN MEN FROM NOW (1956) y WESTBOUND (1959)-. No quiere decir esta afirmación que nos encontremos con un título sin interés –ninguna de las aportaciones de Boetticher carece de atractivo-, pero sí es cierto que su resultado final se encuentra bastante alejado del nivel medio acostumbrado, e incluso en algunos momentos llega a asomar el fantasma de una serie B devenida en serie Z.

Tom Buchanan (Randolph Scout) es un veterano cowboy que abandona México y se adentra en Estados Unidos tras haber logrado amasar una considerable fortuna de dos mil dólares, con la que logrará por fin ser propietario de unas tierras en California. Sin embargo reescala en Agry Town, una ciudad dominada por personajes poco recomendables, donde pronto su carácter noble chocará con aquellos que quieren fundamentalmente robar su fortuna. Para ello se le implicará en el asesinato que ha practicado un joven mexicano –Juan (Manuel Rojas), hijo de un terrateniente-, hacia el hijo del Juez Simon Agry (Tol Avery). Buchanan defiende al mexicano de la refriega que iba a sufrir y es implicado de forma deliberada como cómplice del asesinato, al objeto de despojarle de sus dos mil dólares, por parte de los esbirros del Sheriff. Ambos son hechos presos en la cárcel pero será Carbo (Craig Stevens) el que aconseje al Juez que los encausados sean juzgados para evitar que la candidatura de este como senador no prospere. En la vista, Buchanan es absuelto y Juan declarado culpable. El veterano cowboy será escoltado hasta fuera de la ciudad con el nada solapado objetivo de ser asesinado, aunque finalmente se pondrá de su parte uno de los ayudantes del sheriff –Pecos Hill (L.Q.Jones)-, quien ha quedado fascinado por el carisma de Buchanan. Unido ahora a Pecos, Buchanan iniciará el retorno para recuperar sus dos mil dólares, que se verá unido con el rescate de Juan. Este ha sido retenido en su ejecución para poder obtener una fortuna de cincuenta mil dólares en concepto de rescate por parte de su familia. Las tensiones se irán desatando, siempre en pos del dinero, hasta llegar a un clímax en el puente que da entrada la ciudad, con los bandos totalmente enfrentados, y establecerse finalmente una esperanza de futuro en la tensa Agry Town.

¿Qué es lo que convierte, a mi juicio y pese a un resultado final más o menos estimable, a BUCHANAN RIDES ALONE en un western no especialmente logrado? A mi juicio un elemento de especial importancia estriba en una ausencia de un guión lo suficientemente interesante y denso –tan característico de las aportaciones de Burt Kennedy en otros títulos de este ciclo-. En esta ocasión echamos de menos la presencia de ese importante matiz psicológico, la presencia de unos secundarios realmente atractivos y carismáticos –pienso en las aportaciones de actores como Richard Boone, Lee Marvin, Richard Rust, James Coburn, etc. en otras de las propuestas al género del tandem Boetticher-Scott-. Los personajes secundarios en este caso carecen de atractivo y tensión y se encaminan al estereotipo. Una faceta a la que hay que acentuar el excesivo predominio de secuencias de interiores caracterizadas por su acartonamiento –y en las que no se registra ese aire claustrofóbico que caracterizaba, por ejemplo, la estupenda DECISION AT SUNDOWN (1957, Budd Boetticher)- e incluso la falsedad que destilan las peleas que se desarrollan.

Esas debilidades del guión –obra de Charles Lang, aunque parece que Burt Kennedy también participó en él de forma no acreditada-, tienen como fruto incongruencias tan evidentes como las de la secuencia en la que Buchanan reduce y ata a los perseguidores -a nadie se le ocurre dejarlos con las armas tan a mano y los caballos cerca-, los excesivos vaivenes a que se ven sometidos Buchanan y Juan –vienen y van sin orden ni concierto-, o la excesiva presencia del chismoso Amos Agry (Peter Whitney), que solo parece haber sido introducido como personaje para llevar y traer aquellas conversaciones que escucha.

Quizá de todos estos elementos se podría extraer la conclusión que BUCHANAN RIDES ALONE es una mala película. Y no es así, aunque el aroma de la decepción no deje de estar presente viniendo de quien viene su realización –se me permitirá además decir en voz baja que aún valorando el interés de este ciclo de colaboraciones, no sea tampoco un entusiasta absoluto del mismo-. Pero ya en los instantes iniciales podemos contemplar al atractivo visual que su realizador sabía imprimir a sus obras: unas panorámicas punteadas con planos de repercusión en el rostro de Buchanan nos permiten atisbar la especial ironía que se desprende de la mirada del protagonista en la población que acaba de visitar. Al mismo tiempo y aunque de modo un tanto primario, la película se ofrece como una visión sobre la falsedad de los mecanismos y el abuso del poder y la falsa justicia. Por otra parte, creo que es innegable señalar que en su conjunto se echa de menos la ausencia de un personaje femenino de cierta entidad, que en el resto de títulos de la colaboración antes citada, generalmente ejercían como elementos para la reflexión, la mirada al pasado o la búsqueda de una nueva oportunidad de existencia.

En cualquier caso, y pese a ese ya señalado predominio de las secuencias de interiores, cierto es que cuando BUCHANAN RIDES ALONE logra enmarcarse en el exterior, “respira” y logra algunos de sus mejores instantes. Y en ello cabría citar de forma poderosa la larga secuencia en la que Buchanan es escoltado por los dos sicarios del sheriff, con la clara intención de estos de eliminarlo. La soterrada intención de aquellos momentos, la sequedad de los diálogos, la fuerza de sus encuadres y el discurrir alrededor del riachuelo, son elementos que contribuyen a dotar de espesor el conjunto, que tendrá su continuidad con la inesperada colaboración del personaje de Pecos –a mi juicio el más singular y mejor descrito de la película-, el entierro en la cima de un árbol del cadáver de su hasta entonces compañero y la espontánea conversación que mantiene con su cadáver.

Serán los mejores fragmentos de un western que concluirá con el tradicional enfrentamiento habitual en las propuestas de Boetticher, y que pese a su fuerza no adquiere los matices trágicos de otros duelos mostrados por el realizador. Y es que, como antes señalaba, en todo momento y pese a un conjunto interesante, el peso de la relativa decepción nunca deja de abandonar BUCHANAN RIDES ALONE.

Calificación: 2’5

0 comentarios