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CINEMA DE PERRA GORDA

POSSESSED (1947, Curtis Bernhardt) El amor que mata

POSSESSED (1947, Curtis Bernhardt) El amor que mata

Pese a las referencias que existen en torno a la figura del realizador alemán Curtis Bernhardt (1899-1981) o a su integración dentro de la generación de realizadores que emigraron a Estados Unidos una vez sobrevino el nazismo en su país de origen, la verdad es que las películas suyas que había visto no habían suscitado en mí ningún especial interés. De ahí la considerable sorpresa que me ha supuesto el visionado de POSSESSED (El amor que mata, 1947), en el que bajo la modalidad genérico de un melodrama criminal de connotaciones freudianas, esconde un film lleno de fuerza, ecos expresionistas, carácter venenoso, logrando subvertir los estilemas que en aquel entonces dominaban el cine de Hollywood. Todo ello le invita a convertirse en un valioso y aún poco conocido ejemplar de este tipo de cine, practicado por realizadores como el lejano John M. Sthal, Otto Preminger, Fritz Lang, Robert Siodmak o incluso Jacques Tourneur.

Nos encontramos en pleno periodo de las pesadillas de la II Guerra Mundial. Una época inquieta y desasosegadora, en la que la aparente comodidad que manifiesta la sociedad en Norteamérica en el fondo encubre una sociedad enferma y dolorida. Es en este contexto donde la industria de Hollywood iniciará la producción de melodramas de carácter psicoanalítico influidos por las teorías de célebres psiquiatras como Sigmund Freud. Es esta quizá la faceta que paradójicamernte –y como en tantas otras de estas películas- ha envejecido más en el título que nos ocupa, que por otra parte resulta bastante arriesgado cinematográficamente al llegar a ofrecer visualmente muestras de la esquizofrenia de su protagonista.

POSSESSED se inicia con un fragmento de unos quince minutos de duración absolutamente admirable. La protagonista –Louise Howell (Joan Crawford)- camina  ausente y totalmente demacrada por las calles de un Los Ángeles casi fantasmal. Deambula entre sus anónimos viandantes preguntando por un desconocido David, y finalmente es llevada a un hospital, donde se comprueba su estado catatónico y finalmente se la interna. Todo este largo fragmento será culminado según la protagonista es atendida en el centro sanitario, mostrando planos subjetivos y casi incómodos de lo que ella ve y siente. Poco a poco y con la atención de los dos doctores que la custodian, Louise irá recordando facetas de su pasado mientras recupera tímidamente la conciencia.

Ese será el inicio del flash-back que nos permitirá –con algunos breves retornos al presente en el que la enferma se encuentra con sus doctores en el hospital-, conocer la odisea de una mujer que trabajaba en el pasado como enfermera de compañía, y estaba enamorada de David Sutton (Van Hefflin). Cuando este se encuentra agobiado por la entrega de Louise, decide interrumpir su relación, lo que provocará en ella un conflicto que se irá agravando con el tiempo. Todo ello coincidirá con el misterioso suicidio de la mujer que cuida, el acercamiento del esposo de la fallecida –Dean Graham (Raymond Massey)- hacia Louise y su proposición de matrimonio a esta. La nueva Sra. Graham contará inicialmente con el rechazo de la hija mayor de Graham, quien posteriormente se sentirá atraída por Sutton –que ha regresado de unos trabajos en Canada-. Ello provocará en Louise el renacer de los sentimientos de celos, desembocando en una esquizofrenia que terminará con el asesinato de David a manos de su antigua amante. La remembranza de toda esta andadura finalizará con la llegada de Dean al hospital en donde está internada su esposa, formulando su intención de cuidar de ella, pase lo que pase, y reconociendo la premisa de que el asesinato que cometió no estaba hecho bajo la auténtica responsabilidad mental de la protagonista.

POSSESSED destaca –entre otras cualidades- por la subversión de ese planteamiento de la familia y las relaciones que era habitual en el cine de la época, y que el cine negro americano contribuyó a dinamitar y mostrar en su verdadera dimensión, el barroquismo de su puesta en escena, el uso de inmensos contrastes de iluminación –extraordinaria fotografía de Joseph Valentine- o la utilización de una escenografía recargada –el uso de espejos ostentosos, las sedas de los doseles de las camas- y por momentos siniestra y cercana al cine de terror. Pero al mismo tiempo la película mantiene esas dosis lo suficientemente venenosas de pasión, celos, venganzas y engaños, que tienen su rotunda manifestación en la imagen por medio de una dirección abigarrada, asfixiante en algunos momentos, y que emparenta esta obra con los mejores logros que en este terreno se marcaron de la mano de los ya citados Fritz Lang o Robert Siodmak.

Teniendo bien presente la asombrosa entrega de Joan Crawford en el papel de Louise –no hay más que fijarse en la contraposición al glamour que ofrecen sus imágenes iniciales o la expresión que refleja su rostro cuando dispara a Sutton-, el film de Bernhardt tiene en su desarrollo dos tours de force ciertamente asombrosos e incluso arriesgados de cara a las convenciones narrativas de la época. El primero es el momento en el que Louise discute acaloradamente con la hija de Dean, tirándola por las escaleras y matándola. Contra toda evidencia, el asesinato no será real sino la proyección en pantalla del estado de enajenación mental de la protagonista. El segundo será la manifestación casi física del miedo que en Louise tendrá el retorno a la casa del lago y el recuerdo de la primera mujer de su esposo. Recorrerá la estancia llena de temores, contribuyendo en ello la fuerza expresiva de la lluvia y la planificación en base a elementos –sombras, ventanales- que incidirán en la sensación de prisión que sobrelleva el atormentado personaje.

Calificación: 3’5

2 comentarios

Johnny Guitar -

Una crítica muy aguda para una interesantísima película, cuyo argumento lleva el crimen pasional por bandera.
Buena dirección de Bernhardt. Extraordinaria interpretación de Joan Crawford, por la que casi gana un Óscar. Su trabajo salva la película de sus momentos más aburridos (hacia la mitad de la historia), aunque la actriz está muy bien arropada por Van Heflin, Raymond Massey y Geraldine Brooks.
Lástima que el título con el que se distribuyó en España sea un auténtico despropósito y destripe, en parte, la intriga.

Tempestad -

Olé¡¡¡ acabo de descubrir tu blog por pura casualidad, pero acabas de hacer una "fan" de por vida...