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CINEMA DE PERRA GORDA

GUADALCANAL DIARY (1943, Lewis Seiler) Guadalcanal

GUADALCANAL DIARY (1943, Lewis Seiler) Guadalcanal

Todos conocemos el amplísimo despliegue dispuesto por Hollywood a la hora de su aportación a la causa aliada, fructificando en un corpus realmente amplio, del que cabría extraer un considerable bagaje de buenos títulos –yo mismo confieso que, pese a mis reticencias, el cine bélico ha aportado propuestas más que interesantes-. Pero al mismo tiempo es en este género donde más fácilmente se vislumbra la aplicación de unos códigos genéricos, que fueron imitados sin cesar por esas aportaciones menores que se incorporaron en su seno.

Ese es, para mi, el ejemplo que brinda GUADALCANAL DIARY (Guadalcanal, 1943. Lewis Seiler), que parte de un guión firmado por el prestigioso Lamar Trotti, y cuenta con un muy eficaz elenco de intérpretes. Y es que, de principio a fin la película podría erigirse como un perfecto modelo de todos aquellos estereotipos que con tanta reiteración se iban repitiendo en las películas de estas características.

Centrada en la ofensiva americana de 1942, el film de Seiler se limitará a ofrecernos una serie de estereotipados personaje –el joven soldado inexperto; el latino que encarna Anthony Quinn, el serio y circunspecto al que da vida Dana Andrews o el duro y un tanto alocado interpretado por William Bendix-. Todos ellos serán presentados y narradas sus andanzas por una molesta voz en off de un periodista que se introduce en sus vidas.

Y en ese contexto veremos el sentimiento maternal que tiene el joven soldado, las bromas y camaradería que hay entre ellos, etc. Ciertamente, no hay nada que a este respecto permita emerger GUADALCANAL DIARY de la más absoluta mediocridad. Pero los elementos positivos de la película se producen en el desarrollo de la lucha contra los nipones, en donde Seiler alcanza una gran fisicidad en los diferentes combates, logrando momentos de gran fuerza como el ataque a pie de playa por parte de los norteamericanos, ataque este que finalmente será neutralizado por los japoneses. Por ello quedará la imagen de la “ristra” de cadáveres de americanos en la orilla de la playa y formando una hipotética y fantasmal disposición de ataque, de la que solo logrará escapar a nado el personaje que encarna Anthony Quinn. Esa sensación opresiva tendrá también efecto en el intento del joven soldado que interpreta Richard Jaeckel de recoger una espada nipona que casi le cuesta la vida y, especialmente, en el comando que contraatacará a los nipones cuando estos se esconden en cuevas casi inexpugnables.

Pero con mucho, la secuencia más tensa del film tendrá lugar con el intenso bombardeo aéreo japonés –que destroza las instalaciones del aeródromo, y en las que nuestros protagonistas tendrán que guarecerse en un refugio, donde aflorarán las mayores certezas ante su inminente desaparición-

Poco después se desarrollará la batalla final para desalojar a los japonenses de la isla, para cuyo objetivos los americanos contarán ya con apoyo bélico y mayor contingente en tierra. El joven podrá matar por vez primera –a tres japoneses con metralleta- y el honor de los Estados Unidos de Norteamérica quedará incólume.

En resumen, un producto alimenticio de aquel periodo del género. Con elementos de interés pero, en su conjunto, bastante olvidable.

Calificación: 1’5

1 comentario

antonio bonet -

deseo berla porque es de mi juventud