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CINEMA DE PERRA GORDA

LORD OF WAR (2006, Andrew Niccol) El señor de la guerra

LORD OF WAR (2006, Andrew Niccol) El señor de la guerra

Pocas personalidades cinematográficas me resultan tan atractivas dentro del cine estadounidense de los últimos años, como la de Andrew Niccol. A su reconocido guión para THE TRUMAN SHOW (El show de Truman, 1998), hay que sumarle una de las mejores películas de la década de los noventa –GATTACA (1997)- y posteriormente la divertida S1m0ne (2002). Se trata probablemente de un escaso bagaje cinematográfico para acreditar su valía como realizador –sin embargo, en ejemplos como el de Tarantino, con una cifra casi similar se le empezó a entronizar como a un genio-, pero en mi intuición personal ofrecen motivos suficientes para reconocer a un hombre con una demostrada y escéptica visión del futuro cercano, de los riesgos ya palpables de la sociedad de consumo, la alienación del individuo, de la humanidad en suma y, lo que es más importante, logrando que esas inquietudes tengan su adecuada plasmación a través de su acusada personalidad como realizador que, si bien hasta el momento no se han concretado más en la medida de su escueta producción, a mi juicio lo sitúan entre los realizadores más valiosos de sus generación. Pese a las pequeñas limitaciones que se le puedan oponer, creo que LORD OF WAR (El señor de la guerra, 2006) supone la ratificación de las cualidades de Niccol, al tiempo que en sí mismo es un espléndido producto que aúna interés comercial, una puesta en escena brillante, y una mirada francamente incómoda sobre un tema ante el la humanidad –y, en especial, el mundo desarrollado- en muchas ocasiones tiende a mirar hacia otro lado; el comercio ilegal de armas, comandado por traficantes que hacen de su profesión un auténtico alarde de profesionalidad.

Uno de ellos es Yuri Orlow (Nicolas Cage), un inmigrante centroeuropeo que junto a su familia se hace pasar por judío para poder establecerse en un barrio suburbial de New York. Harto de saborear el amargo sabor del fracaso en la vida, decide apostar por la práctica del comercio de armas a pequeña escala, lo que muy pronto le llevará a mercados internacionales y a enriquecerse comprando material usado e inactivo de los países del Este europeos. Pronto sentirá los efectos de la riqueza, que le permitirán acercarse a una joven que siempre le ha tenido fascinado –Ava Fontaine (Bridget Moynahan)-, a la que seducirá y muy pronto se casará con ella, teniendo muy pronto ambos un hijo. A partir de esa seguridad familiar, Orlow está a punto de arruinarse, incapaz de responder al altísimo nivel de vida que ha adquirido. A su ayuda llegará de forma inesperada el desmembramiento de la antigua Unión Soviética, que le permitirá acceder a numerosos cargamentos para luego depositarlos en países africanos, generalmente definidos en la miseria, sufriendo los estragos de crueles dictadores. Y a todo ello, habrá que añadir la contumaz persecución que sobre Orlow mantiene el agente del F.B.I. Jack Valentine (Ethan Hawke).

Toda esta síntesis argumental es convenientemente desarrollada en la película. Desde el alcance irónico en sus primeros minutos, hasta que progresivamente los tintes de la narración van alcanzando un tono más amargo y desesperanzado, en el que la presencia y / o ausencia de estos mercaderes de armas, no supone más que un referente a combatir, pero que en realidad ejercen como auténticos colaboradores de los gobiernos más respetados y aparentemente democráticos. Ese será el modo de vida de Yuri: sortear las dificultades legales existentes y lograr cumplir sus encargos, destinados a militares y, sobre todo, a crueles dictadores –como el de Liberia-. En un momento determinado, la mujer de Yuri se mostrará asqueada de las actividades de su marido, quien le promete que va a abandonarlas; el cerco de Valentine se acerca. Por ello, durante unos meses se dedica a negocios legales. Pero la intención dura poco, ya que finalmente le visita el dictador de Liberia, quien le hace un nuevo encargo. Reacio en principio a volver a su negocio de tráfico de armas, finalmente accederá tentado por la cuantía del pago; y para la operación volverá a contar con su hermano pequeño Viyaly (Jared Leto). Será ese el principio del fin, ya que por un lado su esposa e hijo descubren la nave en la que tenía instalado todo lo necesario para su actuación profesional, abandonarandole definitivamente. Poco después su hermano será fusilado mientras intentaba boicotear el último negocio de armas en Sierra Leona, y a su llegada a Estados Unidos será detenido por los hombres de Valantine. El joven agente llegará a pensar que ya ha logrado capturar a su objetivo, pero en el interrogatorio Yuri dará la vuelta al dominio psicológico de la situación, vaticinando al miembro de la ley lo que le va a suceder en los próximos minutos. Un breve lapso de tiempo este, en el que altos mandos norteamericanos favorecerán la salida de su encierro, aunque ello no evite sentir que se encuentra en una desesperada situación personal. Tal circunstancia no impedirá que Yuri prosiga en esa vida que ha dominado desde el primer momento, y en la que resulta un eslabón no solo competente, sino casi necesario en las sociedades avanzadas.

Pocas películas en los últimos años han logrado profundizar en su alcance nihilista, en la medida que lo hace este LORD OF WAR. Una visión realmente demoledora marcada en su vertiente temática, y que ya en la secuencia inicial nos presenta a Yuri en medio de un abrumador escenario bélico dominado por la presencia de las balas. La premisa visual servirá como inicio a unos interesante títulos de crédito, que nos permitirán conocer el proceso de fabricación de estos pequeños y mortales proyectiles. A partir de ese momento, conoceremos los orígenes y el estado de su familia en la década de los 80, así como su incorporación al negocio del tráfico de armas. Todo este fragmento –de algo más de veinte minutos de duración-, me parece el menos interesante de la película, en la medida que se discurre con demasiada ligereza sobre episodios que merecían un tratamiento cinematográfico más depurado, registrándose además una –en esta ocasión excesiva-, presencia de la voz en off del protagonista. Esa sensación desaparecerá cuando Orlow trace su plan para llegar hasta Ava, algo que logrará mediante numerosas y sorprendentes peripecias, y también llegando a plantearse soluciones divertidas como la de cambiar el nombre de un avión y hacerlo pasar por suyo. Todos esos momentos están resueltos de forma magnífica, hasta que en pocos planos nos traslade de forma sorprendente en la pantalla, a la boda de la pareja.

La estabilidad del protagonista le llevará a consolidarse en su trayectoria como traficante de armas viviendo aventuras llenas de riesgo que permitirán a Niccol ofrecer una mirada nada complaciente con las diferentes etnias y faunas humanas que rodean las distintas acciones. En realidad, todos están preparados y dispuestos para matar; pobres y ricos; dictadores y luchadores por la libertad. Y lo admirable en LORD OF WAR reside en esa más que acertada demostración de esa vertiente nihilista y desoladora sobre el conjunto de la raza humana. Pero lo es más en la buena forma cinematográfica con la que se exponen la mayor parte de sus elementos, pudiendo comprobar que sigue siendo uno de los directores que mejor planifican en pantalla ancha; que aporta las suficientes elementos en el guión que le sirvió de base, repleto de diálogos de gran contundencia, y que brinda algunas set-piéces realmente brillantes. Una de ellas es el rápido cambio de nombre y bandera de uno de los barcos que transportan armas, al cual se acerca una lancha portada por Valentine con objeto de interceptar al protagonista. Otra es ese momento en el que Orlow queda esposado en plenas tierras africanas durante casi 24 horas, y comprueba en ese espacio de tiempo como sus habitantes “despedazan” el avión delante de sus mismas narices. Y el último de estos fragmentos especialmente relevantes, cabría centrarlo en la ya comentada última conversación que mantiene Yuri, que ha sido detenido, ante un Valentine convencido de tenerlo ya en sus manos. Para sorpresa de este, y aún reconociendo que su vida personal está destrozada, no va a llegar a pisar un juzgado. En esta ocasión la planificación es especialmente remarcable, y la labor de los dos intérpretes está a la altura de un momento tan revelador e incluso doloroso para todos aquellos que creemos en la supuesta ética de nuestra sociedad basada en el progreso y la justicia.

Una vez más, Niccol logra excelentes interpretaciones de su cast, con especial mención en el cada día más brillante Ethan Hawke y el veterano Ian Holm, así como la bellísima y sugerente Bridget Noynahan. Pero haber logrado de un intérprete tan habitualmente cargante como Nicolas Cage una labor más que convincente, habla bien a las claras de las posibilidades de su realizador, al que solo cabría rogar se prodigara más en su andadura cinematográfica, ya que esta película revela bien a las claras el buen momento creativo que, como hombre de cine y como inquieto visionario de nuestra sociedad, alcanza y supera, con mucho, el interés de otros títulos de cercanos puntos de contacto en su denuncia, como pueden ser la estimable THE CONSTANT GARDENER (El jardinero fiel, 2005. Fernando Meirelles), o la mediocre BLOOD DIAMOND (Diamantes de sangre, 2006. Edward Zwick). En definitiva, un ejemplo claro de perfección narrativa, utilizando como base códigos visuales comunes el cine de nuestros días, y demostrando que dicha adscripción no tiene por que forzar a ningún realizador inteligente, a definirse como un posible discípulo de Michael Bay.

Calificación: 3’5

 

3 comentarios

westerner -

Creo que el uso de la voz en off es excesivo durante toda la película.
Lo malo de entronizar de forma prematura a directores de reciente andadura es que se desinflan rápidamente. Miedo me da la recién estrenada THE HOST, basada en una novela de la autora de la saga CREPÚSCULO.

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Excelente pelicula, Nicolas Cage es uno de mis actores preferidos, siempre sabe escoger las mejores peliculas y los mejores papeles.

Miki -

Quizá Niccol se pudiera prodigar más si se le dieran las oportunidades que se les da a otros. Según tengo entendido esta película tuvo un gran número de obstáculos y, al final, se acabó gracias a la colaboración de los mismos vendedores de armas a los que retrata y a la tozudez de Nicholas Cage.