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CINEMA DE PERRA GORDA

S1M0NE (2002, Andrew Niccol) Simone

S1M0NE (2002, Andrew Niccol) Simone

Poco apreciada en líneas generales entre el público y la crítica, creo que con S1M0NE (Simone, 2002) nos encontramos ante un film sino totalmente logrado, sí como una brillantísima mezcla de sátira del mundo del cine, fábula futurista y estudio de la alienación colectiva y, por encima de todo... una muestra más del talento de Andrew Niccol.

 

Reconocido autor del guión de THE TRUMAN SHOW (El show de Truman, 1998. Peter Weir) y –bajo mi punto de vista-, deslumbrante debutante como realizador con la excelente GATTACA (1997) –una producción a la que el paso del tiempo le otorgará el reconocimiento que merece-, Niccol ha demostrado en ambos casos la formulación de unas constantes temáticas no por aparentemente cercanas a la ciencia-ficción, más inquietantes y cercanas al devenir del mundo de nuestros días. Pero más allá de ello –que no es poco, dada la ausencia de ideas interesantes en el mundo de hoy-, creo que en sus dos únicas realizaciones hasta el momento nuestro hombre demuestra tener un singular talento para la puesta en escena, basado sobre todo en el excelente uso del formato panorámico, en la simetría, el aprovechamiento de la dirección artística, la integración de actores en su entorno y encuadres, así como una evidente fluidez narrativa acompasada con un tempo caracterizado de forma singular.

 

Es evidente que en estas líneas se manifiesta una notable apreciación de una obra aún incipiente pero en modo alguno desdeñable, de la cual SIMONE –S1M0NE en su título original-, es una muestra evidente. Sin llegar a las cotas de la mencionada GATTACA, Niccol en su nueva realización mantiene sus constantes temáticas y visuales, al servicio de una historia que tiene tanto de cercana ficción como de hilarante sátira del negocio hollywoodiense. Y es en este aspecto concreto donde uno parece por momentos evocar –aunque en un contexto menos cruel-, al demostrado por Blake Edwards en la ya lejana S.O.B. (Sois Honrados Bandidos, 1981). Por otra parte, esa constante denuncia de la alienación colectiva y doméstica que SIMONE ofrece plano a plano, no puede obviar el lejano mundo puesto en solfa por Frank Tashlin (al que algún día habrá que ubicar como enorme fustigador del American Way of Life de los años 50 y 60 y vanguardista maestro de la comedia cinematográfica): En el terreno de las referencias, finalmente cabe señalar que las secuencias correspondientes al juicio del protagonista masculino del film –Victor Taranky (excelente Al Pacino)- evocan lejanamente tanto las del juicio por un crimen inexistente sufridos ambos por Jack Lemmon en HOW TO MURDER TO WIFE (Como matar a la propia esposa, 1965. Richard Quine) y la previa IRMA LA DOUCE (Irma la dulce, 1963. Billy Wilder).

 

Al margen de estas referencias concretas –que en modo alguno invalidan el acierto del film-, conviene detenerse brevemente en el argumento del mismo. Victor Taransky es un director cinematográfica de índole minoritaria que ha sufrido varios varapalos y está a punto de ser expulsado del estudio cinematográfico para el que ha trabajado, tras la renuncia de la estrella femenina de su último film –una impecable Wynona Ryder-. A partir de ahí a Taransky le llega fortuitamente el encuentro con un lejano admirador y experto informático a punto de fallecer –en una secuencia sorprendente-, la posibilidad de crear una actriz totalmente virtual. Es el momento en el que nace Simone, una intérprete bellísima... A partir de ahí llega el éxito, la creación de un nuevo mito, un ídolo de multitudes. Llega la alienación provocada por los medios de comunicación, alentada por un público que necesita “masticar” ídolos, en una máquina que en este caso concreto procede con elementos informáticos pero que durante décadas ha funcionado de igual manera ante el consumidor.

 

Junto a este elemento de sátira colectiva –que cuenta con momentos realmente hilarantes-, se circunscribe la historia personal de Taransky por una parte como demiurgo de una creación de la que ha guiado sus hilos y que en un momento determinado se le va de las manos, así como la crisis que mantiene con su ex-esposa –la estupenda Katherine Kessner-, celosa de la previsible relación del director con su estrella que nadie ve... o la existencia de unos periodistas contumaces en la búsqueda de detalles sobre la misma, con marcados aspectos fetichistas.

 

Todo este engranaje es construido con enorme habilidad por Niccol combinando los elementos satíricos, comedia de enredo y la incorporación de elementos futuristas. En realidad con SIMONE realiza una prolongación del francamente revelador discurso reiterado en sus guiones precedentes, y en los que se avisa de muchos de los peligros de la sociedad actual. Sin embargo, en este caso el elemento de comedia –en algunos momentos delirante- se instala con singular agudeza. Puede incluso que en su desenlace final se caiga en un cierto alcance aparentemente acomodaticio, aunque su resolución tenga un matiz tan forzado como indudablemente afilado.

 

En definitiva, con SIMONE nos encontramos ante un film francamente estupendo. Con las posibles irregularidades que se le puedan argüir –que no son muchas, a mi juicio-, nos encontramos ante una producción que divierte sin dejar en ningún momento de hacernos pensar en como Hollywood nos manipula y, lo que es peor, la sociedad articula una serie de métodos para alienar nuestras mentes. Si a ello unimos un personal –aunque aún superable- sentido personal de la narrativa cinematográfica, creo que nos hace albergar esperanzas ante la valía de Andrew Niccol como guionista con unas constantes muy claras y definidas y, sobre todo, un realizador cinematográfico que muy fácilmente nos puede ofrecer una trayectoria lo suficientemente interesante como para que su nombre sea un valor en alza en los próximos años. Mientras tanto, disfruten y piensen con este SIMONE que merecía sin duda un mayor reconocimiento del que ha sido otorgado.

 

Calificación: 3’5

Comentario insertado en Cinefania de febrero de 2004

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