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CINEMA DE PERRA GORDA

RAID ON ROMMEL (1971, Henry Hathaway) Comando en el desierto

RAID ON ROMMEL (1971, Henry Hathaway) Comando en el desierto

Antepenúltima película de ese nunca suficientemente bien reconocido maestro del cine de evasión que fue Henry Hathaway, RAID ON ROMMEL (Comando en el desierto, 1971) es una tan inicialmente insatisfactoria como finalmente estimable propuesta de cine bélico. Un título que acusa claramente sus limitaciones de producción –montaje en ocasiones abrupto, recurso un tanto chapucero a imágenes de archivo-, la deuda con diversos tics visuales habituales en los inicios de los setenta –la presencia de algunos molestos zooms que se producen desde los primeros compases del film-, y al mismo tiempo se erige como un exponente de una corriente frecuentada en el cine de género de aquellos años tan convulsos para el cine norteamericano, y en la que se implicaron cineastas veteranos como Robert Aldrich o André De Toth, por citar dos nombres concretos que me vienen a la mente. Tanto en el cine bélico, como en el de aventuras o el western, profesionales como los citados y bastantes otros procedentes de generaciones veteranas, se embarcaron en proyectos un tanto a contracorriente, en ocasiones incluso al margen de los modos de producción habituales, recurriendo a coproducciones y el rodaje en escenarios europeos, para una serie de títulos que mostraban una mirada acre y desesperanzada sobre la condición humana. Daba igual que los plasmara Richard Brooks con BITE THE BULLET (Muerde la bala, 1975) o la previa THE PROFESIONALS (Los profesionales, 1966), Richard Fleischer con THE SPIKES GANG (Tres forajidos y un pistolero, 1974) o MANDINGO (1975), o Robert Aldrich en TOO LATE THE HERO (Comando en el mar de china, 1970). Todos ellos coincidieron, con mayor o menor acierto, en una visión nihilista y lejana a la que se había manifestado dentro del cine norteamericano de periodos precedentes. Es más que probable que su progresiva condición de desplazados en una industria que cambiaba –y para mal-, les forzara a abandonar ese clasicismo que les había permitido buena parte de su esplendor profesional.

A esa corriente se adhiere Hathaway en esta película imperfecta y abrupta, pero que poco a poco engancha y prende en el espectador. Que carece en su reparto de atractivos más reseñables que la presencia de un Richard Burton en uno de los peores momentos de su carrera –su trabajo, por otro lado, es muy correcto-, pero que con la sequedad de un relato simple, nos muestra la aventura emprendida por un grupo de prisioneros ingleses dirigidos por el capitán Foster (Burton). Todo ello, para lograr encontrar un flanco en el norte de África, intentando con ello el contraataque a las tropas del III Reich que comanda Rommel, y que hasta entonces han definido la campaña nazi en la II Guerra Mundial. Se trata de la lucha por la destrucción de Tobruk, que permita el avance de los aliados. En esa tesitura se encuentra el infiltrado Foster, logrando a partir de unas premisas enormemente hostiles, reconducir la situación y llegar a hacer realidad su idea, aunque finalmente sea a costa de su propia vida y la de su compañero, el jefe médico.

No puede decirse que nos encontremos ante una propuesta novedosa. No es este el camino que toma Hathaway en una historia que habla del sacrificio, el esfuerzo, la lucha contra la adversidad y también, y de forma muy sutil, de la propia inconsistencia del hecho bélico y las semejanzas y admiraciones que se pueden producir entre personajes aparentemente antitéticos. En ese sentido, creo que la aportación más interesante que proporciona la película, reside en la vinculación que se establece entre el inglés responsable de medicina de los prisioneros y el propio Rommel, a partir de la común afición de ambos por la filatelia –la secuencia en la que se descubre esa afinidad, ante la atónita mirada de Burton, está espléndidamente filmada en función de interacción de sus protagonistas-. Ese hábil elemento de guión –que Paul Verhoeven retomará curiosamente en la reciente ZWATBOEK (El libro, negro, 2006)-, es el que proporciona a la película su matiz reflexivo brindando una mirada irónica que, si bien no está aprovechada en la medida de sus posibilidades, lo cierto es que en su conjunto permite que la película adquiera una cierta personalidad.

Lo cierto es que RAID ON ROMMEL supone al mismo tiempo una reactivación de elementos presentes en anteriores títulos del ya veteranísimo realizador. Desde la recurrencia al personaje del célebre militar alemán –al que es evidente Hathaway demostraba una notable admiración, y que fue la base de su estupenda THE DESERT FOX: THE STORY OF ROMMEL (Rommel, el zorro del desierto, 1951)-, o la presencia de esa chirriante joven italiana, que recuerda poderosamente a la Gabriella Licudi de THE LAST SAFARI (El último safari, 1967). A partir de esas similitudes de la desigualdad de su desarrollo, de una impecable planificación en pantalla ancha que acierta cuando se acerca a sus personaje y deviene impersonal en secuencias generales que parecen rodada por una segunda unidad, o a la estupenda utilización que se hace de ese promontorio siniestro que hay que combatir en la batalla final, todo confluirá de forma tan siniestra como lógica. Será en una estupenda conclusión, desesperanzada pero de matiz cáustico, en la que los dos protagonistas deciden inmolarse para llevar a buen fin la operación, y que se alejarán de la cámara en un –en esta ocasión eficacísimo- zoom de retroceso que les dejará rodeados de unos iracundos y combatidos alemanes, el film de Hathaway revela al mismo tiempo descuido formal e implicación. Una auténtica serie B de inicios de los setenta, que no puede decirse se encuentre entre sus mejores títulos –ese mismo año el director firmó un estimulante western; SHOOT OUT (Círculo de fuego, 1971)- pero que, aún con todos sus desequilibrios, revela en sus mejores momentos la raza de su realizador.

Calificación: 2’5

2 comentarios

Germán -

Un estupendo film de aventuras bélicas, tan irregular como entretenido...Se nota la mano del maestro cuando alcanza sus mejores momentos

francisco javier martinez gajiola -

aun recuerdo cundo tenia 13 aÑos, se estaa filmando esta pelicula en san felipe, b.c. y por cierto dure 39 aÑos para poder verla y hoy tuve e pribilegio de hacerlo pues me toco mirar en vivo a toda la produccion y artisas, por certo des quedo liz taylor en san felipe sentada sobre su maleta es la calle puerto peÑasco esquina con mar mediterraneo y la casa blanca que sale es la del popular mino y la hieleria del puerto al fondo era mi barrio querido ufff!!!! que bonitos recuerdos felicidades