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CINEMA DE PERRA GORDA

BUBBLE (2005, Steven Soderbergh) Bubble

BUBBLE (2005, Steven Soderbergh) Bubble

He de reconocer que pese a las buenas referencias que poseía de la película, me enfrenté con cierto temor al visionado de BUBBLE (2005, Steven Soderbergh). Reservas fundamentadas en el hecho de mi reconocida reserva ante la valía del conjunto de la obra de su director. Es algo que ya he manifestado en diversas ocasiones, bien sea ante sus títulos mainstream, o ante aquellos proyectos que acomete con carácter más o menos experimental. Sin dejar de reconocer aciertos parciales, no me encuentro entre los fans del norteamericano, aunque bien es cierto que siempre hay que dejar abierta la puerta a una posible evolución en su andadura, que repercuta en una obra posterior más o menos valiosa.

 

Se trata de una interrogante que, tengo que reconocerlo, se me plantea tras el sencillo, sugerente y ajustado metraje de este aparentemente insólito proyecto, con el que Soderbegh se ha unido a la cadena de televisión por cable HD Net, en una iniciativa que aborda seis películas de bajísimo presupuesto, con las que –según la idea del propio realizador-, pretende formular una mirada transparente y transversal al modo de vida norteamericano. Algo que no se puede decir sea demasiado original, pero que de antemano ha brindado un producto minimalista, interesante, revelador de unas evidentes inquietudes cinematográficas y en donde, por encima de todo, se revela una mirada tan distanciada como compasiva ofrecida hacia sus tres principales personajes –sobre cuya andadura y entrelazado gira el tan escueto como finalmente dramático desarrollo argumental de la propuesta-.

 

Esta se desarrolla en una pequeña ciudad del medioeste norteamericano. Allí reside Martha (Debbie Doeereiner), una mujer de mediana edad que sobrelleva el cuidado de su debilitado padre y desarrolla su vida profesional trabajando en una fábrica de muñecas. Comparte su trabajo con el joven e introvertido Kyle (Dustin Ashley), con quien ha desarrolla una entrañable amistad. Todo se desarrollará con la rutina habitual para ellos, hasta que en la fábrica se integre como trabajadora Rose (Misty Wilkins). El tercer vértice de este triángulo desde el primer momento provocará el recelo de Martha, quien desde su intuición advertirá lo que para ella supondrá una intrusión en la estrecha relación que mantiene con Kyle. Este inconscientemente verá en la muchacha una oportunidad para salir del devastadoramente aburrido marco vital que le rodea. En apenas unos días llegará a concertar una cita con Rose, dejando esta del cuidado de su pequeña hija a Martha. Todo discurrirá en aparente estado de normalidad, hasta que cuando la joven madre regrese a su casa, acuda hasta allí su antigua pareja y padre de la niña, enzarzándose en una discusión entre ambos. Martha asistirá sorprendida a la incómoda situación. La acción avanza hasta la mañana siguiente. Rose ha muerto estrangulada. La policía realiza sus investigaciones en medio de la placidez de un entorno casi inmutable, centrando sus pesquisas en los tres personajes que han acompañado a la asesinada en su última noche. Los indicios siguen un inequívoco sendero, aunque la finalmente encausada no tenga conciencia de su propia culpabilidad.

 

Pese a gozar de un planteamiento que se sigue con un relativo interés –obra de la guionista Coleman Hough-, no puede decirse que sea este el principal aliciente de BUBBLE. Es más, no dejan de plantearse algunas licencias argumentales a su desarrollo –los amagos simbolistas que puntean su desarrollo, el mero hecho de fundir la imagen en negro para exponer de forma elíptica el asesinato de Rose-. Sin embargo, es en el nivel puramente visual donde hay que buscar las mayores virtudes de esta propuesta que se inicia de forma magnífica, describiendo en muy pocos planos el entorno vital de Martha. Con la cámara prácticamente inamovible, un evocador tema musical de fondo y una composición realmente magnífica, explorando a fondo la pantalla ancha, de forma automática nos adentramos en un universo aparentemente normal, pero en el que la rutina y el hastío existencial es moneda corriente. Como si supusieran una actualización de los trabajadores – esclavo de la lejana METRÓPOLIS (1927. Fritz Lang), Martha y Kyle viven para trabajar, y parece que en su horizonte vital no se vislumbre más futuro que una andadura condicionada por el finalmente siniestro decorado de la pequeña factoría de muñecas. Las imágenes del film de Soberbergh dejan bien a las claras la relación de extraño dominio y apoyo que para la ya casi vencida Martha supone la compañía del tan joven como extremadamente tímido Kyle. Ella lo considera su mujer amigo –es más que probable que no tuviera ninguno otro-, y de inmediato verá en la para ella “intromisión” de Rose un enemigo a combatir, que tendrá lo que ella jamás podrá proponerle; juventud y una cierta frescura vital. Todo este proceso es mostrado por la mirada relajada propuesta por unos planos generalmente largos, dominados por su composición interna y escasos movimientos de cámara, y caracterizados además por una iluminación agradable –como si nos encontráramos en un marco de tarjeta postal-. Serán sin embargo las secuencias desarrolladas en el interior de la fábrica, las que adquieran un aire ciertamente malsano, sobre todo aquellas que muestran en su encuadre el proceso de fabricación de muñecas –es revelador a este respecto el plano en que vemos hundir los ojos a una cabeza de muñeca, que se hincha previamente hasta que estalla al incorporársele los apliques oculares-.

 

Pero incluso en esos instantes, la aparente neutralidad de la puesta en escena de BUBBLE es entremezclada con el esmero de la planificación en planos largos, aprovechando las posibilidades de su formato panorámico, y centrándose en la singularidad de sus actores – personajes. Intérpretes todos ellos debutantes y procedentes de la propia localidad de rodaje del film, elegidos sin lugar a dudas por su afinidad a los roles que encarnan. Es por ello que más allá de sus cualidades o deficiencias como tales intérpretes, proporcionan una extraña autenticidad e intimismo al conjunto. Al parecer, todos pudieron aportar al relato experiencias y matices personales, elementos de los que indudablemente se enriquece el conjunto.

 

Con todos estos elementos, Soderbergh compone una extraña sinfonía, que emparenta este film con aquellas temáticas tan populares en el cine norteamericano de los primeros setenta. Títulos como ALICE DOESN’T LIVE HERE ANYMORE (Alicia ya no vive aquí, 1974. Martin Scorsese), THE RAIN PEOPLE (Llueve sobre mi corazón, 1969. Francis Ford Coppola), I WALK THE LINE (Yo soy el camino, 1970. John Frakenheimer) y tantos otros, caracterizados por plasmar el marco de sus historias en entornos descritos en entornos rurales totalmente inadaptados a la llegada del progreso. Un marco definido por la ausencia de emoción alguna –es sorprendente la pasividad con la que los interrogados se enteran del asesinato de Rose-, y en donde incluso una muerte violenta no altera un marco aparentemente idílico en el que nunca sucede nada. Sin embargo, este contexto en el fondo ahoga cualquier manera de expresión vital que se salga fuera de los márgenes alienantes descritos por la rutina diaria y que, por momentos –y despojados del macabro sentido del humor que impregnaba el film de Hitchcock-, nos evoca THE TROUBLE WITH HARRY (Pero ¿quién mató a Harry?, 1955).

 

Es una tendencia en la que está incidiendo el cine independiente USA de los últimos años, y que demuestran, por ejemplo, títulos tan interesantes –y polémicos- como GERRY (2002) o ELEPHANT (2003), ambas de Gus Van Sant ¿Es probable que esa inclinación esté relacionada con un intento de renovación en las formas expresivas de algunos cineastas en Norteamérica? Es difícil responder a esta pregunta. En BUBBLE, como en otros exponentes de esta última hornada, lo valioso y lo fascinante, a menudo se da de la mano con lo pretencioso y lo fallido ¿Hay valentía y riesgo en esta propuesta? ¿Es, por el contrario, una muestra más del afán epateur del director americano? En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, creo que ha logrado conciliar intereses en un sendero que puede proporcionar productos más o menos valiosos. De momento, con la sencillez que demuestran sus mejores momentos, creo que se trata del título que más me ha interesado de entre los diez que hasta ahora he podido contemplar de su filmografía –junto a KING OF THE HILLS (El rey de la colina, 1993)-. Una última acotación; los títulos de crédito finales, basados en composiciones fotográficas de las muñecas fabricadas, son realmente fantásticos.

 

Calificación: 3

 

1 comentario

Atacadoporlosperros -

La prelícula refleja la alienación en su grado más extremo en el trabajo en serie. Es una metáfora genial del capitalismo salvaje: las cabezas de los personajes son modeladas como la de los muñecos