DESERT FURY (1947, Lewis Allen) [La hija del pecado]
Es indudable que desde sus primeros compases, el elemento perdurable que queda prendido en la retina del espectador al contemplar DESERT FURY (1947, Lewis Allen) –jamás estrenada en nuestro país, hasta que recientemente ha sido editada en DVD con el título LA HIJA DEL PECADO- es el espectacular cromatismo que presenta la película, como elemento insólito cuando la practica totalidad de la producción del cine noir de aquel periodo era, abrumadoramente, en blanco y negro fotográfico. Es probable que esta circunstancia –que mirada en sí misma resulta destacable en la medida de asistir a una extraordinaria labor de fotografía conjunta por parte de Charles Lang y Edward Cronjager-, haya permitido valorar en una mayor medida el resultado de este ameno, por momentos punzante y venenoso melodrama policíaco aunque, y esto convendría resaltarlo, una mirada más cercana a su resultado, fácilmente nos delataría las limitaciones de su conjunto. En este sentido, que estoy convencido que dicha elección formal, obedeció a los deseos de los mandatarios de la Paramount de proseguir el sendero ya practicado por la 20th Century Fox un par de años antes, con la espléndida LEAVE HER TO HEAVEN (Que el cielo la juzgue, 1945. John M. Stahl). Pero lo que en dicho referente mostraba un excepcional tratamiento cromático y de iluminación, siempre al servicio y el refuerzo dramático de una historia llena de perversión y complejidad, y trascendida por una realización de primera línea, en esta ocasión queda según va transcurriendo su metraje como un postizo, indudablemente atractivo, pero por lo general poco aprovechado –apenas las secuencias que tienen lugar en interiores, en las que se potencia el uso de las sombras, sí que alcanzan esa temperatura emocional que la presencia de un color de raíces pictóricas logra envolver debidamente-.
Ni que decir tiene, que la propia condición de producción de DESERT FURY revela la intención del estudio en el que trabajaba Hal B. Wallis, de lograr alcanzar con esta película, un producto de “prestigio”, que al tiempo quedara ligado con la producción noir del estudio, se ofreciera como un exponente más elaborado en apariencia. Y en esa línea creo que cabría atribuir la presencia de la molesta banda sonora de Miklós Rósza, subrayando excesivamente los pasajes más tensos de la función. En cualquier caso, creo que pese a esta singularidad, el film de Lewis Allen alcanza similares cualidades y limitaciones que el conjunto de la producción Paramount ligada al cine policiaco, en la que además reiteraron su presencia intérpretes presentes en esta misma película –Burt Lancaster, Wendell Corey, Lizabeth Scott-. Unos títulos que quizá jamás alcanzaron el nivel de los exponentes de otros estudios más característicos en esta vertiente, pero que indudablemente aportaron un conjunto de títulos en líneas generales definidos por su interés. Películas que destacaban por la plasmación de entornos corruptos y decadentes, y en los que la presencia de la familia tenía un matiz castrante y peyorativo.
Estas mismas características tienen un notable peso específico en el film del inglés Lewis Allen, debido sobre todo a la presencia como guionista del ya experto Robert Rossen –acompañado de A. I. Bezzerides, y basándose ambos en la novela Desert Town, obra de Ramona Stewart. Lo cierto es que –tal y como hizo previamente en THE STRANGE LOVE OF MARTHA IVERS (El extraño amor de Martha Ivers, 1946) de Lewis Milestone- Rossen plantea un eje dramático provisto de agudos diálogos, en el que desde sus primeras secuencias se detecta el ambiente venenoso de la pequeña ciudad en donde se desarrollará la historia, o el atavismo que produce encontrarse de nuevo con personajes considerados de manera implícita como poco gratos para la comunidad. A partir de ese conflicto latente entre sus principales personajes, DESERT FURY desarrolla los lazos que unen y al mismo tiempo separan a sus protagonistas, por lo general dominados por elementos turbios. Algo oscuro rodea el pasado de Eddie Bendix (John Hodiak), siempre acompañado por el excesivamente protector Johnny Ryan (Wendell Corey, en su debut en la pantalla). Será una intuición que el espectador advertirá desde el inicio de la historia, cuando el auto que ambos conducen se adentra en la pequeña localidad de Nevada, deteniéndose en un puente que aún conserva la huella de un lejano accidente. Será la ocasión al mismo tiempo para cruzarse con la joven Paula Haller (Lizabeth Scott), sin pensar que muy pronto Bendix quedará ligado con la muchacha, que al mismo tiempo es la arisca hija de la ambiciosa Fritzi Haller (Mary Astor), una mujer de carácter que ha logrado establecer un casino de gran éxito en la pequeña ciudad, logrando con su influencia dominar las autoridades y mandos de la misma. Será un influjo que, mal que le pese, no podrá ejercer con Paula, siempre esquiva al afán de su madre por intentar conducir su futuro. En medio de este contexto, tan sólo destacará por su honestidad la figura del joven ayudante del sheriff Tom Hanson (Burt Lancaster), conocedor de la idiosincrasia y las miserias de una localidad tan aparentemente apacible como en su interior dominada por sus miserias.
Hay que reconocer que en apenas unos minutos, se logran establecer en la película los elementos y personajes que se pretenden mostrar en su relato. Todo ello con una ajustada planificación que, si más no, logra trasladar a la imagen ese conflicto latente entre sus protagonistas, en el que personalmente me quedaría con la impronta que aportan una magnífica Mary Astor y un estupendo Wendell Corey. Gracias a su entrega, logran que por un lado la arrolladora personalidad de la dominante Fritzi aparezca llena de vigor –y en cierto modo ofreciéndonos detalles de una mujer adelantada a su tiempo; viste con pantalones-, mientras que Corey ofrece numerosos matices en la absoluta entrega que mantiene con Bendix, centrados en su constante deseo de alejarlo de Paula, en lo que pudiera ser una soterrada “nuance” homosexual con este, aunque finalmente revele una extraña relación previa relacionada con acciones delictivas.
Indudablemente, nadie podría negar la eficacia de esta nueva propuesta de la Paramount en el ámbito del cine noir. Ese mismo año, el mismo estudio producía otra película de estas características, en la que igualmente participaban Corey, Lancaster y la Scott. Se trataba de I WALK ALONE (Byron Haskin). En cualquier caso, la singularidad de la poderosa apuesta por el color o la ya mencionada elección musical por la figura de Rosza, revelan el interés del estudio por ofrecer un producto que, a priori, maraca un paso adelante en la apuesta que Paramount había manifestado ya previamente. Sin embargo, si algo le falta a DESERT FURY, es precisamente arrojo e inventiva. Es perceptible para cualquier aficionado admitir que la película funciona por la eficacia de su equipo técnico y artístico, pero también es innegable reconocer que se echa de menos un realizador con más capacidad de arrojo que el correcto pero en esta ocasión carente de arrojo Lewis Allen, quien sin embargo en títulos posteriores revelaría intermitentemente destellos de inventiva y capacidad cinematográfica. Allen filma con corrección pero jamás con pasión, no se advierte en la película ese estallido emocional que sus personajes llegan a plantear, e incluso esa furia del desierto que describe su título, en realidad se diluye en una muy desaprovechada utilización de los paisajes agrestes y montañosos de Nevada. Es por ello que lo que podría haber resultado una valiosa aportación al género, finalmente se queda como una película reseñable por la apuesta y experimentación con el color efectuada, por la capacidad descriptiva de una comunidad enferma y resentida, pero en la que la ausencia de un realizador de superior personalidad, impide alcanzar unas cotas de superior entidad, en esta ocasión definitivamente limitadas en su resultado.
Calificación: 2’5
1 comentario
vrginia -
Escribo por la posibilidad de intercambiar links de enlace. Si echas un ojo a nuestra página web, en el apartado Agenda, están los enlaces de interés. Si le interesa/apetece, le dejo la reseña a añadir.
Un saludo y gracias!