THE DAY THE EARTH CAUGHT FIRE (1961, Val Guest).
Es probable que, sumergida en un contexto de especial riqueza para el cine británico en general, y particularmente para el desarrollo del género fantástico en sus múltiples derivados, resulte un tanto injusto el olvido que durante décadas ha vivido THE DAY THE EARTH CAUGHT FIRE (1961, Val Guest). Una ausencia de reconocimiento en el que, por un lado, estimo ha influido notablemente en nuestro país el hecho de que jamás se estrenara comercialmente y, de otro, la filiación independiente de la cinta. No hace falta ser muy avezado para intuir que, siendo la misma película que es, si hubiera estado producida por Hammer Films, habría contado con una acogida de mayor entidad. En este sentido, quizá podríamos argüir para confirmar tal afirmación la relativa mítica que alcanzan las dos cintas que el mismo Guest dirigió sobre el Dr. Quatermass, en el seno de la mencionada Hammer; además de por su intrínseco carácter de precursores de la producción del estudio, creo que sus cualidades merecen dicho reconocimiento. Sin embargo, tenemos en esa misma línea otra realización del británico para Hammer Films –THE ABOMINABLE SNOWMAN (1957)-, de inferiores cualidades a los anteriormente citados e interés apreciable pero limitado, que siempre es recordada en cualquier antología de la producción del estudio.
No es el caso del título que nos ocupa, oculto durante décadas, y quizá solo devuelto a la consideración del espectador a partir del estreno de la cercana y mediocre THE DAY AFTER TOMORROW (El día de mañana, 2004. Roland Emmerich). La similitud temática –aunque en sentido opuesto- con la cinta de Emmerich, es la que ha posibilitado desempolvar del olvido la película, coincidiendo con una relativa reivindicación de la aportación de Guest dentro del contexto del cine fantástico británico. En este sentido, sinceramente hay que valorar positivamente cualquier empeño por acercarnos a títulos que quizá en su momento fueron despreciados con excesiva ligereza, y que en este caso nos puede permitir una visión más amplia de la producción del género en uno de los países con más tradición en aquellos años. Sin embargo, he de decir que personalmente este acercamiento finalmente me ha resultado decepcionante. No quiero decir con ello que THE DAY… esté desprovista de interés, pero considero que su resultado final se caracteriza por una insólita grisura y falta de pasión, que sus personajes carecen de credibilidad como tales, que la interacción de las subtramas que en ella se internan poco ayudan a introducirnos en el drama que vive la población londinense de principios de los sesenta, y que ese tono casi documental que numerosos observadores esgrimen como principal cualidad de valoración de su conjunto, en mi opinión no se encuentra demasiado bien planteado, y en ocasiones se expresa en momentos que rozan el ridículo –la secuencia de la fiesta de esa juventud desesperada que malgasta la escasa agua de la que pueden disponer-. Cierto es que la película cuenta con un elemento que, a fin de cuentas, deviene el principal valedor de su perdurabilidad. Me refiero a ese rotundo y casi irreal inicio, en el que el protagonista –el joven periodista Peter Stenning (Edward Judd)- recorre céntricos lugares londinenses desolados, dominado por una fotografía de tonos ocres y lúgubres, camino de su periódico para establecer una crónica de los que pueden ser los últimos minutos de la humanidad. Será una secuencia que, con las mismas características, se reiterará en los instantes finales, dejando atisbar en ellos una tímida llamada a la esperanza. Cierto es, son momentos espléndidos, con una fuerza similar a la que podía tener la conclusión de PLANET OF THE APES (El planeta de los simios, 1968. Franklin J. Schaffner) o la célebre secuencia previa a la muerte de Edward G. Robinson en SOYLENT GREEN (Cuando el destino nos alcance, 1973. Richard Fleischer) Pero ¿Y qué sucede con el 95% del resto del metraje?
Tras la aterradora secuencia de apertura, THE DAY… nos remite a un flash-back desarrollado noventa días atrás, y centrado en la redacción del diario londinense Daily Express. Desde la misma iremos apercibiéndonos en las consecuencias del disparo simultáneo de dos bombas nucleares desde territorio ruso y norteamericano, que han ido provocando una oscilación del eje de la tierra, así como un progresivo acercamiento del planeta al sol. Esta circunstancia –inicialmente negada por las autoridades-, irá provocando extraños fenómenos –una espesa niebla o un extraño huracán- en suelo londinense, que no será más que una muestra más de desequilibrios y catástrofes naturales que se sufrirán en los confines del mundo. La progresiva cercanía de estas incidencias, no evitarán que en la redacción del rotativo se mantengan notables diferentes entre el joven Stenning y el veterano Bill Maguire (Leo McKern). Por su parte, Stenning alternará el contacto con su pequeño hijo, iniciando una relación con la encargada de prensa –Jeannie Craig (Janet Munro)- de una oficina gubernamental que le podría proporcionar información sobre las extrañas circunstancias vividas. Finalmente, logrará de esta importantes confidencias que le permitirán una exclusiva en su periódico, provocando la detención y encarcelación de la muchacha, aunque posteriormente, y a tenor del devenir de los sucesos, sea dejada en libertad, y llegue a retornar con el periodista. Poco a poco la gravedad de los acontecimientos llevará a Londres a una vertiente casi apocalíptica, hasta que finalmente se reconozca la tragedia existente, que solo podría intentar remediarse con el disparo simultáneo de cuatro bombas nucleares desde Siberia, apostando por devolver a la tierra su órbita natural.
El problema que a mi juicio mantiene THE DAY… estriba en la ausencia de equilibrio entre una temática siempre presta a un alarde visual y de medios de producción y la intención estimo deliberada, de mostrar toda esta apocalíptica amenaza con un marchamo de sobriedad y alcance casi documental. Sin embargo, algo chirría en esta dualidad, y quizá en ello tenga bastante culpa la antipatía y escaso interés que para el espectador revisten las andanzas de este grupo de periodistas, o incluso la relación que se mantiene entre Peter y Jeannie. Una frialdad y escasa fuerza dramática, que parece dirimir la función entre los escasos elementos realmente inquietantes que acontecen en su discurrir, y una serie de competencias profesionales y andanzas pseudo amorosas, que en modo alguno contribuyen a suscitar el interés del espectador. Por momentos, parece que nos encontremos en una extraña mezcla de melodrama con un título destinado a describir la labor periodística. Evidentemente, tal mezcolanza de objetivos e intereses, a mi juicio son un enorme handicap a la hora de proporcionar a esta película la condición de cult movie, y son todos ellos elementos que apuestan por una frialdad ante una tragedia que poco a poco viene apreciándose en Londres. Sinceramente, a pesar de que la propuesta del propio Guest y el especialista Wolf Mankowitz, esté centrada en un contexto de títulos bastante frecuentes en el periodo de la guerra fría –sobre todo en el cine norteamericano-, lo cierto es que su planteamiento en la pantalla aparece de un modo quizá entonces deliberadamente planteado, y que hoy día nos resulta poco menos que inane. Hasta tal punto llega esa ausencia de garra y personalidad en la película, que esta no duda en mostrarnos las terribles consecuencias de un huracán que asola Londres por la noche, y a la mañana siguiente vemos como un parque de atracciones se encuentra en perfecto estado, y sus usuarios disfrutan de sus instalaciones como si allí no sucediera nada.
Es más, el personaje de Jennigs resulta antipático en todo momento, quizá en parte por el miscasting provocado por la elección del apático y debutante Edward Judd, y con ello todas sus andanzas no adquieren nunca verdadero interés. Más aún; en la película incluso la utilización de la pantalla ancha no es utilizada con demasiada propiedad, aunque sí se observe por parte de Guest, su deseo de dotar de movilidad las secuencias desarrolladas en el interior de la redacción del periódico, utilizando largos planos generales y americanos, subrayados por hábiles reencuadres. En cualquier caso, creo que tal elección formal simplemente se sirve para mostrar el interior de un rotativo, tal y como lo han hecho, con mayor garra, tantas y tantas películas.
Sinceramente, y aún reconociendo que nos encontramos con un título tan discreto como estimable, es cuando hay que remitir al aficionado a dos referentes del cine fantástico británico, que asumieron rasgos similares, con resultados notablemente superiores. Por orden cronológico, citaríamos la demoledora THE WAR GAME (El juego de la guerra, 1967. Peter Watkins), mientras que en una vertiente más ligada con el cine de terror, se encuentra la admirable conclusión de la trilogía de Quatermas que forma QUATERMASS AND THE PIT (¿Qué sucedió entonces?, 1967. Roy Ward Baker). Grandes exponentes ambos, de deslumbrantes implicaciones, que dejan la propuesta de Guest en su justa y limitada dimensión. Sin embargo, sí que me gustaría destacar un pequeño detalle de inventiva exclusivamente cinematográfica. Me refiero con ello al ver la portada del periódico que anuncia la terrible realidad que viven los londinenses. Ello proporcionará un rápido montaje que nos lleva a recorrer conocidos rincones mundiales, extendiendo el impacto de una circunstancia esencialmente trágica. Sinceramente, hasta el generalmente discursivo Stanley Kramer, logró un conjunto más valioso en ON THE BEACH (La hora final, 1959), que el que propone el director británico en su decididamente discreta THE DAY THE EARTH CAUGHT FIRE.
Calificación: 2
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