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CINEMA DE PERRA GORDA

HOBSON'S CHOICE (1954, David Lean) El déspota

HOBSON'S CHOICE (1954, David Lean) El déspota

He de reconocer que poco antes de enfrentarme al visionado de HOBSON’S CHOICE (El déspota, 1954. David Lean), pensé por un momento que se trataba de un simple vehículo para el lucimiento de su intérprete protagonista; Charles Laughton, dentro de una comedia poco mencionada a la hora de estudiar el conjunto de la filmografía del autor de A PASSAGE TO INDIA (Un pasaje a la India, 1984). Por fortuna, todos estos temores se fueron disipando con rapidez al contemplar las imágenes de esta estupenda comedia en la que, sí, uno de sus elementos lo supone el show de Laughton, componiendo con todo su arsenal de histrionismos posible, este personaje de ecos dickensianos, que por momentos pudiera ser un sucesor del célebre Mr. Scrooge. En la película encarna a Henry Horatio Hobson, dueño de una zapatería destacada por la calidad de sus botas, pero que centra los elementos que permiten mantener el prestigio del viejo establecimiento, primordialmente de la calidad que el tímido Willie Mossop (John Mills) ofrece a sus calzados manufacturados, mientras que la hija mayor de Hobson –Maggie (Brenda De Banzie)- es sin duda el alma del establecimiento, dada su capacidad para la tarea comercial. Mientras tanto, Hobson dilapida su vida con su actitud arisca hacia todos los que le rodean, se niega a conceder la preceptiva dote a las dos hijas menores que desean casarse, y se pasa todas las tardes en la taberna de la localidad emborrachándose con sus amigotes –igualmente ociosos dueños de negocios-.

Dentro de ese rutinario contexto, de la noche a la mañana Maggie se sincerará ante Willie, que no dará crédito al escuchar lo que esta le ofrece; establecerse juntos en un nuevo establecimiento de calzado y también casarse con él. Sorprendente decisión que llevarán a cabo, debido sobre todo por el impulso que esta ofrece, y en el que el humilde pero inspirado zapatero poco a poco irá modulando su personalidad, hasta ir alcanzando lentamente un carácter del que antes carecía por completo. Así pues, HOBSON’S… puede entenderse como una simple comedia de costumbres o como un divertimento lejanamente ligado al vodevil. Sin embargo, pecaría de injusto reducir esta película con esta apresurada definición, ya que más allá de sus hallazgos específicamente cinematográficas, el film de Lean despliega cargas de profundidad en torno a la importancia de la educación y la cultura, planteando leves pero no pocos sustanciosos apuntes sobre la lucha de clases en esa industrial Salford de principios del siglo XX. Junto a ello, es evidente que en HOBSON’S… se plantea una de las muchas extrañas historias de amor que ofreció el cine de Lean a lo largo de su filmografía. Una historia que casi cabría valorar más como la búsqueda de soledades compartidas, e incluso el deseo de cualquier consorte de intentar determinar la personalidad de la persona con la que ha elegido compartir su vida.

Pero junto a estas disgresiones temáticas, esta extraña comedia demuestra en todo momento estar dirigida por alguien que sabía expresarse en términos narrativos. Esa cualidad es la que, finalmente, permite que HOBSON’S CHOICE logre sobresalir por encima de su referente argumental, una previsible comedia de costumbres –escrita por Harold Brighouse- fruto de un efímero éxito teatral de temporada. Llevada a la pantalla, el film de Lean habla tras sus aparentes costuras de simple divertimento cuasi vodevilesco, de conceptos con tanta enjundia como la renovación generacional, las costumbres, la lucha de clases y, en definitiva, el contraste entre un modo de entender el mundo propio de un tiempo ya pasado, opuesto a la audacia y capacidad de modernización e ilusiones aplicadas por los más jóvenes. Todo ello queda representado en la película en el personaje protagonista, al que en muy poco tiempo todos los privilegios que mantenía ante su negocio y familia, se vendrán abajo por completo. Será una auténtica hecatombe que provocará su propia hija Maggie, humillada hasta entonces por su propio padre en función de su avanzada soltería, quien se aliará con Willie, ofreciéndose en muy poco tiempo como auténticos competidores del negocio de su padre. A partir de esta circunstancia, es innegable advertir que Lean ofrece una narración paralela, en la que las secuencias e incidencias que definen al personaje encarnado por Laughton están descritas con un tono más burlesco. En su oposición, los momentos que se centran en la relación de los dos esposos, no dudan en ser remarcados cinematográficamente con elementos revestidos de sensibilidad. Serán instantes como la breve secuencia en la puerta de la catedral antes de la boda, o el travelling lateral que muestra como llega el confetti hasta la humilde morada del nuevo matrimonio. Es más, el director británico no duda en ofrecer varios primeros planos del alelado Willie –sin duda, el mejor personaje del film-, que por otro lado demuestran la versatilidad y sensibilidad de un John Mills, con cuyas características estoy seguro le sirvieron como ensayo para su posterior participación en la brillante RYAN’S DAUGHTER (La hija de Ryan, 1970. David Lean). Establecida esta dualidad en la película, supongo que habrá públicos que muestren su preferencia hacia el aspecto más burlesco, centrado en la figura de Laughton. Sin embargo, HOBSON’S… alcanza una enorme vigencia en aspectos como una ambientación de exteriores que casi podemos llegar a “respirar”, mientras que la pintura social que describe adquiere una fuerza y consistencia realmente notable. Y eso es algo que se puede comprobar en los planos iniciales del film, que describen el exterior de la tienda de Hobson. A continuación, una larga panorámica de derecha a izquierda muestra la producción de botas y zapatos que han hecho justamente famoso el establecimiento.

Mezclando modos y personajes anclados en el pasado, con otros decididos a luchar cara al futuro, lo cierto es que el film de Lean demuestra una capacidad para expresar con elementos puramente visuales un entorno de cuidad industrial aún dominado por las escaseces de la guerra, en el que los vientos y las frías temperaturas de la vida inglesa de provincias, están planteados con inusitada fuerza, y aquí también, parece que Lean quisiera ensayar con ello algunos de los elementos que posteriormente utilizaría con la ya citada RYAN’S DAUGHTER. Sin embargo, hay un elemento que a mi juicio ofrece finalmente a esta película un extraño hálito. Con ello me refiero a la compenetración existente entre el realizador y el músico Malcolm Arnold –uno de los más grandes compositores británicos de todos los tiempos-.Y es que Arnold subraya con composiciones casi festivas aquellas escenas protagonizadas por Laughton, incidiendo en el tono burlesco de sus incidencias. Por su parte, ofrece una bellísima sintonía, ligada a la figura, el aprendizaje y la nobleza que emana de la figura del modesto Willie, y extendido a la relación mantenida con Maggie. Con todo ello, HOBSONS’S... logra alcanzar una cierta musicalidad, que al mismo tiempo permite brindar a su resultado un rasgo de personalidad que aún hoy día sigue vigente. Son todos estos, elementos y matices que a fin de cuentas elevan el interés del título que comentamos, sobre otras apreciables comedias de costumbres más o menos habituales en aquellos tiempos en el cine inglés –por ejemplo –THE IMPORTANCIE OF BEING ERNEST (La importancia de llamarse Ernesto, 1952. Anthony Asquith), THE PRINCE AND THE SHOW GIRL (El príncipe y la corista, 1957. Laurence Olivier)-. Y tal circunstancia es así, en la medida que Lean supo hablar de cine, describir un contexto de clase obrera, de superación y, sobre todo, sobrellevó el relato hasta un cierto límite de parábola social y de costumbres, que a fin de cuentas es el que hoy nos permite atender a esta película, muy galardonada en el momento de su estreno, aunque rápidamente olvidada, incluso entre los seguidores del director, como un título a reivindicar. Ello aunque solo sea para asistir al impagable momento en el que un Laughton totalmente derrotado en sus argumentos, y amenazado en causas judiciales, estalla a llorar ante sus hijas, en uno de los momentos más hilarantes de la filmografía del histrión por excelencia del cine británico.

Calificación: 3

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