Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

BODY OF LIES (2008, Ridley Scott) Red de mentiras

BODY OF LIES (2008, Ridley Scott) Red de mentiras

¿Por qué me resultan tan poco convincentes los intentos –por lo general frustrados pero generalmente aclamados- de Leonardo DiCaprio para introducirse en registros en los que, jamás podrá demostrar su cualificación? Ni siquiera por el hecho de ser incomprensiblemente premiado y nominado, ni por el contumaz mecenazgo que con él mantiene Martín Scorsese, ni por ser un paradigma del ecologismo –aunque utilice aviones privados en sus vuelos- y de la conciencia liberal made in Hollywood, DiCaprio me resulta más que un intérprete más o menos facultado para registros sensibles –lo cual ya es algo-, aunque lastrado por una presencia en modo alguno masculina que, siento insistir, en la pantalla lastran sus hipotéticas cualidades. Esas considerables limitaciones de imagen, unido a una creciente tendencia del muchacho a intervenir en endebles productos “de tesis”, a mi modo de ver confluyen en la presencia de títulos tan molestos como BLOOD DIAMOND (Diamantes de sangre, 2006. Edward Zwick) o, en menor medida, el que nos ocupa. Nada habría de malo en esta tendencia, de antemano practicada en el pasado por intérpretes tan prestigiosos como Burt Lancaster en décadas como las de los cincuenta o sesenta. Sin embargo, lo cierto es que BODY OF LIES (Red de mentiras, 2008. Ridley Scott) no aporta nada a todo lo que han venido expresando títulos previos bastante frecuentes en estos años de las postrimerías de la “era Bush”, y que podrían representar exponentes como SYRIANA (2005, Stephen Gaghan) –no demasiado distinguida pero, sin embargo, bastante más interesante que el título que nos ocupa, o la infravalorada LORD OF WAR (El señor de la guerra, 2005), probablemente el más exponente más valioso y lúcido de esta tendencia-.

 

En realidad este BODY OF LIES resulta a partir de la alianza manifestada por el eternamente pretencioso Ridley Scott –capaz solo de una buena película tras varias bastante prescindibles- y la eterna estrella de públicos adolescentes en su infructuosa lucha por convertirse en una figura del cine de acción. En realidad, el film de Scott podría definirse de manera muy sucinta como una mezcla en coctelera de los rasgos manifestados en la señalada SYRIANA y los peores tics visuales emanados por la tan aclamada como a mi juicio detestable serie de ...BOURNE –haciendo la excepción relativa del título que inició dicha franquicia, que me parece bastante apreciable-. Es decir, nos encontramos con la aventura emanada por un aguerrido agente de los servicios secretos estadounidenses –Roger Ferris (DiCaprio)- comunicado en todo momento a través de artilugios de alta tecnología por su superior en USA –Ed Heffman (Rusell Crowe)- en su constante lucha contra el terrorismo islámico inserto en Jordania, como en tantos otros países del Oriente Medio. El contraste entre la mirada nihilista manifestada por Heffman, la capacidad de acción constantemente demostrada por Ferris y las maneras con las que las propias autoridades jordanas asumen por su cuenta la lucha contra el terrorismo, se entrelazan en un relato que deviene uno más entre tantos del estilo, carente casi por completo de lo que podríamos denominar “puesta en escena”, en el que su pretendido nihilismo parece un mero artificio de consumo. Un producto ejecutado casi por completo en la mesa de montaje –algo muy habitual en el cine de Scott, recordemos GLADIATOR (1999)-, en el que no faltan –como en la citada franquicia ...BOURNE- la presencia de diferentes escenarios internacionales planteados en esta ocasión –eso sí- con un enfoque menos turístico, pero similar pretensión de insuflar un pretendido alcance de vigilancia absoluta por parte de los altos mandos, de que todo lo que acontece al conjunto de los mortales, parecen ejercer como auténticas marionetas dentro del auténtico teatro del mundo que ofrece la función. Es sin duda esta una de las premisas más buscadas en la película, aunque con todas las zarandajas, satélites, adelantos técnicos y digitalizaciones varias, en ningún momento logremos asistir a una auténtica digresión sobre la difusa frontera del comportamiento en la confrontación del mundo occidental y el islámico. Es más, estamos a años de luz de esa auténtica sensación de persecución colectiva que podía manifestar Fritz Lang en su admirable WHILE THE CITY SLEEPS (Mientras Nueva York duerme, 1955). En su oposición, todo resulta artificioso en esa pretendia ambientación “sucia” plasmada por Scott de la realidad y penuria de la vida cotidiana del Oriente Medio –tan artificiosa como la mostrada por la igualmente “plastificada” BLACK HAWK DAWN (Black Hawk derribado, 2001)-. Puede que a muchos impresione esa fotografía super quemada o la planificación entrecortada con la cámara al hombro –cierto es que con intensidad menos molesta que por ejemplo en las dos últimas secuelas de la citada saga protagonizada por Matt Damon-. A mi no. Veo en BODY OF LIES esa ausencia de lógica, esa capacidad de vendernos gato por liebre y banalidad encubierta de mala conciencia. Todo es tan falso en la película, tan previsible, tan poco cinematográfico en definitiva, que finalmente provoca una sensación de hastío ante un metraje largo, demasiado largo, para finalmente no contarnos casi nada.

 

Eso sí, DiCaprio se pasea media película con cara de estreñido –no hay nada más desolador que contemplar al intérprete haciendo de duro-, hasta que por fortuna asume unos “registros” más cercanos a sus auténticas cualidades, cuando se inserta en ese forzado romance con la abnegada enfermera. Es en esas secuencias cuando incluso la planificación de Scott asume unos registros más pausados, más presuntamente “clásicos”, revelando la falacia del conjunto de la función. En realidad, si tuviera que destacar los pocos elementos que me han gustado de BODY OF LIES. Estos se centran en la estupenda interpretación del británico Mark Storng, encarnando con hondura a Hani, el jefe de los servicios secretos jordanos, y a ciertas secuencias que revelan un cierto interés visual. Son pocas, pero en algunos momentos se insertan ejemplos como la secuencia en la que se atrapa en el desierto a Ferris, por medio de una maraña de coches que finalmente girarán en direcciones divergentes, impidiendo por ello la acción de los agentes americanos que contemplan atónitos la escena en uno de sus innumerables satélites. Momentos como el encuentro de este con el experto informático que vive en una extraña mansión en pleno campo, dominando con su única presencia un auténtico santuario informático, o sus propias acciones para inculpar en acciones terroristas a un próspero arquitecto.

 

Una víctima propiciatoria de un sistema que busca resultado sin importar los móviles y que, dentro de su crueldad, resulta mucho más creíble que la ficticia acción terrorista en un objetivo norteamericano, para la cual insertarán cadáveres recuperados de la morgue ¿Se imagina haciendo algo así a cualquier agente de la USA de Bush? Yo tampoco.

 

Calificación: 1’5

0 comentarios