CAPTIVE WILD WOMAN (1943 Edward Dmytryk)
De todos es sabida mi admiración hacia la figura del realizador Edward Dmytryk, a quien no dudo en considerar uno de los mejores y más infravalorados cineastas de la generación de entreguerras del cine norteamericano. Conforme voy abriéndome al conocimiento de su obra, más clara me resultan sus cualidades como brillante narrador, y su capacidad para trasladar a la pantalla conflictos de índole psicológica adaptados al marco del cine de géneros, evolucionando hacia una notable capacidad como artífice de adaptaciones literarias a la pantalla. Haber contemplado ya cerca de la mitad del medio centenar largo de títulos que totaliza su filmografía, me llevan a una valoración muy alta de las cualidades de su cine, que por causas externas ha sido menospreciado de manera casi vejatoria.
Dicho esto, no sería justo si dejar de reconocer que CAPTIVE WILD WOMAN (1943) me ha parecido un título por completo olvidable, indigno de la talla de un cineasta que ya en aquel tiempo había dado prueba sobrada de un talento que había incluso sobrepasado las fronteras de la serie B. Sin ir más lejos, un título previo como THE DEVIL COMMANDS (1941), también escorado hacia el cine fantástico, presentaba muchos mayores motivos de interés, por no citar el estimable atractivo –y revulsivo- que planteaba, con todas sus insuficiencias, HITLER’S CHILDREN (1943), película cuyo éxito permitió al realizador dar el paso a películas de superior nivel de producción. Por todo ello, me sorprende y mucho que situados en ese contexto, Dmytryk ofreciera un resultado tan plano y olvidable, dentro de esta producción de la Universal que, por derecho propio, podría figurar entre las producciones más endebles de dicha productora dentro del género, máxime encontrándonos en un ámbito ya de por sí bastante desgastado y poco estimulante.
CAPTIVE WILD… nos relata la historia de Sigmund Walters (John Carradine), un estereotipado mad doctor que ha experimentado con una glándula que puede transformar un gorila hembra en un ser humano, realizando numerosas experimentaciones de incidencia menor, destinadas a consolidar su ambicioso experimento científico. Para poder llevarlo a cabo, no dudará en utilizar como cobaya un gorila que ha sido capturado para poder ser exhibido en un circo, objetivo por el que realizará un asesinato en la persona de su interlocutor. Una vez logrado el animal, efectuará la experimentación con él, utilizando las glándulas de la que fuera su fiel secretaria. La prueba resultará un éxito, creando con ello un ser femenino de apariencia humana –Paula Dupree (Acqueanetta)-. Muy pronto esta se caracterizará por ejercer el control en el conjunto de tigres y fieras que compartieron con su ascendencia previa la captura para dicho circo. Será en una exhibición realizada por el aguerrido domador Fred Mason (Milburn Stone), donde estos animales se mostrarán muy agresivos. Será el punto de inflexión que determinará la intervención de Paula –que desde el primer momento se ha sentido atraída por Fred-, retornando en ella su composición originaria como gorila hembra, y sacrificándose en su defensa.
De manera sorprendente, si de algo destaca el film de Dmytryk es por su indigencia. Indigencia en un diseño de producción lindante con la serie Z, en la torpeza con la que se describen sus inexistentes personajes, en la ausencia de tensión del relato o la mediocridad de su montaje, intentando insuflar de vida a un conjunto de escenas que no alcanzan el más mínimo interés ni analizadas por sí mismas ni, lo que es peor, bajo su configuración como relato. Una historia que pretende erigirse como una prolongación del excelente ISLAND OF LOST SOULS (La isla de las almas perdidas, 1932. Erle C. Kenton) y que, de manera sorprendente, inició una trilogía que sobre esta misma temática, tuvo su amparo en el seno de una Universal cada vez más integrada en una estela de degradación en torno a un género que unos años antes habían contribuido a consolidar en el cine USA.
Con torpes escenas que integran con inusitada torpeza las hazañas del inexpresivo domador, sobre momentos de las fieras insertados de secuencias filmadas de forma separada –lo cual en sí mismo no es nada negativo, aunque si lo es la manera chapucera en la que se conforma en la película-, CAPTIVE WILD WOMAN apenas sobrepasa la hora de duración, pero aún así se me antojó aburrida, pesada y, sobre todo, absolutamente prescindible, sobre todo estando firmada por un cineasta que admiro. Y es que, sin lugar a duda, puede que sea esta –y con diferencia- la peor de las obras de Dmytryk que he tenido oportunidad de contemplar hasta la fecha. Algo difícil en la andadura de alguien que en toda su filmografía mostró una inquebrantable profesionalidad, en la mayor parte de las ocasiones acompañada de la necesaria inspiración.
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