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CINEMA DE PERRA GORDA

IL GAUCHO (1965, Dino Risi) Un italiano en la Argentina

IL GAUCHO (1965, Dino Risi) Un italiano en la Argentina

Dentro de una filmografía extensísima –algo que a mi modo de ver va en detrimento del interés de la misma; no haber sido un poco más selectivo-, cuando Dino Risi acomete el rodaje de IL GAUCHO (Un italiano en la Argentina, 1965), ya habían pasado los fulgores de varios de sus mejores títulos –del que IL SORPASSO (La escapada, 1962) sería su exponente más exitoso, aunque personalmente no lo considere el más valioso. En aquellos primeros años sesenta, Risi legó un conjunto de obras que forman en su conjunto un fresco de notable valía, sobre los usos y costumbres de una Italia, siempre tamizados por un talante satírico, y encaminada a un progreso casi forzado. Pero al mismo tiempo, el italiano no se resistió a la tentación –como tantos otros cineastas compatriotas de su tiempo- de recurrir en exceso al cine de episodios, y también salirse de unos ámbitos en los que quizá su propia visión de la realidad italiana no se podía mostrar de manera tan lograda. Ese es, bajo mi punto de vista uno de los handicaps que ofrece el título que comentamos, planteado bajo la premisa de la andadura de un relaciones públicas caracterizado por ser un caradura –Marco Ravicchio (un espléndido Vittorio Gassman reiterando ese rol característico que dominaba como pocos)-, quien se desplazará hasta el Festival de Cine de Viña del Mar, con el objetivo de promocionar una película –de la que prácticamente no se hará mención en todo el metraje-, acompañado por su minúsculo realizador –de quien se atisban tendencias homosexuales- y un buen grupo de starlettes –caracterizadas por su nula cultura cinematográfica: manifestada en la un tanto facilona secuencia de la rueda de prensa realizada en el marco del certamen.

De alguna manera, IL GAUCHO propone un choque de culturas. Entre la típica y pícara definida en el área meridional mediterránea, a la hora de enfrentarse, siquiera sea de manera esporádica, con una Argentina en la que conviven desde inmigrantes como italianos que han viajado hasta allí para hacer fortuna –el magnate Maruchelli (encarnado de manera espléndida por el veterano Amedeo Nazzari)-, o incluso antiguos nazis que esconden sus simpatías de manera mal disimulada –ese anciano jardinero que está al servicio de Maruchelli, que no puede ocultar incluso su parecido físico con el führer-. En medio de dicha maraña, Risi no puede dejar de lado la tentación de ofrecer ciertas secuencias ligadas al documental turístico de esa Argentina emergente al progreso, en cuyo seno se desarrollarán una serie de andanzas picarescas –sobre todo protagonizadas por Ravicchio, quien no desaprovechará la ocasión para demostrar su inveterada caradura-, aprovechándose de la insensata generosidad de Maruchelli. Este correrá con todos los gastos de una promoción inútil, quizá con la única intención de elevarse de la mediocridad que rodea una existencia rodeada de opulencia pero, en el fondo, definida por un constatable vacío existencial –y para ello, nada mejor que observar esa breve secuencia en la que, cara a cara, este le preguntará al relaciones públicas si ha tenido algún tipo de relación con su esposa; Inés (Nelly Panizza)-. Y es que esta, pese a mostrarse desde el primer momento recelosa del recién llegado, no evitará disponerse a un determinado juego del gato y el ratón, quizá para exorcizar esa rutina que, de manera inversa, comparte con su esposo.

Todo este panorama en realidad revestido de desencanto, aunque rodeado de lujo y oropel, botellas de champagne, recepciones de julo, e incluso experiencias típicas del folklore autóctono –esa ridícula demostración de gauchos desarrollada en las inmensas extensiones del magnate promotor-, es mostrada por Risi con un ya experimentado sentido de la coralidad y el ritmo, procurando en sus encuadres en pantalla ancha alternar la contraposición de diversos personajes –era algo que en España utilizó Berlanga en sus mejores títulos con enorme pertinencia, y que ya provenía de esa comedia italiana precedente-, marcado en ocasiones a ritmo de ballet merced, sobre todo, al ritmo que imprime la performance de Gassman. En todo caso, y aún con dichos aciertos parciales, lo cierto es que en IL GAUCHO sucede un poco lo que le ocurriría del mismo modo al citado Luís García Berlanga un par de años después en la fallida LA BOUTIQUE (1967), con la ventaja de haber logrado partir de una base argumental –en la que se encuentran sus habituales Maccari y Ettore Scola-, en la que la idiosincrasia italiana sí se introduce en su trasfondo argumental. Con ello me refiero a ese cierto desequilibrio –bastante más notable en el film de Berlanga- de situarnos en una especie de “tierra de nadie”, que desvirtúa esa capacidad que en aquellos años desplegaba Risi con casi constante acierto en sus miradas críticas y satíricas a una sociedad italiana deslumbrada por un boom consumista que no ocultaba una serie de atavismos consustanciales a su personalidad.  Otro elemento que a mi modo de ver resta un cierto grado de contundencia al relato, es detectar un montaje un tanto abrupto que corta algunas secuencias de alcance confesional, en las que, bajo mi punto de vista, se encuentra lo más valioso y sincero del film. Es algo que apreciaremos en la conversación que mantendrá los personajes encarnados por Gasman y Nazzari en un determinado instante, en algunas de las conversaciones que Inés mantendrá con Marco, y sobre todo, en el episodio que liga a este con su buscado compañero italiano. Stefano (conmovedor Nino Manfredi) al que se afanará en localizar –llegará a hacerlo al visitar un humilde barrio italiano junto a un viejo puerto-, comprobando como este intenta huirle, no por desistir de volver a encontrarse con él, sino por el simple pudor de reconocer que su exilio de Italia a Argentina ha sido un auténtico fracaso personal –por momentos, me recordó la sensación que manifiesta el Warren Beatty de la conclusión de SPLENDOR IN THE GRASS (Esplendor en la hierba, 1961. Elia Kazan), cuando el reencontrarse con Deannie en aquella irrepetible conclusión, se da cuenta del error de haberse casado con una mujer buena pero que no colma sus apetencias. En este caso Stefano –a pesar de discurrir trajeado-, en realidad vive en una modesta vivienda caracterizada por las humedades de sus paredes, y casado por una esposa sumisa y amable, pero que en realidad percibe en su interior –y a través de la labor de Manfredi se transmite al exterior-, esa sensación irreductible de haberse equivocado a la hora de elegir su destino. Será, bajo mi punto de vista, el fragmento más memorable de una película tan estimable como irregular, tan divertida en algunos momentos como severa en otros, a la que esa ausencia del necesario equilibrio –que Risi si alcanzó en títulos precedentes- impide que pueda ser considerada en un superior estatus, aunque tampoco sea merecedora del olvido. Destacar, por último, la impagable secuencia de conclusión, en la que el sentimiento de  amistad que se hará patente –en la lejanía de las pistas del aeropuerto- entre Marco y Stefano, irá acompañado por las auténticas intenciones de ese Maruchelli que, como un poseso, correrá tras un vuelo en el que se ha anunciado la llegada a tierras argentinas del cantante Adriano Celentano, abandonando ese mecenazgo que, en realidad, no ha supuesto para él más que simple pasatiempo, en el que gastar una pequeña parte de su inmensa fortuna y, con ello, poder sentirse importante, aunque en realidad en ningún momento supiera en que situación se había embarcado.

Con sus irregularidades, y destacando también el grado de riesgo que su propia existencia supone, IL GAUCHO no supone ninguna de las cimas del cine de Risi, pero sí un título que debe ser recordado a la hora de establecer una mirada global a su dilatada producción.

Calificación: 2’5

1 comentario

Alberto -

Una aclaración, el festival al que se hace referencia es el Festival de Cine Internacional de Mar del Plata (Viña del Mar es en Chile) ; de todas formas se ve poco de la ciudad, la ruta 2 ,el casino, una panorámica de las playas y algunas escenas en playas del sur