THE SISTERS (1938, Anatole Litvak) Las hermanas
Cuando el ucraniano Anatole Litvak acomete la realización de THE SISTERS (Las hermanas, 1938), alberga una considerable experiencia fílmica en países europeos, e incluso ya consta como un firme valor dentro de la nómica de la Warner Bros. No podía de otra manera habérsele tenido en cuenta, a la hora de responsabilizarse de una producción encabezada por dos de las estrellas más cotizadas en aquel entonces por el estudio, como eran Bette Davis y Errol Flynn. Sobre todo el segundo, al cual se sometió a una arriesgada apuesta de modificación de su personalidad cinematográfica, ya que de héroe aventurero pasó a asumir el rol de un cronista deportivo urbano en el San Francisco de principios del siglo XX. En concreto, la película se inicia en 1904, con la primera de las elecciones vividas por Theodore Rooswelt, en el seno de la pequeña ciudad de Silver Bow, en Montana. Allí muy pronto se nos describirá la vida cotidiana de la familia Elliott, comandada por el veterano Ned (Henry Travers), dueño de la peculiar farmacia local, casado con Rose (Beulah Bondi), y con tres hijas en su seno. Ellas son Louise (Bette Davis), Helen (Anita Louise) y Grace (Jane Bryan). En ellas se representa un colectivo feliz, con una vida cotidiana más o menos establecida, en el que las disputas políticas prácticamente se dirimen entre las breves tertulias establecidas entre el patriarca y el veterano Doc Moore (mi venerado Harry Davenport), pero donde las muchachas en el fondo entienden que su horizonte futuro se encuentra en localizar los mejores partidos posibles como maridos, y en algún caso incluso abandonar aquel contexto de horizonte tan limitado.
Y en este aspecto concreto, el destino querrá que sea Louise la que casualmente -en un baile- conozca –y se produzca entre ellos un casi inmediato flechazo-, a Frank Medlin (Errol Flynn), quien ha acudido acompañado de su fiel amigo Tim Hazelton. En apenas una semana se producirá la consolidación de una relación amorosa en la que ha primado el instinto, casándose casi secretamente, y abandonando ella su hogar familiar para viajar con su esposo hasta San Francisco, donde este ejerce como redactor deportivo. Mientras sus dos hermanas intentan casarse con hombres de acomodada posición –son dos personajes más desdibujados en la acción-, Louise muy pronto irá asumiendo con paciencia las largas jornadas laborales de su esposo, viviendo una existencia revestida de dureza, que no obstante asumirá con espíritu optimista. Sin embargo, las pretensiones como escritor de su esposo no obtendrán el resultado apetecido, y solo el hecho de quedar embarazada de este propiciará un cambio de actitud con un Frank al que prácticamente solo contemplaba en su modesto hogar. Nuestra protagonista perderá el hijo de ambos, produciéndose en su marido una crisis de conciencia al percibir el hecho de que realmente su horizonte laboral es precario y de escaso futuro… aunque aún se plantee peor cuando demande inútilmente un aumento de suelto. Sin embargo, y gracias a la ayuda de una vecina amiga, Luise logrará un empleo como secretaria que servirá para sostener a ambos, aunque ello sea contemplado como una humillación por parte de este. Mientras tanto, sus hermanas lograrán situarse al casarse con hombres de fortuna, aunque en ellas paradójicamente se ausente ese sincero amor que –aunque con dificultades- siempre ha estado presente entre Louise y Frank.
Como se puede deducir, THE SISTERS es un folletín –asumido de la en su momento exitosa novela de Myron Brinig-, en la que se comprendía una serie de azarosas circunstancias, mezcla de aspectos genéricos –comedia, drama, romance-, e incluso la presencia del elemento de catástrofes representado en el espléndido episodio que narra el terremoto de San Francisco. Su metraje es ligero y asume lo más destacado del “look” del estudio, centrado ante todo en un ritmo que no deja margen a altibajos, apuesta por un uso interesante de la grúa, y al mismo tiempo alcanza una suavidad en su trazado melodramático. Ni que decir tiene que la apuesta en la compenetración de sus dos principales estrellas –que volverían a reunirse en dos roles más cercanos a sus características con THE PRIVATE LIVES OF ELIZABETH AND ESSEX (1939, Michael Curtiz)-, se resuelve con solvencia, aunque personalmente creo que Errol Flynn sale victorioso del envite con mayor contundencia y, en conjunto, la película se deja ver con cierto interés. No obstante, uno no deja de echar de menos en ella no solo una mayor capacidad de arrojo cinematográfico -algunos de sus episodios aparecen escasamente matizados- y, sobre todo, la ausencia de cualquier elemento de análisis del periodo social narrado en la película –el que va de las elecciones de 1904 a 1908-. Quizá sea pedir demasiado a un producto dirigido sobre todo al público femenino de la época, que había convertido en un best seller la novela que le sirvió de base, que es mostrada en algunos de sus pasajes como elemento de engarce –y que probablemente posea una escasa entidad literaria-, pero sí que es cierto que cuando en aquellos años, obras no solo de John Ford u Orson Welles, sino incluso de cineastas menos valorados –aunque excelentes- como Clarence Brown o John M. Stahl, sabían aunar acierto fílmico y narrativo con un fondo transgresor de calado, en esta ocasión esta circunstancia se encuentra ausente caso por completo. Y es una pena que ello suceda, máxime cuando en su discurrir se apuntan algunos elementos proclives a dicha vertiente, como el contraste de la vida rural y la urbana, los cambios producidos en el ingreso a una sociedad industrial, la influencia política, o incluso ciertas modificaciones en las costumbres morales de dichas sociedades cerradas. Pero eso sería pedir que nos encontráramos con títulos como THE MAGNIFICENT AMBERSONS (El cuarto mandamiento, 1942. Orson Welles) o LETTER FROM A UNKNOWN WOMAN (Carta de una desconocida, 1948. Max Ophuls), y THE SISTERS solo aspira –y lo logra en ese aspecto concreto-, a convertirse en un modesto pero sólido producto industrial, que ha logrado mantener su relativa vigencia durante ya siete décadas de historia. No es algo que puedan decir títulos incluso mucho más prestigiados que el que nos ocupa.
Calificación: 2’5
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