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CINEMA DE PERRA GORDA

THE NEXT VOICE YOU HEAR... (1950, William A. Wellman)

THE NEXT VOICE YOU HEAR... (1950, William A. Wellman)

Más allá de los altibajos que podría registrar una carrera tan pródiga en títulos, si los años treinta caracterizaron el cine de William A. Wellman, fue por la rapidez de sus rodajes y el vigor de sus resultados. Una vez su cine se va introduciendo en la década de los cincuenta, su obra se introducía en un terreno de extraña experimentación, algunos de cuyos frutos se pueden situar sin temor a duda entre lo mejor de su filmografía –YELOW SKY (Cielo amarillo, 1949), TRACK OF THE CAT (1954)-. Junto a estos rasgos, la andadura de Wellman se iría escorando en la adopción de unos modos sutiles y mesurados, erigiéndose en uno de los últimos representantes de un determinado primitivismo fílmico, en la medida de adoptar historias y temáticas –algunas de ellas urbanas, aunque predominando las rurales-, que podrían erigirse como exponentes tardíos del género Americana. Es indudable, a este respecto, que THE NEXT VOICE YOU HEAR… (1950) puede ser inserta en dichas características, al tiempo que erigirse como uno de los títulos más insólitos del cine norteamericano de su tiempo. Esa singularidad, que del mismo modo le permitiría ser venerado que detestado, en función de la interpretación que se pueda efectuar de la base dramática de Charles Schnee, a partir de la historia de George Summer Albee, nos describe con sencillez, los siete días que se vivirá en la sociedad USA, a partir del momento en que inesperadamente en una tarde se escuchará por radio una voz que dice ser la de Dios. De antemano, cabe destacar el atrevimiento en llegar incluso a plantear dicha propuesta, pero lo más valioso que ofrece THE NEXT VOICE…, es sobre todo el punto de vista y la mirada que Wellman –y también Dore Schary, productor del film, y hombre destacado por sus ideales liberales- brinda sobre una base argumental que –no lo olvidemos, nos encontramos en pleno periodo maccarthista-, en manos descabelladas, hubieran dado como fruto un auténtico despropósito. En su lugar, la película resalta en esa narrativa en voz baja que caracterizaría el mejor Wellman de este periodo –en el que se incluirán títulos como el casi coetáneo THE HAPPY YEARS (1950)-, centrando el relato en la vida cotidiana de la familia Smith –significativa la sencilla denominación-. Esta se compone por Joe (James Withmore), trabajador en una fábrica de aviones regentada por un jefe cascarrabias, su esposa Mary (Nancy Davis), que se encuentra encinta por segunda vez, y el hijo del matrimonio –Johnny (Gary Gray)-. Los primeros minutos del metraje del film –que ya de entrada nos mostrarán la insólita imagen del león de la Metro sin movimiento alguno, preludiando el relato con una cita del libro bíblico de Samuel-, darán paso a un primer bloque en el que se describirá la vida habitual de nuestros protagonistas. Una familia que no sin dificultades intenta salir adelante –el muchacho reparte periódicos antes de ir al colegio para poder comprarse una bicicleta-, en un contexto por lo demás pacífico, que de manera paulatina será alterado por esa inesperada presencia de una voz divina, que en un primer momento se supondrá una broma, pero que diariamente –la película se dividirá en siete capítulos-, irá provocando la inquietud del entorno que rodea a Joe y su familia, pero del que tendremos noticias a través de la propia radio y la prensa, de su repercusión en el resto del mundo.

Aunque no pueda olvidar su inclinación religiosa de raíz cristiana, una de las virtudes de THE NEXT VOICE… reside en primer lugar en su abierta huída de cualquier concesión sermoneadora de la propuesta dramática. En su lugar, parece proponer incluso por momentos un temor de esos seres terrenales cotidianos como nuestros protagonistas ante la cercanía de un Dios al que siempre han venerado –y la secuencia de la tormenta nocturna será paradigmática al respecto-. Del mismo modo, la película podría ser interpretada dentro de esa ya señalada clava maccarhista.. aunque el auténtico milagro de la misma, es haber logrado sobresalir de todos estos peligros en los que con facilidad hubiera recaído, adentránose por el contrario en esa crónica intimista, en voz baja, que Wellamn ya había puesto en practica en varios de sus títulos precedentes, y que sería una de sus marcas de fábrica en este periodo. Al realizador le importa más el cuidado de los primeros planos en los que sus escasos protagonistas lo dicen todo con la mirada, en la ingerencia de elementos de comedia, como ese policía que parece perseguir las carreras de Joe, o en la profunda antipatía de su jefe. Esa capacidad para mostrar lo simple, la grandeza de las pequeñas cosas… Todo ello será en realidad el mensaje que dejará esa inesperada es insólita presencia divina mediante unas ondas que la ciencia no podrá ni siquiera grabar, y que tendrá que transmitir en mensajes posteriores.

Pero en realidad, lo que realmente adquirirá un peso especial en el relato, será ese temor oculto de los Smith de que el segundo embarazo de Mary acabe con su vida –hubo antecedentes familiares al respecto-. Será un temor que acrecentará la Tia Ethel (Lillian Bronson), un auténtico prototipo de mujer frustrada y a la cual solo el canto en un coro parece llenar su vida, recibiendo en todo momento el desprecio de Joe. Y en medio de dicho panorama, poco a poco se irá instaurando una extraña sensación de desasosiego en la pequeña familia –es ejemplar como se nos describe la naturalidad de sus primeros actos matutinos en los minutos iniciales del relato-, que llegará a su punto álgido en la borrachera que nuestro protagonista vivirá, lo que le hará recibir el rechazo del pequeño Johnny, que siempre había tenido a su padre en la máxima consideración.

THE NEXT VOICE… adquiere elementos de especial agudeza, como utilizar la elipsis para no mostrar nunca en directo la voz divina –lo cual acrecentará el impacto de la misma-, no caer en la tentación de cualquier índole catastrofista, y ser muy pudoroso en ir mostrando las consecuencias generales de ese mensaje, que en un momento dado se llegará a plantear como una nueva apuesta radiofónica de Orson Welles (sic). Durante el conjunto del metraje, la película obviará las consecuencias de entidades civiles y religiosas, salvo en la secuencia desarrollada en el séptimo día, en la cual una cierta decepción de los presentes en la iglesia de la localidad –aunque se indica que todos los templos del planeta se encuentran atestados de fieles-, quedarán por unos instantes desconcertados ante la ausencia de la voz divina… lo que aprovecharán los representantes eclesiales para argumentar que el séptimo día era precisamente el del Señor. Será esta quizá la única concesión un tanto cuestionable, en una película que ha sabido ondear con acierto en los meandros de la ambigüedad. Sin embargo, servirá para que en ella se produzca la rotura de aguas de Mary, quien será llevada al hospital, donde dará a luz, simbolizando en ella una mirada de esperanza. La esperanza que mostrará ver un día antes por vez primera a un humanizado Fred Brannan (Art Smith) –el siempre antipático jefe de Joe. En definitiva, THE NEXT VOICE YOU HEAR… destaca en esa capacidad para sorprender en su continuo virar e insertarse en la crónica sensible y creíble de una familia media, en la adopción de cierto aire capriano, pero siempre adoptando unos aires más sutiles, enriquecida con la magnífica interpretación de su cuarteto protagonista, y embellecida por la música compuesta por David Raskin. Con todos esos factores, compone uno más de los jalones apenas conocidos de la valiosa y, en no pocas ocasiones, desconcertante, obra, de William A. Wellman, de la que estoy seguro el tiempo seguirá proporcionando nuevas sorpresas, lo cual será señal de que su cine sigue vivo.

Calificación: 3

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