REBEL IN TOWN (1956, Alfred L. Werker) Rebeldes en la ciudad
Competente, sólido y en ocasiones inspirado realizador, la figura de Alfred L. Werker –o, como en el título que nos ocupa, simplemente Alfred Werker-, representa uno más de los numerosos artesanos que entre las décadas de los años treinta y cincuenta, acompañaron los títulos de mayor relumbrón de Hollywood. Para su desgracia, parece que su figura solo se toma como referencia a la hora de recriminarle que filmara en solitario –como si fuera responsabilidad suya- la magnífica HE WALKED BY NIGHT (Orden: caza sin cuartel, 1948), sin que figure en los créditos la aportación de Anthony Mann. Ello no debería implicar ni una acción deliberada por su parte ni, por supuesto, dejar de apreciar aquello que hemos podido contemplar de una filmografía que se acerca al medio centenar de títulos, en los que se aprecia un notable sentido de lo recio y lo físico, demostrando su facultada para géneros como el de misterio, la aventura o el western. Dentro de esta última vertiente se encuentra REBEL IN TOWN (Rebeldes en la ciudad, 1956) que de manera insospechada se convirtió en el penúltimo título de una obra que finalizó de forma abrupta al año siguiente, cuando el director apenas contaba con sesenta y un años de edad.
En cualquier caso, y más allá de elucubrar el hecho de esta ruptura tan inesperada, contamos con el punto de partida de situarnos ante una producción de serie B, inserta en la Bel-Air Productions y distribuida por la United Artists, que en aquellos años fue uno de los estudios que más aportó por la seminal continuidad de aquellas valiosas producciones de bajo presupuesto. En este caso, su propuesta argumental tiene desde el primer momento dos focos claramente delimitados. De una parte la familia Willoughby, que encabeza John (John Payne), junto a su esposa Nora (estupenda Ruth Roman, en el personaje con mayor definición del conjunto), y el pequeño hijo Peter, que aún conserva el atavismo del recuerdo bélico que implicó a su padre en la guerra de la Unión ya concluida. Por otro lado, nos encontramos con un grupo de cinco confederados rebeldes comandados por el veterano Bedloe Mason (magnífico J. Carroll Naish), quienes tras el asalto a un banco, se dirigen no sin reservas –temen ser represaliados- a la localidad de White Rock -donde viven los Willoughby- para cargar agua y víveres. La fatalidad hará que uno de los hombres de Mason –los cuatro restantes, todos hijos suyos-, el violento Wesley (John Smith), responda de inmediato –en un instante de percutante efectividad fílmica-, al inocente tiro de fogueo que el pequeño Peter le dirige, quedando el muchacho muerto en el acto, e instalando la desolación en su familia. Los Mason huirán, no sin la renuencia mostrada en todo momento por Gray (Ben Cooper, reiterando un rol bastante similar al que le diera fama en la excelente JOHNNY GUITAR (1954, Nicholas Ray)), el mas joven del clan, quizá más alejado del resentimiento bélico ya transcurrido, y partidario de que su hermano regrese a la población y se entregue. Por su parte, ese rasgo latente que aún se albergaba en John Willoughby invadirá todo su ser, anulando la entidad de una familia rota, sin lograr ni siquiera con la ayuda de su esposa poder levantar dicho ánimo.
Establecido el punto de partida del film –que no alcanza los ochenta minutos de duración-, Werker logra establecer un interesante juego de caracteres, dentro de una propuesta en la que predominará el intimismo, desprendiendo ese look tan característico de la serie B de la United Artists. Ello no impedirá que se aprecie la singularidad y fisicidad –un rasgo inherente al cine de Werker- de esas secuencias nocturnas exteriores protagonizadas por los hombres del siempre paciente Mason, que en todo momento somete a votación las decisiones planteadas, y que de algún modo se siente perdido en una batalla de rebeldía que ya parece por completo baldía. Además de consignar la insólita y eficaz presencia musical del posteriormente cormaniano Les Baxter como artífice de su banda sonora, lo cierto es que REBEL IN TOWN plantea en su relajado y en ocasiones tenso discurrir, un drama que por momentos entronca su aspecto con los modos televisivos de la época –sin que ello sea un elemento cuestionable-, sobre todo a partir del abandono de Gray de sus compañeros y familiares –antes de que su propio hermano lo apuñale y lo ate a un caballo, dejándolo dispuesto a una muerte segura-, siendo rescatado por Willoughby, quien lo acogerá en su casa, donde se recuperará. Será a partir de ese momento, cuando el film adquirirá un alcance psicológico más declarado, estableciéndose por un lado la comprensión de Nora hacia el muchacho –ella lo reconoció desde el primer momento en la acción que costó la vida a su hijo, aunque sabe que fue inocente, y ocultando ese reconocimiento a su esposo-, y la progresiva desconfianza de John hacia el mismo que, justo es reconocerlo, se irá disipando de forma paulatina –quizá al ver implícitamente en este a ese hijo ya crecido que de momento ha desaparecido en su horizonte-. Será todo este bloque quizá el más atractivo del film, caracterizado por su narración voz callada, y una adecuada interacción de sus tres protagonistas –John – Nora – Gray, contrastando con el aspecto violento de su tercio inicial y el que concluirá la película.
Este se iniciará en el momento en que ya recuperado, Gray se disponga a marcharse del hogar de los Willoughby. La inesperada llegada de una pequeña amiga del desaparecido Peter acompañada de su abuela, reconocerá al joven, quien finalmente, y tras un violento forcejeo con John –siempre con mayor forma física que el muchacho, aún convaleciente-, decida entregarse a la justicia, en la confianza de no ser culpado de una muerte que no cometió. Sin embargo, su encarcelamiento será el punto de partida de un envalentonamiento de los vecinos de la pequeña población, quienes poco a poco irán mostrando esa habitual ira descrita como atribución de la justicia. Es decir, irán calentando el linchamiento del muchacho, mientras sus hermanos –entre los que encontraremos al entrañable Ben Johnson- y padre irán descubriendo la actitud y traición de Wesley, regresando a la población precisamente cuando se está a punto de cometer el linchamiento –que paradójicamente solo ha impedido John, a partir de la presión del sheriff y su propia esposa-. No se puede decir que el fragmento aporte nada nuevo, pero es indudable que lleva el marchamo de una adecuada planificación, proporcionando a su conclusión ese dinamismo del que carecía el resto del mismo, más centrado en otras vertientes. En su conjunto, al contemplar REBEL IN TOWN, uno tiene la sensación de asistir a un pequeño film fronterizo, en el que los ecos del clasicismo cinematográfico se combinan con otros televisivos, conformando un conjunto cuando menos digno de ser tenido en cuenta.
Calificación: 2’5
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Alfredo Alonso -
Alfredo Alonso
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