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CINEMA DE PERRA GORDA

GUNSLINGER (1956, Roger Corman)

GUNSLINGER (1956, Roger Corman)

Aún cuando nos encontramos en un periodo en el que la mujer adquiriría un protagonismo creciente en el ámbito del “western” –JOHNNY GUITAR (1954, Nicholas Ray), CATTLE QUEEN OF MONTANA (La reina de Montana, 1954. Allan Dwan), FORTY GUNS (1957, Sam Fuller), por citar algunos referentes significativos dentro de esta corriente, no parece que fuera de las manos de un Roger Corman –corto en experiencia cinematográfica pero ya diestro en los rodajes rápidos; en 1956 firmó hasta un total de cuatro largometrajes-, quien debutó con FIVE GUNS WEST (Cinco pistolas, 1955) que por lo general se considera un producto irrelevante. No fueron muchas las aportaciones al cine del Oeste auspiciadas por Corman y, lo que es más importante, Las mismas no suelen ser tenidas en cuenta a la hora de su valoración dentro de un periodo tan rico para el mismo, sobre todo dentro del ámbito de la serie B.

Buena prueba de ello lo tenemos con GUNSLINGER (1956) que, de antemano, presenta un grave problema; la de poseer un inicio bastante atractivo. En la secuencia progenérico contemplaremos la conversación mantenida por el sheriff Scott Hood (el entrañable William Schallet) con su esposa Rose (Beverly Garland), manifestándole las sospechas que tiene a la hora de descubrir a unos delincuentes que operan en la localidad de Oracle. Sin embargo, la cámara nos mostrará el cañón de una escopeta que se introducirá por el orificio de la puerta, eliminando al agente de la Ley, y pudiendo su esposa contraatacar eliminando solo a uno de los dos bandidos que formaban el pequeño grupo. La llegada de unos cuidados y extraños títulos de crédito, además de revelar la querencia de Corman por la importancia de dicha faceta, nos introduce en el funeral de Scott, donde de manera repentina Rose eliminará de un disparo al otro asesino de su esposo, proclamándose ella misma como representante de la Ley hasta la legada del nuevo marshall. Con ello pretenderá en apenas un par de semanas descubrir los auténticos responsables que maniobran y ejercen un extraño dominio en la ciudad, que poco a poco aparecerá ante los ojos de la nueva representante y también del alcaide de la población –Gideon Polk (Martin Kingsley)-. Ambos comprobarán que el eje de todo ese extraño movimiento se centra en la figura de la dueña del saloon local, Erica Page (Allison Hayes) –a quien la sheriff obligará como primera medida que cierre su recinto a las tres de la madrugada-, quien de manera sibilina está adueñándose de propiedades y terrenos de la población, con la secreta intención de enriquecerse aún más si cabe si se produjera la esperada llegada del ferrocarril. Para liquidar a la mandataria provisional y afianzar sus tácticas a la hora de captar los territorios anhelados, contratará los servicios del forajido Cane Miro (John Ireland), quien acudirá a la población y de manera inesperada forjará una extraña relación con Rose. Entre el respeto a las órdenes que le marca la mujer que lo contrató, y la atracción que poco a poco se establecerá con la representante de la Ley, Miro ejercerá como una especie de hilo vector a la hora de marcar la frontera del respeto a la convivencia en la población, al tiempo que cumplir con los cometidos por los que llegó hasta Oracle.

Podríamos decir que GUNSLINGER plantea una típica historia de triangulo amoroso, dentro del ámbito del western, dentro de la ya señalada vertiente dominada por personajes femeninos. Nada que de entrada pueda hacernos asistir a un relato desprovisto de interés. Sin embargo, y tal y como posteriormente sucedería en tantos exponentes del cine de Corman, el título que comentamos desprende en su conjunto una extraña sensación de desgana, de aridez narrativa. Sin tener en cuenta el desgaste del Pathecolor que muestra la copia –lo cual en sí mismo no tiene que incidir a la hora de la valoración del resultado-, asistimos a un relato que pese a una duración de poco más de setenta minutos aparece interminable, donde sus personajes aparecen despojados de la más mínima entidad, e incluso ese enfrentamiento de mujeres, a partir de la llegada de Miro, se ausenta de su necesaria tensión. Sin embargo, no hay nada que me enerve más en esta mediocre película, que comprobar una vez más que el tan mitificado por Corman Jonathan Haze deviene en esta película especialmente aborrecible, al encarnar –es un decir- a Jake Hayes, ayudante y eterno enamorado de Erica, sin ver por parte de ella el deseado sentimiento. Poco se puede decir de esta película apagada como pocas. Apenas algunos instantes en los que se destila la pasión entre el forajido llegado a la localidad, que irá modificando las intenciones que forjaron su llegada al ir intimando con Rose, hasta llegar a una catarsis más o menos eficaz como gris en su desarrollo, reveladora no solo de la escasa pertinencia del director de HOUSE OF USHER (La caída de la casa Usher, 1960)  para el cine del Oeste, sino esa escasa pericia que presidió buna parte de su filmografía –con escasas excepciones-, hasta llegar a su tan significativo ciclo de adaptaciones de Edgar Allan Poe.

Calificación: 1

1 comentario

Alfredo Alonso (Cineyarte) -

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Este filme es de una mediocridad evidente (deficiente realización en la que destacan la evidente pobreza expresiva y la carencia de tensión narrativa) y muestra a las claras la mediocridad observable en parte de la filmografía de Roger Corman.

Este filme es aún más aborrecible si se compara con los que son sus nada disimulados referentes: Duelo al sol y Johnny Guitar.