ARROWHEAD (1953, Charles Marquis Warren) Hoguera de odios
Conforme me voy acercando a diversos de los títulos que forjaron la filmografía de Charles Marquis Warren, he de reconocer que dentro de la humildad de sus planteamientos, y partiendo de la base de no haber alcanzado jamás logros absolutos, habría ya que plantearse a considerar que logró aportar en buena parte de su trayectoria una mirada personal, centrada ante todo en el cine del Oeste, a la que aportó temáticas y realizaciones que por lo general quedaban al margen de lo habitual en el género en su tiempo, aunque aprovechara vetas ya explotadas en el mismo con anterioridad. Esto es lo que sucede con ARROWHEAD (Hoguera de odios, 1953), a la hora de proponer una visión complementaria y al mismo tiempo divergente, dentro de la corriente “proindia” que inaugurara oficiosamente la interesante aunque un tanto sobrestimada BROKEN ARROW (Flecha rota, 1950. Delmer Daves), aunque tuviera sus raíces en la magnífica DEVIL’S DOORWAY (La puerta del diablo. Anthony Mann), del mismo 1950. Pocos años después, Warren –en calidad de director y guionista, tomando como base una novela del escritor noir W. R. Burnett-, ofrece una vuelta de tuerca, introduciendo matices de complejidad en torno a la relación existente entre los apaches y los militares de la caballería, que controlan un entorno en que los primeros ya se encuentran confinados a una reservan que aceptan con resignación aunque un asomo de rebelión se vislumbre en ellas.
Como señalaba al inicio de estas líneas, según voy descubriendo los títulos firmados por Charles Marquis Warren, cada vez tengo más asumido el hecho de que siendo como fue un modesto artesano, no dejó de imprimir a sus películas un grado de tensión y de conflicto que denotaba una personalidad no siempre habitual de encontrar en el western –género en el que se sintió especialmente cómodo-, en donde arraigó una manera de aportar problemáticas de especial dureza, dominadas por unos personajes al borde del abismo emocional. Bastante de ello se encuentra en el jede de scouts Ed Bannon (un vigoroso Charlton Heston). Se trata de un joven curtido que ha vivido entre los apaches. Incluso tuvo una gran relación con Toriano (Jack Palance), lo que le ha proporcionado un gran conocimiento de sus costumbres, pero con el paso del tiempo le ha engendrado un gran odio hacia estos, centrado en el cruel asesinato que un grupo de estos proporcionaron a su familia en el pasado. De dicha circunstancia se aprovechan los militares, que tienen a su mando a Bannon al objeto de que les sirva de guía y al mismo tiempo protección sobre estos, aunque se encuentren convencidos de su docilidad a la hora de adaptarse en la reserva a donde van a ser destinados. Sin embargo, el personaje encarnado por Heston nunca confiará en la presunta aceptación de los apaches, respondiendo a un ataque personal que concluirá con su destitución en el cargo que ocupa.
Contra lo que podría sugerir la corriente “proindia” antes señalada. Warren prefiere discurrir por los peligrosos meandros de un relato que, en primera instancia, nos pudiera introducir en una mirada revestida de odio hacia el hecho indio. Lo cierto es que la película no escatima la presencia de secuencias en las que describa la crudeza del pueblo apache. Sin embargo, el argumento del film y también la tonalidad sombría que ofrece su aspecto visual, o la propia configuración de sus personajes, conforma una extraña amalgama de especial densidad y, hasta cierto punto, originalidad, como tal producto cinematográfico. En realidad, asistimos a una base argumental en la que nunca se encontrará ausente una mirada conjunta en torno a la crueldad consustancial en la condición humana. Una visión en la que poco a poco descubriremos que el impulsivo y bravucón Bannon, en realidad es un ser que está provisto de una especial facultad para conocer los puntos flacos de su enemigo y, con ello, poner en práctica un juego del gato y el ratón, a la hora de volver a ponerse al servicio de ese ejército que lo ha desdeñado, y junto a ellos poder hacer frente a la poderosa amenaza apache, que en cada momento aparece más difícil de controlar, y que llegará a diezmar de forma poderosa las fuerzas militares de la cabrería. Ya antes de ello, Bannon descubrirá que personas sirvientes del fuerte no se caracterizan por su lealtad a los militares. En especial la despechada Nita (Katy Jurado), desdeñosa por no haber logrado captar la atención de Ed, también por su condición de mestiza.
Warren logra en base a estas características, trasladar a la pantalla una puesta en escena caracterizada por unos tonos sombríos y en ocasiones mortuorios. No desdeñará incluso la plasmación de secuencias dominadas por una inusitada crueldad dentro del western de aquel tiempo, como la de la legada de Toriano a la tienda de un viejo hermano de sangre con el que compartió estudios en la universidad, y a quien no dudará en liquidar rompiendo incluso con sus propios preceptos. Dentro de dicho ámbito, uno de los elementos más originales de ARROWHEAD deviene en la incorporación de un apunte de origen metafísico en el regreso del guerrero después de cursar estudios en el norte para poder emprender la lucha contra los militares y liberar a su tribu. Algo que se anunciaba en una profecía –un aspecto sin duda poco común-. Será esta singular circunstancia la que, una vez conocida por parte de Bannon, servirá para que sea revertida de manera ingeniosa en su contra, al objeto con ello de poder evitar la definitiva aniquilación de los diezmados hombres de la caballería.
Sin embargo, con ser atractivo e incluso poco frecuente la base dramática del film, lo más atractivo de ella reside en esa densidad y autenticidad que ofrecen sus fotogramas. Esa capacidad para huir de los aparentes maniqueísmos y, de manera contundente, introducirse ene los complejos meandros de la difícil coexistencia entre dos modos de entender la existencia en esos recién creados Estados Unidos. Esa capacidad para plasmar aromas y episodios caracterizados por un aura casi mortuoria. Esa intuición demostrada por Bannon, capaz desde su conocimiento previo de ir ahuyentando a los apaches que atacan a los hombres de la caballería. O, en definitiva, la argucia final formulada por este arriesgando su vida y luchando con Toriano, para evitar lo que sería una masacre final, conforman un conjunto atractivo y en ocasiones de casi irrespirable apreciación, que invita una vez más a tener en consideración la audacia revestida de modestia fílmica, que Charles Marquis Warren aplicó al conjunto de su no muy extensa andadura como realizador. Es esta una nueva muestra tanto de su bien hacer, como de las influencias que aplicaba entre el western y el noir en sus títulos.
Calificación: 3
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