LADY FROM LOUISIANA (1940, Bernard Vorhaus) Nueva Orleans
LADY FROM LOUSIANA (Nueva Orleans, 1940) –aunque retitulada en su edición digital con el título de TORMENTA EN LA CIUDAD- es el segundo de los títulos que he podido contemplar en la filmografía del singular cineasta que fue Bernard Vorhaus, conocido ante todo por ser una de las víctimas propiciatorias de la “Caza de Brujas” de MacCarthy –fue una de las figuras delatadas por Edward Dmytryk-, teniendo que emigrar hasta Inglaterra y, lo que es peor, concluir una obra cinematográfica que se inició en los primeros años treinta, que engloba una treintena larga de títulos. Esta segunda aproximación a su cine –tras la que me proporcionó su inmediatamente previa THREE FACES WEST (Rutas infernales, 1940), no solo me ratifica en los elementos de interés presentados por el director, sino que revela una nueva faceta en su cine, como es la narración de un relato inserto de nuevo en los cánones de una determinada serie B emanada por la Republic Pictures, en una historia que cuenta entre sus créditos la presencia como coguionistas de figuras tan relevantes como las de Vera Caspary y el siempre misterioso y apasionante Guy Endore. Y todo ello para proponer una curiosa y siempre atractiva mezcla de relato de época centrado en el marco de New Orleans, en cuyo ámbito se incardinan elementos de comedia con otros de raíz dramática.
Su propuesta argumental se iniciará con la llegada hasta dicha ciudad del joven abogado John Reynolds (un joven John Wayne, algo incómodo en un rol necesitado de cierta elegancia). Este acude desde Memphis alentado por la veterana e influyente amiga de la familia Blanche Brunot (Helen Westley), al objeto de que inicie una serie de acciones para coartar de raíz el caudal de corrupción existente en la ciudad, mediante la venta de una lotería de oscuros intereses fraudulentos, que alienta el general Anatole Mirbeau (el excelente Henry Stephenson). Sin embargo, la película se iniciará de manera singular, mostrándonos la inmediata atracción que se ha iniciado en el traslado de Reynolds hasta su destino, con una joven de la que desconoce su origen, aunque al llegar a tierra descubrirá es la hija del que será su referencia de investigación -Julie Mirbaeu (Ona Munson)-. Muy pronto descubriremos la capacidad de Vorhaus para describir el ambiente bullicioso y vitalista de la ciudad. Pese a situarnos en el ámbito de una serie B y a escenarios rodados en estudio, los pasajes que describen la actividad de Mirbeau –en el momento de encargar en el mercado la compra de una bandeja de ostras-, nos revelan una población bulliciosa y cosmopolita, transmitiendo una sensación de frescura de un contexto en el que se adivina de inmediato esa sensación de joie de vivre, acompañada de comportamientos y actuaciones que bordean peligrosamente el cumplimiento de las leyes. Una sensación que el realizador logrará transmitir mediante la plasmación de un cuadro coral, en el que muy pronto nos internaremos en el enfrentamiento que Reynolds y su mentora Blanche propiciarán hacia la figura del general, quien tendrá como aventajado ayudante al joven, astuto y malvado Blackie Williams (Ray Middleton).
De forma paulatina iremos adentrándonos en los turbios manejos de Williams, dirigiendo una pléyade de personajes de baja catadura, encaminados a extorsionar y, si llega el caso, asesinar, a todos aquellos triunfadores en los diversos sorteos de lotería que se celebran, al llevar a sus ganadores hacia el barrio chino de la ciudad, donde se encuentran una serie de garitos en los que literalmente desplumaran a los incautos ganadores. La muerte de uno de ellos, será el detonante para que el joven hampón comience a mostrar sus energías en el caso, y al mismo tiempo el general advierta a su segundo de a bordo que ponga mesura en sus acciones delictivas –en un momento magnífico en el que la cámara se detendrá en el rostro del veterano Mirbaeu, descubriendo la ambivalencia de su comportamiento. Será el paso previo para que Williams monte un plan, provocando un incidente en medio de las crecientes protestas de la indignada población, encaminada a asesinar al general, y al mismo tiempo lograr culpabilizar de ello a los ciudadanos que se están rebelando por tan turbios comportamientos. La secuencia a este respecto es ejemplar, muriendo Mirbeau de un disparo cuando se encuentra en un carruaje y desciende de este, finalizando la misma al mostrar una pancarta en contra de su lotería tirada en el suelo y partida. Desde ese momento Reynolds –elegido mucho antes fiscal de la ciudad- insistirá en su lucha contra la auténtica mafia que se ha desarrollado en el entorno de dicho sorteo, extendiéndose una tensión en New Orleans, al tiempo que rompiéndose la relación existente entre este y Julie. Será el momento que aprovechará Blackie para hacerse con el mando del negocio de las loterías contando con la anuencia de la ingenua muchacha, y al mismo tiempo intentando extender sus planes de enriquecimiento, implicando en los mismos a las autoridades de la ciudad.
A tenor de lo descrito en este recorrido del film, podríamos señalar que nos encontramos ante un drama de considerables proporciones. Y lo realmente atractivo de LADY FROM LOUSIANA proviene de manera especial en la adopción de un considerable grado de comedia en su relato, combinando en ella elementos que podrían incluso ir ligados con el noir. En este sentido, el film de Vorhaus me recordó poderosamente el tono adquirido por el previo y reciente DESTRY RIDES AGAIN (Arizona, 1939, George Masrhall) –del que estoy casi seguro tomó oportuna referencia- aunque en el caso del film de Marshall su historia se desarrollara en el marco del cine del Oeste. Esa capacidad de desarrollar un argumento de notable severidad tamizado por tintes de comedia –incluso apuntes cómicos-, como la hilarante invasión de la mansión de los Mirbeau por parte de Reynolds y la anciana Blanche, camuflándose ambos dentro de la fiesta del carnaval –que es aprovechada en dos secuencias llenas de plasticidad y al mismo tiempo inquietantes perspectivas-, para introducirse en la misma y robar documentos de su caja fuerte, haciendo frente a algunos de los esbirros de Blakie que se encuentran en ella –en un fragmento ciertamente divertido-.
Esa capacidad para alternar el predominio del elemento de comedia dentro de una historia en la que no falta ni el aspecto sombrío ni la presencia de crímenes, confiere al film de Vorhaus una extraña singularidad, que se extenderá en el tercio final del film, donde a modo de catarsis bíblica, la celebración de la vista en la que se dilucidarán las responsabilidades de los Mirbeau que en realidad comanda Blackie –con la inapreciable ayuda del funcionario que en teoría está al servicio del Reynolds, pero que en realidad se ha convertido hace tiempo en otro lacayo al servicio de este-. Al comienzo de la vista –desarrollada en medio de una fuerte tormenta-, el joven fiscal descubrirá que sus pruebas han desaparecido, siendo finalmente Julie –que poco antes ha descubierto los engaños y turbios manejos de Blakie, el hecho de que él ordenó la muerte de su padre, y sigue manteniendo su atracción por Reynolds- se decida a declarar a favor de este y en contra de los manejos que ella misma ha tolerado.
En ese momento, de manera inesperada, un rayo destruirá la sede judicial, iniciándose una casi apocalíptica extensión de una tormenta que provocará tremendas inundaciones en New Orleans y, lo que es peor, el inicio de una rotura del dique que mantiene el nivel del mar, y cuya definitiva destrucción supondría sepultar definitivamente la misma. Dentro de un magnífico fragmento, provisto de una tensión interna impecable, la cámara definida en un excelente montaje y unos efectos especiales más que correctos, mostrará por un lado el intento de huída de Blakie en un buque, por otro el refugio de Julie junto a muchos otros habitantes, en el techo de una vivienda que estará a punto de desmoronarse –junto a ella se encontrará la anciana Blanche-, mientras que Reynolds seguirá al citado Blackie para evitar que huya, produciéndose una pelea en el barco que culminará con su eliminación arrojándolo al agua en medio de la incesante tormenta. Tras ello obligará el propietario del barco –harto de que unos y otros lo amenacen con pistolas-, a que se dirija hacia la fisura que se ha producido en el dique, y logrando con ello que se pueda taponar la misma.
Atractiva combinación de géneros en apariencia poco compatibles, caracterizada por una atmósfera no por novelesca menos densa y valiosa, unos diálogos por lo general punzantes, y un alcance de parábola bíblica en torno a la búsqueda de la justicia, LADY FROM LOUSIANA supone una pequeña perla dentro de la producción de un estudio que combinaba a partes iguales títulos poco atractivos, con otros caracterizados por su singularidad. Este es, sin duda, uno de ellos, culminando casi de manera simétrica, allá donde comenzó; el viaje de los ya casados Julie y John, en un barco que parte de New Orleans, tal y como en su momento llegaron a dicha ciudad.
Calificación: 3
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