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CINEMA DE PERRA GORDA

BECAUSE OF HIM (1946, Richard Wallace) Su primera noche

BECAUSE OF HIM (1946, Richard Wallace) Su primera noche

Hay ocasiones en las que el talento de un realizador, logró dar la vuelta a un planteamiento de entrada condenado a magros resultados. Es lo primero que me viene a la mente al haber contemplado, entre sorprendido y siempre divertido, el alcance de BECAUSE OF HIM (Su primera noche, 1946), un producto destinado al lucimiento de las facultades canoras de la hoy justamente olvidada Deanne Durbin, una de las estrellas de la Universal en los años cuarenta. Sin embargo, no fue esta la única ocasión en la que se eligió a un realizador competente para llevar a cabo el producto –recuerdo otro de los vehículos al servicio de la Durbin, firmado por Frank Borzage-, siendo en esta ocasión Richard Wallace el encargado de plasmarlo en imágenes. Hace tiempo que varios aficionados y comentaristas venimos siguiendo la pista de Wallace (1894 – 1951), al cual quizá su temprana muerte ha privado de un mayor reconocimiento, en una filmografía en la que se siguen desconocimiento no pocos de sus títulos –siempre integrados dentro del cine de géneros-, pero del que emergen no pocos exponentes de valía en géneros como el noir… o incluso la comedia. Es una faceta en la que el visionado de BECAUSE OF HIM –que parte de una premisa argumental de Edmund Beloin-, nos descubre desde pocos momentos después de su inicio, el talento que emana en la destreza y el manejo de Wallace de los resortes del género.

Hasta tal punto aparecen dichas cualidades, que no cabría olvidar insertar su resultado, entre los exponentes más valiosos –y menos reconocidos- que la comedia brindó en el cine norteamericano de aquel tiempo, erigiéndose por encima de todo ello, como una valiosa reflexión en torno al arte del fingimiento, en su oposición a la autenticidad de los sentimientos más profundos anidados en el ser humano. Esa base inicia el recorrido de la joven camarera Kim Walker (Deanna Durbin), empeñada en desarrollar su supuesta vocación de actriz. Para ello pondrá en practica la treta de usar un autógrafo de la conocida figura teatral John Sheridan (Charles Laughton), como base de influencia de cara a facilitar su ingreso en la profesión. Ello le integrará en un contexto de creciente interés en los medios informativos, provocando finalmente la atención de Sheridan, y también la del escritor teatral Paul Taylor (Franchot Tone), en una espiral de equívocos y sinsentidos que, cierto, finalizará de la manera que todos esperamos, no sin antes haber vivido situaciones en ocasiones insospechadas, conducidas por un realizador que sabe en casi todo momento extraer el resultado más oportuno, hasta el punto de ofrecer fragmentos dotados de una asombrosa modernidad.

BECAUSE OF HIM  transmite el mejor sabor del género en aquellos años cuarenta, que en el tiempo de su realización se encontraba en un periodo puente. Y lo ofrece de entrada por su aguda reflexión en torno al contexto de fingimiento, que rodeará ante todo al personaje que encarna un Charles Laughton, en una de sus creaciones más valiosas y autoparódicas que se le conocen. Es evidente que voy a hablar de una película que se realizó casi cuatro décadas después de esta película, pero cierto es que los minutos iniciales del film de Wallace, y su descripción del universo ubicado tras las bambalinas a través de la figura de Sheridan y su afectado ayuda de cámara –Martin (Donald Meek)-, me recordó poderosamente la relación que se mantenía entre Albert Finney –actor que curiosamente se reveló a la fama teatral de la mano de Laughton en Londres- y Tom Courtenay en la magnífica THE DRESSER (La sombra del actor, 1983. Peter Yates). Aspectos de esa equívoca relación de dependencia por parte de Martin hacia la estrella escénica, lo tendremos en la deslumbrante secuencia –uno de los mejores momentos del film- en la que este se queja ante el actor –que se encuentra siempre de espaldas-, por la insinceridad que le ha manifestado al descubrir la supuesta relación amorosa que mantiene con la joven.

Sin embargo, será este uno de los diversos aspectos sobre los que trabaja Richard Wallace, en una película especialmente valiosa en el diestro manejo de la cámara que ofrece a lo largo de su siempre magnífico metraje. La movilidad de la misma, sabiendo extraer los mejores aspectos de sus secuencias, la disposición de los intérpretes en el encuadres, transmitiendo con ello el sentir último de sus secuencias, se pone a punto en una película que atesora un inmejorable sentido del timing y, sobre todo, una mirada sorprendente en torno al universo del actor. Una faceta que rodeará todos los movimientos y actos del incorregible histrión que es Sheridan, y que nos manifestarán secuencias tan relevantes como aquella intimista en la que se encontrará a solas junto a Kim, revelándole tras su supuesto desmayo en la fiesta la poca valía de su actuación, el recordatorio de la situación vivida con este ante su sirviente y el empresario Charles Gilbert (Stanley Ridges), invocando para ello una dramática secuencia teatral que ambos reconocerán o, sobre todo, el magnifico fragmento desarrollado en los ensayos de la nueva obra, que incorporará la presencia de los tres principales personajes del film. Será este un episodio que destaca por dos aspectos. El primero, al ofrecer una mirada poco habitual en el cine desarrollada en el marco de la escena, en la que preparaba cualquier obra a estrenar. El segundo, la manera con la que Richard Wallace planifica la secuencia, acertando al transmitir las tensiones que se desarrollan entre los dos hombres en su interacción con la presencia de Kim.

Sin embargo, no serán estos los únicos placeres que nos brindará esta estupenda BECAUSE OF HIM. Algunos de sus instantes más valiosos se plasmarán en torno a Paul. Uno de ellos se describirá en el exterior del teatro, donde este se encuentra escondido ante el público, escuchando comentarios que incomodarán a este escritor, que por despecho ha retirado su nombre de una obra que, allí lo descubrirá, va a asumir un gran éxito. El complejo movimiento en picado de grúa, aparecerá determinante para transmitir esa sensación de contrariedad en torno a las deducciones de su personaje. Sin embargo, aún resultará más brillante un episodio que sorprende por su modernidad, y que anticipa modos del género que utilizarían años después cineastas como Frank Tashlin, o el propio Vincente Minnelli de ON A CLEAR DAY YOU CAN SEE FOREVER (Vuelve a mi lado, 1969). Se trata de la manera con la que se inserta el fomulismo de la canción de Deanne Durbin, para con ello describir el deseo de Taylor de dejar de lado a Kim, aunque las circunstancias, propias del slapstick, le devuelvan constantemente a ella. Desde su inútil encierro en la habitación del apartamento, el apego de esta bajando del abarrotado ascensor, o los complejos movimientos de cámara que impedirán que se distancia de ella en el hall del edificio, brindarán el segmento más brillante de una película que culminará dentro de la emotividad, el respeto a las convenciones del romance, y también un sincero homenaje a la figura de Laughton. Toda una sorpresa.

Calificación: 3’5

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