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CINEMA DE PERRA GORDA

GUNS OF DARKNESS (1962, Anthony Asquith) Al final de la noche

GUNS OF DARKNESS (1962, Anthony Asquith) Al final de la noche

Podemos señalar sin temor a equivocarnos, que GUNS OF DARKNESS (Al final de la noche, 1962) es el último título con un cierto grado de interés, dentro de la filmografía del británico Anthony Asquith, que poco tiempo después firmaría dos productos tan grises como THE V.I.P. S (Hotel Internacional, 1963) y THE YELLOW ROLLS-ROYCE (El Rolls-Royce amarillo, 1964). Partamos de la base que no se ha de ubicar a Asquith como un primerísimo cineasta, pero su adscripción académica y su habilidad y ocasional inspiración dentro del terreno del drama psicológico, le hizo acreedor de exponentes hoy día considerados pequeños clásicos –es el caso de THE BROWNING VERSION (1951)-. En esta ocasión, y con una considerable carrera ya a sus espaldas, y adentrándose en un ámbito temporal donde el séptimo arte estaba asumiendo enormes ámbitos, Asquith se desenvuelve casi a contrapelo, con una propuesta dramática en la que muy pronto destacamos tanto su carácter y look anacrónico, como la poderosa atmósfera que le ofrece la elección de un espeso blanco y negro fotográfico, obra del experto Robert Krasker, elementos ambos que proporcionan, junto a la labor de sus intérpretes, el más elevado grado de personalidad a su resultado. Un conjunto que, a poco que se contemple el desarrollo argumental de John Mortimer, a partir de la novela de Francis Clifford “An Act of Mercy”, intercala una acción exterior, marcada en una revolución iniciada en un imaginario país sudamericano, como elemento de inflexión para la evolución que registrará una pareja inglesa residente en dicho territorio, trabajando el marido –Tom Jordan (David Niven)- en una plantación de la que son dueños un grupo de ingleses que realizan su vida entre ellos mismos, como una especie de guetto elitista que desarrolla sus predecibles ritos al margen de la población autóctona.

Un ámbito que nos describirán las imágenes iniciales, narrando de forma paralela la celebración del fin de año por parte del grupo de ingleses unidos por las tareas de regencia de la plantación, y los últimos pormenores de cara a realizar un golpe de estado que deponga al presidente Rivera (David Opatoshu, en un rol idóneo para Alec Guinness). Con notable sentido de la precisión, adoptando una mirada cercana al universo cinematográfico heredado de las adaptaciones de la obra de Graham Greene, aunque en ellas se inserten ciertos elementos narrativos de alcance efectista, se describe el relevo de un mandatario caracterizado por su talante aperturista, al tiempo que la insatisfacción de Jordan, en medio de un contexto de tensiones bien plasmado por la cámara de Asquith. Será el inicio de una peripecia a dos bandas que ligará el inesperado encuentro entre Rivera y Jordan, con un inesperado proceso interior que permitirá dar una nueva oportunidad a una pareja condenada al divorcio, de la cual la esposa –Claire (Leslie Caron)-, se encuentra embarazada y sin haber comunicado a Tom su nuevo estado.

En medio de una textura visual extraña –que proporciona al conjunto un estimo que deliberado aire anacrónico, y en la que no se ausentarán ciertas secuencias de exteriores rodadas en estudio-, GUNS OF DARKNESS se desarrolla describiendo el cada vez más peligroso trazado de la huída a la frontera del matrimonio Jordan junto al depuesto presidente Rivera, los intentos del gobierno golpista por recuperarlo, e insertando en su trazado esos caracteres psicológicos que irán modificando el inicial y casi nulo equilibrio emocional de la pareja, por una nueva actitud en la que se percibirá un aprendizaje vital basado en el riesgo e incluso una fisicidad, de la que hasta entonces había caracterizado su relación. Es verdad que no puede señalarse que dicho enunciado sea un dechado de originalidad, pero justo es reconocer que resulta efectivo. Lo hace sobre todo cuando la ascendencia de su discurso queda en un segundo término, y se apropia del encuadre la sensación de peligro, riesgo e incluso pánico. Puede deducirse que es en dicho capítulo donde el film de Asquith adquiere un mayor grado de interés. Episodios como el que protagonizan los tres personajes en medio de un coche intentando sobrevivir en una arenas movedizas, el asesinato por parte de Joe –admirable Niven-, del joven que comanda el grupo militar que los ha localizado, y que le muestra la foto de una hija fruto de su matrimonio que al parecer tiene futuro en la lírica –quizá la mejor secuencia de la película-, o la visita de Claire a la población fronteriza, en los que los sangrientos seguidores militares han efectuado una auténtica matanza –antes hemos visto una procesión plasmada con poca convicción-. Son todos ellos, probablemente los instantes más valiosos de un relato desigual y atractivo al mismo tiempo, en la que esa vertiente discursiva, flanquea por las costuras de un trazado argumental trufado en ocasiones por cierta planificación de querencia efectista, pero que no por ello anula la efectividad de su conjunto.

Calificación: 2’5

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