THE JAYHAWKERS! (1959, Melvin Frank) Los rebeldes de Kansas
Dentro de la amplia nómina de realizadores –de mayor o menor fuste- que poblaron el cine norteamericano en la década de los años cincuenta, no cabe duda que el tandem formado por Norman Panama y Melvin Frank aparece como una singularidad. Extrañeza por ser figuras que en no pocas ocasiones firmaron al alimón sus películas, sus guiones, o incluso sus producciones, al tiempo que forjaron una especial inclinación por la comedia, que brindó al alimón un exponente tan poco conocido y atractivo como THAT CERTAIN FEELLING (1956. Frank & Panama), y por separado quizá la mejor película protagonizada por Bob Hope –THE FACTS OF LIFE (1960), por parte de Frank- y el divertidísimo vodevil NOT WITH MY WIFE, YOU DON’T! (Bromas con mi mujer ¡No!, 1966. Norman Panama). Pero es curioso señalar, que dentro de una producción muy irregular y, en algunas ocasiones, dominada por los convencionalismos, aparecen incluso títulos no exentos de interés, como el thriller rural THE TRAP (1959. Norman Panama), que bebía no poco del estupendo BAD DAY AT BLACK ROCK (Conspiración de silencio, 1955. John Sturges).
Es curioso señalar la similitud de ambos directores cuando discurrieron por separado, puesto que Frank ese mismo año rodará THE JAYHAWKERS! (Los rebeldes de Kansas, 1959), asumiendo en su enunciado, del mismo modo, influencias de títulos y corrientes de éxito en aquellos años dentro del cine del Oeste. Por un lado, podemos consignar cierta querencia por el western familiar, ejemplificado en títulos como FRIENDLY PERSUASION (La gran prueba, 1956. William Wyler), y por otro, es evidente que la relación establecida entre los dos principales personajes masculinos, está retomada de la que se establecía entre el Richard Widmark y Anthony Quinn en la espléndida WARLOCK (El hombre de las pistolas de oro, 1958) una de las mejores obras del eternamente infravalorado Edward Dmytryk, y un exponente de especial relevancia, dentro del mejor periodo de la historia del género.
THE JAYHAWKERS! se inicia con especial dramatismo, contemplando en la soledad del paisaje, la llegada de Cam Bleeker (Fess Parker), herido y fugado de prisión, para retornar a su casa, donde es recibido por una mujer que habla francés, a la que confunde con su mujer, que creía estaba muerta. Desvanecido, será ayudado por esta –Jeanne (Nicole Maurey)-, auxiliándole y proporcionándole acogida durante varios días. Cuando Bleeker recupere la consciencia, ratificará el hecho de la muerte de su esposa, al parecer abandonada tras la historia amorosa que mantuvo con Luke Darcy (Jeff Chandler), de quien pretende vengarse. Darcy encabeza un amplio comando que ha sembrado la inquietud en tierras cercanas, buscando la conquista de los espacios y poblaciones de Kansas, en contra de las intenciones de la Unión, antes de la Guerra de Secesión. El gobernador del estado capturará al fugado, ofreciéndole la libertad si logra acercarse hasta Darcy, y ponerlo a recaudo de sus oficiales, para ofrecer con ello un ajusticiamiento ejemplarizante. Cam se despedirá de Jeanne, y mediante un oportuno ardid –salvar de la horca a un condenado por pertenecer al grupo del líder rebelde-, se introducirá en la guarida de este, inicialmente asumiendo hostilidad. Sin embargo, muy pronto se establecerá una extraña fascinación entre ambos, que llegará a diluir las ansias de venganza de Ben, quien por el contrario se mostrará en todo momento permeable a la carismática personalidad del líder rebelde, a quien incluso entenderá en sus reflexiones, llegando a justificar las razones por las que abandonara a su esposa, causándole la muerte.
Antes lo señalaba, THE JAYHAWKERS! bebe por un lado de esta querencia por una plasmación del Oeste ligada al ámbito familiar, centrada en la relación entre Cam y Jeanne, que justo es reconocer se expone con cierta sensibilidad en los primeros minutos de la película, pero que solo en contadas ocasiones recuperará dicho nivel, puesto que esa integración del fugado en el mundo del rebelde, modificará por completo el semblante de su argumento, proporcionándole un extraño interés. Y es ahí donde no soy el primero en señalar la extraña relación mantenida entre los dos principales roles masculinos, siempre ambivalente pero constantemente bañada bajo la sombra de la homosexualidad, en un ámbito que será explotado con notable sutileza tanto por el propio Frank, la interacción de sus intérpretes –especialmente el espléndido Jeff Chandler, pero también ese Henry Silva que aparece por momentos como el amante despechado de este- proporciona un conjunto en el que se combina con suficiente personalidad esta nuance gay, con la extraña personalidad que irradia este rebelde de tendencias totalitarias, combinadas con una personalidad sensible y comprensiva. Es sin duda en todo lo que rodea la personalidad de Darcy, donde aparece lo más atractivo y perdurable de un western que, de manera paradójica, deja de lado el componente paisajístico, que adquiere una presencia meramente testimonial, combinando en dicho ámbito el rodaje de exteriores, o incluso falsos exteriores, como todo lo que rodea la antigua cabaña de Cam, en la que reside Jeanne junto a sus dos hijos. Es notable, algo lógico, siendo una producción de la Paramount de finales de los cincuenta, la fuerza que adquiere el cromatismo, en el que tanta importancia aportó el insustituible pintor del estudio Richard Mueller. Y es cuando dichas características de imbrican, en todos los pasajes que se desarrollan dentro de la cabaña que el líder rebelde mantiene en su territorio. Una dependencia que adquiere una enorme fuerza escenográfica, a la hora aparecer horadada entre la roca, y donde el contraste cromático adquiere una extraña fuerza, junto a elementos como esa presencia de un busto de Napoleón –prueba de las convicciones entre visionarias y totalitarias de su morador-. En dicho marco se efectuarán los pasajes más sinceros y las inflexiones dramáticas más sólidas –atención a ese instante en el que la presencia de Lordan (Silva) en medio del encuadre, describe el elemento de enfrentamiento entre Darcy y Bleeker. Sin embargo, la égida del personaje encarnado por Chandler, trascenderá incluso al influjo en torno a su siniestro colaborador, y la perturbadora capacidad de influencia que ejercerá en torno hacia quien quería vengarse de él. Esa aura especial trascenderá incluso hasta Jeanne, al comprobar la sinceridad de sus palabras en torno a la ayuda brindada a su hija herida, y aparecerá de manera meridiana, en esa casi trascendente relación que se establecerá entre el rebelde y su supuesto vengador. Lo hará en primer lugar, cuando el primero decida no implicarlo, en el episodio en Abilene, y por parte del segundo, al evitar que sea ahorcado –una muerte que Darcy confesaría temer- y, llegado el desenlace inevitable, que al menos su cuerpo sea tratado no como un perro, sino como un hombre digno de respeto.
Es cierto que se aprecia en no pocos momentos, esa incapacidad para extraer el caudal de posibilidades que afloran en sus mejores momentos, pero si más no, y aún reconociendo que THE JAYHAWKERS! parte de la influencia de éxitos precedentes, no es menos cierto que ofrece los suficientes mimbres, para confluir en un resultado tan modesto, como sincero y apreciable.
Calificación: 2’5
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