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CINEMA DE PERRA GORDA

THE MONEY TRAP (1965, Burt Kennedy) La trampa del dinero

THE MONEY TRAP (1965, Burt Kennedy) La trampa del dinero

“Para ser buen policía, que mal ladrón soy”, sentenciará el veterano policía Joe Baron (Glenn Ford), cuando junto a su esposa Lisa (Elke Sommer) se dispone a recibir derrotado la llegada de los agentes que, de seguro, lo van a enviar a prisión, después de haber vivido una peligrosa aventura, al margen de la ley, que ha terminado en asesinatos. En aquel ecuador de la década de los sesenta, se instauró una corriente del cine policíaco, que años después se bautizó como neonoir. Fue la apuesta de cineastas como veteranos y también neófitos, como Gordon Douglas, Jack Smight o Don Siegel, describiendo historias que prolongaban algunos estilemas de un noir aún no bautizado como tal, entroncándola con unos tiempos en los que un aumento del progreso y las libertades, en realidad simplemente debían aparecer como un marco, en el que también estaban presentes las nuevas neurosis de una sociedad enferma. Ello, unido a una mal disimulada nostalgia por unos modos y estereotipos cinematográficos ya entonces asumidos por la cultura americana, permitieron el florecimiento de una producción que estimo en los últimos años, se está revisando y analizando con el suficiente detalle. En todo caso, lo cierto es que dentro de dicho ámbito, la propuesta de Burt Kennedy ha aparecido siempre casi con letra pequeña, pese a albergar en su interior un elemento, que incluso a nivel de mítica cinematográfica, le podría proporcionar un cierto estatus de culto; el reencuentro de la pareja protagonista de GILDA (Idem, 1946. Charles Vidor). Sin embargo, ni siquiera dicha circunstancia permitiría el reconocimiento de una película sin duda imperfecta, pero poseedora en su seno, de una extraña aura, que permite la rara personalidad de una propuesta, dominada de una inusual perdurabilidad.

Y es que THE MONEY TRAP (La trampa del dinero, 1965. Burt Kennedy), nos habla esencialmente de un choque de mundos. Es lo que plantea inicialmente el contraste de la superficialidad que esgrime Lisa, una mujer acostumbrada al lujo, en contraste con la pesadumbre vivida por su esposo. Joe es un fiel agente de policía que ve como su escasa paga, casi aparece como una miseria, en contraste con las ganancias de su mujer como simple accionista, aunque un escrito le anuncie que este año vaya a quedar carente de las mismas. Será el inicio en la concienciación por parte de Joe, a la hora de plantearse la posibilidad de sortear las barreras de esa Ley que ha estado protegiendo a lo largo de su larga andadura como policía. Ya como fondo de los propios títulos de crédito, comprobaremos la actividad del protagonista, acudiendo al crimen de una mujer que ha sido asesinada por su propio esposo –inmigrante mejicano-, al descubrir que la misma se daba a la prostitución. Un ámbito sombrío, al que se añadirá la percepción de Baron de una necesidad de nuevos ingresos, para sobrellevar el nivel de vida impuesto por su mujer, y que se extenderá a su hasta ese momento fiel compañero de profesión Pete Delanos (Ricardo Montalbán), del que según vaya observando su extraño comportamiento, en un momento dado adivinará sus intenciones y casi le forzará por un lado a realizar ese golpe que les proporcione dinero, y por otro a compartir el botín con él. Y será algo que les incitará la propia evolución del asesinato que iniciará la película, ejecutado por el esposo de la prostituta –encarnado por el actor de origen mexicano Eugene Iglesias-, quien aparecerá como alguien ligado al entorno del en apariencia respetable dr. Horace Van Tulden (Joseph Cotten), La muerte de este cuando pretendía robar al galeno, será el punto de partida para comprobar las posibilidades de robar el dinero que porta su caja fuerte. Este plan permitirá dos circunstancias. De un lado comprobar el entorno siniestro que rodea a un hombre de premisas instachables –en el que la presencia de Matthews (Tom Reese), un matón de oscura presencia, no hará más que acentuar dicha situación-. De otra, que la investigación en el entorno del asesinado, permita a Joe reencontrarse con la ya veterana Rosalie Kenny (Rita Hayworth).

A partir de dichos mimbres, THE MONEY TRAP aparece como una extraña muestra del ya señalado neonoir, en la que se combina ese tinte de nostalgia, con una cierta querencia con modos narrativos ligados a los formalismos europeos. Planteada a través de un guión del blacklisted Walter Bernstein, a partir de una novela de Lionel White –THE KILING (Atraco perfecto, 1956. Stanley Kubrick)-, nos encontramos ante una película sin duda desigual –ese contraste de clasicismo y forzado seguimiento a formas visuales quizá un poco periclitadas, le perjudica-, pero en la que funciona mucho más el detalle que el conjunto. En la que podemos sentir muy de cerca esa mirada nostálgica de un espléndido Glenn Ford, al conversar y evocar lejanos tiempos con una ajada Rita Hayworth. Pero es algo que se extiende a un contexto en el que sorprenderá el planteamiento de la presencia de minorías discriminadas –esos centroamericanos que aparecen confinados en la inmensidad de la urbe-, o incluso planteará una mirada nihilista en torno al falso puritanismo y el consumismo de la sociedad de su tiempo, en apariencia inmersa en el progreso del American Way of Life.

Al contrario que otras muestras de esta corriente, que apostaban por una expresión visual más lujosa –es el caso, por ejemplo, de HARPER (Harper, investigador privado, 1966. Jack Smight)-, en el film de Kennedy hay un alcance más sombrío, que estará presente en todo momento, a través de la espesa fotografía en blanco y negro de Paul Vogel, y que se extiende a las localizaciones que inciden en la descripción de esa otra sociedad urbana, mucho menos atractiva que la presente en tantas y tantas películas. Unamos a ello una vigorosa presencia de secundarios, en donde junto a la mítica pareja,  o la veterana y ambivalente presencia de Joseph Cotten, veremos a un Ricardo Montalbán muy convincente en su rol de policía inmigrante, o secundarios tan característicos como Ted de Corsia, encarnando a un contundente superior policial. Sin embargo, lo más perdurable de THE MONEY TRAP proviene de su letra pequeña. En la singularidad que ofrece al introducir en su base argumental la importancia de la droga como elemento potenciador del crimen, hasta el punto de aparecer como punta de lanza de unos nuevos modos de delincuencia organizada e incluso sofisticada. Y aparece en esa mirada sincera y compasiva en torno a la inmigración –es especialmente doloroso el instante en el que el padre no puede evitar encontrarse con su pequeña, momento que Joe intuirá va a producirse, y que aprovechará para detenerle-. En la atmósfera de decadencia que acompañará al personaje encarnado por la Hayworth, e incluso la brillante plasmación de su asesinato de manos de Matthews. O, por supuesto, en la catarsis del relato, en el que la pareja de policías en el fondo no habrá hecho más que caer en la trampa que les ha tendido Van Tulden –en el que se planteará un estallido de violencia magníficamente expresado-. Todo ello aparecerá en esta película con cierta irregularidad, pero al mismo tiempo con nervio y fuerza, hasta confluir en esa conclusión, triste y desencantada, en la que ese veterano agente de la Ley aparecerá perdido, al haber traicionado todo aquello en lo que ha creído, ante una esposa que solo en ese momento lo comprenderá, aunque sin duda, ya sea demasiado tarde. Pese a sus ligeros altibajos, lo cierto es que nos encontramos ante una película que prefiere apostar por la imperfección, si en ello va aparejada una clara inclinación por lo emocional.

Calificación: 3

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