TEATCHERS PET (1958, George Seaton) Enséñame a querer
En no pocas ocasiones he venido defendiendo, la necesidad de un estudio en profundidad, a la hora de describir el conjunto del corpus que fraguaron la renovación de la comedia americana a partir de la segunda mitad de los años cincuenta, estipulando sus raíces a inicios de dicho decenio. Y es que, sin olvidar en modo alguno la implicación y decidido impulso de figuras como Wilder, Tashlin, Edwards, Quine, Minnelli, posteriormente Lewis, o el aporte de viejos especialistas como Cukor, Leisen. McCarey, Hawks… lo cierto es que poco a poco van apareciendo exponentes y ejemplos, que hablan de una continuidad y constante evolución en el género, y que de alguna manera contradicen la explosión antes citada. Simplemente se deduce, que en un momento dado, estos nuevos realizadores, apuestan de manera decidida, sobre los parámetros ya establecidos por otros nombres más veteranos, que en ocasiones alcanzaron resultados bastante estimulantes, por lo general orillados en una atmósfera de absurdo prejuicio.
A mi modo de ver, esto es lo que sucede con TEATCHER’S PET (Enséñame a querer, 1958), una notable comedia dramática, que aparece de nuevo en un espacio temporal muy importante para el estallido de ese nuevo periodo de gloria para el género. 1958 es un ámbito en el que los cineastas antes citados ya habían proporcionado algunas de sus mejores propuestas al mismo. Contexto en el que se imbricó el tan modesto como en ocasiones atractivo Seaton, ofreciendo un relato que aparece de entrada como un directo precedente, más sobrio y realista, de las casi inminentes comedias que la propia Doris Day, coprotagonista de la película, formularia inicialmente con Rock Hudson. Pero nos encontramos aquí muy lejos del colorido burbujeante que presidirían aquellos inesperados éxitos de la Universal, ya que Seaton aparece bajo el sobrio y magnífico blanco y negro que brinda la VistaVisión de Paramount, que le acerca más a los modos visuales esgrimidos aquel tiempo por Billy Wilder, aunque en líneas generales, dejando de la lado acidez que el vienés puso en practica en sus más célebres realizaciones. Entremedias de ambas coordenadas, TEACHER’S PET se incardina entre una muestra más de la sempiterna “guerra de los sexos”, como uno de los elementos clave de la comedia americana, e imbricando en ese ámbito argumental, de un lado, una mirada cercana y dominada por no poca admiración hacia el hecho periodístico. Se plantea igualmente un interesante debate, que quedará en tablas, en torno a la vocación como arma periodística, o la importancia que debe existir en el desempeño de la misma, de una base académica. Finalmente, el film de Seaton deja entrever de manera interesante, en un tercer plano, la problemática de las minorías en terreno americano -no olvidemos que estamos hablando de una película estrenada en el citado 1958-.
Así pues, el film de Seaton se sitúa de entrada en el enfrentamiento que vivirá el carismático y arrogante James Gannon -Clark Gable, por cierto, protagonista de otra comedia también, de entrenamiento de este nuevo periodo; la estupenda y previa KEY TO THE CITY (Las llaves de la ciudad, 1950. George Sidney)-. Se trata del jefe de redacción del New York Evening Chronicle. Para él, curtido en la vocación periodística desde bien joven, de nada vale cualquier preparación académica. Por ello, no dudará en responder la invitación, con la abierta intención de desacreditar las clases que allí se celebran. Con ánimo burlón, descubrirá que las mismas las pronuncia la joven Erica Stone (una convincente Doris Day), rompiendo los esquemas que el peridosta podía tener prefijados, y estableciéndose casi de inmediato una fuerte oposición entre ambos, que a fin de cuentas no supondrá más que la reactualización de la “guerra de los sexos”, que culminará con la claudicación entre ambos. En medio, aparecerá el tercer vértice del triángulo -el joven psiquiatra Hugo Pine (Gig Young)-, en quien Gannon -que ha simulado una falsa identidad-, verá un inicial competidor amoroso, que en última instancia se ofrecerá como elemento de unión de la insólita y casi imposible pareja. Entrará el descubrimiento del equívoco, el desengaño, el arrepentimiento… Nada nuevo bajo el sol. Pero no conviene olvidar, ni el año en que procede ni, lo que es más importante, la convicción con que se encuentra plasmado.
Es por ello que, más allá de su propio interés como título precursor de una tendencia del género, la combinación planteada por Seaton de comedia más o menos alocada -los gestos totalmente Slapstick de un cómplice Gable, la incidencia de equívocos, la lucha de este contra Pine, en una forzada sucesión de wiskies…-, confluye en un relato francamente divertido, en el que no cabe olvidar en todo momento, el contraste que proporciona su sobria textura visual en blanco y negro. Todo ello se encuentra considerablemente equilibrado, a la hora de introducir esos matices discursivos, que quizá no aparecieran con similar grado de acierto en otros títulos del realizador. Y es que en esta ocasión, Seaton logra un notable equilibrio en las secuencias de marcado alcance de comedia, con aquellas de carácter confesional, que ayudados por una ajustada planificación y dirección de actores, revisten una extraordinaria eficacia. Es algo que podemos percibir, en las charlas desarrolladas entre Gannon y Pine. En el encuentro del primero con la madre del joven aprendiz que iniciará y concluirá la película, en la elegante combinación de espíritu desmitificador y al mismo tiempo de enaltecimiento del periodismo, que describirán las secuencias de la redacción. Es cierto que, llegados a este punto, conviene recordar el elemento discursivo que plantea la presencia del joven redactor, inicialmente detestado por el protagonista, y a quien poco a poco empezará a valorar, descubriendo finalmente que este aprendió en las clases de Erica -un elemento de guion que sirve para que el combate entre los dos personajes, culmine en tablas-. Sin embargo, hasta este mismo matiz, se ofrece con convicción, la misma que brindan los dos instantes dramáticos-confesionales más valiosos de la película. El primero, la inesperada inflexión dramática que brindará esa rápida redacción de Gable en las clases de Erica, que se ofrecerá de manera contundente, como un rotundo alegato antirracista -mucho más valioso en su brevedad, que el posterior THE YOUNG SAVAGES (Los jóvenes salvajes, 1961. John Frankenheimer). El otro, sin lugar a duda, el descubrimiento por parte de Gannon, de la ascendencia que Erica mantenía con la profesión; en un cuidado despacho de su apartamento, se conservan intactos los recuerdos de su padre, editor de un periódico local, que mereció el Pulitzer de periodismo. El instante, dominado por una silenciosa atonalidad, llega a emocionar.
Calificación: 3
5 comentarios
Teo Calderón -
Comedia, comedia, lo que se dice comedia, si dejamos aparte ese cuento de navidad que es "MIRACLE ON 34TH STREET" y la fantasía "FOR HEAVEN'S SAKE", solo recuerdo "SU GRATA COMPAÑÍA", muy flojita.
Juan Carlos Vizcaíno -
Luis -
Teo Calderón -
Teo Calderón.
Anónimo -