ABANDONED (1949, Joseph M. Newman)
De entrada, ABANDONED (1949), es una modesta producción de serie B, que avala el buen pulso de su director, un Joseph M. Newman que había desarrolla una extensa andadura en el terreno del cortometraje y el documental, y que a finales de los cuarenta, se foguearía en el ámbito del largo de complemento de programa doble, junto con cineastas como Don Siegel, Richard Fleischer, Robert Wise… Una escuela que le facultaría como ese vigoroso artesano de género, especialmente de aquellos que combinaban acción y tensión. En este caso, el que sería uno de sus primeros largometrajes, parte de varias premisas fácilmente detectables en el terreno del policiaco de su tiempo. De un lado, su clara conexión con la corriente verista, que tenía un especial acomodo en la 20th Century Fox. De otro una narración en la que asoma un claro componente maniqueísta. Y, como elemento más singular, su directa adscripción a un contexto de drama social. No olvidemos que nos encontramos en un contexto muy tenso de la cinematografía estadounidense, en un temporal receso de la Caza de Brujas de McCarthy, posibilitando por lo general dentro del ámbito de la serie B, exponentes tan representativos como BORDER INCIDENT (1949, Anthony Mann), THE LAWLESS (1950, Joseph Losey), sin olvidar que ese mismo 1949, posibilitó el debut como realizadora de la inquieta Ida Lupino, con NOT WANTED -aunque bajo la firma de Elmer Clifton, que tuvo que ceder su responsabilidad, al sufrir un infarto-.
Es curioso señalar esto último, ya que es en el universo de la Lupino, tanto por sus constantes visuales, agresivas visualmente, como en la asunción de una temática atrevida, donde encontramos una mayor afinidad. Y es que, seamos sinceros, no es habitual encontrar en el cine americano, una película que centre su macguffin en las mafias de la trata de bebés en la sociedad americana. De entrada, y asumiendo ese tono de crónica verista, ABANDONED se inicia y se cierra con una voz en off, encargada de señalar al espectador el elemento de historia cotidiana que se iba a narrar, que podía establecerse en cualquier población norteamericana. La cámara nos introducirá en el interior de un moderno ayuntamiento medio, en la soledad de la noche, plasmando el discurrir solitario por el interior de una joven. Las imágenes van provistas de un aura sombría, a lo que acompañará el semblante atribulado de Paula Considine (Gale Storm). Va en busca de su hermana, que la escribió dos semanas atrás, señalándole que esperaba un niño y se encontraba en un hospital. Consultando con un despistado funcionario que se encuentra a punto de finalizar su turno, este le remitirá a la morgue de la población, al tiempo que conocerá a un joven periodista. Se trata de Mark Sitko (Michael O’Keefe). Pese a las reticencias de Paula, accederá a que la acompañe, encontrándose en el camino con el inquietante Kerric (Raymond Burr), un poco recomendable detective, que también sigue los pasos de la desaparecida, contratado por el padre de las Considine. Los tres acudirán a la morgue local, donde la muchacha comprobará con dolor que el cadáver de su hermana se encuentra allí depositado, tras haber muerto en un supuesto suicidio por asfixia en un coche. Plenamente segura de que tal circunstancia no se pudo producir, muy pronto Mark se ofrecerá a ayudarle, iniciando una investigación, en la que inicialmente se mostrará reacio el jefe del fiscal, McRae (Jeff Chandler), pero que poco a poco irá revelando una siniestra red de trata de bebés, utilizando para ello a jóvenes desvalidas a punto de dar a luz, vendiendo las criaturas a desesperadas y acomodadas familias, deseosas de poder con ello cumplir su deseo de criar un bebé.
Ondeando entre el seguimiento de una serie de estereotipadas situaciones e incluso personajes, desprovistos de la necesaria hondura, y al mismo tiempo adquiriendo en sus mejores momentos, una notoria aura malsana, e incluso brutal, ABANDONED parte, de entrada, con la singularidad de su base dramática. La valentía en describir al público de la época, una problemática siniestra e inquietante, apenas abordada en el cine norteamericano -y no solo de su tiempo-. Solo la valentía de plantar la misma, trasplantada de una historia de Irwin Gielgud, ya otorga al film de Newman -firmando entonces como Joe Newman-, un plus de singularidad, dentro del cine policiaco de su tiempo. Pero es que además, ya se puede apreciar la querencia del realizador por una planificación cortante, afilada, y por su clara apuesta por la fisicidad y nervio interno en sus secuencias de acción. Es algo que incluso se percibirá, a la hora de apostar por cortantes y entonces novedosos encadenamientos de secuencias. O en el alcance nocturno que preside buena parte de su metraje, adquiriendo en sus secuencias más logradas, una creciente sensación de desasosiego. Una tendencia que irá alcanzando una notable temperatura, según se vaya insertando un climax por momentos atroz, escalonando una serie de pasajes dominados por la tensión, lo bizarro, la violencia e incluso el sadismo. Algo que tendrá su epicentro de la tan opulenta como asfixiante mansión de la siniestra Miss Donner (Marjorie Rambeau), auténtica líder de la banda que comercia con bebes, camuflada como responsable de una asociación de caridad cristiana.
Una mirada disolvente, a la que habrá que sumar esa tendencia a la fisicidad, que se iría consolidando en la andadura de Newman, y que en esta ocasión tendrá valiosos exponentes narrativos, como la secuencia en la que Kerric se defenderá de un acoso violento por parte de los otros esbirros de la Donner, cuando desea zafarse de dicha organización, acabando con su vida. O, como no podía ser de otra manera, el episodio final del relato, en el que la carrera en búsqueda de la secuestrada Paula -a la que se quiere someter de nuevo a un falso suicidio-, llevará a Mark y los agentes de la policía, a un siniestro y oscuro lugar, donde Newman hará gala de su notable virtuosismo, ayudado para ello, como en el resto de la película, de la espesa iluminación en blanco y negro del gran William Daniels, bastantes años después de su legendaria colaboración con los films protagonizados por Greta Garbo, y que un año antes obtendría el Oscar por su labor en THE NAKED CITY (La ciudad desnuda, 1948. Juiles Dassin). Es una pena, que ABANDONED asuma, tras un episodio tan percutante como el descrito, una conclusión tan inane y acomodaticia como la que concluye el relato, pese a recuperar -con una transparencia un tanto chapucera-, el exterior del edificio municipal, cerrando una historia que se pretendía extraordinaria, dentro de la cotidianeidad de esa ciudad media estadounidense.
Calificación: 2’5
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