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CINEMA DE PERRA GORDA

CITY BENEATH THE SEA (1953, Budd Boetticher)

CITY BENEATH THE SEA (1953, Budd Boetticher)

Rodada en pleno periodo inmerso en la Universal, entre los apreciables westerns HORIZONS WEST (Horizontes del Oeste, 1952) y SEMINOLE (Traición en Fort King, 1953), el paso del tiempo, ha venido considerando a CITY BENEATH THE SEA (1953), el hecho de ser uno de los títulos menos conocidos de la filmografía de Budd Boetticher, al tiempo que una de sus contadas aportaciones al cine de aventuras. Dada dichas circunstancias, era de esperar cierta expectativa, a la hora de tomar contacto con un producto atractivo. Sin embargo, y pese a encontrarnos con una película que se degusta con la misma facilidad que se olvida, lo cierto es que poco hay en una propuesta, que ni siquiera logra elevarse, dentro de la producción del género dentro de dicho estudio, al tiempo que aparece como uno de los exponentes menos estimulantes, de cuentos he contemplado de la filmografía del cineasta.

Brad Carlton (Robert Ryan) y Tony Bartlett (Anthony Quinn), dos especialistas, viajan hasta la localidad de Kingston, en Jamaica, atendiendo el encargo de Dwight Trevor (Karel Stepaneck), representante de una compañía, que desea rescatar un botín de un millón de dólares en oro, que se hundió con el buque que lo portaba, no habiendo ser podido encontrar la nave hasta entonces. Ofrece a la pareja 25.000 dólares si encuentran el rastro del naufragio, pudiendo muy pronto ambos iniciar sus tareas. Antes de las mismas, nuestros protagonistas encontrarán sendas mujeres que dejarán abiertos caminos de futuro. Tony se acercará a la elegante Valita (Suzan Ball), mientras que el más racional Brad se acercará a Terry (Mala Powers), propietaria de un pequeño barco, con quien la corta expedición intentará encontrar dicho tesoro. La búsqueda será infructuosa, sin que los dos aventureros sepan que, en realidad, Trevor ha estado en componenda con el poco recomendable capitán Meade (George Meadows), conocedor del lugar donde se encuentra el buque hundido. Para ello, y cuando estos se encuentran a punto de abandonar la ciudad, serán contratados de nuevo, aunque acudan por separado y por razones contrapuestas, a la captura del codiciado botín. Será una acción que despertará la hostilidad de la secta vudú de la isla, reaccionando con ira, ante la violentación de las ruinas de Port Royal, que se encuentran bajo tierra desde finales del siglo XVII.

En realidad, lo malo de CITY BENEATH THE SEA, no aparece en el rosario de convenciones que surca su levísima base argumental, y en la que no dejamos de contemplar, que la película, se articula dentro de ese conjunto de producciones auspiciadas por la Universal en los primeros cincuenta, caracterizadas por su intento Technicolor, procedentes de diversas variantes del cine de aventuras. Lo verdaderamente decepcionante del film de Boetticher, es comprobar en sus mejores momentos -que los tiene-, las posibilidades que se han ido dejando por el camino, impidiendo convertir una discreta muestra de género, en un producto de mayores ambiciones. Así pues, las primeras secuencias de la búsqueda submarina, no dejan de aparecer rutinarias. Como lo serán los pasajes del encuentro de los protagonistas con sus partenaires femeninas.

Sin embargo, la película luce en todo momento la intensidad de su gama cromática -fotografía de Charles P. Boyle y, de manera muy especial, el técnico de color William Fritsche-. Y entre la sucesión de agradables lugares comunes, aparecen no pocos instantes provistos de cierto interés, que dan la medida de a lo que pudo haber llegado esta modesta producción. Me refiero a la sensación de placidez, que dejan entrever esas secuencias de reposo, descansando sobre el pequeño barco de Terry, con ella junto a Brad, dejando entrever la consolidación de una rápida relación y sus planes de futuro. O la impactante secuencia en la que Tony descubre bajo el mar, las ruinas de la vieja ciudad y, entre ellas, el buque allí depositado -en mi opinión, el mejor pasaje del relato-. También, la inquietud que revela la ceremonia de los vudú, a la que se acercan Brad y Terry, siendo sorprendidos por unos componentes de dicha secta encapuchados, que los rodean desde la espesura del follaje., O, como lo podía ser de otra manera, el lento episodio en el que Tony se dispondrá bajo el mar, a rescatar el esperado botín, viviendo un temporal, que hará temblar el subsuelo, y hacer realidad esa leyenda que señalaba que cuando las ruinas de la ciudad fueran profanadas, la campana del viejo campanario empezaría a sonar casi como de ultratumba, provocando que este quede atrapado dentro del viejo buque, y teniendo su eterno compañero que ayudarlo casi en el último momento, como poco tiempo antes hiciera este por él.

Y es que, en última instancia, este discreto film de Boetticher, aparece casi como un precedente de esas célebres buddy movies, que tan populares se harían a partir de la década de los 80, a partir de una pareja que no es aprovechada en sus posibilidades, pese a la cómoda labor de Ryan y Quinn, y que finalizará de manera tan atropellada como pretendidamente humorística, cerrando una película que se deja ver, pero que poco mantiene su presencia, en la memoria y la retina.

Calificación: 2

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