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CINEMA DE PERRA GORDA

FOG OVER FRISCO (1934, William Dieterle)

FOG OVER FRISCO (1934, William Dieterle)

¿Cómo definir una película tan trepidante y al mismo tiempo superficial como FOG OVER FRISCO (1934, William Dieterle)? Personalmente, recurriría a la escenificación de la historieta criminal protagonizada por el investigador Bash Branningan, que recreaba en carne propia el dibujante Stanley Ford (Jack Lemmon) en los primeros compases de la estupenda comedia satírica que es HOW TO MURDER YOUR WIFE (Como matar a la propia esposa) dirigida por Richard Quine en 1965. Y es que el insólito film de Dieterle es puro pulp. Supone una auténtica metralla de acción, dentro de una base argumental llena de quiebros e incluso incongruencias, debida al guionista Robert N. Lee a partir de la historia original de George Dyer.

FOG OVER FRISCO se inicia en la nocturnidad de la bahía de San Francisco, donde entre la niebla emergerán una serie de turbios personajes que pronto acudirán a Bello’s, el garito que comanda el poco recomendable Jake Bello (el también realizador Irving Pichel). Curiosamente, esa misma noche se encuentra entre sus clientes la oscura y atrevida Arlene Bradford (Bette Davis) relacionándose junto a oscuros personajes, y también con el joven Spencer Carleton (Lyle Talbot). Hasta allí llegará Val Bradford (Margaret Lindsay), la hermanastra de Arlene y acompañada del joven periodista Tony Sterling (Donald Woods), al objeto de hacerle ver al segundo que en realidad Val no es merecedora de la fama que atesora. Ambas pertenecen a la acaudalada familia que encabeza el reputado empresario de valores Everertt Bradford (Arthur Byron), quien detesta abiertamente a Arlene, en realidad su hijastra. Lo cierto es que el patriarca no se encuentra desencaminado en sus intuiciones, ya que la joven oculta una personalidad rebelde, transgresora y abiertamente ligada a la delincuencia, traficando con títulos y acciones falsas ligadas a la empresa de Bradford procedentes del gang de Bello, que se encuentran sometidas a investigación por parte de agentes de la ley, y que todo parece indicar se activan por el hilo conductor de Carleton, trabajador en la firma de Bradford.

A partir de estas premisas, todo empezará a imbricarse en una oscura trama en la que los contactos y servidumbres de Arlene comiencen a asumir una vertiente sórdida, con el intento de huida de esta, la progresiva investigación efectuada por Val y Tony en busca de la desaparecida, la trágica constatación de su asesinato, el posterior secuestro de Val, la agotadora búsqueda de esta tanto por parte de su padre como del propio Tony, el acercamiento creciente hasta el fondo más oscuro de la turbia trama que se ha ido fraguando, y de la que se desconoce quien encabeza en realidad todo este entramado criminal.

Cuando Bette Davis asume el rol protagonista de FOG OVER FRISCO, ya atesora pese a su juventud una veintena de títulos a sus espaldas, y a haber debutado ante la pantalla apenas cinco años atrás. Nos encontramos, por supuesto, en el ámbito de la febrilidad en los proyectos de la Warner, en donde el estajanovismo de sus rodajes era moneda corriente. La misma duración de la película -apenas 68 minutos- y su condición de complemento de programa doble, es la que nos permite valorar con simpatía lo atropellado de su resultado. Sin embargo, y en lo referente al protagonismo de la actriz, hay dos elementos que cobran en nuestros días una especial relevancia. Por un lado, que a mitad de metraje este sea asesinado -en un curioso precedente de la Janet Leigh de PSYCHO (Psicosis, 1960. Alfred Hitchcock)-. No obstante, por encima de dicha circunstancia, considero que la Davis encarna en el film de Dieterle un personaje provisto de una inusual aura transgresora. La rebeldía en torno a las comodidades de su acomodada clase social. El casi insoportable desapego que manifiesta en torno a la figura de su poderoso e intachable padrastro. O, en última instancia, su genuino disfrute de compartir vivencias, amoríos y actividades, con personas oscuras y de edad muy superior a la suya, casi a modo de rebeldía implícita en la sociedad que le ha tocado vivir. No se trata de alguien que necesite delinquir para subsistir, aunque sí para poder desarrollarse como persona dentro de un entorno para ella opresivo. Ello supone, que duda cabe, un elemento que no se encuentra aprovechado hasta las últimas consecuencias -de haber sido así, nos hubiéramos encontrado con un resultado mucho más relevante-. Sin embargo, no deja de proporcionar una enorme singularidad a este precode, que se caracteriza por dejar entrever elementos de análisis social apenas esbozados. Al ya señalado de su personaje protagonista podríamos señalar el contraste de mundos establecido entre los bajos fondos que tanto fascinan a nuestra protagonista, y las altas instancias envaradas, ávidas de negocios y atentas a las buenas apariencia -Bradford se mostrará dispuesto a cubrir con sus fondos los valores rodados y falsificados, bajo temor de que si se hace público el escándalo los clientes huyan en desbandada con sus fondos-.

En cualquier caso, si por algo destaca FOG OVER FRISCO es por su entronque con el serial. En no pocos momentos uno tiene la sensación de encontrarse en alguna de las producciones protagonizadas por Charlie Chan o cualquier personaje de dicho ámbito que les venga a la mente. La presencia de un ritmo frenético, de peripecias en ocasiones dominadas por la extravagancia y de giros en la acción que casi nos obligan a desprendernos de la lógica -no faltará ni la presencia de un torvo mayordomo-, y dejarnos llevar como espectadores en esa espiral de acontecimientos, envueltos en la abundante niebla de un San Francisco que aparece como uno de los personajes del relato. Y en medio de este torbellino, la película no desaprovecha la ocasión para desplegar una mirada inmisericorde en torno a la carroña del periodismo de la época, por un lado describiendo los socios manejos de ese ‘cuarto poder’ solo empeñado en buscar el titular más sensacionalista -no parece que hayan cambiado mucho los tiempos, por otra parte-, y en donde la ética parece haberse dejado de lado. Sin embargo, en el film de Dieterle aparece una divertida ligazón de este mundillo con ese constante aporte de comedia que brindará la presencia del torpe fotógrafo de prensa Izzy Wright que interpreta el siempre impagable Hugh Herbert, capaz con sus perennes torpezas de destrozar cualquier instante con mayor o menor tensión, y proporcionando con ello un contraste distanciado a un argumento que por su propia dinámica y ritmo resulta incapaz de ser tomado en serio. Fruto de ese permanente contraste aparece la inquietante y al mismo tiempo hilarante secuencia, en la que Val y Tony investiguen a oscuras en el garaje de los Bradford la ausencia de Arlene, y de manera casual descubran el indicio que llevará a encontrar el cadáver de esta en el maletero de uno de los coches -más adelante, la localización del cadáver de Carleton brindará otro instante de sordidez-. Un pasaje de inquietante efectividad, que muy pronto mutará en un insólito episodio de comedia negra, por un lado atendiendo al deseo del joven periodista de ocultar el descubrimiento a la policía y las propia familia, con el deseo de brindar la exclusiva a su rotativo.

Calificación: 2’5

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