UNFAITHFULLY HOURS (1948, Preston Sturges) Infielmente tuyo
Con sus estilos de narrar absolutamente contrapuestos, hay que señalar que realizadores significados por su aportación a la comedia norteamericana, apostaron por la creación de títulos en su vertiente negra y cínica. Me estoy refiriendo a ejemplos como el de Frank Capra ARSENIC AND OLD LACE (Arsénico por compasión, 1944) o Charles Chaplin (MONSIEUR VERDOUX, 1947). Creo que habría que citar precisamente al admirable film de Chaplin como puede que el referente que animó a Preston Sturges a dar vida UNFAITHFULLY YOURS (Infielmente tuyo, 1948), con la que inició su accidentada colaboración en la 20th Century Fox tras su triunfal contrato con la Paramount. Creo que en su conjunto, estos tres ejemplos aportan un pequeño aparte en la trayectoria de un género que necesitaba apuestas como estas para renovar unas estructuras que estaban próximas al anquilosamiento.
De cualquier forma al parecer Sturges ya tenía en mente años atrás la idea de esta película, que llegó a ofrecer a Ernst Lubitsch, a quien encantó la idea pero no aceptó realizar. Y bien es cierto que la estructura y la propia ambientación de la película conserva un inequívoco aire lubitschiano, pese a que en ella se reconozca tanto la narrativa de Sturges como su querencia fundamentalmente dada en los personajes de conjunto o su inclinación al splastick –en este caso a su vez para lo mejor y para lo peor-. En su conjunto, creo que UNFAITHFULLY YOURS demuestra las facultades que aún conservaba Sturges como realizador y guionista, y al propio tiempo resulta una propuesta claramente arriesgada y quizá adelantada a su tiempo, pero que en su conjunto alberga cierta irregularidad y no puede catalogarse -pese a sus indudables cualidades- entre sus títulos más logrados.
Desde el primer compás de la película –nunca mejor dicho-, podemos comprobar que UNFAITHFULLY... reviste una notable personalidad. Sobre los títulos de crédito que nos muestran la dirección de una orquesta a cargo del impetuoso protagonista –Sir Alfred De Carter (un magnífico Rex Harrison)-, se va cerrando el cuadro hasta mostrarnos el crédito de Sturges –de quien se mencionan todos su créditos de forma simultanea- sobre el fondo negro que forma la espalda del compositor. El famoso director de orquesta ha llegado al aeropuerto tras un vuelo accidentado a la dirección de un concierto, y ciertos detalles aparentemente poco consistentes le hacen concluir en la sospecha de que su esposa –Daphne (Linda Darnell)- le ha sido infiel con su secretario personal, el apuesto Tony (Kurt Kreuger). Antes de dirigir el concierto, Sir Alfred visitará al detective que ha formulado la investigación que inicia la sospecha, y recreará el concierto con sendas piezas musicales que nos mostrarán los pensamientos que este alberga de cara a decidir su reacción a la hora de asumir esta infidelidad. La primera de ellas será la más terrible, ideando un tan complejo como divertido plan que le llevará a degollar a su esposa y lograr culpar de esta muerte a Tony. El segundo planteamiento le mostrará como magnánimo esposo que perdona a su esposa y la ayuda económicamente de forma altruísta. Mientras tanto, la tercera y última posibilidad le lleva a reunirse con Daphne y Tony y plantear el juego de los tres a la ruleta rusa, lo que concluirá en su propio suicidio.
El concierto culmina con un clamoroso éxito pero el director huye del teatro, planificando con una enorme cantidad de cómicos contratiempos la primera de las opciones. En cualquier caso la llegada de su esposa le llevará poner en practica igualmente de forma fallida las otras dos posibilidades. Sin embargo, de forma casual y con la sinceridad que siempre le ha brindado su esposa, este descubrirá que la infidelidad que tanto le atormentaba estaba absolutamente infundada, decidiendo el director musical proseguir en la veneración de su esposa y dejar a un lado sus sospechas.
Lo primero que cabe resaltar una vez uno contempla esta película, es la extraña sensación de incomodidad que preside en todo momento. Lo arriesgado de su planteamiento, la propia configuración de la misma como una comedia negra, la acritud generalizada que demuestra el personaje que encarna Rex Harrison, de alguna manera chocan con las incursiones que su argumento mantiene con el splastick –por ejemplo, al quemar el informe de los detectives en el que se insertan los detalles de la infidelidad de Daphne provocan un incendio en la habitación del hotel donde está alojado el director musical-. Son detalles que nos retrotraen al Sturges más conocido pero que quizá en este caso no tienen la misma adecuación que en otras de sus comedias. Quizá la intención de comedia negra que recorren sus fotogramas no tienen la adecuada aplicación con estos detalles de comedia física. Y es lo que tiene un peso excesivo a la hora de plasmar esa excesivamente dilatada secuencia en la que Sir Alfred afronta mil y un contratiempos cuando quiere iniciar los detalles para el asesinato real de su esposa. Quizá el realizador se la planteó como un reto personal –ciertamente lo es- pero en pantalla resulta por momentos hilarante y cargante al mismo tiempo, y quizá demuestre que el sentido del timming que tanto le había acompañado previamente, en esta ocasión no era su mejor aliado.
Pese a esta clara limitación, es innegable señalar que UNFAITHFULLY YOURS tiene otras cualidades que de alguna manera están relacionados con su propia e insólita configuración. Desde la forma en la que nos introducimos literalmente en la mente del protagonista cuando imagina de qué forma va a reaccionar al afrontar la infidelidad de su esposa –la cámara efectúa sendos travellings hasta acercarse al ojo de Harrison; técnicamente se trata de una opción muy atrevida y al mismo tiempo bien resuelta-, hasta los gags que se plantean desde el palco desde donde a su esposa se le caen diversos objetos a la madura espectadora que se encuentra en el patio de butacas, quizá lo mejor de esta película venga por la eterna querencia del realizador por los singulares personajes secundarios. Algo que no se puede decir del poco aprovechamiento que se ofrece de Rudy Vallee, pero que sí tiene como representante a un joven Lionel Stander, o a otros con menor representación, como el intérprete de los platillos en la orquesta que dirige nuestro protagonista y que afirma su desprecio por la vulgaridad cuando el director le pide que toque con mayor fuerza, hasta que este despliega unos instrumentos de dimensiones colosales.
Pero si algo resulta memorable en esta película –y que puede describirse sin lugar a duda como uno de los mejores fragmentos jamás filmados por Preston Sturges en toda su carrera-, se da cita en la secuencia del encuentro de Sir Alfred con el detective que ha investigado la infidelidad de su esposa. Este está interpretado de forma memorable por el ya veterano actor cómico Edgar Kennedy, erigiéndose por derecho propio en lugar de preferencia dentro de la galería de ilustres secundarios manejados por el realizador; ¿recuerdan al vendedor de limonadas de DUCK SOUP (Sopa de ganso, 1933. Leo McCarey)?- y logra calmar con su entusiasmo la iracundia del músico al manifestarle en primer lugar la sincera admiración a su trabajo, conmoviéndole posteriormente al confesarle que el mismo arruinó su vida al descubrir la mismo situación en su mujer. Un fragmento absolutamente deslumbrante por la sinceridad que destila y la perfecta integración de elementos cómicos, la utilización del sonido –el chirriante sonido de la puerta de la oficina- o el sentido humanístico que despliega, claramente definible como una de las set-pieces más admirables del cine del realizador, y que tendrá su continuidad cuando el veterano detective acuda acompañado por el vecino de oficina al concierto con las entrada que este les ha regalado, propiciando en el recinto situaciones francamente divertidas y entrañables.
Si en todo el metraje de UNFAITHFULLY YOURS se hubiera registrado las mismas asombrosas cualidades que en este fragmento, nos encontraríamos con una de las cumbres de la historia de la comedia. En cualquier caso y pese a sus desequilibrios, el film de Preston Sturges merece ser considerado como una propuesta lo suficientemente inteligente –la utilización de las diferentes piezas de música clásica-, venenosa y atractiva como para hacerla destacar en ese océano de mediocridad que en aquellos años inundaría la comedia cinematográfica norteamericana.
Calificación: 3
1 comentario
Xavier Sans Ezquerra -
Ocurre lo mismo con "El pecado de Harold Didlebock", el siguiente film de Sturges con Harold Lloyd, demasiado desencantadas las dos para ser comedias.
Esta "Infielmen6te tuya" no llega a la altura de otras grandes comédias negras del mismo periodo como "Monsieur Verdoux" de Chaplin o "Ocho sentencias de muerte" de Robert Hamer, aunque es muy recomendable también.
Observo puntos en común con "Ensayo de un crimen" 1.955 de Buñuel, que en todo caso se inspiraría en la película que nos ocupa.