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CINEMA DE PERRA GORDA

SPIONE (1928, Fritz Lang)

SPIONE (1928, Fritz Lang)

Pocas películas de su tiempo pueden presumir de un inicio tan deslumbrante como el que brindan los primeros compases de SPIONE (1928, Fritz Lang). Sería ya solo esta una característica que debería permitirle ocupar un lugar muy especial en los últimos compases del cine mudo. A partir de una serie de planos percutantes, vamos introduciéndonos en una serie de crímenes y atentados que despliegan la tensión de un entorno sociopolítico totalmente violentado por la actuación de una organización criminal. Uno de los testigos de estas acciones, pregunta desesperado: ¿Quién es el autor de todo esto? Lang pasa sin solución de continuidad con un agresivo primer plano de Haghi (Rudolph Klein-Rogge), diciendo excitado: “¡Yo!”. Una confesión rotunda que logra implicar al espectador en este fascinante juego visual que durante casi dos horas y media despliega el maestro vienés con absoluto magisterio.

Con una espléndida edición en DVD a partir de la restauración del film realizada por la fundación Friedrich Wilhelm Murnau, SPIONE ha sido devuelta a la actualidad a partir de la conclusión de un complejo proceso comparación y montaje establecido en función de las copias existentes y disponibles en filmotecas y fondos cinematográficos de diversos países. La diversidad de las mismas en función de los países donde se exhibían dichas copias, y la variedad en la calidad de las tomas elegidas y los intertítulos en su momento aplicados, han sido finalmente determinantes para lograr el resultado presentado, que ofrece una duración superior en más de 50 minutos a la habitualmente existente. Con ello han logrado además que personajes y situaciones queden más definidos y perfilados. Nada mejor que un esfuerzo de estas características para hacer justicia a una película generalmente despachada como secundaria dentro del periodo alemán de Lang –y para favorecer esta injusta consideración, mucho me temo ha tenido bastante que ver la escasa difusión de la misma con el paso del tiempo-. Pienso por ello que es precisamente una mirada retrospectiva, la que puede hacernos afirmar –personalmente así lo considero-, que nos encontramos ante una de sus obras mayores en este periodo. Lo cierto es que su contemplación nos permite definirla como una auténtica “antología langiana”, que resume los rasgos más personales que ya entonces  definían a su artífice como un creador cinematográfico de primera fila, mientras que por otro lado anticipa prácticamente todo un género que será muy pronto practicado por otros realizadores de diferentes países.

SPIONE es un prodigio de ritmo, precisión, planificación y montaje. De lograr tras la unión de estos elementos, transmitir al espectador de su época –y en su perdurabilidad también al de nuestros días-, un inmejorable espectáculo. Una función en la que se cuida al máximo el sentido arquitectónico y la personalísima y rigurosa plástica de su puesta en escena, un ritmo ejemplarmente dosificado, una insólita presencia de romanticismo –no demasiado habitual en su obra-, su querencia por ambientaciones y personajes exóticos y, junto a ello, una mirada nada velada ante el peligro y el riesgo de personajes mesiánicos y totalitarios envueltos en la atmósfera del más sofisticado serial. Todo ello quedará marcado en la lucha que de forma cada vez más cerrada se establece entre el maligno Haghi, acaudalado banquero con desmesuradas ínfulas de poder -que controla una red criminal destinada al espionaje y la extorsión-, y el agente 326 (Willy Fritsch), un joven enviado para lograr descubrir y posteriormente derrotar al criminal y toda su organización. Lo que supone una compleja misión policíaca para el segundo –que no es más que el último exponente de una larga lista de agentes liquidados por la hasta entonces anónima agrupación criminal-, adquirirá unos tintes muy especiales y personales cuando entre ambos aparezca Sonya (Gerda Maurus). La joven es una de las esbirras de Haghi y su amante, pero desde la primera vez que se encuentre con joven agente se establecerá una relación con este que provocará las iras del cerebro criminal, quien tomará esta circunstancia como un desafío personal.

Rodada a continuación de la deslumbrante METROPOLIS (1927) –cuyos brillos y singularidades han oscurecido el nivel y la densidad del periodo alemán del realizador., y antes de la menos lograda FRAU IM MOND (Una mujer en la luna, 1929), cabría destacar en SPIONE el discurrir certero y prácticamente sin mácula de su relato. Con la precisión de quien ya tiene en sus manos la inspiración como uno de los grandes directores de su tiempo, Lang ofrece todo un crisol de sensaciones en las que la sospecha, el falso secreto, el verdugo y la víctima se sitúan casi en el mismo plano. Sin coartadas sociológicas plasma admirablemente esa colectividad que parece espiar a quien tiene a su lado, iniciando una constante que le llevará décadas después a plasmar dos terribles reflejos de ello en la sociedad USA postmacarthista –WHILE THE CITY SLEEPS (Mientras Nueva York duerme, 1955) y BEYOND A REASONABLE DOUBT (Mas allá de la duda, 1956)-. Junto a ello, ya advertimos esa presencia del destino, la fatalidad que el mismo proporciona, O el poder de la técnica cara al logro de la información más custodiada. Muchos han señalado que en SPIONE está el más claro referente del posterior cine de James Bond y agentes secretos. Sin embargo, a la hora de establecer referencias, prefiero quedarme con las que legaría a maestros como Alfred Hitchcock o Jacques Tourneur –el tren utilizado como elemento de tensión dramática; la presencia del clown como personaje de tintes casi terroríficos-. Pero ante todo destacaría una amplia galería de momentos magistrales que cabe situar entre lo mejor y más inspirado de su cine. Podríamos en este terreno destacar la aparición de los espíritus de los tres enviados ante embajador japonés –ecos de DER MÜDE TOD (Las tres luces / La muerte cansada, 1921)- y reflejos plásticos también de METROPOLIS-, antes de que este se suicide lleno de remordimiento al haberlos sacrificado inútilmente. En este contexto, no se pueden omitir todos los momentos de pasión entre Sonja y 326; la constante sensación de sentir que para Haghi no hay secreto de estado ni acción criminal que se le resista; el elíptico suicidio del oficial ruso que ha sucumbido a las tretas del cerebro criminal, o la extraordinaria secuencia del atentado en el tren, en la que no se sabe que admirar más, si la caída de esa medalla que Sonja ha regalado a 326 previniéndole que le protegería, o la fuerza expresiva en ese momento en que este emerge tras el accidente del tren, y entre los hierros del vagón, pistola en mano, para intentar salvar a su amada -¿Cuántas películas posteriores se han basado en este plano?-.

SPIONE es un film tan delicioso como delirante, y al menos debería ser considerada como una cumbre del cine en la medida que despliega todo el abanico de posibilidades y elementos de estilo de su artífice. A ello cabría añadir la aplicación de una sorprendente conclusión para la época, y aún para el cine de nuestros días –que en demasiadas ocasiones quiere aplaudir decisiones de guión aparentemente audaces, que en el fondo ya han tenido su aplicación en el cine del pasado; el plano final de esta película sería un exponente perfecto de este enunciado-. Pero sobre todo, debería ser definida como una de las obras maestras que generó la abundante cosecha de uno de los mejores años que jamás ha conocido la historia del cine: 1928.

Calificación: 4’5

1 comentario

Javier G. Pasamón -

Una de las grandes películas sobre espías y claramente precursora de la saga 007 !

Y de acuerdo con el inicio con ese ritmo tan endiablado y esa fuerza visual. Lang era un puñetero genio.

Enhorabuena por tu critica.

Un saludo