Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

WHERE DANGER LIVES (1950, John Farrow) [Donde habita el peligro]

WHERE DANGER LIVES (1950, John Farrow) [Donde habita el peligro]

No hace falta ser muy avezado, para detectar en WHERE DANGER LIVES (1950, John Farrow) esa extraña y casi perfecta cualidad, que a fin de cuentas emerge de su condición de noir ya casi tardío y, sobre todo, la auténtica razón de su misma existencia; una producción diseñada por Howard Hughes, para promocionar a un incierto estrellato a una de sus actrices protegidas: la jovencísima Faith Domerge. Y es que si en la primera de las vertientes, el film de Farrow mantiene una notable eficacia, no cabe duda que la apuesta de Hughes con la protagonista se revela baldía, e incluso resulta uno de los elementos menos consistentes de la función. No obstante, la gran virtud del título que nos ocupa estriba en el logro de una creciente atmósfera de pesadilla, hábilmente introducida en el guión del especialista Charles Bennett, a partir de la agresión que en un momento determinado de la acción sufre su protagonista masculino. Cameron es un galeno de probada eficacia y notable abnegación, dotado de una estabilidad emocional que le proporciona la relación con Julie (Maureen O’Sullivan).

Sin embargo, y esa es una faceta que la película deja entrever de manera sutil, parece como si el profesional no se sienta demasiado conforme con un futuro más o menos estable, más o menos rutinario, que le proporcionan los elementos que le ofrecen en su vida cotidiana. La presencia de esos nocturnos –tan bien delimitados por el mítico operador de fotografía Nicholas Musuraca-, que en otras ocasiones previas ya habían sido marco espléndidamente utilizados por su director en títulos como el bélico COMMANDOS STRIKES AT DAWN (1943) o el posterior y más cercano en su esencia al título que nos ocupa NIGHT HAS A THOUSAND EYES  (Mil ojos tiene la noche, 1948), suponen también en esta ocasión un contexto adecuado para adentrarnos a una supuesta realidad alternativa, en la que la simple presencia de un gato que intenta introducirse en el quicio de una puerta, puede inducirnos a un contexto de amenaza o auténtica ensoñación.

 

El rostro de un magnífico Robert Mitchum, en esta ocasión más inclinado a dotar a su personaje de un carácter vulnerable y tierno en esa pasividad creciente que, de manera física y moral, se adueña de su personalidad, supone el eje sobre el que el espectador se deja seducir por una espiral de pesadilla. Un auténtico torbellino de creciente pulsación malsana, en el que lo que bien pudiera ser una acción cotidiana, adquiere en todo momento una vertiente oscura, siniestra y de inciertos perfiles. Una faceta incluso psicoanalítica, que en la película tiene su manifestación más directa en el comportamiento psicótico de Margo Lannington (Faith Domerge) que, de manera paulatina, va desplegando sus manifestaciones más claras –provocando con ello algunas de las escasas debilidades de la función-, será de alguna manera una pirueta en el destino que se establece en la benévola rutina diaria de Cameron, hasta suponer para él un auténtico hechizo que estará a punto de llevarle a la muerte. Hay que reconocer que en la película resulta de especial interés la fórmula elegida para plantear una variante de la iconográfica femme fatal, logrando con ello integrarla con ese elemento psicoanalítico antes señalado, y logrando además insertar ambas vertientes en una atmósfera absolutamente irrespirable, incorporada en una aparente realidad alternativa, pero que al mismo tiempo nos permite la presencia de una siniestra tipología de personajes secundarios, a través de los cuales se efectúa una mirada nada halagüeña sobre la sociedad norteamericana de la época. Desde el propio esposo de la protagonista –una breve pero impecable intervención de Claude Rains-, el aparentemente honrado vendedor de vehículos, el médico, el sheriff e incluso el vecino accidentado de una pequeña localidad -que solo piensan en sacar rendimiento de un pequeño choque de vehículos-, hasta los pesados oficiantes de un ritual de barbudos –que además en la estupidez de su comportamiento colectivo, pierden la posibilidad de capturar a la perseguida Margo-, no podemos olvidarnos del estraperlista que compra la pulsera de brillantes que posee la protagonista como única posibilidad de ganancia de dinero, pero al mismo tiempo no pierde la ocasión de sustraerles el importe entregado, al aliarse con unos negociantes de baja catadura.

 

Esa sensación de recorrer una sociedad enferma, dominada por una semipenumbra que parece inherente a la nula integridad de sus moradores, aparecen en el film de Farrow como un escenario por momentos fantasmagórico, en el que el elemento positivo de la película –y también su sujeto pasivo-, irá adentrándose de forma progresiva en parajes y situaciones que delimitarán para Cameron una realidad ante la que su concepción más o menos normalizada de la existencia –no olvidemos que ejerce como médico dedicado a la ayuda de sus semejantes- se verá por completo violentada. En esa capacidad para plasmar una dualidad interior, con la exteriorización que supone la incorporación de esa lesión cerebral que se cierne sobre el atribulado protagonista, quizá se brinde el rasgo en última instancia más atractivo de una película que retoma buena parte de las constantes definitorias del cine noir emanado por la R.K.O., tomando como especial referente el ejemplo mayestático de OUT OF THE PAST (Retorno al pasado, 1947. Jacques Tourneur).

 

De todos es sabido que el reivindicable realizador John Farrow retomó como uno de sus rasgos de estilo, la aplicación de largas tomas en un único plano, planteando ejercicios de estilo de rara complejidad. Sin embargo, WHERE DANGER LIVES no se caracteriza en apariencia por apuesta estilística. De todos modos, algunas de sus secuencias sí que apuestan, aunque de manera más menguada, por dicha inclinación, pese a que las mismas tengan en todo momento una decidida justificación narrativa, hecho por el cual estas apenas son detectadas. Es evidente que las intenciones de Farrow se inclinan en esta película –que en el momento de su estreno cosechó un considerable fracaso en la taquilla-, fundamentalmente por la formulación de un contexto social revestido de crueldad, sin por ello desdibujar los matices de la fauna humana que puebla el relato. Es algo que quedará expresado en todo su conjunto, permitiendo incluso en sus instantes finales de tensión, un oportuno matiz de cierta nobleza en Margo. Pero incluso esta circunstancia, que podría aparecer como capitulación o incluso un ardid para proporcionar a Cameron un salvoconducto de comportamiento, está convenientemente matizado por una actitud desafiante para la desequilibrada muchacha, y a la que ni siquiera la pobreza expresiva de la Domergue logra evitar su efectividad, merced a la brillante planificación efectuada por el realizador.

 

En definitiva, WHERE DANGER LIVES emerge como un pequeño clásico, tal y como sucede con no pocos títulos realizados dentro de la misma R.K.O. por nombres como Anthony Mann o Richard Fleischer, en sus primeras experiencias como directores dentro de la división de serie B. Fueron todos ellos, partícipes de un magnífico momento creativo, dando vida junto a otros muchos nombres –en aquellos años más reconocidos- un conjunto de títulos hoy día poco menos que irrepetibles.

 

Calificación: 3

0 comentarios