THE AGE OF CONSENT (1932, Gregory La Cava) Mayoría de edad
¿Quién pudo afirmar que las comedias o dramas de adolescentes universitarios, tuvieron su origen en aquellos inefables productos protagonizados por Sandra Dee en los primeros años sesenta o en los títulos dirigidos por John Hughes o Amy Heckerling en los ochenta y noventa? Por el contrario, dicho subgénero se remonta en sus propuestas incluso a las postrimerías del periodo silente con películas protagonizadas por el hoy olvidado William Haynes, prolongándose en la década de los treinta, en donde se cosecharon éxitos comerciales posteriores como A YANK AT OXFORD (Un yanki en Oxford, 1938. Jack Conway). Entre estos orígenes se encuentra una poco conocida propuesta de Gregory la Cava –THE AGE OF CONSENT (Mayoría de edad, 1932)-, que si bien no logra despegarse de esa rigidez que acompañara bastantes títulos de comienzos del cine sonoro –incluso en realizadores con posterioridad más prestigiados como George Cukor-, no es menos cierto que acierta a superar al superar ese lastre, erigiéndose en una crónica juvenil que asume momentos de gran riqueza cinematográfica y una considerable temperatura emocional. Todo ello en un relato que apenas sobrepasa la hora de duración.
THE AGE OF CONSENT se desarrolla en una universidad norteamericana poblada por jóvenes alumnos con una sensibilidad a flor de piel, todos ellos a las puertas de vivir sus primeras experiencias emocionales y sexuales. Entre ellos se encuentra Michael (Richard Cromwell), un muchacho definido en su integridad y búsqueda de ideales, que se encuentra ligado a Betty (Dorothy Wilson), una joven que pese a corresponderle en ese sentimiento, no logra sentirse ajena al eficaz acoso del simpático, atractivo, mimado y atrevido Duke (Eric Linden). Esta incómoda dualidad no hará más que provocar equívocos y situaciones dolorosas para Michael y Betty, optando el primero por ser guiado y apoyado por su tutor, el profesor de biología, que no verá en él más que un reflejo del ímpetu juvenil que él mismo frenó muchos años atrás, forzándole a no dar el necesario paso adelante con una antigua novia suya que trabaja en la universidad. Estos constantes equívocos entre los jóvenes protagonistas, casi obligarán a Michael a caer bajo las insinuaciones de una atractiva camarera que le invitará a su casa, emborrachándose ambos y siendo descubiertos por el padre de esta. El progenitor denunciará a Michael ante su tutor, conminando al muchacho a que se case con su hija. Con enorme pesar pero un alto grado de responsabilidad, este accederá a la unión, decidiendo comunicarle la noticia a Betty en un ambiente de gran tristeza para ambos. Pero cuando la ceremonia esté a punto de celebrarse, el joven será avisado del accidente que han sufrido Duke y Betty, modificando todos sus planes y llevando a la unión final a los dos enamorados, aún suponiendo para ambos –en especial para él- su renuncia definitiva a cualquier aspiración universitaria.
Aún no sumándome –no es la primera vez que lo afirmo- a esa corriente que valora en la figura de Gregory La Cava uno de los grandes de la comedia norteamericana –otra cosa bien distinta es que en su filmografía cada vez encuentre más muestras de un determinado buen pulso y no pocos logros ocasionales-, no voy a negar que THE AGE OF CONSENT es una película que inspira una considerable simpatía. Lo hace desde su primera secuencia, con ese atrevido montaje de planos de conversaciones de alumnos, y lo logra también por la sinceridad que desprenden sus principales personajes, muy bien interpretados por jóvenes actores de los años treinta –Linden fue elemento habitual en la primitiva RKO, en melodramas filmados por directores como John Cromwell o Henry Hathaway, mientras Richard Cromwell tiene un enrome parecido con el cercano Leonardo DiCaprio. Ese grado de cercanía –que incluso nos permite simpatizar con el en apariencia arrogante Duke-, es lo que nos hace valorar sus diferentes encuentros y desencuentros con una cotidianeidad bastante desusada en el cine de aquellos años. Una cotidianenidad en la que no estará ausente el dolor que proporciona el destino manifestado por un lado en la escena en la que en un jardín y Michael y Betty se separan uno del otro, y de otra parte por el recuerdo que evocan el maduro profesor y sui antigua prometida –ambos por separado-, al reflejar en esos jóvenes amantes aquello que ellos no se atrevieron a acometer, y que otra generación más abierta quizá solventaría dentro de unos códigos marcados por nuevos ejes de comportamiento.
Entremezclando esta crónica sentimental juvenil, se encuentran una serie de momentos que recuerdan el interés de La Cava por dotar de intensidad cinematográfica a su relato, de lo que son exponentes innegables la secuencia que se desarrolla en el restaurante –en la que Michael huye de las mesas en las que compañeros de facultad no hacen más que hablar de sus conquistas amorosas-, o el impactante instante en el que aparece entre la oscuridad el padre de la camarera con la que ha compartido una desastrosa velada. Película no habitual, relato sensible y con personalidad visual definida de manera incipiente, THE AGE OF CONSENT es un título humilde y apreciable, que quizá se encuentre entre lo más fresco legado por La Cava en la parte de su obra filmada en los primeros años treinta.
Calificación: 2’5
3 comentarios
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Te voy a dar la razón de tal ausencia. En realidad este blog es una especie
de diario de lo que voy viendo cada día, y en ella predomina mi preferencia
por ir recuperando -no siempre- títulos poco conocidos. Con los siete años
de anitguedad que ya tiene, cuando lo inicié ya había visto toda la
filmografía de Chaplin, y por eso notarás su autencia, como la obra de otros
tantos grandes clásicos. Pero te diré que lo considero uno de los grandes, y
además su obra me parece de una extraordinaria homogeneidad -con la única
salvedad de UN REY EN NUEVA YORK- que con diferencia, y sin ser una película
desdeñable, me parece la más prescindible de su obra. De entre la misma, y
aunque es muy dificil elegir, quizá me quedara con TIEMPOS MODERNOS, aunque
la secuencia final de LUCES DE LA CIUDAD son palabras mayores, jajaja.
Gracias por leer y apreciar mis siempre torpes comentarios.
Juan Carlos
El 24 de agosto de 2011 08:20, Blogia <
thecinema.2011082101....@email.blogia.net
Francisco G. -
Francisco G. -