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CINEMA DE PERRA GORDA

THE GREAT SIOUX UPRISING (1953, Lloyd Bacon) La carga de los indios Sioux

THE GREAT SIOUX UPRISING (1953, Lloyd Bacon) La carga de los indios Sioux

No cabe duda que Lloyd Bacon (1889 – 1955), fue uno de los numerosos destajistas sin personalidad pero con oficio, que sobrellevó sobre sus espaldas, el cine de género en Hollywood. Artífice de una filmografía que ronda el centenar de largometrajes –con anterioridad, había desarrollado en el periodo silente un amplio rodaje en el terreno del cortometraje, lo cierto es que no encontramos con un profesional eficaz, aunque con tendencia a lo plomizo, que desplegó su filmografía en la practica totalidad de géneros populares, pero siempre al socaire de éxitos precedentes. THE GREAT SIOUX UPRISING (La carga de los indios Sioux, 1953), uno de sus últimos títulos, rodado apenas dos años antes de su muerte, no es una excepción. Al mismo tiempo, puede ubicarse en el cómputo de sus películas dignas de cierta consideración, dentro de esa amplia producción que la Universal brindó al western en la década de los cincuenta, utilizando sus resultados como complementos de programa doble. La película, de poco menos de ochenta minutos de duración, y con el característico Technicolor que el estudio brindaba a este tipo de productos, se adhiere a la corriente “proindia”, que oficialmente se estableció a partir del éxito de BROKEN ARROW (Flecha rota, 1950. Delmer Daves), aunque en realidad podríamos establecer en la bastante más valiosa DEVIL’S DOORWAY (La puerta del diablo, 1950. Anthony Mann). No cabe duda que la presencia de Jeff Chandler en el rol protagonista, es un claro guiño en torno al referente de Daves, trasladado a esta modesta pero estimulante propuesta, que nos plantea aspectos bastante interesantes, por encima de ese mensaje aún ingenuo de convivencia y respeto a la raza india. Y es que, en última instancia, THE GREAT SIOUX UPRISING, aparece como una mirada agridulce en torno a la importancia del desarraigo. Y es un concepto que quedará representado con claridad en su personaje protagonista –Jonathan Westgate (notable composición de Jeff Chandler)-. Se trata de un veterinario que ha decidido de manera provisional aislarse de la Guerra Civil, en donde ha tenido que vivir penosos episodios que lo han dejado traumatizado. Iniciará por ello una búsqueda a sí mismo, que le levará a una pequeña población, en donde con anterioridad hemos comprobado los manejos del turbio Stephen Cook (Lyle Bettger), ligado sentimentalmente a la joven y atrevida Joan Britton (Faith Domergue). Será este, sin duda, un aspecto temático más o menos convencional, pero que nos permitirá la sana pugna que ambos mantendrán como comerciantes de caballos que surtirán a las tropas confederadas, vislumbrándose con rapidez que mientras Joan actúa siempre con rectitud, en Cook se esconden malévolas intenciones, aprovechando el intento de la primera de negociar la compra de ejemplares con los Sioux, para con ello localizar el lugar en las montañas donde estos se encuentran junto a su fiel ayudante, el siniestro Uriah, encargado siempre de ejecutar aquello que la superficie civilizada de su jefe le impide realizar.

A partir de esta doble premisas argumental, el film de Bacon se desarrolla en torno a diversas pequeñas subtramas, en las que se dirime por un lado esa búsqueda de una mirada respetuosa en torno a la convivencia con los indios. La equivalencia incluso de la misma como una variante en torno a esa esclavitud que tan presente se encuentra en torno a la contienda civil que se aprecia de manera latente, representada sobre todo en el drama interior vivido por Westgate. Será alguien que se encontrará en su llegada a la población, con un personaje –Ahab (Peter Whitney)-, con quien iniciará una relación de amistad, a través de un divertido duelo de citas bíblicas. Podría decirse que en THE GREAT SIOUX UPRISING se expresa la importancia de la oposición establecida en esa doble pareja de personajes, a partir de las cuales quizá se manifieste una oposición de ascendencia casi bíblica. Por un lado la positiva que representan Jonathan y Ahab, y de otro la negativa marcada por Stephen y Uriah. Una simétrica estructuración dramática, en medio de la cual aparecerá Joan, quien encontrará en la presencia de dichos contrastes antagónicos, un elemento que permitirá modificar su opción de futuro, descubriendo la auténtica personalidad de alguien con el que se había comprometido, para depositar una esperanza de futuro en ese hombre traumatizado en su interior, quien al finalizar la película decidirá trasladar en su apuesta por el bando unionista, esa seguridad interior que ha logrado asumir en las peligrosas vivencias asumidas.

Es por ello que el film de Bacon estará delimitado en una atractiva sucesión de lances, en los que el suspense y el riesgo estarán presentes. Algo que se trasladará al peligro de levantamiento de las distintas tribus indias, soliviantadas ante las felonías de Cook, que los diferentes componentes entenderán no es más que una prolongación de las constantes humillaciones del hombre blanco. De especial interés resultará también la recuperación de las habilidades de ese veterinario, que en un magnifico episodio se verá obligado en una tensa situación, con peligro de su propia vida, a operar a Cook, quien padece de una dolorosa fisura en una vértebra. Y junto a eso, THE GRAT SIOUX UPRISING aporta un elemento de suspense, insertando ese falso mcguffin que supondrá la importancia que albergará el bisturí que Uriah robará al joven doctor cuando sea atacado, con el que asesinará a uno de los criadores de caballos que pretenden rebelarse a los turbios manejos de su jefe, y que pondrá en peligro a este, al considerar la población –manipulada por algunos esbirros de Stephen- que el veterinario que poco antes les ha guiado para que se unan y reclamen sus derechos como vendedores de caballos, es el culpable del crimen, estando a punto de ser linchado.

¿Una mirada sutil en torno a la influencia macarthysta, tan presente en no pocos exponentes del western? Quizá sea demasiado pedir en un producto de tanta modestia. Sin embargo, no se puede negar en él un innegable sentido del ritmo, algo habitual al conjunto de producciones en el que la película queda inserta, y un cierto intento de delimitación de personajes, que tiene su máxima expresión en la precisión con la que se define ese hombre joven y pese a todo atormentado. Pero junto a ello, podremos disfrutar de algunas estupendas cabalgadas y secuencias de acción, y la sensación casi infalible, de que en aquellos años, era casi imposible mostrar un western que careciera de interés.

Calificación: 2’5

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