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CINEMA DE PERRA GORDA

COMRADE X (1940, King Vidor) Camarada X

COMRADE X (1940, King Vidor) Camarada X

Eternamente calificada, como uno de los lunares en la filmografía de King Vidor, hasta el punto que por lo general queda oscurecida al analizar su obra, COMRADE X (Camarada X, 1940), aparece con probabilidad como consecuencia del éxito del NINOTCHKA (Idem, 1939) de Lubitsch. Sin embargo, no solo aparece inferior a dicho referente, sino que fundamentalmente, se expone como una muy extraña comedia, brindando en metraje planteamientos y texturas contrapuestas dentro del género, coincidiendo con un periodo, en el que Metro Goldwyn Mayer dejaba paso, dentro de la aparente convencionalidad de su producción, títulos o variaciones inclasificables, que a varias décadas vista, revelan hoy día su vigencia. Me estoy refiriendo a obras como ESCAPE (1940, Mervyn LeRoy), IDIOT’S DELIGHT (1939, Clarence Brown), o el delirante STRANGE CARGO (1940) de Frank Borzage. Curiosamente, hablamos de películas que jamás se estrenaron en nuestro país, dirigidas por hombres muy ligados al estudio, protagonizadas por sus estrellas más populares, y que en conjunto aparecen como insólitas variaciones en torno a algunos de los géneros más populares del momento –comedia, suspense, fantastique-. Es un contexto en el que entra esta obra de Vidor que, bajo una mirada disolvente en torno los modos y costumbres del comunismo soviético, no deja de aportar rasgos intrínsecamente ligados al mundo temático del cineasta, inserto en una comedia de aparente corto alcance y sorprendentes giros.

Nos encontramos en la Rusia estalinista, donde el control de la prensa lo asume el iracundo Vasiliev (Oscar Homolka). Este comentará a todos los corresponsales occidentales presentes para cubrir la actualidad, la existencia de alguien a quien denominará “Camarada X”, que cree es uno de ellos, dedicándose a enviar crónicas que ponen en mal lugar el régimen soviético. Muy pronto comprobaremos los métodos expeditivos del régimen, que se ha quitado de encima al antecesor de Vasiliev, por medio de una de sus habituales purgas, anunciando que murió en un accidente de tráfico. Al mismo tiempo, nos iremos familiarizando con el entorno periodístico allí presente –una de las facetas mejor cuidadas de sus primeros minutos-, hasta descubrir la identidad del buscado periodista, que no será otro que el norteamericano McKinley B. Thompson (Clark Gable), conocido por todos por ser un irresponsable bon vivant y un bebedor. Conoceremos su vertiente oculta, en una secuencia magnífica –digna del mejor Hitchcock-, que durante décadas se me ha quedado grabada. En la ceremonia fúnebre del antecesor de Vasiliev, este pronunciará unas palabras de recuerdo, mientras discurre la comitiva de otro entierro, en apariencia protagonizada por componentes de la iglesia ortodoxa. Del ataúd aparecerá, inesperadamente, una mano portando la pistola de Michael Bastakoff (Vladimir Sokoloff), para protagonizar antes de la huída de todos ellos, un atentado contra el comisario soviético, que solo accidentará su mano.

Será este el inicio del conflicto, puesto que cuando Thompson revele la imagen tomada y envíe la crónica, su fiel servidor, el atontado Vanya (Felix Bressart), conocedor de su identidad oculta, le forzará a abandonar Rusia junto a su hija –Theodore (Heddy Lamarr)-, dado que se trata de una comunista auténtica, algo que en una situación cmo esta, le llevaría incluso a temer por su vida dentro del régimen ruso. Sin tener opción alguna a zafarse del encargo, el americano conocerá a la fría hija de Vanya, viviendo una serie de azarosas situaciones, en las que incluso estarán a punto de ser ejecutados, junto con el padre de esta, mientras que en apenas horas se va fraguando una sincera relación entre la imposible pareja, poco después de que se hayan casado por conveniencia, y ante la decepción de Theodore, al comprobar como su antíguo maestro, Bastakoff, en realidad es otro corrupto más del régimen, aunque demuestre una considerable lucidez, a la hora de alcanzar los resortes del poder.

COMRADE X bebe, como señalaba al inicio de estas líneas, de diferentes resortes de la comedia. El elemento Screewall se encuentra presente en ese tercio inicial, en donde la descripción de las miserias periodísticas asume un alcance disolvente. No olvidemos a este respecto, la presencia como guionistas de Ben Hetch y Charles Lederer, cuya personalidad se percibe no poco al describir característicos tan divertidos como ese remilgado periodista alemán encarnado por Sig Ruman, o la avezada reportera americana que interpreta Eve Arden. Vidor se deja llevar por una escenografía como la del hotel, donde Gable tendrá que compartir su habitación con el alemán, en medio de situaciones divertidas, confusiones con el encargado del hotel, o el desplome de la puerta de la misma. Y ya en esos momentos, podremos comprobar como nuestro protagonista es, en esencia, otro más de los muchos individualistas que pueblan la obra del realizador. Capaz por ello de sortear con suficiente distancia un entorno autoritario y opresivo, que de alguna manera quedará puesto en entredicho cuando conozca a Theodore. Ello se manifestará en una bellísima secuencia romántica, descrita con un largo plano medio sostenido, donde Vidor echará el resto con la pareja central de la película, demostrando una vez más su destreza para expresar en la pantalla la esencia del amor.

A lo largo de COMRADE X hay una alternancia tonal, que sucederá pasajes decididamente escorados a la comedia, con otros en los que la contundencia dramática llega a aparecer incómoda, como es el episodio en el que nuestros tres protagonistas se encuentran encerrados, al igual que el resto de seguidores de Bastakoff, procediéndose a la ejecución –en off y mediante elipsis de casi todos ellos-, hasta que Thompson descubra que este ha asumido el mando del poder –como era de esperar, un “casual” accidente de tráfico, terminó con Vasiliev-. Esa mezcolanza de comedia de enredo, toques románticos y drama épico, alcanzará en el film de Vidor una sorprendente conclusión, ese impagable episodio final, donde Thompson, Theodore y Vanya huirán en un tanque, siendo perseguidos por una autentica flota de vehículos soviéticos, creyendo ellos que los siguen, aunque en realidad continúan el sendero por ellos abierto, ya que ocupan el vehículo del mando militar, a quien mantienen secuestrado. Un delirante pasaje, que es nonsense puro, solo por cuya presencia, esta comedia debería recibir un reconocimiento más generoso del alcanzado hasta el momento.

Calificación: 3

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