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CINEMA DE PERRA GORDA

THE HAPPY TIME (1952, Richard Fleischer)

THE HAPPY TIME (1952, Richard Fleischer)

Tras un amplio periodo de experimentación, filmando casi sin descanso producciones de complemento de programa doble en el seno de la RKO, y mostrando de manera especial su apego hacia el thriller, el norteamericano Richard Fleischer finalizaba su contrato con dicho estudio, siendo adoptado por el productor -y posterior realizador- Stanley Kramer, de quien Fleischer solo tuvo con posterioridad más que palabras de elogio, lamentando no haber coincidido con él en un mayor número de ocasiones. Ya había probado armas con él como productor, en SO THIS IS NEW YORK (1948), una comedia que sigue siendo uno de los títulos más ignotos de la filmografía del director de BARRABAS (Barrabás, 1961). Por ello, resulta hasta cierto punto lógico que el reencuentro con los modos de producción de Kramer -en este caso, al amparo de la Columbia-, fuera las segunda y última comedia del cineasta, y al mismo tiempo otro de los exponentes apenas contemplados de la obra de Fleischer.

THE HAPPY TIME (1952) aparece, pues, casi como una rareza. Se trata de una adaptación a la gran pantalla de la obra teatral de Samuel Taylor, a partir de la novela de Robert Fontaine, trasladada en imágenes con guion de Earl Fenton, habitual colaborador del director. Su sencilla base argumental, se centra en una serie de andanzas ligadas al conjunto de la familia Bonnard, de ascendencia francesa, emigrantes a la ciudad canadiense de Ottawa, en la década de los años veinte del pasado siglo. En realidad, el epicentro del relato, girará en torno al paso a la adolescencia del pequeño Bibi (Bobby Driscoll), en cuyo alrededor, la película plasmará su casi invisible acceso a la adolescencia. Bibi es el hijo de Jacques Bonnard (maravilloso Charles Boyer), casado con Susan (Marsha Hunt), y que tiene como hermanos al bebedor Louis (Kurt Kasznar), y al sempiterno conquistador Desmond (Louis Jourdan). En el entorno familiar, se producirá una pequeña convulsión, cuando se sume como sirvienta la joven y hermosa Mignonette (Linda Christian), soliviantando tanto a Bibi, como a Desmond, en su inesperado retorno al hogar. Al mismo tiempo, el adolescente sufrirá los ataques de una joven vecina que se encuentra atraída por él, y su tío Louis, se verá enfrascado en una incómoda situación, al quebrar con su falta de tacto, el compromiso que se ha establecido entre un extraño empleado de banca, y su muy poco agraciada hija.

De entrada, cabe señalar que THE HAPPY TIME es una película muy agradable. Envuelta desde el primer momento por esa aura cuasi musical, que le proporciona el delicioso tema compuesto por un inesperado Dimitri Tiomkin, nos trasladamos ante esos títulos de crédito, en los que el patriarca de los Bonnard -encarnado por Marcel Dalio-, portando en sus manos un canario que va a regalar a su nieto, mientras se nos presenta ese contexto amable, de las calles de Ottawa. Será el preámbulo de un relato liviano y descriptivo, de costuras tan amables como escasamente atrayentes, en donde se establece una doble dirección. Por un lado, la mirada en torno a la llegada de la adolescencia del joven Bibi, y de otro, la descripción de la vida habitual de una familia francesa, envuelta un determinado grado de locura, y una permanente joie de vivre. Es por ello, que el conjunto del film de Flesicher transmite, en sus mejores momentos, esa sensación de placidez, de disfrute de la existencia, en el seno de un microcosmos, descrita con una inusual sensación de tolerancia. Aunque es cierto que la mayor parte de los primeros títulos del realizador, carecieron en su momento de estreno comercial en nuestro país, es bastante probable que esa relativa franqueza, a la hora de describir la llegada de la sexualidad en torno a su joven protagonista, le impidiera el estreno en nuestras pantallas.

En cualquier caso, hay algo que impide a THE HAPPY TIME, ser esa película armoniosa, que consigue en sus mejores instantes. El propio Fleischer confesaba que en esta ocasión, había tenido la oportunidad de ensayar previamente con sus actores, y es algo que se percibe, para bien, en las secuencias donde la coralidad de los Bonnard, tiene lugar en el interior de su vivienda. El director sabe combinar tanto la utilización de dichos interiores de manera dinámica, como la disposición de sus personajes en el encuadre -la secuencia en la que el abuelo recibe la visita del doctor, la visita de los Bonnard al director de la escuela, que ha castigado injustamente a Bibi-. No obstante, la película elevará el vuelo, y adquirirá ocasionalmente una cierta emotividad, en esas secuencias intimistas. Esos instantes confesionales entre un magnífico Boyer y su desconcertado hijo. En la mirada absorta de este, cuando Mignonette le da un beso. En la hilaridad que proporciona la secuencia previa de la actuación del mago, en la que su hasta entonces colaboradora, se revelará en contra de la lascivia del ilusionista, en plena demostración al público. En el momento en que Bibi besa furtivamente, en la oscuridad, a Mignonette, de la cual se encuentra fascinado. O en la sorprendente capacidad para los modos de comedia, que expresa el siempre elegante Louis Jourdan.

Sucede, sin embargo, que en la película falta equilibrio. La subtrama de Louis y su desgarbada familia, resulta poco atractiva. En no pocos momentos, se tiene la sensación que Fleischer es incapaz de sublimar una base argumental muy leve y, en definitiva, se produce una alteración en el tono de su metraje, entre esas secuencias corales, afectivas pero más superficiales, y escoradas a la comedia, confrontada con esos momentos intimistas, en los que se encuentra la verdadera entraña del relato. Dejemos constancia, al mismo tiempo, de una circunstancia que alberga no poco peso, para mal. Me refiero a la incapacidad del director, para sortear la molesta tendencia de gestos y mohines, de un molestísimo Bobby Driscoll, a quien se sirve sin freno alguno.

Calificación: 2’5

1 comentario

JORGE TREJO RAYON -

película de gratos recuerdos para mí, la vi en su tiempo de estreno y sólo quedaron en mi mente la apostura y elegancia de boyer y de jourdan además de la belleza de linda Christian, para nada me acordaba de Bobby driscol