DANGEROUS PARADISE (1930, William A. Wellman) Paraíso peligroso
Para cualquier aficionado conocedor de la obra de Wellman, contemplar DANGEROUS PARADISE (Paraíso peligroso, 1930) brinda un elemento perfectamente reconocible en su cine; la brillantez del cineasta a la hora de plasmar atmósferas turbulentas, algo que se extendería de manera muy especial en la producción realizada en la Warner durante el periodo precode, aunque esta sería su última película rodada en el seno de Paramount. Sin embargo, esta libre adaptación de ‘Victory’ de Joseph Conrad, ya ofrece una de las primeras muestras de Wellman por plasmar con enorme garra esos universos cerrados y turbios, que por otra parte ya se encontraban presentes en determinadas propuestas realizadas en las postrimerías del periodo silente -SADLE THOMPSON (La frágil voluntad, 1928. Raoul Walsh)-. La película de Wellman, ambientada en Surabaya, en los Mares del Sur inicia su metraje en el entorno de un oscuro hotel que dirige el muy poco recomendable Schomberg (Warner Oland). En el salón del recinto actúa una orquesta de señoritas que dirige la esposa del aún más repulsivo Zangiacomo (Clarence Wilson), en la que ejerce como violinista y cantante la joven Alma (Nancy Carroll). Un entorno sórdido en el que contrastará la atildada presencia del joven Heyst (Richard Arlen, en su quinta y última colaboración con el director), vestido por completo de blanco, describiendo su escepticismo vital, pero siendo el único que muestra amabilidad por la muchacha. Se establecerá entre ellos una cierta chispa, y esa misma noche la muchacha será sometida a sendos intentos de abuso por parte los dos responsables antes citados. Ambos se verán implicados en sendas dramáticas situaciones a partir de su lucha por propasarse con Alma, huyendo esta como polizón en el bote que conduce Heyst y desplazándose a la isla en la que vive habitualmente, expresando su desapego vital. Mientras tanto, al viejo hotel han llegado otros tres individuos poco recomendables, encabezados por el oscuro Jones (Gustav von Seyffertitz), y al que acompañan el psicópata Ricardo (Francis McDonald) y el brutal Pedro (George Kotsonaros). Antes de matar a Schomberg, este les mentirá al decirles que Heyst posee oro, por lo que los tres desalmados viajarán a su isla con las poco claras intenciones de liquidarlo y apropiarse del botín. Sin embargo, no contarán con la inapreciable ayuda del criado oriental del joven, quien logrará revertir una muy peligrosa situación, normalizando finalmente una nueva mirada ante el mundo en la que la presencia de Alma se revelará fundamental.
Delimitada con la habitual concisión -apenas una hora de duración- que albergó el cine del autor de WINGS (Alas, 1927) en aquellos primeros años treinta, DANGEROUS PARADISE destaca por esa oscura atmósfera, apenas contrastada con esas secuencias de exteriores que parecen abrir al espectador la posibilidad de una nueva vida para la joven pareja protagonista. En realidad, el film de Wellman se desarrolla en dos marcos. Una primera mitad planteada en el poco recomendable establecimiento que regenta Schomberg, y una parte final que tendrá como marco la sencilla vivienda de Heyst, ubicada en su isla. Puede decirse que será esa parte inicial, en la que Wellman desplegará su gusto por las atmósferas tortuosas, aventurando la muy cercana SAFE ON HELL (1931). Desde el primer momento, a través de ese largo plano secuencia que desarrollará en el salón del hotel mientras actúa la orquesta de señoritas, el realizador apostará por un notable dinamismo con la cámara, y rompiendo con el estatismo de las primitivas talkies. El ya avezado hombre de cine acierta al describir la mezquina galería de personajes -no olvidemos a las odiosas esposas de Schomberg y Zangiacomo- englobando un deplorable cuadro de personajes, en el que ni siquiera la aparente dignidad de Heyst podrá sobreponer su antipatía. En realidad, apenas la inocente Alma, de la que Nancy Carroll brinda una performance llena de frescura, aparece como único asidero de inocencia -la película aparece como un exponente al servicio de la actriz-. Wellman se mueve como pez en el agua a la hora de plasmar la podredumbre existente en aquel contexto, centrada de manera fundamental en la lucha entre los dos mezquinos personajes masculinos peleados a la hora de buscar los favores de la muchacha. Esa turbulenta competitividad brindará la demostración de la singularidad que ponía en práctica a la hora de narrar en off sus secuencias más violentas. En esta ocasión, tendrá dos momentos magníficos a la hora de expresar la muerte de Zangiacomo, en plena pelea con Schomberg en su pugna por los favores de Alma. El cineasta dejará la cámara en una vela que se ha desprendido del candelabro que el primero ha lanzado para defenderse, mientras que un fundido en negro servirá para describir la muerte del primero al caerse de unas escaleras. Más adelante, será el propietario del hotel quien sea asesinado por los esbirros de Jones, una vez este les ha revelado la falsedad del oro de Heyst, dejando que el crimen se describa de nuevo en el over narrativo.
Tras esta mitad en líneas generales bien estructurada, DANGEROUS PARADISE respirará en sus secuencias de exteriores, a modo de reflexión en la imposibilidad inicial de renacer en sus vidas por parte de los jóvenes protagonistas. De tal forma, ejercerá como catarsis la llegada de los tres peligrosos villanos a casa de Heyst, donde Wellman articulará una vez más su diestro manejo de los episodios violentos. En esta ocasión los plasmará de manera directa y con una considerable brutalidad, hasta el punto de mostrar la vulnerabilidad de Heyst, que hasta entonces ha parecido un hombre casi imperturbable. La película concluirá con una llamada a la esperanza, sin olvidar la presencia de las tumbas de los dos villanos liquidados, que se quedarán muy cerca de la vivienda del protagonista masculino. Sin ser un relato criminal en última instancia -en buena medida aparece como uno más de esos dramas turbulentos, que con tanta frecuencia pergreñó Wellman a partir de estos años- lo cierto es que, pese a su simplicidad, o quizá gracias a ella, DANGEROUS PARADISE aparece como una agradable pero modesta producción, en la que se aprecia con facilidad el nervio y la garra de su cine.
Calificación: 2’5
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