'Cinema de Perra Gorda' cumple XV años.
EL ANFITRIÓN...
LA PANTALLA Y LA MEMORIA
Juan Carlos Vizcaíno (Alicante)
A la memoria de José María Latorre; maestro, referente y amigo
Aconsejado por mi gran amigo virtual Darío Lavia, el 6 de septiembre de 2004 iniciaba, totalmente desorientado, y sin tener las ideas claras, el blog que ahora consultáis -con un título elegido, de claras resonancias brechtianas-, y que hoy celebra sus 15 años de historia. Aquello que decidí implantar -como supongo tantos espacios virtuales, en su momento tan de moda-, obedecía a algo, que siempre me ha atormentado. Esa selectividad que la mente proporciona de todo cuanto hacemos o vivimos y que, en la afición cinematográfica, se traslada a un hecho incontrovertible; nuestra memoria es muy selectiva, y buena parte de cuantas películas contemplamos, las olvidamos por completo.
Revelándome contra ello, al tiempo que intentando proponer algunas sugerencias, sobre buena parte de lo que iba visionando, surgió una modesta ventana, que jamás podía llegar a pensar, iba a alcanzar ni esta magnitud ni, sobre todo, se iba a prolongar tanto en el tiempo. En medio de un formato que reconozco, aparece hoy un tanto caduco, y a partir de una estructura de desarmante simplicidad, poco a poco, semana a semana, se han ido acumulando las reseñas, de cerca de 2.400 películas de todos los tiempos. Es decir, material suficiente para llenar una enciclopedia de 25 a 30 volúmenes. Pero, por encima de todo ello, el paso de los años, ha servido para que todos aquellos que han ido siguiendo la incorporación de sus contenidos, hayan compartido conmigo el progresivo y desordenado descubrimiento de títulos, e incluso la otra de determinados realizadores, quizá en muchas ocasiones orillados de los grandes halagos.
Y es que cuando inicio esta aventura casera, uno había visto buena parte de los títulos más o menos considerados como clásicos. De ahí, su ausencia en este espacio virtual. Y de ahí también, la curiosidad que, con el paso del tiempo, me ha permitido ir escarbando en decenas y decenas de películas, a las que en su momento se les dejó de lado y que, en no pocas ocasiones, se han revelado tan o más valiosas, que las comúnmente establecidas y reconocidas.
Esa ha sido, sin buscarlo de antemano, la gran lección que me ha permitido exteriorizar este blog. La de reconocer que hay otra historia. Otros matices. Otras películas, e incluso otros profesionales que, por las circunstancias que fueran -en muchas ocasiones meramente arbitrarias-, quedaron desplazados en las cunetas del celuloide. Es algo que, de menara inicialmente involuntaria, se convirtió en una de las premisas de Cinema de perra gorda. Quince años después, esta circunstancia ha permitido que un gran número de producciones insertas entre sus contenidos, solo han recibido atención y análisis en lengua castellana en este espacio.
Es un pequeño motivo de orgullo, como lo es, con el paso del tiempo, haber logrado un buen número de amigos, amantes todos del cine del ayer. Y como lo es también, el hecho de que, a partir de estos contenidos, haya sido invitado a participar en otros espacios y plataformas. Desde las presentaciones de películas, en los ciclos convocados por la Universidad de Alicante, hasta las colaboraciones en las publicaciones colectivas, promovidas por la editorial Notorious. Sin embargo, no puedo dejar de destacar el orgullo que supone para mi formar parte, desde septiembre de 2011, de la revista Dirigido por…, de la que fui lector desde 1982, cuando apenas contaba con 16 años de edad.
Y con motivo de este cumpleaños, me atreví a solicitar la participación de cerca de medio centenar de amigos, críticos, cineastas, profesores, periodistas, aficionados… Todos ellos, unidos por la común pasión por el cine, y que abrumadoramente respondieron, en ocasiones, con un extraño sentimiento de gratitud, en torno a lo que les había proporcionado el descubrimiento de este blog, y su posterior seguimiento del mismo. Sus impresiones, variadas e incluso emocionantes en algunos casos, me señalan algo que de entrada nunca intuí; que Cinema de perra gorda ha servido de algo, y que no he perdido el tiempo en este larguísimo espacio de tiempo.
En ocasiones, y por encontrar una metáfora cinematográfica, leyendo estos comentarios, tan llenos de amistad, me he llegado a sentir como esa abnegada sirviente de Lana Turner en Imitation of Life (Imitación a la vida, 1959. Douglas Sirk) que, tras su muerte, se descubría mantenía incontables amigos en la ciudad, hasta entonces anónimos, asistiendo todos ellos a un fastuoso y multitudinario funeral. Por fortuna, en este caso, sigo vivo y lleno de fuerza, y este aniversario, no solo me permite una parada en el camino para mirar atrás, si no el compromiso de mantener la vida de este blog, durante muchos, muchos, años más.
Gracias a todos cuantos han dedicado un rato en plasmar este collage de testimonios. A todos los seguidores de Cinema de perra gorda, por dar sentido al mismo. Al Séptimo Arte, por existir, y seguir trasladando a la pantalla, la plasmación de nuestros sueños, anhelos y frustraciones.
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Y LOS COLABORADORES...
DESDE BARCELONA
Tonio L. Alarcón (Barcelona)
Uno de los grandes privilegios de llevar casi década y media escribiendo en Dirigido Por –cuando lo pienso me da un poco de mareo, la verdad– es haber presenciado la entrada a la revista de compañeros que se han convertido en imprescindibles, como es el caso de Juan Carlos. Todavía recuerdo cuando en la redacción se hablaba con admiración de este blog que ahora cumple, precisamente, década y media (¿casualidad?), por el interés de su autor hacia las joyas más difíciles de encontrar de ese cine clásico que siempre ha sido la marca de fábrica de Dirigido Por. Era cuestión de pura lógica que se le ofreciera a Juan Carlos, tan admirador de José María Latorre –¡y quién no!–, que colaborara con nosotros. Y si se consolidó con rapidez dentro de nuestra estructura de colaboradores no es sólo porque es un gran profesional, comprometido y entusiasta frente a cualquier encargo, sino porque además –y lo que es mucho, pero mucho más importante–, en lo personal, ha demostrado ser siempre alguien afable, asequible, sin dobleces… Un tipo estupendo, vamos. Algo que, creedme, no es tan fácil de encontrar en este sector como debería.
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15 AÑOS DE CINEMA DE PERRA GORDA, GRACIAS POR EXISTIR
Jon Alonso (Valencia)
Uno va viendo pasar el devenir de los años y se da cuenta, que el tiempo nos pone a cada uno en su sitio. Éramos cuatro entusiastas, de eso que algunos pioneros de las telecomunicaciones, denominaron la aldea global. Es decir la red de redes. Hace 15 años, algunos sitios, se presentaban como páginas web muy frágiles y primitas. No por ello, repletas de un encanto personal invisible a día de hoy, Sin embargo, todo ese espacio de opinión de aficionados, profesionales y empresarios ha seguido creciendo y realizando su trabajo desde aquellos años finales de los 90. Actualmente, pocos lugares tan exquisitos y labrados de una imaginería tan precisa, han llegado a una etapa, donde esa inversión de trabajo por puro placer, se presta a ser un vademécum del cine contemporáneo internacional, en lengua española. Lo de internacional, porque cualquier persona del mundo, en este instante puede estar pinchando, una de las miles de reseñas cinematográficas de CDPG. Es un gran honor y toda una suerte poder decirle al creador —de esa bendita web— ,el apasionado, Juan Carlos Vizcaíno; gracias por existir, querido amigo. Por haber seguido adelante con tu proyecto webesférico; Cinema de perra gorda. Un lugar donde soñar, aprender y saber encontrar en su interior, mucho de eso que adoramos: la esencia del séptimo arte. Cine en estado puro. Aquí se concentran unas 2.500 reseñas de películas de todo tipo de géneros. Desde las divinas silent films, pasando por el sonoro, y todas aquellos films de la screwball comedy de los años 30. Comedias que representan un hallazgo metafórico, realmente genial, para una audiencia que trata de superar la ausencia de espacios culturales con pedigrí. Crónicas del desencanto social o la devoción por el cine de gangsters de la misma época, pasando por el Noir film francés, al Cine Negro norteamericano. Así como, ese cine clásico Made in USA. Arte de la época dorada de los estudios de Hollywood. Algo que también caracteriza a esta web es la exquisita y escrupulosa selección de directores de culto. Desde los intocables a enormes cineastas al servicio de estudios de la serie B. La lista de maestros que gozan de una gran silla en CDPG es muy amplia: Alexander Korda, Alfred Hitchcock, Charles Chaplin, Charles Brabin, F.W. Murnau, Tod Browning, Billy Wilder, Ben Hetch Georg Wilhelm Pabst, Eisenstein, D.W. Griffith, Delmer Daves, Carl Theodor Dreyer, Cecil B. DeMille, Carol Reed, David Lean, Douglas Sirk, Erich von Stroheim, Ernst Lubitsch, King Vidor William A. Wellman, Frank Capra, Frank Borzage, Fritz Lang, Gregory LaCava, Howard Hawks, Jack Clayton, Jean Negulesco, Joseph Losey, John Ford, John Huston, Guy Hamilton, John Cromwell, John Schlesinger, Leo McCarey, Lewis Milestone, Lloyd Bacon, M. LeRoy, Mitchell Leisen, Michael Curtiz, Raoul Walsh, Nicholas Ray, Rouben Mamoulian, Robert Siodmak, Rowland Brown,, William Keighley, William Dieterle, Preston Sturges, Ray Enright, Sam Peckinpah, William Powell, Otto Preminger, Terence Fisher, o William Wyler. A ello añadan otra buena lista de franceses e italianos, y los patrios de este país o lo que parece quedar de él. En definitiva, 15 años, de un lugar, —y reitero, la coletilla— que a día de hoy es una referente cinematográfico, en español, y de obligada visita para todo aquel que quiera saber algo del principio del cine mudo, de ese director británico tan bizarro que pudiera localizar, o esa película, que vi en una filmoteca y no recuerdo el título de un tal William Dieterle. Tan cerca, como la sonrisa y el alma festera de Juan Carlos Vizcaíno: cinéfilo, crítico, escritor y amigo de sus amigos-as. Soy un tipo con suerte, no todo el mundo tiene un amigo en Alicante—que de adolescente vivió en la capital del Turia— y compartió aquellos cines de reestreno con programas dobles y triples, con tan buen corazón. Divina suerte, de todos los que podemos decir que lo conocemos. Luego, es un gran día para la cultura, para la webesfera y todos los amantes del cine.
Cinema de Perra Gorda, posiblemente, es una de las mejores cosas que le ha pasado a la vida, en pleno éxtasis de inteligencia artificial y nuevas propuestas tecnológicas. Bien, vale, apostillar, una de mis frases favoritas: si no existiera Cinema de Perra Gorda habría que haberlo inventado. Pero eso es otro cantar, que el único que lo sabe es JCV. Ahora sólo queda desearle suerte al bueno de Juan Carlos Vizcaíno, en todo lo que se proponga, y como nacimos el mismo año: el 66. Somos una generación auténtica, dicho por muchos críticos una excelente añada. Y estoy convencido, de las muchas cosas, que seguiremos leyendo de tan excelsa pluma cinéfila. ¡Cómo dicen los taurinos, va por Ud. Maestro!
“Para mí, el cine es vicio. Lo amo íntimamente. Siempre he creído que es el arte de nuestro siglo.” (Fritz Lang)
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TARDE DE DOMINGO
Omar Amador (Miami - Estados Unidos)
Sólo si viviera yo en una película de David Lynch hubiese podido imaginar que los foguerers alicantinos iban a estar implicados de alguna manera en mi reciente nostalgia de tantas viejas películas de la Warner Brothers y otros muchos estudios internacionales que veía de niño en “Cine del Hogar”, las tardes de domingo, devorando el almuerzo frente a nuestro Zenith de 17 pulgadas… y luego, en mi adolescencia, ya cerrando la programación de la noche.
Pero eso es lo que sucede casi invariablemente desde que conozco las joyas, a veces enterradas sin los honores merecidos, que en Cinema de Perra Gorda rescata Juan Carlos Vizcaíno — el amigo en cuyos sueños arden seguramente figuras monumentales de Bogart, Garbo, Monroe, Pepe Isbert o la Lollo, en gloriosas cremás que él mismo ha iniciado, como homenaje máximo a sus dos pasiones: el cine y las fogueres.
Si bien no puedo asegurar los sueños ajenos, sí afirmo que Cinema de Perra Gorda me ha conducido muchas veces a la nostalgia de esos mis primeros años de cine en la pantallita del televisor de mi casa o en las tandas del cine del barrio donde (por los 25 centavos que eran la “perra gorda” de la Cuba de mi infancia) podía disfrutar de un noticiero, tres “muñequitos”, al menos tres “avances”, una película de relleno y un estreno. Americanas, mexicanas, españolas, argentinas, francesas, y hasta los raros encuentros con títulos inquietantes y “prohibidos para menores de 12 años”, como la sueca “Las hijas del mercader de caballos” o la japonesa “El tercer sexo”, que un taquillero que se hacía de la vista gorda me dejaba ver…
Venían de todas partes a encender nuestros pequeños mundos aquellos primeros cuentos maravillosos, casi siempre en blanco y negro, que ahora, al cabo de tantos años, encuentran su justo aprecio en la labor disciplinada, paciente, enciclopédica, sin favoritismos, incisiva y detallada de Juan Carlos Vizcaíno al presentarnos tantos títulos, olvidados o no, de primera o de cuarta, superproducido o hecho en el “poverty row”. Sus entregas no tienen sustituto en esta actualidad donde el comentario cinematográfico evidencia una enorme pobreza de conocimiento y adolece de la injusticia del gusto personal, la fascinación por el oropel estelar o la necesidad de “estar en onda” con lo que dicen los medios más influyentes.
En cine —y seguramente también en lo que respecta a los fogueres— a Juan Carlos “no hay quien le haga cuentos”, para decirlo a la cubana. Y esto yo, y mi nostalgia, se lo agradecemos con cada excelentemente escrita reseña de Cinema de Perra Gorda. Felicidades en sus primeros quince… ¡y que sigan llegando!
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DESCUBRIENDO
Enrique Aragonés (Barcelona)
Hace 10 años navegando por la red tropecé con un blog de cine cuyo título me llamó la atención, «Cinema de perra gorda», que estaba dedicado al cine clásico. Nada más empezar a leerlo me di cuenta de lo certeras, amenas e interesantes que eran sus críticas y comentarios. Pensé que su autor podía engrosar la lista de críticos de nuestra revista. Se lo comenté a nuestro coordinador José María Latorre (hoy fallecido) y los dos estuvimos de acuerdo en que colaborara con nosotros. Desde entonces estamos encantados de tenerlo en nuestras filas. Un colaborador que ha hecho y hace un blog que se ha convertido en referencia de los amantes del cine de autor.
Hoy le felicito por el 15 aniversario de su creación y espero que esté con nosotros muchos años más.
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MUCHO MÁS QUE UNA PERRA GORDA
Víctor Arribas (Madrid)
Entrar al cine a ver una película costaba hace muchas décadas un nickel en Estados Unidos o una perra gorda en España. Diez céntimos de peseta. Juan Carlos Vizcaíno hizo bien hace quince años al elegir Cinema de Perra Gorda como la marca de su blog, porque supo combinar en una sola frase aquellos tiempos en las salas americanas y españolas en las que las pantallas se llenaban de sueños sin ordenador. Quien se acercara por ese pequeño sendero de Internet con intereses cinéfilos, vería resumido en u solo claim lo que en él se podría encontrar: pasión por las películas clásicas, meticulosidad en el análisis, enciclopedismo en el tratamiento del caudal ingente de producción que la cinematografía mundial ha dado en el siglo largo de vida que ya tiene.
Nació hace quince años, al contrario de la película de Rafael Gil. Lo conocí no mucho tiempo después, en la eterna tarea de buscar documentación y opiniones sobre films de la época dorada, algo que ya va brillando por su ausencia en la red. Era 2007 y presentaba un programa en la radio, en Onda Madrid, que llamamos Flashback por la intención manifiesta de hablar de cine antiguo, de vibrar en las ondas con la huella del recuerdo (unos meses más tarde, una ejecutiva agresiva con intención de destruir todo lo que oliera a cultura en la radio se cargó el programa; hoy han pasado once años y casi se lo agradezco a la valiente directiva, que creo se dedica ahora a gestionar cosas de la salud). El contacto fue fácil a través del blog que ya tenía cientos de entradas referenciales con títulos muy conocidos y también rebuscados de la historia del celuloide. Me sorprendió el gran conocimiento que Juan Carlos tenía ya por entonces de las filmografías completas o casi de directores a los que yo idolatraba: Lubitsch, Walsh, Lang, Wellman. Cuando hablamos llegó la siguiente sorpresa. JC había logrado publicar un libro, Proyecciones desde el olvido, en el que escribía sobre joyas que yo no había podido contemplar aún. Tal fue mi encanto al conocerle, que le propuse uno y mil programas sobre temas clásicos del cine: las aventuras, el western, la comedia... Algunos de aquellos programas están aún disponibles para ser escuchados en plataformas más inteligentes que aquella directiva destructora, cuya piqueta no ha podido evitar que JC pueda expresarse con su escritura en Cinema de Perra Gorda y con la palabra en aquel llorado Flashback.
Hoy sigo consultando semanalmente el blog de Juan Carlos, para ver por dónde ha ido su periplo como aficionado y su pulso como crítico y divulgador. Porque yo creo que él es sobre todo eso, un divulgador de una época que, si no actualizamos constantemente y nos exigimos difundir entre las nuevas generaciones, morirá en los libros y en las estanterías cubierta de polvo y olvido.
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ARQUEOLOGÍA CINEMATOGRÁFICA
Guillermo Balmori (Madrid)
Al igual que a mí, a Juan Carlos Vizcaíno le gusta la arqueología cinematográfica. Disfrutamos más viendo películas menos conocidas que las obras consagradas de la Historia del Cine. Considero que ese es el mayor punto en común que tenemos, ya que en cuanto a gustos cinematográficos somos un tanto dispares. Descubrir una película “desconocida” para uno mismo es uno de los grandes placeres del historiador cinematográfico. Compartir ese descubrimiento con otros, es siempre emocionante… aunque a veces no todos asuman la emoción del descubrimiento. Eso es lo que hace Vizcaíno. Compartir películas que hay que descubrir porque, en el fondo, él y yo compartimos la teoría de que la Historia del Cine no está del todo bien contada, o al menos no contada con la justicia necesaria.
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MEMENTO MORI CINÉFILO
David Breijo (La Coruña)
Las Redes Sociales nos están descubriendo que hay mucha gente a nuestro alrededor con ganas de contar. Cierto es que no todos somos los mejores jueces de nosotros mismos y que el valor que otorgamos a nuestros relatos o exégesis de relatos ajenos -vulgo, críticos- probablemente sea mayor que el precio de mercado.
Es muy raro que un cinéfilo no se crea en posesión de la Verdad (así, en mayúscula) y que ahora, superada la Era Guttemberg en la que se cribaba de mejor o peor manera a los voluntariosos ensayistas, cualquiera de nosotros puede abrir un blog y verterse.
Pero abrir un blog no es lo mismo que mantenerlo. Y mantenerlo con un alto nivel de calidad en sus contenidos, tampoco es moneda habitual. Muchos blogs languidecen como la Estatua de la Libertad ante Heston, semienterrada, aguardando a que sus virtudes puedan ser leídas antes de la erosión final.
Por eso, la casa digital de Juan Carlos Vizcaíno -y su obra escrita- tiene mayor mérito que tantos otros blogs o portales de información cinéfila. Ha sobrevivido, está en la pubertad y nos ofrece una información nada manida o trillada. Lejos de la mera acumulación de datos emanados de viejos press-books (¿aún existen?) o de lugares comunes que cualquier añoso enciclopédico guberniano conoce, Vizcaíno se esfuerza por poner a tu disposición pepitas de oro que pueden haberse escapado entre tus dedos mientras prospectabas en el caudaloso río de más de 120 años de Cine.
Su blog se erige así en una guía, en un Mapa del Tesoro, en un memento mori de que “no te lo tengas tan creído, cinéfilo: aún no conoces todo.”
Por esto, por su criterio y también por su perseverancia en mantener las puertas de Cinema de Perra Gorda abiertas, estamos en deuda con él.
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EL RECUPERADOR DE PERLAS
Teo Calderón (Madrid)
Al cabo de tantos senderos recorridos, búsquedas y curioseos, ahora no recuerdo con nitidez cómo descubrí la pequeña fachada de ese cine. Supongo que dar con él fue casual. En algún punto de una ruta de indagación me detuve ante una marquesina poco llamativa (eran letras blancas sobre fondo marrón) que rezaba “CINEMA DE PERRA GORDA”. Y allí delante comencé a leer la “programación de la sala”. De eso hace, creo, unos diez años y desde entonces he faltado a pocas “sesiones”.
La historia del cine resulta inabarcable y obviamente no hay sitio en la memoria ni tiempo en una vida para conocer todas las películas que se han rodado -pongamos- en estos últimos ciento diez años, lo que condena a la mayoría de ellas al olvido o a vagar en el limbo de lo ignoto. Juan Carlos Vizcaíno, quizá sin proponérselo, inició hace tres lustros algo que fue creciendo, una heroica y pedagógica labor, cercana a la arqueología más cuidadosa, por la que fue descubriendo y desempolvando títulos y directores que merecían una referencia, un análisis, que los hiciera dignos de una tardía pero necesaria reivindicación de sus virtudes, aquellas que en su día probablemente pasaron desapercibidas. Una operación de rescate que los elevara del reductor y despreciativo tópico con que fueron despachados y “archivados” durante décadas. Así, semana tras semana, han vuelto a nuestro hipocampo y recolocadas en su justo lugar películas (algunas con dificultades para su actual revisión) que nos ayudan a hacer justicia a la vez que rellenamos importantes lagunas en nuestra cultura cinematográfica.
Ocurre con cierta frecuencia que un día (o una noche), consultando la cartelera de su CINEMA DE PERRA GORDA, Juan Carlos me alegra la jornada cuando trae películas por las que quien esto escribe siempre ha sentido una desmedida y solitaria pasión. En ese momento, compruebo que ya no estoy solo apreciando los embelesantes encantos de “ENCUENTRO EN PARÍS” (Paris when it sizzles) de Richard Quine, o sintiendo entre sonrisas el fondo amargo y desencantado de una menospreciada comedia playera de Alexander Mackendrick titulada “NO HAGAN OLAS”, o admirando la temprana lucidez de Stanley Donen en la semiolvidada “BÉSALAS POR MÍ”, película que al parecer, nadie ha sabido apreciar, críticos incluidos. En definitiva, el festín cinéfilo continúa con títulos de Frank Borzage, King Vidor, John M. Stahl, Preston Sturges, Gregory La Cava, Allan Dwan, Leo McCarey, William Dieterle, Max Ophuls, Vincente Minnelli, David Lean, Hugo Fregonese, Luigi Comencini, Marcel Carné, Robert Hamer, Raffaello Matarazzo, Terence Fisher, Valerio Zurlini, Albert Lewin, Michael Powell, Andrei Tarkovski...
Enhorabuena por esos primeros quince años de existencia de CINEMA DE PERRA GORDA. Creo que todos a los que nos apasiona el cine te agradecemos profundamente la existencia de ese blog y esperamos ilusionados su permanencia en el futuro enriqueciendo así, tacita a tacita, con tu documentado criterio lo que nunca, o en pocas ocasiones, se dijo sobre películas las más de las veces enterradas en la fosa común de lo desechable que, una vez exhumadas con tu ayuda, se incorporan al bagaje de nuestra memoria sentimental.
Un abrazo.
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CRÓNICA PARA EL RECUERDO
Federico Corcuera (Madrid)
Se dice pronto quince años. Quince años de dedicación desinteresada a mimar un espacio que, en ese momento inaugural, dio cuerpo a una pasión, la cinéfila, seguramente anidada muchos años atrás, en la infancia o adolescencia de Juan Carlos, etapas en las que se suele forjar esa pasión, de ahí su persistencia en el tiempo (ejemplificada en la longevidad del blog), inasequible a todo tipo de desalientos laborales o personales.
No tengo el gusto de conocer personalmente a Juan Carlos, pero, por una parte, leyendo las reseñas (más que críticas) de las películas de su blog, y, por otra, la propia selección de las mismas, ya me dan una idea de su personalidad, esto es, buen gusto, selección primorosa de películas a comentar priorizando títulos no habituales, minuciosidad, con ese detallismo empleado en el análisis de las películas, tanto desde un punto de vista argumental como estético, sobriedad, en cuanto al estilo empleado (nada fallero, a pesar de su procedencia mediterránea) y lo que es más importante para mí, humildad, actitud con la que se enfrenta a esa disección, priorizando siempre la obra a comentar y su divulgación, en lugar de situar en primer término la presunta genialidad de quien las comenta. Vamos, Juan Carlos podría ser catalogado, sin ningún género de dudas, como el Jacques Tourneur de los críticos, cineasta al que admira por cierto.
Larga vida al blog y a quien lo detenta.
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CINEMA DE PERRA GORDA
Carlos Díaz Maroto (Madrid)
En la actualidad hay montones de blogs sobre cine en la red. Unos buenos, y otros no tanto. Entre los buenos, en algunos casos resulta interesante leer análisis sobre películas como La diligencia, Casablanca, Ben-Hur, El tesoro de Sierra Madre, La Reina de África, El padrino... A los que llevamos mucho tiempo leyendo de cine nos puede interesar hacer esas lecturas, pero bien cierto es que, en muchas ocasiones, poco se puede agregar a lo ya sabido, y es muy difícil escribir sobre filmes sobradamente conocidos sin resultar redundante u obvio. Algunos aficionados tenemos la pasión de leer, antes que sobre esas cintas, o aunado a ellas, sobre otras un poco... diferentes. Películas... no sé, como Los caprichos de Elena, de Alexander Hall, o Rebeldes en la ciudad, de Alfred L. Werker, o La tercera llave, de Basil Dearden, o La senda del crimen, de Archie L. Mayo. Pues bien, quien tenga interés en títulos como esos, u otros tan desconocidos procedentes de directores, por lo general, ninguneados tanto por crítica como por cinefilia, puede que se lleven una sorpresa cuando se topen con un blog llamado Cinema de perra gorda (lo de “perra gorda” no va por un chucho rollizo, sino por la moneda que en tiempos en España se llamó así, la correspondiente a los diez céntimos de peseta, y que mostraba la imagen de un león que muchos no sabían lo que era en realidad).
Este blog lo lleva un cinéfilo empedernido llama Juan Carlos Vizcaíno Martínez, y ante la invitación que me extiende de escribir estas líneas me entero que lleva ya quince años haciendo esta labor. Sinceramente, no recuerdo cuándo conocí su blog. Supongo que sería en un momento en que buscaba comentarios sobre una película concreta, y el señor Google me condujo hasta ahí. Después, exploraría la página con más extensión, y debí quedarme con la boca abierta. Tampoco recuerdo cómo establecí contacto con el propio Juan Carlos. No sé si debí escribirle para felicitarle por su extraordinaria labor, o bien fui más descarado y le escribí para pedirle permiso para reproducir algunas de sus reseñas en mi propia web, Pasadizo. Durante un tiempo, estuve saqueando su blog y aprovechando sus reseñas de filmes fantásticos —y otros que no lo eran— para cubrir los contenidos de mi página, pues pretendía tener una base de datos bien amplia, al menos en lo que correspondía al género que cubría en particular.
Conocí a Juan Carlos en persona cuando vino a Madrid a presentar su primer libro, Proyecciones desde el olvido, que era una selección personal de algunas de las reseñas que había ido publicando en su blog, ordenados por algún criterio que ahora no recuerdo. Por cierto que un volumen dos, o hasta tres, no estaría mal, pues hay material para rato. Después creo que lo volví a ver una o dos veces más, en visitas ocasionales a Madrid. La distancia, como siempre, impide una relación más directa, y a veces hasta nos olvidamos de hablar. Pero una forma de contacto con él es a través de ese blog, a través de esas películas que le gusta comentar, cubriendo unas filmografías poco estudiadas. A veces, el film rescatado no vale la pena, pero en muchas, en bastantes ocasiones, Juan Carlos nos desvela joyas olvidadas, perlas escondidas en filmotecas roñosas y perdidas. En esos casos, nos hace un favor irremplazable a los cinéfilos a los que nos gusta encontrar nuevos placeres donde escarbar y disfrutar.
En cinco años más volvemos a hablar.
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ESCRIBIR (SOBRE CINE, O SOBRE LO QUE SEA...) EN UN BLOG
Tomás Fernández Valentí (Barcelona)
Mal que pese a quienes, como yo mismo, empezamos nuestra afición, nuestro interés o nuestro amor por el cine (dependiendo, claro está, del grado de intensidad personal de cada cual), cultivándolo en las ya desaparecidas salas de programa doble comúnmente conocidas como “cines de barrio”, o gracias a los notables ciclos de cine clásico con los cuales nos obsequió TVE durante la época de Pilar Miró, Internet vino para quedarse. Desaparecidas esas salas de barriada donde se proyectaban dos largometrajes, y en ocasiones hasta un corto; prácticamente borrados del mapa esos ciclos de cine clásico de las parrillas televisivas públicas y privadas; y a punto de extinguirse, incluso, los así llamados formatos domésticos o formatos físicos (VHS, Beta, 2000, láser-disc, DVD, Blu-ray), en beneficio de la descarga digital, Internet se ha convertido –para bien o para mal– en el actual refugio de, si no toda, la gran mayoría de la cinefilia contemporánea. Mucho se ha hablado de los así llamados efectos nocivos de Internet, pero no pienso detenerme en ellos. Prefiero centrarme, aquí y ahora, en los efectos positivos de la red, entre ellos –y sé que no descubro nada–, la capacidad de la misma para convertirse en una ventana abierta al mundo entero. Una ventana que, gracias al “milagro” de la tecnología, permite a su vez abrir otras “ventanas” en forma de webs o blogs. Y así llegamos a Cinema de Perra Gorda, el blog de cine del amigo y compañero de Dirigido por… Juan Carlos Vizcaíno Martínez.
Cinema de Perra Gorda está de aniversario. Años y años glosando la pasión que Juan Carlos siente por el cine, haciendo especial hincapié en la recuperación/ descubrimiento del mal llamado cine “clásico” (o el peor llamado cine “viejo” o cine “antiguo”, dicho por lo general por quienes ignoran la inmensa caja de estimulantes sorpresas que atesora la cinematografía del período “clásico”). Y haciéndolo, además, con un nivel de erudición bastante raro de encontrar no ya dentro de la red española sino casi me atrevería a decir que dentro de la red a nivel planetario. A quienes ya conocen Cinema de Perra Gorda, o conocen los artículos que publica regularmente Juan Carlos en la revista especializada que coordino, Dirigido por…, no les debería sorprender ese nivel cualitativo demostrado por Juan Carlos Vizcaíno Martínez en todo lo que publica, tanto da que sea en la red como en papel. En este sentido, el feliz aniversario de Cinema de Perra Gorda es también, como lectores de este blog, un poco también el nuestro. Celebrémoslo, pues, con la alegría que se merece. ¡Muchas felicidades, Juan Carlos! ¡Muchas felicidades, Cinema de Perra Gorda! ¡Y que cumpláis muchos más!
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AMIGOS APASIONADOS
Mariano García Conejero (Barcelona)
Mi primer contacto con Juan Carlos Vizcaíno se remonta a unos 10 años cuando a través de mis incursiones ciber-cinéfilas acabé recalando en su blog.
Cuando empecé a leer sus reseñas me atrajo enseguida una brillantez en sus textos que me hizo recordar al añorado Jose María Latorre de Dirigido por.
Y en esas que años después me lo encontré a través de la modesta e infatigable web Noirestyle (especializada en subtitular inéditas películas que nunca llegaron a España), con su nick, jvizcaíno, y pensando que no podía ser otro más que él, me decidí a escribirle, a lo que amablemente me contestó.
A través de la pasión cinéfila que nos une, fuimos intercambiando unos mensajes que desembocaron, y debo decir que con mucho orgullo, en una amistad.
Y es que Juan Carlos, aparte de ser un gran crítico cuyos textos se devoran con irrefrenable fruición, siempre alejándose del lugar común y ofreciendo una aguda y personal mirada sobre el cine clásico y sus directores (aparte de valiosísimo activo de la crítica española en su denodado esfuerzo por descubrirnos ese cine británico clásico que jamás atravesó nuestras fronteras) es, ante todo, una persona de una gran calidad humana.
Mis felicitaciones por el blog que ahora cumple 15 años… ¡y a seguir con 15 más!
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UN BLOG APASIONADO Y APASIONANTE
José Miguel García de Formica-Corsi (Málaga)
Hay una entrada en este espléndido blog llamado Cinema de perra gorda que, a mis ojos, resume a la perfección cuanto de valioso hay en él. Se trata de la crítica de Vida para Ruth (1962), ese áspero drama que narra con admirable ecuanimidad la tragedia de un honrado padre de familia cuya hija muere porque él, testigo de Jehová, se niega a que le hagan una transfusión de sangre. En su momento, supuso todo un shock para mí no ya por sus propios méritos sino por el hecho de que un film tan magnífico fuera absolutamente desconocido: ¿cuántos más como él no habría, en su mismo entorno —el cine británico menos mitificado—, o en toda la historia del cine? La cinefilia (ese concepto que, aunque a muchos no se lo parezca, nada tiene que ver con el fenómeno friki) implica curiosidad y sentido crítico, así como la exigencia de ir más allá de los lugares comunes que fosilizan tantos escritos sobre cine. Si Cinema de perra gorda es uno de los espacios imprescindibles de mi cinefilia es porque, como representa muy bien esa entrada sobre Vida para Ruth, satisface ante todo tres necesidades fundamentales de quienes sufrimos dicha afección: el descubrimiento de múltiples títulos que, por desconocimiento, pereza o ceguera, no figuran en las historias convencionales del cine; la apertura, a su vez, de caminos poco o nada transitados de filmografías nacionales o carreras particulares; y finalmente, una forma de entender el cine dictada tanto por la agudeza crítica como por la pasión.
Como suele suceder en la Red, un afortunado azar me llevó un buen día hasta este blog, que enseguida llamó mi atención porque sus entradas desdeñaban ese formato tan insustancial (en longitud y en densidad reflexiva) que caracteriza Internet. No tardé en descubrir que su responsable publicaba nuevas entradas con constante regularidad, y un buen puñado de ellas enriqueció enseguida mi conocimiento del cine. Al conocer que el autor, Juan Carlos Vizcaíno, había publicado un libro en el que recopilaba una selección de reseñas de muchos de sus films predilectos, bajo el título de Proyecciones desde el olvido, no dudé en solicitarlo en mi librería habitual: ¡he aquí la posibilidad de leer en mi formato favorito (el libro tangible), y de sopetón, un buen número de «entradas», en el sentido metafórico y literal de la palabra a otras tantas películas que descubrir o redescubrir!
Había convertido, por tanto, Cinema de perra gorda en un saludable hábito de mi vida, cuando, de pronto, una noche me encuentro con la enorme sorpresa de que un tal Juan Carlos Vizcaíno se dirige a mí a través del chat de mi perfil en Facebook. Los cinéfagos compulsivos acaban tropezándose en algún cine de la tierra o, en nuestros tiempos, en el vasto océano virtual: ¡cuántas buenas amistades ha reunido el cine! Juan Carlos había encontrado mi propio blog, La mano del extranjero y, al hallar en él inquietudes comunes, se había tomado la molestia de buscarme a través de esta red social. Como ya avisaba el admirable hecho de que un autor «consagrado» no dudara en dirigirse a un «novel», desde el primer momento descubrí tanto su inmensa generosidad como su espontánea llaneza: su vocación por comunicar. Esas primeras conversaciones me confirmaron lo que ya había tenido ocasión de advertir a través de sus escritos: Juan Carlos Vizcaíno escribe como vive y como es. No en vano yo soy de los que piensan que un buen escritor de cine (o de cualquier faceta del arte) no es alguien que pontifica sino que estimula nuestra propia sensibilidad, que nos ayuda a mirar, y para ello es necesario que sus escritos revelen una visión propia del mundo que dialogue con quienes nos asomamos a ella. El llorado José María Latorre, para mí el mejor crítico que ha tenido este país, respondía a este modelo, y Juan Carlos es un buen discípulo.
Cinema de perra gorda cumple quince años. No he seguido su trayectoria desde el principio, como he dicho, pero como es natural, cada vez que quiero buscar información (y sobre todo, alicientes), busco en el imprescindible listado de directores que figura en la columna de la derecha, seguro de que, cuanto más «rara» sea la película, es más probable que la encuentre. Y es que quien quiera análisis de los más grandes clásicos del cine, de El séptimo sello a Centauros del desierto, de El acorazado Potemkin a La pasión de Juana de Arco, debe buscarlos en otro lado. No es que Juan Carlos solo goce en terreno virgen (de hecho, aclaro que en su blog también pueden encontrarse clásicos bien conocidos por todos), sino que el rasgo singular de Cinema de perra gorda, bien expresado por su entrañable título, es el rescate de esos títulos que, como decía líneas arriba, no gozan del conocimiento o la difusión generales. Por fortuna, hoy la Red nos permite acceder a casi cualquier obra, aunque no siempre en el mejor estado: ¿cuántas veces, después de leer una de sus reseñas, asombrado ante los encendidos elogios de un film cuya existencia ni conocía, me he arrojado al océano virtual en busca del preciado tesoro… hasta encontrarlo?
Nunca estaré lo bastante agradecido a Juan Carlos por el enorme aluvión de obras que me ha descubierto. La serie B estadounidense no parece tener secretos para él: estoy seguro de que habrá quien tenga los mismos conocimientos, cierto, pero que posea más, lo dudo. El cine alemán, mal conocido fuera de la famosa etapa expresionista de los años 20 y de los Wenders, Herzog o Fassbinder de los años 70, también ha recibido su atención en Cinema: la fascinante Das Totenschiff [El barco de la muerte] hizo las veces en este caso de pórtico, abriéndome a otras obras del mismo y hoy desconocido director, Georg Tressler, o de otros en su día relevantes y hoy bastante olvidados, como Helmut Kautner y G. W. Pabst.
Ahora bien, en especial le debo, ya lo he anticipado, haberme conducido al cine británico, ese que fue tan denostado por alguno de los popes de la crítica cahierista que luego dio origen a la nouvelle vague (François Truffaut le tuvo especial inquina). Fuera de las comedias más conocidas de la Ealing, de las películas de terror de la Hammer, del Free Cinema y de los clásicos incontestables como David Lean o Carol Reed, el cine british parecía no existir… y resulta que todo lo anterior no es sino la punta del iceberg. De ahí que, volviendo al inicio del artículo, a Vida para Ruth, señalara lo bien que esta película simboliza lo que le debo al blog, pues fue uno de los primeros títulos que removió mi curiosidad: después vinieron muchas más películas de Basil Dearden (la última que me ha descubierto es la encantadora, y especialmente ignota, The Smallest Show on Earth), muchos thrillers y melodramas de los 40 y 50, alguna joya inesperada (por ejemplo, un film considerablemente malsano titulado Rapture, del «artesano» John Guillermin, que de estar firmado por algún autor contrastado sería hoy presa de toda clase de estudios) o el esperado acceso a una copia en buen estado de una de las debilidades personales de Juan Carlos, la excelente Night Must Fall, de Karel Reisz.
Eso sí, por encomiable que fuera este propósito de descubrimiento, el blog no hubiera ido más allá del valor arqueológico de no ser por la contagiosa pasión que lo impregna de cabo a rabo: no hay una sola entrada aséptica, no hay una crítica que nos provoque la indiferencia. Hablando alguna vez con su autor, ambos hemos coincidido en que, sin pasión, el escrito más laudatorio carece de vida. Es más, los buenos críticos son aquellos que nos interesan incluso cuando no compartimos su misma valoración, pues aun así nos impulsarán a revisar nuestro propio punto de vista. Pongo por ejemplo cuando leí, con inicial escepticismo, su apasionada entrada sobre Tú, Kimi y yo, película de Frank Tashlin al servicio de Jerry Lewis de la que tenía un recuerdo tibio y discreto: no pude sino verla acto seguido de la lectura… y constatar con asombro y emoción que, en efecto, es una película maravillosa.
Por tanto, brindo no solo por los quince años que Cinema de perra gorda nos ha regalado, por ese vasto conjunto de películas que están a disposición de todos nosotros, sino por todas las obras que todavía Juan Carlos nos va a descubrir, con la misma ilusión del cinéfilo que da sus primeros y alborozados pasos en este universo maravilloso que es el cine.
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VIZCAÍNO Y SU MAPA DEL TESORO
Raúl García Saenz de Urturi (Alicante)
Cinema de perra gorda es un milagro de divulgación cinematográfica en muchos sentidos, y es que mantener, durante quince años, el esfuerzo de elaborar críticas y artículos sobre cine clásico es algo extraordinario; hacerlo, además, con una especial querencia por las películas y los directores menos estudiados o revindicados de la etapa clásica, supone un ejercicio de constancia, valentía y honestidad que perfila con claridad el perfil de Juan Carlos Vizcaíno.
Recuerdo la primera vez que me adentré en esta cueva de las maravillas, gracias a la recomendación de un amigo común. La evidencia me impuso un traje de humildad parvularia, y es que la sensación de ser un absoluto ignorante sobre el cine se me quedó instalada durante semanas, incapaz de reconocer ni la mitad de directores o películas sobre las que Juan Carlos escribía con sencilla autoridad y cariño infinito. Éste es uno de los rasgos más hermosos de la página: el amor por el cine que desprende cada entrada de Cinema de perra gorda, y su capacidad para hacernos cómplices de esa relación, testigos e invitados a esta fiesta del séptimo arte.
Muchos años después, continúa mi sensación de ser un inexperto colegial ante un maestro sin descanso, con ganas todavía de alumbrar títulos en sus proyecciones desde el olvido (guardo en un altarcito particular un ejemplar firmado por su autor). Y es que el criterio en la elección de las películas, en rescatar directores con trayectorias interesantísimas que en algún punto de la historia se quedaron en la cuneta, me sigue deslumbrando hoy en día. La elegancia con la que Juan Carlos ha ido desbrozando su camino cinéfilo me obliga a un agradecimiento constante, porque sé que esta vía poco transitada queda marcada para siempre por su web y por su esfuerzo.
Y hay también, debo decirlo, cierta sensación de envidia, que en realidad es alegría, cuando pienso en la cantidad de horas de placer cinematográfico que Juan Carlos Vizcaíno ha disfrutado durante estos quince años de descubrimientos. Quince años en los que ha ido acumulando en su isla de Montecristo (ha sido un honor visitarla, créanme) un abrumador tesoro de películas y libros sobre el cine.
Queden estas líneas para agradecer a Juan Carlos esta emocionante muestra de amor y respeto por el cine que es Cinema de perra gorda; queden también para dejar constancia de mi deuda pendiente con él, por desbordarme con su cariño y su erudición; y queden, en fin, para animarle a seguir en su búsqueda de películas casi perdidas, pequeñas y enormes al mismo tiempo, que esperan el refugio de su mirada y sus palabras, ángeles custodios del cine que no debemos olvidar.
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EN EL OCÉANO CINÉFILO
Israel Gil (Alicante)
Una de mis funciones como coordinador del Aula de Cine de la Universidad de Alicante es programar ciclos de películas. Difícil, en estos tiempos que corren, sacar de sus casas a los espectadores para acudir a salas. Casi todos tenemos ya proyector en casa, o una tele grande, una colección con muchas películas pendientes de ver, una suscripción a una plataforma que te ofrece mucho más cine del que tenemos tiempo de disfrutar... Y la comodidad, claro: "Me pongo la peli que quiero, a la hora que quiero, en mi sofá, y... ¡casi gratis!"
Así las cosas, tengo que ofrecer buena calidad de imagen y sonido (ahora vamos por el bluray, ¿qué será lo siguiente?), una presentación por un experto (Juan Carlos es uno de los que siempre se ofrece...¡gracias también por eso!) y una reseña de la película fotocopiada para los asistentes. Respecto a esto último, hay mucha variedad, pero no siempre mucha calidad. La revista Dirigido por... suele ofrecer críticas de una o dos páginas (formato ideal para fotocopiar) y de autores solventes, pero no siempre está todo y no siempre es fácil de encontrar (gracias, de nuevo, Juan Carlos, por lo que tú ya sabes). Así que, cuando ni en las bibliotecas de la UA ni en la mía encuentro críticas de las películas que proyecto, me toca recurrir al océano de Internet.
Me parece muy curioso que, en numerosísimas ocasiones, la única crítica que he encontrado sobre alguna película programada sea la de Juan Carlos en su impagable CinemaDePerraGorda. Esbozo una sonrisa cuando pienso: "Con lo grande que es el mundo, con todo lo que cabe en la red, y el único que ha escrito en español sobre esta obra es mi amigo Juan Carlos, que vive aquí a cinco minutos".
Pues eso, Juan Carlos, que MUCHAS GRACIAS por todo. Por las presentaciones, por los Dirigido por... y por ocuparte de esas películas que, cuando proyecto, solo pueden estar acompañadas por tu reseña...
¡¡¡GRACIAS!!!
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CINEMA DE PERRA GORDA: VELANDO POR EL CINE DE SIEMPRE
Ángel Gómez Rivero (Algeciras. Cádiz)
Cuando una revista, evento, página web, etc. cumple quince años de antigüedad, es necesario quitarse el sombrero, a la antigua, sin complejos, porque ante todo significa que hay una labor seria de fondo que conlleva a la consolidación, sustentada por el amor al tema en compromiso. En este caso, Cinema de perra gorda es una página centrada en el cine clásico. Una página creada hace tres lustros, ya digo, y que comenzó como una aventura nacida de las necesidades cinéfilas del amigo Juan Carlos Vizcaíno, con el que me une la simpatía especial de compartir la admiración hacia tantas películas queridas, muchas de ellas olvidadas de manera injusta. En la actualidad, sus archivos ya cuentan con dos mil cuatrocientos títulos, servidos por una relación fácil de hallar, y todos ellos acompañados de fotografías bien seleccionadas. No hay más que adentrarse en la página a la que rendimos tributo, para sentir la profunda cinefilia que mueve a su autor, en una época donde predomina más un sentimiento de cinefobia, generado, en esencia, por ese convencimiento tan extendido, viejo y dudoso, de la estrella es el crítico. Nada más lejos de ello en el caso que nos ocupa, ya que Juan Carlos nos invita a pasar buenos ratos repasando títulos clásicos, partiendo del respeto no exento de crítica, que hicieron las delicias de los más cinéfilos más curtidos y menesterosos, e incluso de destapar películas que fueron injustamente olvidadas con el paso de los años. Salud, por lo tanto, para Juan Carlos y su Cinema de perra gorda, para que sigan acompañándonos muchos años más…
Y que ustedes lo vean.
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DESDE LA AMISTAD
Rafael Gonzalvo Ferrer (Valencia)
Muy buenas noches, querido amigo
Me gustaría aprovechar la oportunidad que me ofreces para hacer un ejercicio no de erudición, que resultaría a todas luces estéril, fatuo y en cualquier caso tan arduo como inadecuado, sino de introspección y recuerdo de aquellos años en los que rescatar una película era poco menos que una aventura, suspirando por pases televisivos en aquellos ciclos que forman parte de nuestra memoria, descubriendo referencias en los ignotos tiempos previos a internet que nos hacían desear una favorable confluencia de los astros que nos facilitara el visionado de una obra que, sólo por el hecho de ser el fin de una búsqueda recibía un valor añadido imposible de soslayar. Algunos hemos evolucionado poco desde aquellos tiempos remotos, otros habéis conseguido construir una profesión hecha del material con el que se hacen los sueños, como el halcón del cuento. En cualquier caso, nos lleve donde nos lleve nuestra singladura, seguiremos descubriendo, aunque ahora sea digitalmente en la mayoría de los casos, la comunión emocional que supone la contemplación de la pantalla de vidas, sentimientos y aventuras no por ajenos menos íntimos para el espectador. Al final tú siempre fuiste Albert Finney. Decía Ash a la tripulación del Nostromo que contaban con su simpatía (versión doblada). Tú siempre contarás con mi amistad y mi admiración. Por cierto, yo me pido Bogart, a ser posible como Rick. Toda la suerte del mundo en los próximos cincuenta años de “Cinema de perra gorda” y, parafraseando a otra de mis referencias, “Ojalá que vivas cien años, y que la última voz que oigas sea la mía”. Un abrazo enorme, míster Belvedere.
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CINEMA DE PERRA GORDA.ES
Sergi Grau (Barcelona)
Cinema de Perra Gorda es motivo de nostalgia. Ya son muchos años de historia de esta particular enciclopedia de cine on-line, que Juan Carlos nos ofrece tan generosamente a quienes queremos consultarla. Y la nostalgia radica precisamente en eso, en el recordar. Y sus lectores recordamos. Recordamos cuando, muchos años atrás, buscando por internet alguna reseña relevante de una película clásica, por lo general no muy conocida, nos encontrábamos con ese blog de nombre extravagante. ¿Qué será esto? Pero, un clic, y nos encontrábamos con una auténtica mina: una reseña larga de esa película, que colmaba nuestras expectativas, nuestra necesidad de aprender y poder pensar mejor sobre esa película que acabábamos de ver y de la que queríamos saber más. Tras la lectura, cerrábamos la página, y navegábamos por otra. Pero, otro día, como por accidente, volvíamos a aterrizar en este blog. Y una tercera ocasión, y una cuarta. Ya no era coincidencia: estábamos en deuda con el tipo que nutría su blog con todas esas reseñas. Y los internautas lo agradecíamos a la manera de las redes: buscábamos el botón de “añadir a favoritos”. Y ahí se quedó. Y ahí sigue.
Cinema de Perra Gorda es fuente de erudición para cinéfilos. Un blog de cine sirve para muchas cosas, pero este en particular sirve para hablar de cine desde la honestidad, y para adentrarse en la Historia del cine. En las reseñas de Juan Carlos, y en una vis analítica donde espora la sombra del maestro José María Latorre, se aúnan los dos motivos que, probablemente, deben tensarse para que una crítica de cine sea fértil, útil, valiosa: por un lado, la sapiencia o conocimiento del contexto, autoral o industrial; por el otro, el punto de vista específico, la vis subjetiva, las razones que el escritor esgrime para defender la calidad cinematográfica, y por qué defiende esas y no otras. En esa tensión, digo, radica el valor de la crítica de cine. Pues, al fin y al cabo, los textos que analizan el cine, como cualquier ensayo, merecen calificarse de creaciones literarias. Siempre que, y eso no pasa mucho, quien las escribe sea consciente de ello, tenga suficiente bagaje y respete las reglas del juego. Siendo así, el aficionado que escribe se convierte en maestro, y la democracia de las redes le hace llegar adonde probablemente él ni siquiera se planteó llegar. Porque, después de pulsar el botón de “añadir a favoritos”, llegó el día en el que no entramos en el blog para buscar una película determinada, sino que lo hicimos por puro placer lector, para navegar por entre las preferencias y elecciones del escritor cinematográfico. Y así se abrieron puertas y más puertas, y empezamos a tomar nota de películas que nos quedaban por ver y directores por conocer. Tesoros por descubrir.
Cinema de Perra Gorda es el blog de un amigo. Fue el cine, todas esas reseñas, las que nos acercaron. Y no al revés. Y es importante: no estoy aquí publicitando el blog de un amigo, sino diciendo, y no me parece baladí, que esas tantas horas dedicadas a escribir sobre cine fueron las que al final decidieron cruzar nuestros caminos. Y nos hicimos amigos, estableciendo rápido una buena sintonía en buena medida porque nuestro punto de partida, el cordón umbilical de nuestra amistad, estaba hecho del mismo amor por el cine que, a través de los blogs, habíamos compartido durante mucho tiempo antes de ponernos cara, voz y confianza en lo personal. La era de las redes sociales y de la aparente democratización que trae internet merece muchos cuestionamientos y reservas. Pero el caso de Cinema de Perra Gorda y de mi relación con Juan Carlos ilustra a la perfección que no todo está perdido, y que con estos mimbres, si uno aprende a navegar en la jungla de contenidos y contradicciones de internet, tiene la posibilidad de aprender y compartir. Por puro placer, por pura generosidad de uno y otro, por pura devoción al cine, por el mismo amor al arte. Estoy hablando, claro, de amistad. Y la amistad, como el cine, es un tesoro.
Así que, en este aniversario que tengo el orgullo y placer de celebrar con los lectores del blog, brindo por los dos tesoros que terminé encontrando cuando, una vez, hace mucho tiempo, y al azar, cliqué el enlace a una crítica de Cinema de Perra Gorda. Y el tesoro es inagotable, Juan Carlos. Es decir, no te canses de seguir escribiendo. O, dicho de otra forma: que cumplas muchos más.
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DESDE LA ESTIMA
José Luis Guerín (Francia)
Prevenido ante autocomplacencia nostálgica que encubre tanta vindicación cinematográfica, reconozco que me acerqué con recelo a este espacio del que ahora soy asiduo, raro será el mes en que no lo consulte al menos, dos o tres veces.
“Cinema de perra gorda” transmite el gozo de estos nuevos espacios donde el libre albedrío cinéfilo, liberado del yugo de la actualidad y de otras servidumbres, crece sin trabas y sin otra orientación más que la del propio olfato del autor, la curiosidad y el afecto.
Por supuesto, no todos los cines caben en el de “perra gorda”, Vizcaíno delimita con modestia el ámbito de su tarea, a otros deja la impostura de abordar poéticas que les son ajenas.
Desde esta instancia, utilizo “Cinema de perra gorda” para encontrar una voz reconocible, sensible y documentada con la que confrontar ideas tras el visionado de una película de Sjostrom, Dupont, Dwan, Mamoulian, Dieterle, Wellman, King, Lupino, Daves, Parrish, Mulligan, Zampa, Zurlini, Germi, Risi, Franju… ¿Con quién sino?
Además, establecer vínculos entre Guitry y Mankiewicz no está al alcance de cualquiera, caramba!
¡Viva Vizcaíno!
¡Un abrazo y larga vida a “Cinema de perra gorda”!
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ACOMODADOR
Pablo Herranz (Valencia)
Cinema de perra gorda, como es de suponer, no alude a ningún cánido. Retrotrae al instante a una época ya perdida para siempre, como la moneda de curso legal que se perdió en la inmensidad del tiempo. Un tiempo en el que se acudía al cine en doble sesión o también en sesión continua. En el cual el cine no solo brillaba el nitrato de plata del celuloide, también el poder de la pantalla grande, ese bigger than life, viniese la película de donde viniese, que tiene la proyección, los rostros de los actores ampliados por la lente del proyector, las batallas del péplum recorriendo todo la longitud de un Cinemascope, la faz tostada por el sol de un wéstern o las tensiones de melodramas de toda ralea ¡¡de cuando se iba al cine a llorar!! Juan Carlos Vizcaíno Martínez recupera esa forma de entender el cine en su blog Cinema de perra gorda, donde de tanto en tanto nos permite escarbar en programas dobles, triples, en la magia de un cine donde se sabía que el ego de sus artífices, inevitable, nunca estaba por encima del producto en cuestión, siempre a su servicio. Entrar en el blog de Juan Carlos es como llegar al patio de butacas mientras se corren las cortinas, mirar a uno u otro lado, mientras te acompaña el acomodador.
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DEJAD PASO AL AYER
Juanma Lamet (Madrid)
Yo a Juan Carlos lo envidio. Le envido la estantería de DVDs. Le envidio la profundidad enciclopédica de su disco duro cerebral. Le envidio la tenacidad del espeleólogo cinematográfico que vive a la caza de la rareza, del melodrama perdido. De la revisión del clásico minusvalorado en su tiempo. Le envidio que haya hecho de las películas su paisaje de vida, literalmente. Pero sobre todo le envidio el entusiasmo. Nadie que no sea un completo entusiasta puede escribir así de bien, y tanto, del cine y de cómo la vida se empeña en imitarlo. Ni encargarse con semejante denuedo de evangelizar a los profanos en la buena nueva del Otto Preminger o el Leo McCarey de turno.
Uno se acerca a Cinema de perra gorda como a una rock-ola en blanco y negro a la que adivina el tacto de las cosas hechas para perdurar. Y porque sí, que es el mejor motivo para hacerlo. Llegas, abres y clic, clic, te construyes un estraperlo mental de películas para el invierno. Clic, te resucita ‘My Son John’, de Leo McCarey, frente a quienes la subestimaron con las anteojeras de la época. Clic, de Lynch mejor no hablemos. Clic, clic, a ‘El quinteto del muerte’, de Alexander Mackendrick, le da una puntuación de 4 sobre 5, habrá que verla. Clic, clic, clic… ¡¿pero es que este hombre no le da un 5 sobre 5 a ninguna película?!
Comparto el modo en el que Juan Carlos entra en materia en sus críticas: pronto y en la mano, priorizando el método inductivo al deductivo. A alguien que comienza con la frase “convendría de entrada tomar partido” lo quiero siempre en mi equipo. Luego están, claro, los quilates de cinefilia, tanto por calidad como por cantidad: Juan Carlos cuenta las películas por miles, como Luis Alberto de Cuenca los libros o Garci, los combates.
Y en Cinema de perra gorda yo noto ese calorcillo nostálgico (¡y fetichista!) de una manera de ver el mundo. En sus posts late una época que se nos está yendo como arena entre los dedos. Un blog así es un refugio antiaéreo en tiempos líquidos. Te hace preguntarte lo de la canción: ¿Qué fue de King Kong, de los psicoanalistas y el jazz? ¡¿Pero qué demonios fue del siglo XX?!
Me gusta pensar que las cosas que merecen la pena vivirán para siempre, y tu blog es una de ellas. Felicidades, Juan Carlos, y quince años de enhorabuenas. Como McCarey, dejemos paso al mañana de Cinema de perra gorda. Para seguir envidiándote, brindo por otros quince.
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LA CONSTANCIA DE LA VOLUNTAD
Dario Lavia (Buenos Aires - Argentina)
Durante el siglo XX la Humanidad contempló una cantidad de películas cuyo pietaje, extendido, cubriría no solo nuestro propio planeta sino varios vecinos e incluso –aventuro— todo el sistema solar. A los pocos años de convertirse en costumbre, hábito aledaño a la lectura, aparecieron escritos críticos que reflexionaban sobre lo visto en la pantalla. La velocidad con que las películas se estrenaban, se distribuían y se archivaban previo a su destrucción o descarte, propició la aparición de adoradores de fotogramas cuya satisfacción consistía no tanto en ver cine –eso desde el vamos— sino en constatar hallazgos, es decir, conducir la atención de otros amantes del cine hacia películas que valiera la pena rescatar del olvido. William K. Everson, Denis Gifford, José María Latorre fueron algunos de los apóstoles que, no conformes con ver y reseñar estrenos –tarea habitual y esperable del oficio de crítico de cine—, se aventuraron a aquella tentación inmanente que surge de cada obra cinematográfica: viajar en el tiempo. Y no solo a la época del rodaje o estreno de la película en cuestión sino, en muchas ocasiones, a la época de ambientación de la trama o argumento respectivo. Pero la cosa no se detiene ahí, porque el cine nos permite pasar, a través de una filmografía, a otras películas de un mismo director, guionista o actor, e incluso percibir sus evoluciones, altas y bajas, desafíos, injerencias de productores y un larguísimo etcétera. Con el advenimiento del medio televisivo, muchas películas que ya no había manera de ver en cines comenzaron a circular y de esa manera, llegar a nuestras retinas, las de unos telespectadores que, incautos, comenzaban a convertirse en cinéfilos. El siglo XXI planteó la muerte del cine, entendámonos, no del cine como arte sino del cine tal y como se concibió en el siglo XX, entretenimiento de masas que permitía un diálogo maduro con el espectador. El cine actual ha dejado de ser un fenómeno popular para convertirse en uno corporativo y bajo esas reglas de juego es que el cine que interesa, el cine clásico y las rarezas, también vuelven a la vida. Es en este contexto en que un blog como Cinema de Perra Gorda nos sirve de rosa de los vientos para llegar a buen puerto.
Gregory Ratoff, Lewis Seiler, Frank Lloyd, Martin Gabel, William C. Thomas, Mervyn LeRoy, Frank Borzage, George B. Seitz, Gregory La Cava, docenas de nombres más, de esta misma categoría… en este blog directores que no son de primera fila siguen realizando su obra, ya que Vizcaíno los sigue reseñando como si de estrenos se tratasen. Y la virtud que no muchas páginas web (y ni hablar medios escritos) ofrecen es servir como faro a los cinéfilos no superficiales. A aquellos que no se atemorizan ante el blanco y negro y para quienes la lejanía temporal resulta no impedimento sino todo un estímulo. El cine, hablando siempre en líneas generales y no en particular, no volvió al nivel alcanzado entre 1939 y 1969. Y es justamente ese rango temporal que Cinema de Perra Gorda alumbra en sus incontables textos.
La receta, creo percibirla, es tener muy claro el rumbo del timón. Me pregunto cuántos blogs, páginas web, portales y emprendimientos con pretensiones elefantiásicas han emergido, escorado y zozobrado en estos últimos tres lustros. Pero Cinema de Perra Gorda sigue su andadura ya que –es un hecho— mientras leemos estas líneas docenas de películas realizadas por Joe May, Andrew Marton, Ray Enright, Alfred E. Green, Mitchell Leisen, Archie Mayo, Charles Vidor, William Keighley, Victor Saville comienzan a agolparse en la lista de espera. Y cada realizador, cada realización, casi cada escena o fotograma, constituyen hechizo difícil de romper pero que Vízcaíno ha adquirido el don de transmitir.
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MANÁ PARA CINÉFAGOS
Luís López Belda (Alicante)
Me crucé en el camino con Cinema de Perra Gorda tras conocer al loco maravilloso de su responsable, Juan Carlos Vizcaíno. Este tuvo a bien invitarme a ser el conductor del acto de presentación de su libro Proyecciones desde el olvido en Alicante, para lo cual me regaló un ejemplar dedicado.
En él encontré, en su magnífica prosa de crítica cinematográfica, una selección de títulos, muchos de ellos desconocidos para mí, es decir, el maná de todo cinéfago. Cuál fue mi alegría al saber que HABIA MAS, MUCHO MAS…pues el volumen sólo era la punta del iceberg de un ingente proyecto de arqueología cinematográfica en forma de blog o cuaderno de bitácora cinéfilo, del que todavía hoy me alimento.
Enhorabuena y que cumplas muchos más…sueños
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CINEMA DE PERRA GORDA……FOREVER
Eduardo J. Manola (Barcelona)
¿Cómo se puede describir en un breve texto todo lo que alguien, con un enorme trabajo y dedicación, vuelca día tras día, durante años en un ámbito que muchas veces no tiene la amplia difusión que debería tener? Yo me arriesgaría a resumirlo en una sola palabra: PASION. Lo que Juan Carlos hace en su blog, además de transmitir su experiencia y su probadísima erudición cinematográfica, es inocularnos su pasión por el séptimo arte, especialmente por el más añejo, nuestro bienamado cine clásico. Pasión es una palabra importante, porque denota compromiso y sentimiento extremos. Se puede amar algo, pero si se lo ama con pasión, entonces el límite se corre, se amplía hasta lugares impensables. Todos aquellos que leemos a Juan Carlos en este blog entrañable, o en cualquiera de los libros o artículos de su frondosa carrera, sabemos de esa pasión. En Cinema de Perra Gorda, personalmente, a través de su pluma, descubrí películas a las que no había prestado atención, diferentes formas de ver cine, de apreciar las pequeñas cosas que pasan inadvertidas, como la vida misma. Porque el cine es parte de nuestra vida. Y la vida es para vivirla con pasión.
Nada más decirte, querido Juan Carlos, que ha sido un placer encontrarte en este camino que transitamos los que, de alguna manera, buscamos transmitir lo que amamos a través de la palabra escrita. No hace mucho de ese primer contacto, pero te confieso que es como si te conociera de hace tiempo. Seguramente en esa sensación ha contribuido tu amable deferencia en considerarme un amigo. Y por eso estoy aquí. Celebrando contigo los 15 años de esta “aventura de verano tardío”, como la llamaste alguna vez, y deseando que la aventura continúe, con la misma pasión…..FOREVER.
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UN PARAÍSO CINÉFILO
Rafa Marí (Valencia)
Una de las definiciones que nos ofrece la Real Academia Española del término ‘paraíso’ es sencilla: ‘Sitio o lugar muy ameno’. De forma más poética la RAE aporta también las expresiones ‘jardín de delicias’ o ‘cielo, lugar para el goce de los bienaventurados’. Con una alianza que suma todas estas maneras de describir el paraíso concibo yo el blog ‘Cinema de Perra Gorda’, obra monumental del historiador alicantino Juan Carlos Vizcaíno, cuyo generoso proyecto cumple el 6 de septiembre de 2019 sus primeros quince años de trayectoria cultural: ‘Cinema de Perra Gorda’ es un paraíso cinéfilo.
La página virtual creada por Juan Carlos tiene un precioso diseño, encabezado con la imagen de los carteles de las películas (de miles de películas, bien catalogadas y agrupadas por el nombre de sus realizadores), con su título original y el que tuvieron en España en su exhibición comercial o en ediciones digitales. Tras esa cuidada presentación, el lector se adentra en el motivo principal del blog: una aproximación crítica a cada film, con reseñas amplias en las que destacan la erudición (en el interior de esa erudición hay miles de horas de investigación y estudio) y la precisión del estilo literario de su autor, no exento –ni mucho menos- de apasionamiento. Los textos de Juan Carlos son limpios y claros y tienen fuerza y solvencia para despertar el interés de los especialistas y el de los simples aficionados al cine.
Si obligado por un inquisidor moderno tuviese que reprocharle algo a ‘Cinema de Perra Gorda’, le echaría en cara, aunque de un modo educado, la capacidad que tiene este blog para despertar en mí la ansiedad. Tras leer muchas de sus nuevas entradas me pongo culturalmente excitado como paso previo a la frustración. Juan Carlos nos cuenta a menudo su admiración por películas que uno no conocía ni siquiera nominalmente, firmadas por Clarence Brown, Alberto Lattuada, Cyril Endfield, Jean Negulesco, Phil Karlson o Tony Richardson. Todos los cinéfilos de raza conocemos la filmografía completa de Chaplin, Lang, Hitchcock o Ford, pero hay obras maestras de Henry King, Douglas Sirk, Terence Fisher, Jacques Tourneur o Basil Dearden que no hemos visto y de las que apenas hemos oído hablar… hasta que ‘Cinema de Perra Gorda’ las rescata. Entonces le entra a uno el deseo obsesivo de ponerse al día, lo que da lugar a una incierta etapa vital en la que (casi) todo lo demás pierde relieve ante ese objetivo principal que consiste en ‘la caza de la ballena blanca cinéfila’.
Pero, en fin, uno sabe hace tiempo que las sublimes obsesiones son así. Nos paralizan en algunas cosas y nos enriquecen en otras. La gente que nos lee y nos estima personalmente lo hace porque somos ‘así’ y la decepcionaríamos si, a estas alturas de la historia, fuésemos de un modo distinto.
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PARA CURIOSOS
Miguel Marías (Madrid)
Aunque ya casi no miro blogs ni revistas on line, muchas han ido desapareciendo o decayendo, o no me dicen nada, y no me sobra el tiempo, y el que me queda prefiero dedicarlo a ver películas o revisarlas, mejor que a leer sobre ellas, sobre todo porque ya no me fío de casi nadie, "Cinema de Perra Gorda", pese a ese título, que me ha chirriado y me chirría siempre, tiene la virtud de recordarme películas que hace tiempo no he vuelto a ver, y tal vez sea hora, como "Tomorrow We Live" de Ulmer, o que quizá sean mejores de lo que me pareció en su momento, o simplemente de hacerme rememorar, por su mera mención, la emoción repetida de múltiples o varias visiones de -por ejemplo- "I’ve Always Loved You" de Borzage. Así que, aunque mi espectro de curiosidades es más amplio -o más exótico, si se quiere ver así- y llega sin problemas, en lo cronológico, desde 1895 hasta hoy mismo, de vez en cuando le echo una mirada.
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JUAN CARLOS VIZCAINO, ENTRE EL CINE Y LA LITERATURA
Mario Martínez Gomis (Alicante)
El cine y la literatura han conformado la vida de quien firma estas notas en homenaje a Juan Carlos Vizcaíno, con motivo del XV aniversario de su blog Cinema de Perra Gorda. Dos experiencias vitales que, imagino, deben ser el rasgo común de muchos de cuantos hoy se unen a la celebración de este acontecimiento. En primer lugar, sin duda, apareció el cine, colándose en la retina asombrada del niño, abriendo las puertas interminables de realidades y fantasías sin cuento en la oscuridad de una sala o bajo las estrellas de una terraza de verano. Más tarde, pero no mucho más en mi caso particular, los tebeos fueron anticipando el universo no menos fabuloso que podían encerrar las palabras, incluso sin el apoyo de las ilustraciones. Recuerdo que estas dos auténticas epifanías –cine y literatura- están vinculadas a la figura de mi madre durante las largas temporadas en que mi padre, viajante de comercio, se encontraba ausente.
El cine y la literatura, el acto de leer. Así ocurrió. Lo curioso es que, antes de aventurarme con Salgari, Verne o Walter Scott, mi madre, a la luz de una lámpara sobre la mesa de camilla, me enseñó a leer con la ayuda de sus dos revistas preferidas, Primer plano y Fotogramas. Un acontecimiento que uniría para siempre esos dos inmensos placeres que me han acompañado a lo largo de toda mi existencia: el que discurría tras entrar en la oscuridad de una sala y el de continuar –en unos años sin televisión ni medio alguno de ver el cine en casa- prolongando el prodigio de las imágenes en movimiento a través de aquellas dos revistas que fueron el puntal de cuanto fui leyendo en la adolescencia: Filme ideal, Nuestro cine o, mediante búsquedas más excitantes, como las de Cahiers du Cinéma y Positif.
Cine y literatura. Literatura de, sobre, alrededor, y todas las proposiciones posibles, en torno al cine. Una experiencia solitaria, autodidacta, que proporcionaba un enorme caudal informativo sobre el arte de narrar en imágenes, la industria que posibilitaba este prodigio, sus artífices, interpretes y técnicos, los estilos y modalidades. Una literatura que desmenuzaba las películas a través de sus comentarios críticos, y confirmaba o enmendaba nuestro juicio personal, con la autoridad o el capricho de un sabio y desconocido interlocutor que nos salvaba del abismo de la soledad. Una literatura –ya lo saben ustedes de sobra- que no solo resumía la historia de este arte, sino que anticipaba su futuro, o nos desvelaba todo un riquísimo material que, en aquellos años oscuros, de 1940 y 50, no podía verse en nuestro país. Todo un estímulo para soñar e inocular el veneno de los viajes juveniles, de acelerar la vida.
Cine y literatura. Una simbiosis perfecta para el aficionado. Hoy, en pleno siglo XXI, los adelantos técnicos, el mundo de Internet ha dado un vuelco a los viejos hábitos, para desplegar un torrente casi inabarcable de películas enlatadas, y escritos y comentarios de toda laya que colman con creces la curiosidad del cinéfilo. En ese complejo material destacan los “blogs”, “las páginas web”, o cómo demonios se llamen, donde sorprende la amplitud y el gran conocimiento que, sobre el cine, posee la generación actual de espectadores. Entre ese laberinto informativo, donde hay de todo, como en botica, aparecen algunos “blogs” magníficos, muchos de los cuales necesitan de la sabiduría de Ariadna y la paciencia de Teseo para dar con ellos. Es una suerte haber podido descubrir el que firma Juan Carlos Vizcaíno con el título de Cinema de Perra Gorda. Uno de los mejores, sin duda alguna, que cuelgan en el éter de ese árbol que llamamos la Red.
Cinema de perra gorda, con cerca de 2.400 entradas sobre películas, resume el saber enciclopédico de Juan Carlos Vizcaíno sobre el séptimo arte. Pero no es la cantidad lo que nos asombra en este ejercicio asombroso de escritura y conocimiento; es el cuidado, la precisión, el esfuerzo erudito, el ágil estilo narrativo y las personales consideraciones críticas sobre tan abundante material, lo que de verdad llega a cautivarnos y a conseguir que, colmada nuestra sed informativa, tratemos, casi de inmediato, de buscar el título comentado por los caminos insondables de Internet y gozar de cuanto tan bien se nos ha descrito a través de la palabra. La guinda, sin duda de este “blog”, como en una tarta de la que pudiera salir flotando Virna Lisi, es el afán por rescatar del olvido aquellas películas que, ocupando un lugar aparentemente secundario en la historia del cine, más por la “desmemoria” que por su calidad, conforman la urdimbre más solida y firme de la cinematografía mundial: ese tejido “celuloidico” que vimos poco a poco, a lo largo de los años, en programas dobles y que está en la raíz de las grandes obras maestras –cuando no lo son ya, a pesar de la mirada frágil del espectador. La capacidad de relación que posee Juan Carlos Vizcaíno para unir esta trama de películas, aparentemente “menores”, con los títulos más emblemáticos, o de descubrirnos sus méritos que pasaron inadvertidos, es, una de los mayores logros de su titánico trabajo. Un trabajo que posee un claro precedente: Proyecciones desde el olvido, el libro de Juan Carlos Vizcaíno, que publicó el Instituto Alicantino de Cultura “Juan Gil Albert” en 2007, al igual que sus muchas incursiones en revistas especializadas y sus monografías sobre películas, géneros y realizadores.
Fue en ese libro, precisamente, donde rescaté de los recuerdos un momento inolvidable de mi vida de cinéfilo y confirmé de que extraña manera nuestra vida se cuela en el cine, o viceversa; cómo estamos unidos al cine por las circunstancias existenciales y como éstas dan sentido a las películas. Sí en el río de Heráclito, nunca nos bañamos dos veces en las mismas aguas, en la blancura de la pantalla nunca volvemos a ver el mismo filme que visionamos en similares ocasiones. En el libro de Juan Carlos, leí la reseña de una vieja película de Jean Negulesco, Regresaron tres(1950), un melodrama de trasfondo bélico interpretado por Claudette Colbert y Sesue Hayakawa. Era la película preferida de mi madre. Recordé, gracias a la literatura, la obra cinematográfica, y un pasaje inolvidable de mi infancia, cuando salíamos del cine y ella trataba de limpiarse, con disimulo, las lagrimas con un pañuelo, mientras yo intentaba cogerla de la mano. Por supuesto que he vuelto a ver varias veces más Regresaron tres descubriendo, siempre, pasajes o sensaciones inéditas y enriquecedoras. En más de una ocasión la película me condijo, de nuevo, a la mesa de camilla, donde mi madre y yo, leíamos, hace más de medio siglo, Primer Plano y Fotogramas con la mirada puesta en el excitante futuro que proponía la cartelera. Hoy ese futuro es “Cinema de Perra Gorda”: una guía imprescindible para continuar leyendo y viendo cine.
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TESOROS DE LA WEB
Juan Meyer (México D. F.)
Como un apasionado del cine, uno vive eternamente agradecido por todas las personas que escriben con profundidad y pasión del tema. Más aún de las personas que escriben con pasión y profundidad de películas y directores notables pero que no son los preferidos del momento, los que están de moda entre los críticos aturdidos por su Top 100 con las mismas películas una y otra vez.
No recuerdo como llegué a Cinema de Perra Gorda, pero recuerdo que cuando llegué me impresionó tanto que inmediatamente busqué a Juan Carlos Vizcaíno por Facebook y le pedí un Friend Request. Lo que más me sorprendió es que un autor escribiendo en español tuviera un conocimiento tan vasto, tan incisivo y profundo, de algunos de los más grande directores de Hollywood y también de algunos de los más menospreciados. Y escribiendo sobre películas de Hollywood de las que ni siquiera en inglés se encuentra información en Internet.
Quiero imaginarme que llegué a Cinema de Perra Gorda cuando descubrí a algunos directores interesantes pero a los que no se les ha reconocido como debería de ser. Puede ser buscando información sobre Andre de Toth, Gordon Douglas, Frank Borzage, Jack Clayton…. No sé, no recuerdo pero si recuerdo el deleite de descubrir Cinema de Perra Gorda y a su vez de a través de la página descubrir y profundizar sobre otros directores.
Y leer los análisis y reseñas de Juan Carlos es casi tan deleitable como ver las películas. Pero Juan Carlos no es sólo un experto en películas menospreciadas, sino todo un conocedor del cine de Hollywood en todas sus épocas y cuando se aventura fuera de Hollywood también ilumina la obra de grandes directores de otros países como Luigi Comencini, Marc Alégret, Mario Soldati, Mario Monicelli, Pietro Germi, Maurice Tourneur o Giusseppe Patroni Griffi. Directores cuya obra requiere más atención y estudio.
El conocimiento de Juan Carlos es enciclopédico y logra lo que grandes críticos como Pauline Kael, David Thomson o Roger Ebert logran, transmitirte la pasión por lo que ven. Puedo decir sin duda que hay pocas o ninguna página como Cinema de Perra Gorda que dediquen una tan amorosa atención a tantas obras dignas de ser admiradas y conocidas.
Así que sólo puedo felicitar a Juan Carlos y desear muchos años más de Cinema de Perra Gorda.
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PURA PASIÓN DE PERRA GORDA
Diego Moldes (Madrid)
El alicantino Juan Carlos Vizcaíno Martínez es uno de los historiadores y analistas cinematográficos más interesantes del panorama español de las dos o tres últimas décadas. Con un profundo conocimiento de la Historia del Cine, en especial del denominado Cine clásico de Hollywood (que, stricto sensu, yo sitúo en un arco cronológico que va de 1928 a 1958, pero que, lato sensu podría ir desde su origen en 1911 hasta 1969), sus análisis fílmicos son un aporte significativo para una mejor comprensión del fenómeno cinematográfico. Aunque es cinéfilo de pro, sus enfoques trascienden a la mera cinefilia y procuran una vertiente cultural e incluso educativa. Una de las mejores manifestaciones de su faceta como escritor de cine es el blog que conmemoramos aquí, "Cinema de perra gorda", que, a la chita callando y con perseverancia y rigor, ya lleva tres lustros entre nosotros. Semana a semana, mes a mes, desde septiembre de 2004, Juan Carlos ha ido subiendo contenidos que denotan su pasión cinéfila y que aportan información muy útil para críticos de cine, historiadores más jóvenes y cinéfilos de todo tipo. Es de agradecer que, huyendo de todo prejuicio cualitativo, Juan Carlos no se limite a glosar a cineastas y films de todos conocidos, los típicos y ya tópicos (Ford, Wilder, Hawks, etc.) sino que nos descubra a directores olvidados o, directamente, desconocidos del gran público. Pienso en Abner Biberman, Alfred E. Green, André Cayate, Arch Oboler, Clarence G. Bagder, Henry Cass, Paul Czinner o Wolf Rilla, por citar a unos pocos. Hay muchos más. No le importa si el film es de serie A, B o Z. Si es de su interés, lo analiza. Algo loable, a mi entender. Dije cine norteamericano clásico, pero también escribe del cine europeo de género (no los grandes auteurs, sino los otros, los artesanos), desgraciadamente siempre más difícil de visionar. Por tanto, ¡felicidades y brindo por otros quince años más de "Cinema de perra gorda"!
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EL HÉROE SOLITARIO
Alfredo Moreno (Zaragoza)
Desmintamos al tango que proclama la nadería que suponen dos décadas. Quince años de escritura, de dedicación a un ritmo sostenido de publicaciones solo equiparable a la calidad de sus contenidos son una hazaña, una auténtica proeza. Que se trate de una bitácora dedicada al cine, con una delicada y tierna predilección por el cine clásico (entendido este como aquel que, con independencia de los accidentales datos de edad, formato y procedencia, nace con vocación de permanencia, de atemporalidad, de vigencia al margen de modas accesorias, de gustos coyunturales, de intereses banales, porque se nutre de lo universal, de lo eterno, de lo puramente humano), en un tiempo en que los valores a aplaudir parecen ser los opuestos, la etiqueta fácil, el consumo rápido, la idolatría por la novedad sucesiva y el olvido vertiginoso, es un verdadero milagro, y dice mucho, tal vez lo diga todo, de quien ejerce tan magna y excelsa labor con el desinterés y el entusiasmo propios, no sé si del primer amor, pero sí del amor verdadero. No se trata de ejercer ningún proselitismo a favor del culto a la tan actualmente denostada nostalgia, devaluada a fuerza de verse reconvertida en fructífero negocio, sino de encontrar en el cine, en ese cine, un refugio seguro, un espacio que respira y sobrevive al margen del tiempo, que surge del pasado y se proyecta en el futuro con frágil salud de hierro. El precio a pagar sí que no es nada, una simple moneda de diez céntimos emitida por vez primera en 1870, conocida popularmente como “perra gorda”, equivalente hispánico del nickel, la moneda estadounidense de cinco centavos, peajes ambos del añejo y muy gustoso acceso al hilo de plata de los sueños que rasga la oscuridad y alimenta nuestra memoria sentimental, un universo construido de luces y sombras proyectadas en una pantalla hecha a la medida del hombre, a nuestra imagen y semejanza. Hablar y escribir de cine es hablar y escribir de nosotros mismos. La impagable labor de Juan Carlos Vizcaíno Martínez en la recuperación y catalogación crítica de, hasta la fecha, casi dos mil quinientos títulos, tiene tanto de regocijo arqueológico como de reconstrucción personal y colectiva, de reivindicación de la manifestación artística más prolífica, popular y decisiva del siglo XX como de su ineludible función de espejo de nuestra propia realidad, de eso que llaman la condición humana. Porque bajo el rigor y la meticulosidad en el enfoque y la construcción de cada texto, tras la fingida frialdad quirúrgica del análisis, de la asepsia casi científica del que observa, examina y concluye, late y bulle la pasión, que es la más humana forma de aproximación y el misterio que encierra todo arte. Y es que quien ama el cine ama profundamente la vida, quien comparte gratuita o desinteresadamente el objeto de su pasión y su conocimiento enciclopédico solo por el placer de hacerlo y de extender su propio goce a sus semejantes, nos brinda el mayor y más grande de los regalos, el de la vida. El hecho de que existan traductores e intérpretes entre el cine y la vida como Juan Carlos Vizcaíno Martínez, que su tarea haya alcanzado los tres lustros y que continúe y se prolongue, es motivo de celebración y de júbilo para todos los que compartimos su pasión.
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15 AÑOS DE ’CINEMA DE PERRA GORDA’
Juan Carlos Moyano (Buenos Aires. Argentina)
Muchos conocerán Alicante por su Castillo de Santa Bárbara, la Playa del Postiguet o el increíble Museo Arqueológico, otros quizá por la Explanada, la Concatedral o la Basílica de Santa María. Pero no es mi caso. Al igual que un sinfín de cinéfilos hemos dado con CINEMA DE PERRA GORDA (thecinema.blogia.com) en nuestra búsqueda de nuevas vertientes que nos brinden información especializada sobre clásicos del cine mundial y también material de estudio en lo referente a títulos no tan conocidos para el cinéfilo promedio.
Juan Carlos Vizcaíno Martínez ha volcado en este fantástico blog el análisis de más de dos mil películas de todas las épocas con la seriedad y el profesionalismo que el tema amerita, sirviendo de referencia para cualquier persona interesada en el mundo del cine, ya sea como espectadores o historiadores e investigadores amantes de la rigurosidad de la información. Es sin lugar a dudas uno de los blogs de habla hispana de referencia sobre el séptimo arte.
Es menester larga vida para CINEMA DE PERRA GORDA
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UN ABRAZOTE!
Joan Padrol (Barcelona)
No he tenido la suerte de conocer a Juan Carlos en persona. Sólo por alguna foto y por el contacto epistolar que hemos tenido al ser ambos colaboradores de la revista Dirigido por. Encontraba y encuentro que es muy divertido que al despedirnos él siempre diga "Un abrazote" ya que al pertenecer ambos al género masculino la cosa no queda como tan delicada, ni suave ni afectada como si dijera "un abrazo". Desde luego ahora la cosa queda como más viril al ser un abrazo entre hombres, o sea que en ese sentido perfecto ya que la cosa queda entre machos. Otra cosa interesante es que al ser de Alicante, "la millor terreta del món" y yo de Barcelona algunas palabras hemos tenido en catalán o valenciano, como apetezca más decir. O sea que en ese sentido también "Chapeau", pero donde me saco el sombrero para enseñar los pocos pelos que me quedan en la cabeza es en el aspecto cinéfilo.
A esas alturas creo que todos tenemos pasión por el cine clásico americano, sean de los años 40, 50, o 60, los años en que nacimos, empezamos a ir a los cines de barrio los sábados y domingos por la tarde con nuestras abuelas y empezamos a disfrutar de mundos desconocidos y maravillosos que sólo podíamos ver en las pantallas. Nuestra televisión y ese descubrimiento maravilloso llamado video hicieron mucho por todos nosotros al programar películas de aquellos años y al mismo tiempo poderlas perpetuar para la posteridad en cintas de video en nuestras casas, volviéndolas a ver cuándo nos apetecía. Aunque uno presuma de que lo tiene casi todo grabado siempre hay "aquella" película que nos falta y que deseamos querer tener y visionar, aunque sea a las tantas de la noche.
La cosa empezó con una película de Juan Antonio Bardem "A las cinco de la tarde", un film taurino con una de las poquísimas apariciones cinematográficas de Nuria Espert...¡resulta que la tenía! y también otras que no vi ni de niño como "La casamentera" que después daría origen al musical "Hello, Dolly!", "El pozo de la angustia" que sí vi en el cine del colegio y de tanta actualidad por desgracia poco tiempo después al caer un niño sumido en las mismas circunstancias, películas de la Fox de los años 50 y 60 en aquel maravilloso CinemaScope como "El inspector", o "El hombre que nunca existió"...Todo lo tenía y de todo me hizo copia en DVD. Pero donde nuestros cables sintonizaron totalmente fue cuando le pregunté si tenía un film que habían pasado en una sesión fantasma un Jueves o Viernes Santo por la tarde en la 2 de TVE en el año 80 o 81 del siglo pasado, más o menos. Una película que nadie vio, perteneciente a un film que no se había estrenado en España y que yo en principio odiaba porque su extensa banda sonora firmada por Michel Legrand y con un tema muy famoso ocupaba todo el vinilo de la banda sonora de "Verano del 42" del mismo autor, que sólo incluía dos temas en el disco...Cuando le expliqué todo esto por e-mail se puso a reír porque mi explicación coincidía en todo con la suya, se había pasado en una Semana Santa...y la película era "El verano Picasso", una película yo diría que invisible hoy en día a pesar de que salía la fascinante Ivette Mimieux (homenajeada por Quentin Tarantino en "Malditos bastardos"). Si la pueden ver o pescar donde sea háganlo, porque hoy es una auténtica rareza...y Juan Carlos también la tiene!!
En fin, no quiero extenderme más, pero Juan Carlos gracias por tu cinefilia y por el favor que me hiciste. Un abrazote!!.
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¿UN SUEÑO CUMPLIDO?
Juan Andrés Pedrero Santos (Madrid)
Tengo el gusto de conocer (poco) a Juan Carlos Vizcaíno; pero tengo el gusto aún mayor de ver cómo ha crecido como escritor cinematográfico, cómo desde su humilde blog (humilde por el formato en sí, pero no por el magnífico contenido de sus textos) ha llegado al punto más alto al que un amante de la escritura sobre cine puede llegar: a escribir en “Dirigido por...”. Esto, que parece una proyección de mi propio egocentrismo y ambición, en realidad no es más que el reconocimiento que debe hacérsele a quien ha logrado cumplir el sueño de cualquiera de esos ratones de salas oscuras que un día decidieron ponerse a escribir sobre su gran pasión, al menos en España. Él lo ha cumplido; y eso es, además de un honor, es el mejor certificado de la calidad de sus análisis, de su erudición, de su amor incondicional por el Séptimo Arte. En definitiva, es el mejor premio, la mayor medalla que pudiera haberse llevado. Ya sólo por eso, con todo lo que hay detrás y todo lo que significa, y que muchos sabemos valorar en su justa medida, merece que el aniversario de “Cinema de perra gorda”, como primer escaparate de su trabajo, sea celebrado como se merece, porque, a la postre, ¿qué es “Cinema de perra gorda” sino la propia esencia de Juan Carlos Vizcaíno?
¡Muchas felicidades!
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VIVIENDO EL PASADO
Miguel Puchol Sánchez (Barcelona)
Así se tituló en España una vieja adaptación de los Papeles de Aspern jamesianos, film lamentablemente no tan conocido como debiera por más que resulte soberbio.
Para mí ejemplifica perfectamente lo que representa este Cinema de perra gorda de nuestros amores, del que ahora venimos a celebrar aniversario: el noble empeño por rescatar del olvido tesoros ocultos del ayer, injustamente orillados por las consabidas películas-de-siempre, las más de las veces comentadas con los-mismos-lugares-comunes-de-siempre.
De ahí la imagen que encabeza estas líneas; la mano enjoyada de Agnes Moorehead, apergaminadas como un viejo manuscrito, diríase que aguardando el ingreso en un antiguo panteón, al que ahora unos pocos pero fieles adeptos venimos a ofrecer estas humildes flores.
Del mismo modo los aficionados al cine añejo rendimos tributo a la incomparable labor de Juan Carlos Vizcaíno Martínez. Loor al maestro y larga vida a su blog!
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NACIÓ HACE 15 AÑOS
Javier Redondo Martín (Madrid)
Empezare agradeciendo la oportunidad que me ha ofrecido Juan Carlos Vízcaino Martinez de participar en la celebración del XV aniversario del blog que lleva Cinema de perra gorda, a celebrar el próximo 6 de septiembre del presente año.
Conocí el citado blog hace ya bastante tiempo en 2012, cuando volví a ver una de mis películas del oeste favoritas Más allá de Río Grande (The Wonderful Country, 1959), y posteriormente, buscaba información sobre las demás películas que dirigiera su director Robert Parrish. Después de buscar y no encontrar, hallé en el citado blog dos reseñas de dos películas del citado director, The San Francisco Story, 1952, que en ese momento desconocía, y The Purple Rain, 1954 que habia visto. Después de realizar la consulta, encontré que en el blog habia referencias a muchos directores de los que no es facil a día de hoy encontrar información y que se encontraban entre mis preferencias Cyril Enfield, Henry King, Albert Lewin, amén de otros directores, incluso más amados pero generalmente más reconocidos. Me encontraba pues en grata compañía, con lo que empece a utilizar el blog tanto como consulta de películas ya vistas como buscando referencias de otras desconocidas.
Tanto o más importante,que el encontrar referencias a películas poco citadas es el tono usado por Vízcaino Martinez al elaborar sus reseñas, un tono mesurado, justificando tanto el entusiasmo como el posible rechazo que la película analizada le provocaba; algo que efectivamente, se encontraba muy lejos de los hiperbólicos analisis tan frecuentes en el día de hoy tanto por los cinefilos de a pie como, lo que es más grave, por los que analizan en prensa escrita o virtual (se diria que solo existen en el panorama obras maestras o engendros sin términos medios).
Por lo tanto, agradecer a Juan Carlos la obra realizada y desear que siga creciendo el número de filmes analizados, que ya alcanza una cifra considerable. Seguiremos consultando y disfrutando de este excelente blog.
Muchas gracias.
Un abrazo cinéfilo.
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EL ARCA DE LA FELICIDAD
Pedro Antonio Riarán Frías (Madrid)
Cada vez que echo una hojeada a esta enciclopedia amiga espero descubrir joyas u obras que no van a dejarme insatisfecho sino al contrario van a llenar un vacío de cinefilia que pronto voy a poder rellenar con tu sabiduría y buen hacer. Eres como una especie de buscador de tesoros o un zahorí, un Indiana Jones más moderno y aventurero, o un zahorí que, sin varita, pero sí con muy buen tino encuentra tesoros que quizás nosotros, personas humanas y cinéfilos de a pie no tenemos tanta puntería o conocimiento del séptimo Arte. Cada vez que nos llega una entrada de una joya, de esas que nos regalas, estamos ávidos de aprehender de esas obras imperecederas que están dentro de ese arcón mágico que nos deslumbra, pero no nos ciega, que nos regala momentos que van a llenar nuestra carencia de fotogramas y que aunque ocupen lugar, siempre nos va a alimentar. Tenemos que paladear despacio cada entrada, como los mejores caldos españoles o californianos desde nuestro mejor sillón y la mejor compañía para completar poco nuestro exiguo bagaje y ser un poco más eruditos, y poder hablar de tú a tú con amigos, aunque siempre tenemos las de perder, pero puede ser una charla muy intructiva.
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LA GRAN FAMILIA Y UNO MÁS
Hilario J. Rodríguez (Guadalajara)
Serge Daney no se consideraba tanto un cinéphile como un cinéfil. El primero es sólo alguien que ama, con mayor o menor intensidad, el cine, las películas; el segundo, sin embargo, es hijo del cine y tiene un vínculo de sangre con él. Al primero la sangre en los colmillos del conde Drácula no le importa demasiado porque sabe que es de mentira, pero al segundo le preocupa esa sangre falsa porque para él es siempre la posibilidad de una herida real como las que te producen los protagonistas de Grupo salvaje cuando deciden morir con dignidad, por el hermano a quien antes abandonaron, y dejan de ser mercenarios sin patria.
Juan Carlos Vizcaíno, creo, es un cinéphile y un cinéfil al mismo tiempo. Le gusta hablar sobre las películas que ama, aunque sobre todo lo que le gusta es conectarnos con ellas, crear un lazo. Por eso en sus escritos en prensa y en su blog Cinema de perra gorda muestra menos interés por el centro que por las periferias, recorriendo la historia del cine como un padre que buscase a sus hijos extraviados en zonas donde nadie más buscaría.
Basta con que leáis un par de textos suyos para daros cuenta de que no tiene la actitud del pontificador, ni la del especialista, ni la del maestro ante quien simplemente escuchamos. En eso se distingue de todos los demás, cinéphils y cinéfils. No cuestiona la credibilidad de lo que ama, el cine, porque nunca se pone por encima de ninguna película, como hacen los arquitectos del canon y los talibanes de la política de los géneros o los autores o las secuencias de ADN cinematográfico. Tampoco pretende ser un hombre de mundo pretendiendo entenderlo en su totalidad. Y mucho menos mata a padres para colocar a sus hijos en los tronos.
Cuando pienso en Juan Carlos, no veo a un minero excavando en una mina de carbón para demostrar que en su interior se esconden pepitas de oro. Jamás pretende descubrirnos el Nuevo Mundo al hablar de películas menos conocidas, tan sólo constata su existencia. Repito: su existencia. La existencia de una madre o una hermana en quienes no habíamos reparado, alguien más en la familia, recién llegado de muy lejos. Si queréis comprobarlo, leed los comentarios de cada entrada en su blog, a menudo de gente dispuesta a contradecir sus apreciaciones, como si no hubiera entendido nada, como si lo único que le interesase fuera sobreponer su voz a la de Juan Carlos, intentando borrarla mientras él sigue a lo suyo y ni siquiera contesta porque su amor es incontestable.
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CINEMA DE MUCHOS QUILATES
Javier G. Romero (Bilbao)
Fueron extrañas, cuando menos, las circunstancias en las cuales conocí a nuestro anfitrión, Juan Carlos Vizcaíno. Procedo a desvelar aquí algo que jamás había relatado a nadie, excepto a un par de personas de mi absoluta confianza. Pienso que la presente efeméride, el XV aniversario del blog Cinema de Perra Gorda que ahora celebramos, bien se merece la desclasificación de esta pequeña historia, del todo inofensiva, mas no poco curiosa, algunos de cuyos detalles son incluso desconocidos para el propio Juan Carlos, a pesar de erigirse en coprotagonista.
Contextualicemos pues. En 2008 edité, bajo mi sello Quatermass, un libro, John Phillip Law: Diabolik Angel, en el que tanto un servidor como sus autores, el matrimonio Carlos Aguilar y Anita Haas, habíamos puesto muchísima ilusión, y cuya confección consumió un par de años de intenso trabajo, con la implicación, además, de su protagonista, el actor estadounidense John Phillip Law, a cuya vida, apasionante, y carrera, singular, estaba consagrado el proyecto. Planteado con cierta ambición, cuidamos al máximo todos los detalles (diseño, formato, batería iconográfica, edición bilingüe español-inglés) y contamos, asimismo, con un entrañable prólogo del no menos querido Ray Harryhausen, amigo personal del actor desde que en 1973 rodaran juntos en España El viaje fantástico de Simbad, aportando el técnico sus maravillosos efectos de animación y el intérprete su magnético protagonismo en el papel estelar, junto con la no menos fascinante Caroline Munro. La fatalidad, no obstante, ensombreció la salida del libro, pues John falleció en mayo de 2008 a causa de un fulminante cáncer de páncreas poco antes de que el material entrase en imprenta. El mazazo fue terrible para nosotros, como es lógico, pues John había colaborado activamente desde el principio, incluso acogiendo durante una larga temporada, en su mansión de Hollywood, a Carlos y Anita, facilitándoles así todo tipo de ayuda e información para el libro. Al menos, y durante una estancia en Madrid, en casa de ambos autores, pudo ver las cubiertas y las primeras treinta páginas maquetadas. Se le iluminaba el rostro mientras ojeaba aquellas pruebas en papel.
Entremos ahora en materia. Poco después de ver la luz el volumen, y con éste ya en circulación, recalé, trasteando por internet, en el foro de una web cinéfila donde se había encendido un curioso debate en torno a, casualidad, nuestro libro: nadie discutía, ¡al contrario!, sus valores literarios, técnicos y artísticos, en lo que parecía existir unánime consenso. Empero, uno de los tertulianos, con nombre y apellidos bien visibles, cuestionaba que un actor como John mereciese un tomo tan elaborado. Intervine, claro, amparado en el nick, o apodo, que sugieren adoptar las webs al cumplimentar el correspondiente registro. Iniciamos, de este modo, un diálogo en torno a la validez o no de John Phillip Law como actor y el merecimiento, o no, de semejante tributo en formato impreso. Para aquel se trataba de un actor mediocre y sin el menor carisma, en absoluto digno de libro alguno; para mí, en cambio, el reconocimiento a su carrera no podía ser más oportuno, habida cuenta de la cantidad de clásicos del cine de género que atesora su filmografía, siempre con el protagonismo de un añorado John sostenido por el estatus de icono, como lo atestiguan su Diabolik, su Barón Rojo, su Miguel Strogoff, su Dr. Justicia, su ángel ciego Pygar, su Simbad… Contra todo pronóstico, el intercambio de opiniones, de todo punto opuestas, entre ambos contertulios transcurría con educada y compartida elegancia: cada cual argumentaba lo propio y/o rebatía lo ajeno en un tono exquisito y respetuoso, hasta el punto de generarme cierta simpatía el contrario, no obstante defendiendo posturas del todo antitéticas. Hubiera sido fácil hacer sangre, ironizar salvajemente, usar el humor grueso, la puñalada trapera para descalificarnos sin piedad… Pero evitamos de manera natural entrar en tan cenagosos terrenos, que nada aportan. Metidos en conversación y debate, terminé por no revelar mi identidad —imaginaos: “¡Soy el editor del libro!”— y con civilizado respeto, aun sin ponernos de acuerdo en el fondo del asunto, y dejando allí nuestros argumentos para quien deseara valorarlos, finalizamos educadamente la charla Juan Carlos Vizcaíno, digámoslo ya, y un servidor.
Naturalmente, desconocía al sujeto y, por curiosidad, busqué en internet referencias a tan cultivado oponente: descubrí que el año anterior el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert le había editado un libro de sugestivo título: Proyecciones desde el olvido. 125 películas redescubiertas a la luz de la pantalla. Me hice con él de inmediato. Y descubrí un trabajo que irradiaba amor por el Cine en cada página, revelándose Juan Carlos como un entusiasta del Séptimo Arte, mediante una redacción impecable y evocadora, y un despliegue de investigación importante. A la par que vertía en el texto conocimiento de causa y afiladas reflexiones personales, iba construyendo una historia del cine dispuesta a rescatar maravillas del celuloide poco frecuentadas u ocultas bajo la sombra de otros muchos títulos considerados “mayores”. Leí sus 500 páginas con delectación. A partir de aquí descubrí su blog Cinema de Perra Gorda, una delicatessen insoslayable para cualquier cinéfilo inquieto que ame de verdad, y sin postureos, el cine en su estado puro, aquel con el que los espectadores de nuestra generación (Juan Carlos y yo nos llevamos tan sólo un par de años) aprendimos a vivir, y casi me atrevería a decir que a relacionarnos con el resto del mundo: mediante la ética y el buen hacer del mejor Cine. ¡Casi nos enseñaron a hablar aquellos grandes guionistas del Hollywood dorado!
Pues bien, seis años después del singular encuentro en el mentado foro, conociendo ya su estilo e inclinación por los clásicos contacté con Juan Carlos y le propuse una primera colaboración para la revista que edito y dirijo en la actualidad, Cine-Bis, dedicada al estudio del cine de género. Así, en el nº 2, tuve el placer de publicar su extenso trabajo sobre las adaptaciones cinematográficas generadas a partir de la novela de Fannie Hurst Imitación de la vida, a cargo, principalmente, de cineastas egregios como John M. Stahl y Douglas Sirk, pero también de Joselito Rodríguez, en México, y Lufti Akad, en Turquía. De igual modo, en el nº 9 Juan Carlos aportó un valioso repaso al cine sobrenatural de los años 40, bajo la óptica del Fantástico amable propio de aquella década dominada por el horror bélico y su desoladora posguerra. Un honor y un placer contar hoy —y en futuras ocasiones, seguro— con su enorme talento; acompañado, no vamos a ocultarlo, de una calidad humana extraordinaria que he descubierto conforme nuestra cordial relación cinéfilo-profesional ha ido adquiriendo un carácter más personal y cercano.
Celebro pues, emocionado, “a la luz de la pantalla” y bajo su extraordinario influjo, este quindenio que otorga veteranía inusual a Cinema de Perra Gorda y sus deliciosos contenidos; empeño superlativo que, sin reparar en generosidad, continúa mimando Juan Carlos con sabiduría y cariño. ¡Fuerte abrazo, compañero!
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EN BUSCA DEL TESORO
Andrés Ross (Madrid)
Entre los últimos artículos publicados en Cinema de perra gorda figuran directores como William Dieterle, Cyril Endfield y Lance Comfort. Y en lo que se refiere a películas se pueden descubrir obras como The Accused (1949), Sea Fury (1946) o Eight O´Clock Walk (1954).
Se despejan todas las dudas acerca de la pasión cinéfila del autor del blog. El asunto va principalmente de cine clásico y de tesoros escondidos. Empecé a leer los textos de Juan Carlos hace casi una década en esa gran revista llamada Dirigido Por y desde entonces me he convertido en un seguidor incansable. Él pertenece a esa especie casi en extinción de escritores de cine que no se sienten más importantes que las películas y que comparten de forma generosa y entusiasta su inagotable cultura cinéfila.
Hubo una época en la que era muy difícil ver cine. Había que esperar años para que las filmotecas o las salas de arte y ensayo repusieran esas obras conocidas pero nunca vistas. Un tiempo en el que los cinéfilos alimentábamos nuestra pasión devorando libros y revistas. Soñábamos con la llegada de ese día en el que se pudieran proyectar todos los filmes del mundo en casa. Ahora que ese sueño se ha hecho realidad nos damos cuenta de que el placer de ver cine solo es comparable con el disfrute de leerlo. Y para alcanzar la felicidad leyendo sobre al arte cinematográfico no se me ocurre nada mejor que encerrarse durante horas con esa maravilla de blog llamada Cinema de perra gorda. Mil gracias Juan Carlos.
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EN EL QUINCE ANIVERSARIO DE "CINEMA DE PERRA GORDA"
José Luís Salvador Estébenez (Madrid)
A decir verdad, no recuerdo cómo ni cuándo conocí "Cinema de perra gorda". Posiblemente se debiera a la recomendación de alguien o al resultado de una búsqueda en Google. O quizás por la lectura de una entrevista a Juan Carlos con motivo de la aparición de Proyecciones desde el olvido, su primer libro. De lo que sí estoy seguro es que para entonces el blog ya contaba con cierta andadura a sus espaldas, a juzgar por el nutrido grupo de reseñas que para entonces tenía ya publicadas.
En realidad, eso da lo mismo. Lo verdaderamente importante es que fue un amor a primera vista. A pesar de no compartir su interés por el cine hollywoodiense más clásico, lo cierto es que desde un principio quedé irremisiblemente atrapado por los certeros análisis de su autor y ese mundo que proponía poblado por films, directores y actores en muchos casos ignotos para mí. A esa primera visita le siguieron otras muchas en los días, semanas, meses y años posteriores hasta llegar a la actualidad. Tanto es así que durante una época bastante prolongada accedí a "Cinema de perra gorda" de forma regular, casi a diario, en busca de nuevas publicaciones con las que saciar mi sed de conocimientos. Cuando no las había, me sumergía en su archivo en busca de aquellas reseñas que se me habían escapado en su momento. Esta lectura atenta y continuada me permitió, entre otras cosas, familiarizarme con el estilo de Juan Carlos, conocer sus filias y sus fobias en su forma de ver el cine, comprobar su infatigable labor en pos de la búsqueda y, en muchos casos, reivindicación, de cineastas y títulos hoy olvidados, compartir con él nuestra debilidad común por el cine de Jacques Tourneur o ampliar mis miras cinematográficas. Fruto de ello es la influencia ejercida por tantos años como lector del blog que me quiero creer reconocer en algunos de mis textos.
Dejando "Cinema de perra gorda" a un lado, a lo largo estos años he tenido la inmensa suerte de poder coincidir con Juan Carlos en diferentes proyectos. La primera vez, si no me equivoco, fue cuando, gracias a la intermediación de nuestro amigo común Carlos Díaz Maroto, él tuvo la amabilidad de cederme varios textos que tenía escritos para un pequeño dossier que dedicamos en “La Abadía de Berzano” a Roy Ward Baker a raíz de su fallecimiento. Desde entonces, nuestros caminos se han entrecruzado varias veces. Últimamente lo han hecho con suma frecuencia en las páginas de Dirigido por… y Cine-Bis, lo que para mí supone doble motivo de regocijo. Si ya de por sí es una satisfacción el que las que considero dos mejores cabeceras de temática cinematográfica de este país le tengan a uno en cuenta, la alegría es doble al brindarme la oportunidad de compartir espacio con alguien al que admiro tanto y tengo en tan alta estima.
Es por todo esto que comento que cuando Juan Carlos me propuso participar en la conmemoración de este quince aniversario del blog, a buen seguro no se imaginaba lo feliz que me hacía. Por un lado, por permitirme rendir públicamente tributo a un lugar al que debo tanto y, por otro, al poder así formar parte de él de algún modo. Por todo ello solo puedo manifestar mi más sincero agradecimiento. Gracias Juan Carlos por estos quince años de “Cinema de perra gorda” y gracias por los muchos que, a buen seguro, quedan por venir.
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EN PANTALLA GRANDE
Antonio Sempere (Alicante)
Desde siempre me ha gustado ver el cine en salas. Nunca en eso que llaman pequeña pantalla. La televisión, para ver formatos televisivos. De ahí que durante mucho tiempo padeciese una importante laguna como espectador. Fui cinéfilo a partir de la temporada 1976/1977. Y cinéfilo estajanovista porque empecé a verlo todo, a peinar la cartelera completa. Una cartelera que por aquel entonces en mi ciudad ofrecía nada menos que cuatro programas dobles durante los fines de semana y otros cuatro los miércoles y jueves.
En Villena, además de varios centenares de películas de la década de los setenta y ochenta, pude gozar en pantalla grande de todas las películas que se reestrenaban con todos los honores: ‘West side story’; ‘Ludwig’, de Visconti; ‘Cantando bajo la lluvia’, ‘La naranja mecánica’ o ‘A Chorus line’.
A partir de 1978 pude simultanearnos con los estrenos que se producían en Alicante, desde ‘Barry Lyndon’ a ‘Yentl’, ‘El expreso de medianoche’ y ‘All that jazz’, por citar películas que por un motivo u otro me marcaron.
Debo reconocer que mantuve mi hábito de no ver cine en televisión hasta muy recientemente. Desde luego, nunca antes de que se normalizasen las pantallas de plasma. Pero eso también tuvo sus recompensas. Por ejemplo, la de haber descubierto todo el cine español clásico entre 1950 y 1975, durante el verano de 1996 en la pantalla gigante del Patio de San Benito de Valladolid. Títulos imprescindibles que hasta ese día eran inéditos para mí.
Poco a poco, voy abriéndome a nuevos descubrimientos. Estimulado por propuestas como las que nos brinda Juan Carlos Vizcaíno en su entrañable blog.
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QUINCE AÑOS DE LA A A LA Z
Lucía Tello Díaz (Madrid)
Para quienes nos gusta el cine, para aquellos que lo amamos verdaderamente, el tiempo jamás pasa en vano. Crecer significa descubrir más títulos y envejecer, si es que en el cine alguien envejece, no es sino acrecentar el entusiasmo que sentimos por el celuloide.
Juan Carlos Vizcaíno Martínez no es un cinéfilo al uso, es un compañero apasionado que comparte conmigo la grata tarea de adorar el cine. Precisamente al séptimo arte ha encomendado gran parte de su vida, a entender, admirar y a ensalzar todo aquello que implica la cinematografía. A este blog que ven ustedes, cuyas palabras leen siempre con la necesaria atención, le ha dedicado Juan Carlos quince años. Una década y media descubriendo para los lectores un cine fascinante, en ocasiones conocido y, en otras muchas, aún por explorar. Quince años de cine que condensan horas de dedicación, pero que no son más que la antesala de todas los que quedan en “este rincón de desahogos cinéfilos”.
De la A a la Z, Vizcaíno Martínez nos ha regalado con Cinema de perra gorda la posibilidad de crecer con él, con su arte y con su enamoramiento, un amor que sentimos todos los que le conocemos y tenemos el placer de leerle.
Tengo el honor de compartir con él páginas de cine en libros encomendados a cineastas como John Ford, Ingmar Bergman, Nicholas Ray o Howard Hawks y a películas como Con la muerte en los talones. Año tras año he visto crecer su pasión y también su talento, y por ello ahora quiero celebrar con él su recorrido por Cinema de perra gorda.
Por el cine y por nuestra pasión, a por cien años más.
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RESEÑAS SIN FECHA DE CADUCIDAD
Javier Trigales (La Coruña)
El título del blog de Juan Carlos Vizcaíno huele a cine de barrio, a sesiones dobles y a acomodadores que te cuentan la película antes de verla y te avisan de los momentos cumbre. Es un tiempo que yo no llegué a vivir en su plenitud (y si no me equivoco, tampoco el propio Juan Carlos): de hecho, cuando me convertí en cinéfilo comenzó la lenta e imparable decadencia del cine de barrio, que acabaría también con los grandes teatros, sustituidos por las impersonales multisalas de centro comercial que componen en estos momentos el 99% del paisaje.
De todos modos, es un mundo, el de la perra gorda, que me pertenece gracias a la memoria oral de mis padres y hermanos mayores, y sobre todo, gracias a la recuperación constante de una serie de títulos, ahora que las posibilidades para visionar cualquier película son infinitas. Pero aún así, la sensación general es que, en el mundo de la inmediatez, la recuperación del pasado es algo cada vez menos habitual y los nuevos críticos y cinéfilos se alimentan exclusivamente de tiempo presente. No hace falta decir lo disparatado que es hablar de algo sin saber de dónde viene, quién ha hecho algo similar anteriormente o cuáles son las fuentes de las que beben los cineastas modernos y las narrativas desestructuradas actuales.
Por eso, un blog como el de Juan Carlos es vital para destruir la mentira del tiempo presente en el cine como verdad única. Yo mismo, cuando voy a ver por primera vez una película de, pongamos, la década de los 50, acudo en infinidad de ocasiones a su blog para comprobar si hay alguna entrada sobre ella (y en muchísimas ocasiones, así es) y me leo con placer su reseña como si fuera la página de estrenos de una revista de actualidad. Siempre es hoy en el cine, y el buen espectador sabe que en el día a día consiste en convivir con Claire Denis, con Henry King, con James Gray, con Ida lupino o con William A. Wellman. El blog de Juan Carlos no mira al pasado: forma parte del presente y del futuro.
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UN BLOG IMPRESCINDIBLE
Fernando Usón Forníes (Zaragoza)
Sin duda, es este “Cinema de perra gorda” uno de los blogs sobre cine más relevantes que existen en lengua española: nada menos que quince años lleva rindiendo cuenta de cientos y cientos de títulos, que ya son miles, centrándose especialmente, como no podía ser de otra manera siendo su responsable este gran cinéfilo y amigo que es Juan Carlos, en el cine clásico. Con todo, lo más llamativo del blog (que tal vez deba figurar en el libro de récords Guinness por la ingente cantidad de títulos reseñados) es, a mi entender, la especial atención dedicada a un tipo de cine, habitualmente de género, muchas veces ignorado e incluso ninguneado por la crítica más seria y ceñuda; un cine que sin duda merece, puede que a veces una simple llamada de atención, ciertamente, pero en no pocas ocasiones una reivindicación en toda regla; máxime en los tiempos actuales donde la mediocridad (no sólo cinematográfica) campa a sus anchas. Tal vez con esta idea en mente, y sin duda por esa necesidad vital que experimentamos los que vivimos con el cine y escribimos sobre él, Juan Carlos emprendió esta tarea tan necesaria para mantener viva la memoria del ciematógrafo, continuándola durante todos estos años con tesón indudable y con pasión incontenible y contagiosa por ese cine que le entusiasma y le emociona, haciendo de “Cinema de perra gorda” una referencia imprescindible.
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DESDE TIERRAS LEJANAS
Carlos Óscar Vasek (Buenos Aires - Argentina)
Mis mejores augurios para vos y tu blog como así también por el feliz momento que está y seguirá teniendo tu página. Te escribo desde la muy lejana ciudad de Buenos Aires y agradeciendo los felices momentos que disfruto leyendo tus críticas. Como siempre, las mismas son certeras, apasionantes y sinceras, y además me sorprendes por la diversidad de géneros.
Me despido con un fuerte abrazo desde la distancia felicitándote por el XV aniversario de tu blog.
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CHARLANDO CON EL CRÍTICO
Lluís Vilanova (Barcelona)
Cuando Juan Carlos Vizcaíno Martínez me ofreció la oportunidad de participar en el decimoquinto aniversario de su blog “Cinema de Perra Gorda” con un pequeño texto que pudiera versar tanto sobre el citado blog como sobre mi propia relación con el autor del mismo no pude alegrarme más. Desde que de niño el cine empezó a fascinarme con los westerns o las películas de aventuras clásicas que veía por televisión y con las producciones de Lucas y Spielberg de los ochenta a los que mis padres me llevaban con puntualidad, hasta que ya de adolescente empecé a desarrollar una visión no solo sentimental sino también “crítica” hacia el fenómeno cinematográfico gracias a los ciclos dedicados a Alfred Hitchcock e Ingmar Bergman que emitió la 2 de TVE y al descubrimiento de la revista “Dirigido por”, siempre me ha parecido interesantísimo poder debatir directamente sobre nuestra común afición con los críticos profesionales a los que seguimos cada mes en nuestra publicación cinematográfica preferida.
¿Y cómo descubrí a Juan Carlos? No fue a través de su blog (a eso llegué después) sino hará unos diez años en el portal “Cinearchivo” donde él escribía cuando a mí también me empezó a picar el gusanillo por esto de la crítica cinematográfica. Puede que la memoria me falle pero diría que también por esas fechas empecé a verlo con regularidad como una de las nuevas firmas de “Dirigido por”, donde se distinguía por su conocimiento del cine llamado clásico, llegando a tomar el relevo nada menos que del gran José María Latorre, cuando este tristemente nos dejó, en la sección “Pantalla digital”. No puedo concebir honor mayor puesto que siempre he considerado a Latorre el mejor analista cinematográfico nacional y desde luego el que más me ha influido y “Pantalla digital” era la heredera de la celebrada sección “Los films de Tv” que durante tantos años estuvo a cargo de Latorre. Desde entonces, Juan Carlos no ha faltado a su cita mensual con los lectores de la revista convirtiendo cada uno de sus análisis en una extensión de los que lleva a cabo en su formidable blog personal, convertido hoy ya en todo una “biblioteca” de la crítica cinematográfica con más de 2000 reseñas, que se dice pronto. Pero lo más importante de todo, aquello que uno termina por recordar, es la amabilidad desplegada por Juan Carlos en cada una de las ocasiones en que nos hemos cruzado por las redes sociales, hablando, cómo no, de aquellas películas que ambos nos marcaron. Así que larga vida a “Cinema de Perra Gorda”, que siga aumentando su fondo por muchos años más, y gracias Juan Carlos por ayudarnos a todos los que te seguimos a aprender un poco más de cine.
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UN ENTUSIASTA REVISOR DE LOS RECOVECOS DE LA HISTORIA DEL CINE: JUAN CARLOS VIZCAÍNO MARTÍNEZ
Alexander Zárate (Madrid)
Nos conocimos hace diez años, si no recuerdo mal. Uno de esos cruces de caminos que posibilita la red viaria social. El punto de intersección fue nuestro entusiasmo por rastrear en los recovecos de la historia del cine, en particular más allá de los setenta, y de modo específico ciertas cinematografías que consideramos desatendidas o minusvaloradas como la británica antes de los sesenta. Y un entusiasmo específico: Ambos admiramos una obra excepcional con nulo reconocimiento, Charlie Bubbles (1967), del gran Albert Finney Si a las nuevas generaciones parece definirles la consideración de que el cine antes de Pulp fiction es cine clásico, o una nebulosa indefinida en la que no tienen demasiado interés en internarse (en especial porque abunda el blanco y negro y los efectos visuales eran más rudimentarios) tú te revelabas como un cinéfilo que se esforzaba, sobremanera, en indagar en los anaqueles más escondidos de las redes para escribir sobre películas de aquellas décadas de las que poco o nada se había escrito, o que no se tenían en consideración, porque la cinefilia también es muy vaga y se aposenta enseguida en fetichismos de jerarquías establecidas o lugares comunes, cuando bien sabemos que lo más renombrado no tiene por qué ser lo más excepcional, y pueden encontrarse obras de gran calidad, o cuando menos sorprendentes y singulares, que ni fueron reconocidas en su momento.
Tú eres de aquellos que se esfuerza en ampliar, al menos, la perspectiva. Pones en consideración obras que se ignoran o que se ha dado por supuesto que son irrelevantes porque no adquirieron, por lo que fuera, la suficiente consideración. Te imagino como un revisor en uno de esos trenes de cercanías británicos en los que cada compartimento resultara ser un espacio con pliegues infinitos que contienen anaqueles de películas. Podría ser uno de las historias de Al caer la noche (1945).
La historia la escriben algunos, y pueden ser falibles. Se sublimó tanto a los representantes del Cahiers du cinema que no se concibió que sus criterios pudieran ser erróneos, o hasta interesados, por cómo marcaron la concepción del cine británico y francés previo. Por ello, siempre se agradecerá la aportación de quien, como tú, pone sobre el tapete más obras, otras películas, que ponen en entredicho que quizá las jerarquías establecidas o las valoraciones instituidas lo están sobre un conocimiento restringido. Por eso, es tan importante hacer historia, revisar lo más posible sus recovecos.
Por entonces yo comenzaba mi andadura con mi blog, El cine de Solaris, con el que intenté realizar algo parecido a tu Cinema de perra gorda, que ya llevaba un lustro de actividad, y que incluso habías materializado en un libro que, generosamente, me enviaste. No eres alguien que necesite influenciar, o que su dictamen sea considerado como referencia o recomendación que rima con imposición. No eres alguien que descarga una artillería de epítetos para triturar una película que no te convence, actitudes que las redes sociales parecen haber posibilitado de modo más acusado, por la proliferación de Humty Dumptys, y cuyo virus también ha infectado a la revista Dirigido, de la que hemos sido lectores irredentos, y en la que aún no habíamos colaborado cuando nos conocimos. No ha habido tripulación de colaboradores menos estimulante que la enrolada en este último lustro, pero quizá sea el reflejo de estos tiempos, en el que abundan los que escriben sobre cine, pero pocos que realmente sean rigurosos analistas o historiadores. O, simplemente, que sepan escribir con cierto tino o ingenio. Tanta ruidosa inflamación de ego ha generado tal contaminación medioambiental tóxica que, en ocasiones, incita a abandonar el escenario subiendo a un globo como Charlie Bubbles. Pero afortunadamente hay voces templadas y ecuánimes como la tuya que simplemente disfrutan del cine. A ti se te nota que eres feliz rastreando esas películas porque es una pasión, enraizada en tu tuétano, que no necesita de complacencias de tu ego. Y esa pasión genuina destilan tus palabras, sin más, que ya es mucho.
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THE END