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CINEMA DE PERRA GORDA

ROUGHSHOD (1949, Mark Robson)

ROUGHSHOD (1949, Mark Robson)

Tenía bastante curiosidad en contemplar esta nueva aportación de Mark Robson para el estudio que le permitió debutar en el campo de la realización –R.K.O.-, al tiempo que contemplar uno de los escasos westerns que dentro de dicho estudio, ejecutaron en aquellos tiempos los realizadores surgidos en el seno del equipo de producción que comandaba Val Lewton. Se trata de ROUGHSHOD (1949), jamás estrenado comercialmente en nuestro país, y que debería situarse junto a BLOOD ON THE MOON (1948. Robert Wise) dentro de esa corriente. He de admitir a este respecto, que mis expectativas se han visto un tanto defraudadas. Y es que aún reconociendo que nos encontramos ante un título correcto y con algunos momentos inspirados, la blandura general de su tono y, fundamentalmente, la indefinición de sus propuestas, contribuye a que finalmente cualquier atisbo de intensidad brille por su ausencia, encontrándonos finalmente con una propuesta tan correcta como finalmente gris, que promete más de lo que finalmente ofrece.

ROUGHSHOD tiene un comienzo muy atractivo. En una secuencia pregenérico, nocturna y desarrollada en un bosque, un pequeño grupo de rancheros se dispone a descansar al lado de una hoguera. Hasta allí llegan tres presos fugados, que asesinan sin contemplaciones a los vaqueros y se visten con sus ropas, quemando allí mismo sus uniformes de condena. La noticia llegará hasta una cercana población, teniendo su eco en el joven Clay Phillips (Robert Sterling), de quien muy pronto sabremos que fue quien llevó a la cárcel al cabecilla de los delincuentes fugados –Lednov (John Ireland)- y, presumiblemente corre en su búsqueda para vengarse de él. El protagonista va acompañado de su hermano pequeño Steve (Claude Jartman, Jr.), dirigiéndose ambos a trasladar un grupo de caballos hasta su rancho. En su camino, se toparán con un grupo de cuatro mujeres de vida alegre que han sido expulsadas de la localidad y viajan hasta Sonora para trabajar en un salón, accidentándose en su carro. Clay tendrá que hacerse cargo de ambas, hasta que finalmente lleguen hasta la granja de los Wyatt, donde una de ellas se quedará, ya que es hija de los dueños. Anteriormente otra ha sido recogida por un pretendiente que está dispuesto a casarse con ella, mientras que las dos restantes seguirán con Clay y su hermano pequeño. De ellas, Mary (Gloria Grahame) desde el primer momento se ha sentido atraída por Phillips, pero este es un joven hosco y sin el menor atisbo de romanticismo. El camino seguirá hasta Sonora, hasta que el destino finalmente lleve al mayor de los dos hermanos a enfrentarse con el presidiario, y finalmente asumir la posibilidad de un futuro con Mary.

Como se puede deducir con el enunciado de su argumento –que cuenta con la colaboración de Peter Viertel y Daniel Mainwaring (bajo su pseudónimo de Geoffrey Homes)-, ROUGHSHOD aborda diversas temáticas que se entrecruzan en su argumento –la venganza, el destino, la posibilidad del amor, la soledad del vaquero-, así como otros apuntes que quedan esbozados de forma más secundaria, como es la importancia de la educación incluso en un entorno tan primitivo –el aprendizaje del alfabeto que Maru enseña a Steve, un joven por otra parte bastante despierto en su capacidad de observación sobre la psicología de las personas-. Como tal western itinerante, permite una serie de situaciones –como por ejemplo la parada en la granja de los Wyatt, en donde se pone de manifiesto el prejuicio de una educación basada en el puritanismo de sus propietarios, al reencontrarse con su hija enferma que los había abandonado para independizarse y darse a una vida en salones-. Su look visual es muy atractivo, y en ello contribuye no poco la aportación como operador de Joseph H. Biroc, y también el sustrato sonoro de Roy Webb se revela muy eficaz. Sin embargo, y pese al tono grato general de la película, este no sobrepasa nunca la barrera de lo aceptable, en la medida que apunta diversas vertientes de las que por lo general jamás llega a desarrollar en sus posibilidades. Un ejemplo de ello lo tendríamos en la presencia de trío de convictos que resulta bastante desaprovechada a partir de esa aparición inicial que provoca tantas expectativas. Finalmente, por encima de todas sus vertientes argumentales, se tiene la impresión de que lo único importante en el relato, es ir contemplando la posibilidad de redención de un cuarteto de jóvenes dadas a la vida fácil. En ese sentido, es de destacar la labor de una insinuante Gloria Grahame, pero el resto de compañeras resulta desaprovechado, en especial aquella que desaparece tras el enfrentamiento de los presos con el joven buscador de oro con el que se ha emparejado –se tiene la intuición de que ha sido violada, pero no se ofrece ningún detalle de su destino-. Y finalmente, resulta bastante empobrecedora la aportación del insípido Robert Sterling como el joven ranchero de carácter seco –Robert Mitchum hubiera conferido sin dificultad una entidad muy superior al personaje-, con lo cual el balance nunca sobrepasa la frontera de la corrección, dentro de un tono general aceptable. No obstante, hay un instante genial que no conviene dejar desapercibido. Como conclusión al enfrentamiento final entre Clay y Lednov –muy bien planificado-, el primero abate finalmente de un disparo al preso. Sin embargo, este le ha increpado previamente, escuchándose el eco de ello sobre un plano medio de su cuerpo ya inerte. Un momento de verdadera inspiración, dentro de un conjunto tan llevadero como apagado.

Calificación: 2

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